La muchacha, había estado esperando demasiado tiempo para ser admitida en la universidad, cuando al fin lo había conseguido llegaba a su bandeja de entrada aquel correo revelando las pruebas de laboratorio que días anteriores se realizó. Nunca antes había temblado como ahora, incluso el sudor perlando su frente y el acreciento de los latidos de su corazón fueron encarcelados por ese temor a saberse a punto de girar hacia otra dirección.
Madison no podía creer que ese era el resultado definitivo, la incertidumbre que no la había dejado dormir y descansar plácidamente durante las últimas noches, había finalizado dando paso a lo peor.Estaba embarazada.Se sentía fatal de ni siquiera saber el nombre de ese sujeto. No existía ni una forma de recordar su rostro. Sus ojos se direccionaron hacia la mesita de noche donde yacía aquel reloj costoso, la única pertenencia que tenía de aquel hombre.Las lágrimas comenzaron su recorrido por su rostro desencajado por la sorpresa y una miríada de emociones que la envolvían en ese momento. Su visión se volvió borrosa al tiempo que sollozaba, no se molestó en ocultar la aflicción y culpabilidad que sentía, pues no había nada qué hacer.Su compañera de piso se percató del llanto, dejando de lado lo que hacía. Se encaminó a la habitación. No se molestó en tocar la puerta, su intuición le decía que ella la necesitaba.La morena abrió sus verdosos ojos, ella sollozaba fuerte. Aunque estaba de hito en hito, no cuestionó al respecto e hizo lo que creyó conveniente.Unos brazos se envolvieron a su alrededor dándole una calidez que al menos le hicieron saber que no se encontraba sola. Kenia, su mejor amiga desde que eran unas crías, había estado con ella en todo momento. Madison no tenía hermanos, así que la presión de ser la hija perfecta de sus padres no le permitían disfrutar de la libertad que otros sí podían.Siempre se había esforzado en dar lo mejor de si misma, incluso obtuvo las mejores calificaciones en la preparatoria siendo elegida como una de las estudiantes destacadas del año. Pero sin duda había decepcionado a sus padres que al enterarse de la noticia armarían un gran escándalo.—Sea lo que sea todo estará bien, solo cuéntame, habla conmigo y dime qué sucede...—No en este caso, no te imaginas lo mal que me siento, es algo que no tiene solución...—¿Es sobre la admisión? ¡Eres una de las mejores! No es eso, ¿verdad?—N-no... —le tembló la voz.—Vale. Te escucho...Y de inmediato le mostró la pantalla de la portátil, ella se quedó anonadada. Dándose cuenta de la intensidad del problema.—No quiero un bebé en mi vida, ¿sabes qué pasará con mis estudios? Estoy arruinada.—Ciertamente es una criatura que cambiará tu vida —habló en un tono bajo, intentando reconfortar a su mejor amiga—. ¿Quién es el papá? Yo, sinceramente no te conozco una pareja, por eso estoy más impactada. Me parece todo tan...—¿Una locura? No te contengas, sé que incluso tú, estás sintiéndote mal por mí, no me señalas, pero lo veo en tus ojos —emitió dolida.—Yo... —no pudo decir más, le dio una palmadita en el hombro —. Estará todo bien, ¿quién es el padre?la insistencia de Kenia no se acabaría.—No estoy segura —se apresuró a responder mientras tragaba el nudo en su garganta —. Todo es tan abrumador.Madison no le había contado a su amiga lo que sucedió aquella noche, y es que la verdad no había nada que contar puesto que no recordaba claramente lo ocurrido. Solo sabía que nunca podría olvidar ese día, y aunque se obligó a traer recuerdos a su mente todos ellos eran confusos y al final terminaba frustrada, enojada por haber aceptado ir a ese estúpido club nocturno.—¿Es decir que no intentarás comunicarte con él?—No, no quiero indagar por ahora, es muy apresurado.—¿Estás... segura? —preguntó kenia dudosa y la castaña asintió.No era un asunto que se podía tomar con tranquilidad, se trataba de su vida, de su futuro y de como el mundo se volvía más gigante para ella.Debió ser precavida y cuidadosa. Eran tantas cosas que tuvo que hacer, pero ya estaba viviendo en el desenlace de todo ello, la fatalidad.—Yo... Debo pensarlo. No es tan fácil cómo crees.—Bueno, es lo mejor, al menos por ahora. No es sencillo, es cierto.¿Qué haría con los estudios? Su cabeza se encontraba llena de preguntas sin respuestas.Pensaba en tanto y en poco. ¿Cómo es que quedaba atada de un momento a otro? Estaba llena de impotencia, con enormes ganas de tirarse al vacío.Kenia le avisó que iría a prepararle un té, y ella asintió. Se quedó ida por un momento, hasta que su teléfono sonó. Era una llamada entrante de su madre. Justo llamaba en ese momento. Atendió en un santiamén.—¡Felicidades! Me ha llegado el informe con tus evaluaciones. ¡Vaya! Has quedado en la mejor universidad. Estoy orgullosa de ti, cariño. ¡Sé que siempre podré hacer alarde de ti!Lo que faltaba.No se merecía sus palabras. Le había fallado estrepitosamente. Ahora que le decía eso, se sentía mal, no era ya esa versión perfecta. Ahora estaba empañada por lo que pasó.—Mamá... —susurró, las palabras parecían quedar atrapadas en su garganta, era una verdadera locura lo que ocurría —. Me alegra mucho saber eso, espero vernos pronto.—¡Claro que sí! Ya sabes, solo enfócate en los estudios, nada de distracciones. Eso no te llevará a ningún lado —le aconsejó, nunca antes sintió sus palabras tan profundas.Alcanzó el reloj y lo acarició en su palma. Su madre no tenía idea de lo que en realidad pasaba.Un bebé no era algo con lo que soñaba en su vida, menos a los veintitrés años. Había estado esperando tanto tiempo, después de varios años sabáticos, para su ingreso en la universidad. Los estudios superiores era lo que quería alcanzar, no el título de madre soltera.—Lo haré, te quiero mucho.—Y yo a ti, estamos en contacto.Soltó el aire poco a poco.Kenia le trajo un té, no aligeró la tensión, no cambió el panorama. Seguía avistando hacia la incertidumbre. Posterior a eso tomó una ducha, creía que el agua aclararía su mente.Nada más lejos de la realidad...Se incorporó de la cama yendo al baño donde se encerró y no volvió a salir sino después de un buen rato. Había tomado una ducha fría para relajarse, pero tampoco funcionó. Decidió dormir una siesta ignorando aquellos pensamientos que la llenaban de temor, todo le parecía incierto en ese instante y solo deseaba dormir y al despertar ver qué se trataba de una pesadilla. No estaba preparada para ser madre, tener un hijo era una gran responsabilidad, la cual ella aún no estaba lista para asumir.En su puño cerrado, ese Rolex se quedaba con ella, dándole una ligera idea. Nickolas Jones, era el nombre que pertenecía a las iniciales N.J. grabadas en el brazalete del mismo. Pero ella no lo sabía.Solo era cuestión de tiempo, para que su mundo y el suyo se conectaran. Para que se encontrara con el millonario....—¡¿Me tomas del pelo?! —gritó furioso el CEO, mientras azotaba con su puño cerrado la superficie de su escritorio. La asistente se movió insegura, Melisa solo le estaba comunicando lo que se le había informado; lamentablemente el investigador no halló nada extraño en Harper, ella no tenía el reloj. —También tengo que añadir que la señorita Harper quiere hablar con usted. ¿Le aviso que pase? —emitió insegura. —¡No! —volvió a maldecir —. ¿Harper? —Sí.—¿Y todavía se atreve a venir? Es increíble, no tengo mucho tiempo, dile que entre —se resignó. —Sí señor, con su permiso. De esa manera Nickolas volvió a sentarse en su silla, molesto. No pasó demasiado tiempo cuando ingresó la mencionada, conservaba una amplia sonrisa en el rostro que no se borró ni un poco al verlo lleno de enfado. Ella no tenía qué temer. —Nick, ay Nick, querido ya te dije que no me he robado ese reloj. ¿En serio sigues dudando de mi palabra? ¡Ya han pasado casi tres meses! —le recordó tomando asiento —. La próx
Después de un rato, el pequeño se había dormido de nuevo permitiéndole acabar de preparar el almuerzo. Sonrió complacida ante el exquisito olor que desprendía su comida, seguro que Matt se chuparía los dedos al probarla. Y de pronto, cómo si lo hubiera invocado, el timbre sonó anunciando la llegada de su amigo.—Hola Madi —pronunció apenas la chica le abría la puerta.Sus ojos brillaron al verla.—Matt —le devolvió el saludo al tiempo que plantaba un beso en su mejilla cubierta por su barba insipiente—. No la has cortado todavía, ¿no pensarás dejarla, o sí?—¿Estás insinuando que me queda mal? Madison ahogó una risita mientras negaba divertida. Cruzaron la estancia y tomaron asiento en el comedor dejando un puesto en medio de ambos, distancia que le resultó innecesaria al castaño, pero no comentó nada al respecto.—Creo que será bueno para tu negocio, atraerás chicas —guiñó un ojo en su dirección con coquetería.Matt bufó en respuesta, pero le pareció gracioso el comentario de la jov
Madison se sacudió de su agarre con fiereza, aturdida por lo que había pasado ella también se sentía así, indignada por lo que ese hombre frente a ella se atrevió a inventar por ambos. Por su culpa estaba metida en una farsa en la que no quería ser participe y siquiera tuvo tiempo de explicar el malentendido. Y cómo si la situación no podía ser peor, había dejado su portafolio dentro de la oficina de aquel señor.—¿Quién te crees que eres para hacer tal cosa? —bramó molesta.—El heredero de esta empresa —respondió guardando las manos en los bolsillos de su pantalón negro, luciendo relajado.Su respuesta le molestó aún más.—¿Y eso le da derecho a actuar de esta manera? Si tan desesperado se sentía entonces debió contratar a alguien que fingiera ser su pareja, no haber mentido diciendo que ama a una desconocida que nunca ha visto en su vida —reclamó sintiéndose frustrada ante la indiferencia de aquel sujeto.—¿Terminaste? —preguntó mirando sus uñas con fingida atención—. Estás haciendo
—Los tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas, ¿no? —se defendió sin entrar en detalles.Un poco de gracia le había causado sus palabras, ella no tenía que contarle la razón a detalle de su desesperación, motivo por el que estaba allí y necesitaba el dinero, si bien lo había rechazado anteriormente, ahora se retractaba de su decisión, la urgía poder resolver esos problemas económicos. Además de que todo lo estaba haciendo por su pequeño, a él lo ponía en primer lugar y pese a no querer hablar de alguien como él, pensaría en su bebé, por eso quería estar estable. Si tan solo hubiera encontrado la manera de poder solucionar sus problemas financieros con un trabajo de medio tiempo, lo habría hecho.Sin embargo, todo eso se volvería más complicado para ella. —¿Tanto te urge el dinero cómo para cambiar de opinión drásticamente?La jóven aparentó no oír lo último, tuvo la impresión de que aquel hombre insistía en saber el motivo. Pero no tenía razones para dársela. Ya estar
—Nickolas no te quería molestar, la verdad lo he pensado durante todo este tiempo, pero mi padre se ha puesto muy enfermo y no tengo a quién recurrir, me da mucha vergüenza llamarte para pedir dinero pero sé que tú eres la única persona que podría salvarlo. El hombre se llenó de impotencia. Liam había sido uno de los amigos de su hermano mayor que lo había tirado de alguna forma al mal camino, un adulto de más de treinta años, que no había logrado en la vida nada, solo se buscaba problemas y deudas por doquier, eso era lo que no había cambiado en él. Pero su padre, el señor Tony, fue bueno ese día. No lo olvidaría. Se disculpó por su hijo, por todo y lloró a su par. Incluso cuando no tenía nada que ver con la muerte de su hermano, de todos modos lo hizo. Se puso en su lugar y eso lo alivió. —Liam, ¿en dónde quieres que nos veamos? —terminó diciendo tras ver la hora en su reloj de muñeca. El hombre al otro lado de la línea le dictó la dirección
Por su lado, Madison terminaba de arreglar a su pequeño Natt que había estropeado su ropa, así que tuvo que cambiarlo con premura, no tenía demasiado tiempo. Al principio era más difícil hacer eso, era inexperta y le resultaba complicado atender a su bebé sin sentirse torpe. Ciertamente amaba ser mamá pero conllevaba un desafío, pero solo era suficiente con ver su ojitos para recordar que valía la pena asumir el reto. Por él hasta la vida daría. —Cariño, aguarda un momento, ya mami va a terminar, solo debe ser un poco más paciente y terminaré rápido —le habló al pequeño que no dejaba de removerse en la cama, dificultándole el trabajo de vestirlo—. Listo, estás precioso, bueno, déjame decirte que tú siempre estás hermoso. Lo cargó entre sus brazos y lo acunó en su pecho para darle de comer con su biberón. Luego de alimentar a su bebé, decidió que era hora de ir al lugar que había acordado junto a Nickolas.—¿Ya te vas? —preguntó Kenia asomándose
Nickolas jamás pensó que aquella jóven pelinegra aparecería junto a un bebé que estaba sosteniendo justo en ese instante. Siquiera había tenido tiempo de negarse cuándo de pronto ya lo tenía en brazos, y al ver esa mirada llena de ternura del pequeño niño, no pudo apartar sus ojos de él. Había algo extraño que sintió en ese momento, puede que fuera el hecho de que no cargara a menudo a un bebé, sin embargo algo en su interior se removió y no supo a qué se debía. Después de la cafetería habían ido a esa boutique. —Oh, este me encanta —él levantó la vista llevándola hacia Madison que hablaba con la dependiente de la tienda—. ¿Crees que puedas conseguir una talla más grande? Este de seguro me quedará ajustado.La dependiente le sonrió de manera forzada, aquello que pedía la jóven le parecía una barbaridad. ¿Cómo es que no se preocupaba por cuidar su figura? No entendía cómo es que dos personas completamente diferentes eran pareja, no tenían nada en común. Una era sencilla y carecía de
Kenia aún estaba a solas en el apartamento, durante la ausencia de su amiga, la contactó Matthew, en ese preciso momento sintió como su corazón comenzó a latir, se sintió emocionada de que seguro el chico se había interesado en ella y por eso la estaba llamando. Era algo que en realidad estaba esperando durante mucho tiempo después de su ruptura con Marc, había tenido la chance de poder volver a tener una vida amorosa como cualquier otra chica, tal vez ella se ponía el límite, pero ahora que estaba teniendo la oportunidad de poder acercarse a un chico, no lo dejaría ir. La joven, tomó una bocanada de aire antes de contestar. Ya deslizaba una sonrisa en su rostro, animada, soltando algunos suspiros. Estaba enamorada de aquel castaño, pero él siquiera notaba los sentimientos de la chica.¿Al fin se me dado cuenta de lo que yo sentía por él por eso la estaba invitando a salir? Tal vez había llegado el momento adecuado, y le iba a confesar sus sentimientos, no quería precipitarse para e