—¡¿Me tomas del pelo?! —gritó furioso el CEO, mientras azotaba con su puño cerrado la superficie de su escritorio.
La asistente se movió insegura, Melisa solo le estaba comunicando lo que se le había informado; lamentablemente el investigador no halló nada extraño en Harper, ella no tenía el reloj.—También tengo que añadir que la señorita Harper quiere hablar con usted. ¿Le aviso que pase? —emitió insegura.—¡No! —volvió a maldecir —. ¿Harper?—Sí.—¿Y todavía se atreve a venir? Es increíble, no tengo mucho tiempo, dile que entre —se resignó.—Sí señor, con su permiso.De esa manera Nickolas volvió a sentarse en su silla, molesto. No pasó demasiado tiempo cuando ingresó la mencionada, conservaba una amplia sonrisa en el rostro que no se borró ni un poco al verlo lleno de enfado. Ella no tenía qué temer.—Nick, ay Nick, querido ya te dije que no me he robado ese reloj. ¿En serio sigues dudando de mi palabra? ¡Ya han pasado casi tres meses! —le recordó tomando asiento —. La próxima vez pídele a una persona más discreta y prudente que te haga el favor de indagar en mi vida. Pero ya no creo que sea importante, pues me vas a descartar de tu lista, ¿no?Puso los ojos en blanco y bufó, antes de responderle.—Supongo que has ganado, Harper. ¿Sabes lo valioso que es ese reloj para mí? No, no eres consciente de ello.—¿Ah no? —se hizo la ofendida —. Quizá no hagamos más que estar juntos sin involucrar los sentimientos, puede que no te ame, pero en algún punto me has hablado de cosas...—Nunca de ese reloj.Ya se arrepentía de haberle dejado entrar. Era una mujer tan molesta, siempre sacándolo de quicio.—He visto las iniciales, sí, Nickolas Jones, eso significa. ¿Lo ves? —sonrió victoriosa.Él lleno de exasperación golpeó sonoramente el escritorio y ella dio un respingo.—Definitivamente no sabes nada, tampoco te lo contaré. ¿Has terminado?—Nick —susurró su nombre y luego chasqueó la lengua —. Todavía no lo comprendo, ¿cómo es que me confundes con cualquier mujer?—Y tú, ¿acaso no eres una más del montón?—¿Eh? —se llevó una mano al pecho, con el rostro desencajado —. Estabas con alguien en esa habitación...—¡Debiste hacer algo!—¿Es un chiste? Al fin y al cabo no soy tu novia, no tenía que intervenir. Además, esa noche me la estaba pasando bien con alguien más. Por eso me marché, tú también parecías estar divirtiéndote —agregó, al CEO ya le estaba hirviendo la sangre —. Oye, ¿no has pensado en la posibilidad de que esa chica te robó el reloj? No ha de ser más que una pobretona, vio la oportunidad y la aprovechó.—¿Por qué llegas a esa conclusión? Eso no tiene... —se frenó, lo que le estaba diciendo esa mujer frente a él, lo había puesto a pensar, por más que se esforzara por recuperar el hilo de la situación con nitidez, su rostro era borroso, no podía ver con claridad el pasado —. Olvídalo, vete.—¿Sentido? Claramente lo tiene, si quieres recuperar ese reloj que es valioso para ti, entonces no pierdas más el tiempo conmigo o con cualquier otra persona. Es ella, la chica con la que pasaste la noche, es a ella a quien debes encontrar —le recalcó con firmeza, sin un apice de dudas y salió de la oficina.Se cubrió el rostro, porque volvía a estar en el punto de partida, sin idea de quién era ella.Sin embargo, como una especie de revelación, un dulce perfume se paseaba en su cabeza, y con ello vino el delirio de poder oler ese aroma femenino en su despacho.Tal vez ya estaba perdiendo la cabeza. Porque no le encontraba sentido en absoluto.—Debo estar perdiendo la cabeza. Pero... debo recuperar ese reloj —pronunció decidido, no había tiempo que perder.Se puso en contacto con su mejor amigo, él le aseguró encargarse de ese asunto, a pesar de ser tan poderoso, un empresario con mucho impacto, sus intentos se volvieron en vano, los días pasaron de volada, semanas y meses.No hubo ni un solo dato, nada...Era como si lo que pasó esa noche solamente fue una construcción de su imaginación y no un hecho que se había llevado aquel objeto; con el tiempo se dio por vencido...Un año después la joven Madison sostenía a su bebé, lo arrullaba. Estaba segura de que cantándole suavemente una dulce canción de cuna, lograría adormecer a la criatura. Era tan pequeño, pero saludable y fuerte a la vez, que no podía sentirse más tranquila.—Natt... —susurró, así lo había llamado, se le ocurrió después de permanecer durante todo ese tiempo con lo único que tenía del desconocido.Quizás era un poco extraño, pero solo se le ocurrió. Además, era un nombre agradable.—¡Ha llegado la tía Kenia! —anunció cargando las compras del mercado, Madison le hizo señas, su bebé ya casi se quedaba dormido y podría despertar con el alboroto de su amiga —. Lo siento, ya llegué. Pero mira nada más como se ve dormido.—Es tan hermoso. Cada día me enamoro más de él, me convenzo de que ha sido correcto seguir adelante —se le salieron algunas lágrimas, miró a su amiga —. No me importa si papá me odia, o si mamá está completamente decepcionada de mí, incluso Lauren ya no me ve más como esa chica ejemplar. Digamos que tengo todo lo que necesito al verlo, Natt es mi mundo, y tú Kenia, estás allí para ayudarme a mantener el equilibrio.—Madi, sabes que te quiero mucho, oye, mereces ser feliz, eh. Y lo estás haciendo muy bien, mírate, eres tan fuerte —le dio un abrazo —. ¿Irás hoy a la cita con el pediatra?—Es hoy —confirmó —. Sé que tienes asuntos por hacer, iré sola, ocúpate de tus pendientes, ¿vale?—No, iré contigo.—Insisto.—En ese caso te prometo que te acompañaré en la próxima visita.—De acuerdo....Hacía un día espléndido, el sol regalaba su cálida luz. Empujando del cochecito, ya iba de camino al consultorio, a solo diez minutos.Aprovechaba la caminata para ejercitar sus piernas. siempre era bueno hacer algo para mantenerse saludable. No tenía excusa.Natt estaba plácido en el cochecito, sin inmutarse siquiera un poco.Pronto llegó a su destino.La revisión no duró más de veinte minutos. Encontrar bien a Natt, la llenó de alivio, no había ningún problema con el bebé. El especialista la felicitó por seguir las recomendaciones y la animó a seguir haciéndolo.Se sentía orgullosa de estar haciendo todo correcto. Aunque habían momentos en los que dudaba de estar siendo una buena madre, ya podía quedarse más tranquila por las palabras de parte del pediatra.—¡Nos vemos en la próxima cita! —exclamó regalándole una sonrisita a su pequeño también.—Así será doctor, muchas gracias —se despidió en la marcha.Mientras Madison caminaba por la sala de espera, Nickolas también lo hacía, tan solo estaban a unos pasos, a nada de todo. Nickolas se frenó en seco, ella también lo hizo. La joven había sentido su corazón latir con rapidez, por su parte, Nickolas aspiraba buscando a la dueña de ese perfume familiar.Ambos hicieron contacto visual, dos desconocidos, conocidos a la vez, hallando solo confusión. No pudo con su potente mirada, y dejó de verlo, en la desconexión Nickolas era interceptado por una enfermera.Todo acabo allí, pero sin saberlo, ambos dieron un paso más a lo que apenas estaba por comenzar....Madison ingresó al departamento cerrando la puerta con su pie, tenía las manos ocupadas de bolsas del supermercado. No tenía la costumbre a hacer las compras, de hecho la encargada de ello era su amiga Kenia, sin embargo al ver que estaba cerca del lugar no le molestó en tomar unos minutos de su tiempo e ir por lo que faltaba en casa.Su pequeño hijo aún dormitaba plácidamente en la carreola, esa imagen se veía tan angelical que involuntariamente las comisuras de su labios se elevaron en una sonrisa.Estaba fascinada con su pequeño bebé, ese que le había cambiado su mundo convirtiéndolo en uno lleno de retos y desafíos. Pero sin duda no se arrepentía de la decisión de tenerlo.No cuando sus ojos se posaban en lo más valioso que tenía ahora.Colocó las bolsas en la encimera y se acercó al refrigerador por un vaso de agua que bebió en un solo trago. De repente, sin verlo venir había recordado aquella mirada de aquel hombre en el hospital que por alguna razón le resultaba conocido y al mismo tiempo no sabía dónde lo había visto antes. Lo más extraño de todo era la sensación en su pecho, esa corazonada de conocerlo, sin verlo nunca antes en realidad.Ensimismada en sus propios pensamientos olvidó que había invitado a Matt a almorzar con ella. Sacudió la cabeza y dirigiéndose a la cocina, sacó las verduras que aún estaban sin cortar. Prepararía solomillo con verduras salteadas en salsa. La joven no era experta en el arte culinario, sin embargo sabía defenderse y lo poco que había aprendido en los tutoriales de cocina le ayudó a no morir de hambre en el intento. Por otro lado, merecía la pena esforzarse esta vez para darle lo mejor a Matt.Así que le pondría empeño a la comida. Era lo menos que podía hacer por él luego de todo lo que su amigo hizo por Madison en los momentos más difíciles. Jamás imaginó que aquel barman del club se convertiría en alguien tan cercano a ella, e incluso la apoyara durante su embarazo siendo la única figura masculina que su hijo conocía.Echó una rápida mirada a su bebé que se removía en la carreola y seguido de esto inundaba la estancia con su llanto. Dejó a un lado lo que estaba haciendo y se acercó para cargarlo entre sus brazos mientras lo mecía con delicadeza.—Aquí estoy mi cielo, mamá no ha olvidado darte de comer... —le susurró cariñosamente.Después de un rato, el pequeño se había dormido de nuevo permitiéndole acabar de preparar el almuerzo. Sonrió complacida ante el exquisito olor que desprendía su comida, seguro que Matt se chuparía los dedos al probarla. Y de pronto, cómo si lo hubiera invocado, el timbre sonó anunciando la llegada de su amigo.—Hola Madi —pronunció apenas la chica le abría la puerta.Sus ojos brillaron al verla.—Matt —le devolvió el saludo al tiempo que plantaba un beso en su mejilla cubierta por su barba insipiente—. No la has cortado todavía, ¿no pensarás dejarla, o sí?—¿Estás insinuando que me queda mal? Madison ahogó una risita mientras negaba divertida. Cruzaron la estancia y tomaron asiento en el comedor dejando un puesto en medio de ambos, distancia que le resultó innecesaria al castaño, pero no comentó nada al respecto.—Creo que será bueno para tu negocio, atraerás chicas —guiñó un ojo en su dirección con coquetería.Matt bufó en respuesta, pero le pareció gracioso el comentario de la jov
Madison se sacudió de su agarre con fiereza, aturdida por lo que había pasado ella también se sentía así, indignada por lo que ese hombre frente a ella se atrevió a inventar por ambos. Por su culpa estaba metida en una farsa en la que no quería ser participe y siquiera tuvo tiempo de explicar el malentendido. Y cómo si la situación no podía ser peor, había dejado su portafolio dentro de la oficina de aquel señor.—¿Quién te crees que eres para hacer tal cosa? —bramó molesta.—El heredero de esta empresa —respondió guardando las manos en los bolsillos de su pantalón negro, luciendo relajado.Su respuesta le molestó aún más.—¿Y eso le da derecho a actuar de esta manera? Si tan desesperado se sentía entonces debió contratar a alguien que fingiera ser su pareja, no haber mentido diciendo que ama a una desconocida que nunca ha visto en su vida —reclamó sintiéndose frustrada ante la indiferencia de aquel sujeto.—¿Terminaste? —preguntó mirando sus uñas con fingida atención—. Estás haciendo
—Los tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas, ¿no? —se defendió sin entrar en detalles.Un poco de gracia le había causado sus palabras, ella no tenía que contarle la razón a detalle de su desesperación, motivo por el que estaba allí y necesitaba el dinero, si bien lo había rechazado anteriormente, ahora se retractaba de su decisión, la urgía poder resolver esos problemas económicos. Además de que todo lo estaba haciendo por su pequeño, a él lo ponía en primer lugar y pese a no querer hablar de alguien como él, pensaría en su bebé, por eso quería estar estable. Si tan solo hubiera encontrado la manera de poder solucionar sus problemas financieros con un trabajo de medio tiempo, lo habría hecho.Sin embargo, todo eso se volvería más complicado para ella. —¿Tanto te urge el dinero cómo para cambiar de opinión drásticamente?La jóven aparentó no oír lo último, tuvo la impresión de que aquel hombre insistía en saber el motivo. Pero no tenía razones para dársela. Ya estar
—Nickolas no te quería molestar, la verdad lo he pensado durante todo este tiempo, pero mi padre se ha puesto muy enfermo y no tengo a quién recurrir, me da mucha vergüenza llamarte para pedir dinero pero sé que tú eres la única persona que podría salvarlo. El hombre se llenó de impotencia. Liam había sido uno de los amigos de su hermano mayor que lo había tirado de alguna forma al mal camino, un adulto de más de treinta años, que no había logrado en la vida nada, solo se buscaba problemas y deudas por doquier, eso era lo que no había cambiado en él. Pero su padre, el señor Tony, fue bueno ese día. No lo olvidaría. Se disculpó por su hijo, por todo y lloró a su par. Incluso cuando no tenía nada que ver con la muerte de su hermano, de todos modos lo hizo. Se puso en su lugar y eso lo alivió. —Liam, ¿en dónde quieres que nos veamos? —terminó diciendo tras ver la hora en su reloj de muñeca. El hombre al otro lado de la línea le dictó la dirección
Por su lado, Madison terminaba de arreglar a su pequeño Natt que había estropeado su ropa, así que tuvo que cambiarlo con premura, no tenía demasiado tiempo. Al principio era más difícil hacer eso, era inexperta y le resultaba complicado atender a su bebé sin sentirse torpe. Ciertamente amaba ser mamá pero conllevaba un desafío, pero solo era suficiente con ver su ojitos para recordar que valía la pena asumir el reto. Por él hasta la vida daría. —Cariño, aguarda un momento, ya mami va a terminar, solo debe ser un poco más paciente y terminaré rápido —le habló al pequeño que no dejaba de removerse en la cama, dificultándole el trabajo de vestirlo—. Listo, estás precioso, bueno, déjame decirte que tú siempre estás hermoso. Lo cargó entre sus brazos y lo acunó en su pecho para darle de comer con su biberón. Luego de alimentar a su bebé, decidió que era hora de ir al lugar que había acordado junto a Nickolas.—¿Ya te vas? —preguntó Kenia asomándose
Nickolas jamás pensó que aquella jóven pelinegra aparecería junto a un bebé que estaba sosteniendo justo en ese instante. Siquiera había tenido tiempo de negarse cuándo de pronto ya lo tenía en brazos, y al ver esa mirada llena de ternura del pequeño niño, no pudo apartar sus ojos de él. Había algo extraño que sintió en ese momento, puede que fuera el hecho de que no cargara a menudo a un bebé, sin embargo algo en su interior se removió y no supo a qué se debía. Después de la cafetería habían ido a esa boutique. —Oh, este me encanta —él levantó la vista llevándola hacia Madison que hablaba con la dependiente de la tienda—. ¿Crees que puedas conseguir una talla más grande? Este de seguro me quedará ajustado.La dependiente le sonrió de manera forzada, aquello que pedía la jóven le parecía una barbaridad. ¿Cómo es que no se preocupaba por cuidar su figura? No entendía cómo es que dos personas completamente diferentes eran pareja, no tenían nada en común. Una era sencilla y carecía de
Kenia aún estaba a solas en el apartamento, durante la ausencia de su amiga, la contactó Matthew, en ese preciso momento sintió como su corazón comenzó a latir, se sintió emocionada de que seguro el chico se había interesado en ella y por eso la estaba llamando. Era algo que en realidad estaba esperando durante mucho tiempo después de su ruptura con Marc, había tenido la chance de poder volver a tener una vida amorosa como cualquier otra chica, tal vez ella se ponía el límite, pero ahora que estaba teniendo la oportunidad de poder acercarse a un chico, no lo dejaría ir. La joven, tomó una bocanada de aire antes de contestar. Ya deslizaba una sonrisa en su rostro, animada, soltando algunos suspiros. Estaba enamorada de aquel castaño, pero él siquiera notaba los sentimientos de la chica.¿Al fin se me dado cuenta de lo que yo sentía por él por eso la estaba invitando a salir? Tal vez había llegado el momento adecuado, y le iba a confesar sus sentimientos, no quería precipitarse para e
Ambos se miraron fijamente, estaban tan cerca que con solo un movimiento sus labios podían rozarse. A la jóven le recorrió una corriente eléctrica por todo su cuerpo al sentir la intensidad de aquella mirada azul, de pronto se sentía nerviosa y lo mismo podría decirse del CEO que tenía el corazón latiendo frenéticamente. Sin embargo, su burbuja no tardó mucho en ser explotada al escuchar la voz del chófer quien los devolvió a la realidad. Los dos se apartaron bruscamente cómo si de repente estar cerca quemara.La joven todavía seguía sintiéndose un poco nerviosa todo, lo que había pasado fue demasiado rápido que apenas le dio tiempo de actuar, se daba cuenta de que su corazón seguí igual, sí, latía demasiado rápido, casi deseando salir de su lugar, era tan poderoso, el efecto sobre ella todavía no desaparecía. —Disculpe señor, ¿se encuentran bien? —la preocupación se instaló en el rostro del conductor.No había sido culpa del chófer aquel pequeño incidente, sino más bien de la person