Los días habían pasado de volada, y al fin había llegado el día tan esperado para todos; la boda de Matthew y Sofía. La ceremonia fue por civil y duró unas pocas horas. Madison no tardó demasiado en echarse a llorar al mirar a Matthew junto a su esposa compartir sus votos de amor delante de los presentes. Se sentía conmovida, feliz por ambos.Y, se preguntó al interno, si alguna vez ella también podría vivir la experiencia. Después de eso, se dirigieron a un salón que el castaño había alquilado dónde se llevaría a cabo la celebración. Apenas empezaba y el ambiente era bastante animado. De pronto, la música inundó los oidos de Madison, era una melodía suave, una balada que bailaban los recién casados en el centro de la pista. Algunas parejas se habían animado también y se movían lentamente al ritmo de la canción, volviéndose romántica la noche. Suspiró al tiempo que le daba un sorbo a su bebida, saboreando el dulce de la champagne.Todos parecían disfrutar de la fiesta, celebrando
A los días, había quedado en encontrarse con Nickolas. Madison, había preparado a su hijo para el momento, diciéndole de antemano la verdad. Él había reaccionado mejor de lo imaginó. —Mami, ¿tengo un papá? —susurró con los ojos llenos de lágrimas y eso la conmovió infinitamente, que su hijo estuviera tan emocional por la noticia, le dejaba el pecho un poco adolecido. —Sí, cariño, Nickolas es tu padre. ¿Cómo te sientes al respecto? Me gustaría que pudieras mirarme y decirme cómo te lo tomas, eh —le pidió con dulzura mientras acariciaba cada una de sus mejillas mojadas por las lágrimas. —Estoy feliz, ¿por qué tardó tanto, mamá? —fue su siguiente pregunta que no supo responder. Jamás le diría cómo habían sucedido las cosas, era demasiado pequeño. —Oye, a veces las razones son extrañas, pero... aquí lo importante es que no se ha tardado más —le dejó saber, cálida y el pequeño asintió con la cabeza —. Ven aquí. Él ya recibía un efusivo abrazo de su madre, quién siempre había estado
Tres meses despuésLa brisa marítima hacia volar su cabello. Madison se encontraba cómodamente acostada en una tumbona mientras observaba todo el panorama magnífico. No pensaba estar allí, pero el cambio de planes, surgió cuando Nickolas le dijo sobre pasar tiempo con Natt, entonces su pequeño le insistió para que fuera como los dos. No pudo negarse a ese par de ojitos que la miraban como cachorrito. Además, no podía darle una negativa, a sabiendas que debido al trabajo no había pasado mucho tiempo con él. Ahora, se miraba un niño más radiante y positivo. Uno que se tomó la noticia con alegría, después de todo había estado esperando conocer a su padre. Natt se había acostumbrado a la compañía de Nickolas en tan poco tiempo volviéndose cada vez más cercano con su progenitor.—¡Papá! —llamó Natt corriendo por la arena mientras sostenía una caracola en su mano —. ¡Mira lo que he conseguido!El CEO apartó la vista de su móvil mirando al niño acercarse a dónde estaba sentado. —¡Wow, es
—¡No! ¡Detente papá! —le imploró Natt sacudiendo su cuerpo mientras ríe.—¡Devuélveme el móvil! —ordenó su padre sin detener sus manos haciéndole cosquillas al niño.—¡Vale! ¡Lo haré! —dijo entre risas.Nickolas en algún momento se detuvo y se tumbó en la cama boca arriba, riéndose a la par con su hijo que tenía las mejillas sonrojadas. Le tendió el móvil y se acomodó a su lado, ambos cansados por la guerra de cosquillas.—Eres un tramposo —emitió su padre luego de unos minutos de recuperar el aliento.—Claro que no, yo jamás juego sucio —replicó el niño subiéndose encima del pecho de Nickolas, intentando aplastarlo.Pero fue en vano, su pequeño cuerpecito no era nada comparado con el de su padre.—¿Y si vamos a ver qué hacen las chicas? —inquirió y Natt asintió enérgico.Cargó a su hijo sobre su espalda provocando más risas de su parte, y abandonaron la habitación bajando las escaleras tratando de no hacer ruido. Madison se encontraba en la sala mientras le daba de comer a su pequeña
La música estaba por todos lados, altavoces potentes que iban a la par del ambiente distendido en ese club nocturno, Madison se la estaba pasando de lo mejor sin alejarse demasiado de la desconocida, su nombre era Adelaida; resultó ser una amigable mujer, la conoció a las afueras de aquel recinto. —¡¿Puedes ver desde aquí a ese tipo de allá?! —exclamó animada, ya se dibujaba en su cara una pícara expresión. El bullicio era terrible y casi era imposible escucharle, pero alcanzó a hacerlo, y su gesto le confirmó que iría a por ello. El sujeto que ella estaba señalando parecía dominante, incluso a la distancia. Tenía un traje, sí, un poco extraño que llevara corbata. Se miraba tan formal para la ocasión, pero al mismo tiempo imperioso. —No me digas que... —no le dio tiempo a decir más, ya se estaba alejando de su persona, mientras contorneando las caderas también capturaba la atención de varios. Se dirigió a la barra, ansiosa por una copa, no era asidua al alcohol, pero ella misma e
Madison no solía tener molestias abdominales, menos náuseas repentinas. La excepción fue esa mañana, terminando su desayuno corrió al baño para expulsar todo lo que había devorado, no era capaz de estar ni un solo minuto, sin el horrible dolor que la aquejaba. Aborrecía con todas sus fuerzas pasar por eso. Su madre, Emma, la invitó a comer, sabía que estaría el hijo menor de Lauren, la amiga inseparable de su progenitora. Y no es que el chico fuera una molestia, no, pero Madison tenía la ligera sensación de que su padre los observaba a ambos de una forma diferente. No podía explicarlo. —¿Te has puesto enferma y por eso no puedes venir? —reclamó su madre al teléfono. —No, no es eso, solo... —expiró. —Madison —interrumpió Bruno, su padre, cambiando todo en ella. —¿Papá?Desde la discusión, no había hablado con él. —¿Quién si no? Ven al almuerzo, hazlo —pronunció, no era una petición, sino una orden. —Vale, allí estaré. Se aferró a su móvil, odiando no ser tan decidida y contunde
La muchacha, había estado esperando demasiado tiempo para ser admitida en la universidad, cuando al fin lo había conseguido llegaba a su bandeja de entrada aquel correo revelando las pruebas de laboratorio que días anteriores se realizó. Nunca antes había temblado como ahora, incluso el sudor perlando su frente y el acreciento de los latidos de su corazón fueron encarcelados por ese temor a saberse a punto de girar hacia otra dirección. Madison no podía creer que ese era el resultado definitivo, la incertidumbre que no la había dejado dormir y descansar plácidamente durante las últimas noches, había finalizado dando paso a lo peor. Estaba embarazada.Se sentía fatal de ni siquiera saber el nombre de ese sujeto. No existía ni una forma de recordar su rostro. Sus ojos se direccionaron hacia la mesita de noche donde yacía aquel reloj costoso, la única pertenencia que tenía de aquel hombre.Las lágrimas comenzaron su recorrido por su rostro desencajado por la sorpresa y una miríada de e
—¡¿Me tomas del pelo?! —gritó furioso el CEO, mientras azotaba con su puño cerrado la superficie de su escritorio. La asistente se movió insegura, Melisa solo le estaba comunicando lo que se le había informado; lamentablemente el investigador no halló nada extraño en Harper, ella no tenía el reloj. —También tengo que añadir que la señorita Harper quiere hablar con usted. ¿Le aviso que pase? —emitió insegura. —¡No! —volvió a maldecir —. ¿Harper? —Sí.—¿Y todavía se atreve a venir? Es increíble, no tengo mucho tiempo, dile que entre —se resignó. —Sí señor, con su permiso. De esa manera Nickolas volvió a sentarse en su silla, molesto. No pasó demasiado tiempo cuando ingresó la mencionada, conservaba una amplia sonrisa en el rostro que no se borró ni un poco al verlo lleno de enfado. Ella no tenía qué temer. —Nick, ay Nick, querido ya te dije que no me he robado ese reloj. ¿En serio sigues dudando de mi palabra? ¡Ya han pasado casi tres meses! —le recordó tomando asiento —. La próx