Los ojos de Monseñor se clavaron sobre Solan. Los largos y arrugados dedos de el hombre estaban sobre su mentón,mirándole muy fijamente, esperando el siguiente movimiento del delincuente.
-Solan.Fantôme apretó los dientes y los puños,ambos al mismo tiempo en que vio el rostro del monstruo fijos sobre él.-Tanto tiempo.La molestia se subió por la garganta de Solan en forma de bilis. Jamás odiaría a nadie tanto como odiaba a Monseñor Barberino. Ese hombre que marcó su pasado de la forma más ruin en la que un hombre podía hacerlo. Él subió el mentón altivo y sus dedos buscaron la empuñadura de su espada. Monseñor lo observó y una sonrisa cruel se asomó de sus labios.-No esperaras que te deje largarte con el oro y la vida intacta ¿verdad?.Claro que no esperaba eso,a pesar de que la gente respetaba a ese hombre, fantôme sabía la alimaña que era por dentro. La clase de alma repulsiva que tenía monseñor.Pero por el contrario de cuando tenía quince años,ahora no le temía.-No es mi intención quedarme a charlar. Sonrió,casi de la misma forma en que el hombre lo había hecho. Mostró que no era más aquella presa fácil de la cual podía abusar y quedar impune.Monseñor dio dos golpes al escritorio con ambas manos,alertando a su custodia de la presencia del fantasma.-No más rata inmunda,yo mismo te haré pagar tu osadía. Sin esperarlo,monseñor sacó una daga lanzándose directamente hacia Solan,éste trató de esquivar el golpe cayendo al suelo,sólo el filo de la navaja en su brazo sintió repentinamente.Los pasos se escuchaban en los pasillos,la guardia estaba alertada,y los ojos de Solan se clavaron en el hombre. Si iba a morir lo haría,pero se llevaría con él a el demonio que era Barberino. Tomó la misma daga de Monseñor y corrió hasta él poniendo la navaja en su garganta. La sangre le hirvió en las venas y un enorme placer le recorrió el cuerpo.Por fin podría acabar con su mayor enemigo,por fin libraría al mundo de una escoria tan repulsiva como lo era monseñor.-¡Solan!-. Jeremiah entró,su pecho subía y bajaba con una constante abrasadora,sus ojos se abrieron al ver al clérigo en manos del fantôme, él tenía el filo de la daga sobre el cuello de Barberino y un inmenso placer de justicia dibujado en el rostro. Dudó, Solan tenía cuentas pendientes con Barberino, pero si no huían justo en ese momento la corte de Phillippe les cortaría la cabeza entonces,y eso era algo a lo que no estaba dispuesto.- Fantôme, es hora de irnos.No fue difícil tomar una decisión, ya habría otro momento para matar al cerdo de Barberino. Pero antes de soltarlo pudo notar algo que pendía de su cuello. Era el medallón que tanto buscaba,era el mismo. Con dedos ágiles enredó la cadena entre sus dedos y jaló sin piedad del cuello de Barberino,sacando un quejido de dolor por parte suya y tomando lo que por derecho le pertenecía.-¡Ya,es hora!-. Jeremiah salió impulsado sobre el pasillo,giró la cabeza,comprobando que Solan venía tras él. Habían sido los minutos más largos que había vivido en toda su vida,pero valía la pena el riesgo al ver el rostro triunfante de Solan.No les fue tan difícil burlar la guardia de Monseñor. Ya era costumbre huir de ellos o rebanarles el cuello,de cualquier forma, Solan siempre iba a la delantera de los perros.Horas soltó una maldición por lo bajo. Había pasado largo rato desde que Jeremiah y Solan entraron en los dominios de Barberino y era la hora que no salían. Entra y destroza los cráneos de todos ellos si tocan un solo cabello del fantôme.Horas lo respetaba de una forma en que hacía muchísimo no lo hacía con alguien más. Lo había conocido en los calabozos del rey Phillippe. Era apenas un manojo de pelo mugriento y un pequeño costal de huesos de quince años. Con los ojos más azules que hubiera visto y el rostro más bello que un hombre debiera tener. Esos ojos no podían mentir,lo había reconocido de inmediato. Era el hijo de Isadora,la mujer más bella de la corte,y el amor prohibido de Monseñor Barberino. Era un secreto a voces que Barberino había pedido la cabeza del padre de Solan ante la corte. Phillippe lo había puesto al frente de su guardia y el hombre que casi nadie reconocía había muerto desagrado muy convenientemente en un sucio callejón de París. Como muchos de los soldados del rey,sin un entierro digno,sin alguien que reclame los honores,porque,¿qué más honor que ser parte de la corte del rey?.El pequeño no hablaba,no lloraba,no comía,se dejaba morir en un viejo colchón que era el mayor lujo de esos calabozos. Nadie lo decía,pero era la puta de Barberino y antes de él de otros tantos custodios. La sangre le había hervido en las venas una noche en la que sin ningún reparo Barberino había entrado disfrazado a los calabozos y se había llevado al chiquillo. Horas había estirado sus cadenas con toda la fuerza que su enorme cuerpo le había permitido.La rabia,la impotencia y el odio que sentía por todos ellos le había hecho zafarse de su agarre y correr a buscar al chiquillo. Le había arrebatado al demonio al joven y ahora Monseñor lucía un enorme tajo en la mejilla,producto del grillete de Horas.Era el mejor recuerdo que tenía de esa inmunda vida.*Ambos salieron disparados por los oscuros pasillos con cautela,podían escuchar las voces y los pasos apresurados y torpes de la guardia,les estaban pisando los talones.Solan tenía el corazón acelerado y Jeremiah un rictus en los labios que Solan tomó a mofa. No había pasado gran cosa,ambos estaban casi fuera de nuevo. Pero antes de poder bajar,Jeremiah lo llamó.-¿Qué fue todo eso?-. Señaló con el mentón hacia sus espaldas,refiriéndose a lo acababa de ver en la oficina de Barberino. Sabía desde hacía mucho tiempo que él fantôme le tenía un especial odio a Monseñor,pero el rostro de satisfacción que Solan tenía en el momento que la navaja se clavó en la piel del viejo fue un rostro que jamás había visto. Era una máscara de placer,dolor y odio. Algo que no se comparaba con las veces que habían masacrado a los soldados de Phillippe, otros a los que también fantôme odiaba de igual manera.Solan volvió el rostro mecánicamente hacia donde Jeremiah le indicaba. No quería hablar de eso y simplemente no lo haría, porque era algo muy suyo. Todos tenían un odio especial por el sistema,sin embargo,solamente Horas sabía su vergonzoso pasado.-El viejo lo merece,no es algo que me preocupe.Jeremiah era un hombre íntegro en su fachada de villano. Un rostro hermoso vigilante, unas manos fuertes que le confortaba en los momentos precisos ¿por qué querer arruinar eso con sus dudas?. Pero también era un hombre de dios,alguien que no concebía lo que Solan había estado a punto de hacer.-Estabas por rebanar el cuello,en la casa de dios.¿En la casa de dios?....En la casa de dios,como él había dicho, pasaban más cosas de las que él se imaginaba. Solan chasqueó la lengua con indiferencia.Las peores atrocidades que Solan podía recordar le habían pasado en casa de dios justamente. Bajo sus muros,en sus propias narices y el señor no había intervenido precisamente.-La muerte te llega en cualquier lugar Jeremiah,no seas absurdo.El hombre le tomó fuertemente del brazo al ver que no hablaría más y se dirigía a la salida.-No eres tú quien decide eso,no debes ir contra dios en ese pecado tan monstruoso,Solan. Tu odio terminará destruyéndose a todos.Solan le miró con furia.-¿Ya olvidaste lo que Phillippe le hizo a tu prometida,a ti? Jeremiah bajó el rostro de un tirón. No,no olvidaba la canallada que Phillippe había cometido contra Elisa,pero estaba convirtiéndose en una marioneta de Fantôme, un hombre sin escrúpulos solamente movido por la venganza y eso no era lo que Elisa deseaba para él y estaba seguro de ello.-No,no lo he olvidado.No agregó más,dejó que Solan saliera por el mismo escondite y le siguió en silencio.-¿Por qué han tardado? Pensé que tendría que entrar por ustedes.Jeremiah le lanzó una mirada dura a Horas,antes de seguir avanzando e ignorar a Solan.Con la mirada preguntó el gigante que era lo que pasaba,Solan le ignoró, y los tres hombres entraron al escondite de nuevo.*Los brazos de Amerís estaban apretados sobre su pecho y un dolor punzante sobre su costilla le aseguraba que la batalla había sido poco productiva para ellos,el fantôme había ganado de nuevo. Se removió en su lugar,ahora más consciente de su estado. Un matasanos le atendía la herida mientras algunos rostros llorosos le miraban con cautela. Era el padre de Gabrielle,le miró y su gesto cambió de nuevo. Con ansiedad el hombre se acercó hasta Amerís.-¡Muchacho!-. Exclamó entre sollozos. Él sintió pena por el viejo,seguramente Gabrielle había caído entre los otros.-Señor.Respondió bajando la mirada al mismo tiempo. La culpa y la duda era algo que se cernía en su pecho como un aguijón. Gabrielle era inocente aún,no tenía el alma maleada como muchos de sus compañeros,no,él no. Él era un muchacho decente y noble que aún reía ante la idea de los juegos. Ahora, era tan solo un cadáver seguramente como muchos otros.-¿Dónde está mi hijo,muchacho?.¿Cómo?...No tenía idea de lo que el anciano hablaba,lo último que había visto de ese hermoso chico había sido su espalda en la batalla. Y hubiera dado su vida con tal de que Gabrielle saliera con vida de aquello,pero las batallas que él fantôme daba no eran como para salir ilesos bajo ningún sentido. Pero el cuerpo seguramente debía estar con los demás cadáveres.-Noo...no lo sé.Titubeo.-¡Señor,no!-. Exclamó sobresaltado y con una amarga pena en su corazón. Él se había sentido orgulloso al saber que Gabrielle,su hijo,había quedado como parte de la guardia del rey Phillippe. Aún era joven y vigoroso,aún le quedaban cosas que ver,cosas vivir,aún le quedaba una larga vida por delante. No podía creer que el delincuente ese del que tanto hablaban en las tabernas hubiera matado a su hijo,a su pequeño. ¡No,no era justo! Él era un viejo estorboso solamente, un anciano que había tenido la fortuna de ser padre cuando sus esperanzas eran casi nulas,ahora,ahora ya nada le quedaba en esa vida tan retorcida e injusta. Pero si el fantôme no había matado a Gabrielle en la batalla eso sólo significaba que lo había llevado a sus calabozos,a la tortura. Y esa idea le resultó más espantosa aún que la propia muerte por el acero,eso significaba que su hijo sufriría las más crueles torturas que el delincuente le diera.-¡Isaiah!...Amerís lo llamó. El hombre giró el rostro al escuchar que lo llamaban. Amerís trató de incorporarse lentamente,pero el dolor fue insoportable y el hombre decidió regresar de nuevo.-Muchacho,no te esfuerces,no vale la pena abrir esa herida. Echó un vistazo al costado de su cuerpo,allí encontró un enorme tajo que le recordaría siempre que estaba vivo de milagroGabrielle comió con desesperación, tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca al mismo tiempo que daba un enorme sorbo al tarro de vino. El líquido entró por su garganta provocando un doloroso espasmo al igual que la dura corteza del pan. Habían pasado muchos días en los que no había probado bocado alguno,tantos que había perdido la cuenta y la lucidez. Adasius lo contempló sorprendido,habían pasado por lo menos cinco días desde que lo capturaron y aún seguía vivo. La idea le sorprendió,no era mayor que Foran, si acaso un año o menos. No comprendía cómo es que alguien tan joven se unía a las líneas de Phillippe aun a sabiendas de que en nada bueno acababa esa tonta decisión.-Come despacio muchacho, te atragantaras.Gabrielle no le miró ni por un instante,sus manos mugrientas tomaron el pan con desesperación para llevárselo a la boca y bebió como un desquiciado.Adasius sonrió,pobre crío, si supiera lo que le esperaba con la llegada del Fantôme. Pero ya un poco curioso,al notar que
Amerís eliminó al delincuente con el que peleaba de un tajo certeramente atinado. El ataque los había cogido desprevenidos y apenas le había dado tiempo de desenvainar su espada antes de ser atacado y dejar tirado al hombre en un charco de sangre.-Los siento-. Murmuró Amerís antes de inclinarse sobre el suelo y sacar la espada del cuerpo. Se enderezó y buscó entre la batalla a su amigo Gabrielle con desesperación, minutos antes de ser emboscados discutían la probabilidad de vida que tenían siendo guardias de la corte y las pocas de llegar a viejos.-Ahí,en el calor de la batalla verás cosas que desearías no ver,pero tus ojos te exigirán hacerlo,sentirás el nudo que oprime tu pecho y el zumbido de mil abejas gobernando tu cerebro.Gabrielle le miró aterrado y Amerís había soltado una carcajada vaga al notar la palidez de su amigo.-No juegues con eso, Amerís. La muerte es una dama que merece respeto y no tontear con ella.Sin embargo no jugaba.-Pronto sabremos el sabor de los labios
El olor nauseabundo de la celda le provocó arcadas. Solan se echó hacia atrás unos pasos antes de que la cordura se le fuera de nuevo de las manos. -No me haga daño Fantôme. Pidió con cierta desesperación.Solan sonrió con suficiencia. París estaba repleta de delincuentes, de la peor calaña del mundo,y sin embargo había también pobres ilusos que caían ante la ilusión de ser parte de la corte.-El daño te lo has hecho tú mismo,soldado.Se le estiró el rostro tratando de sonreír,aunque realmente no quería hacerlo. Quería acercarse de nuevo y poder quemarse un poco con el roce de la piel del traidor aquel que tanto le provocaba.-Señor.Rogó el pobre muchacho inútilmente, Solan ni siquiera lo miraba ahora y Gabrielle se preguntó el motivo por el que él fantôme le había atacado de esa forma.El delincuente se dio la vuelta y se llevó una mano a la nariz antes de salir de ese inmundo lugar.-No deberías quejarte tanto Soldado, tú amo vendrá pronto a verte y quizá hasta te saque de esta ce
—Puedes sentarte a un lado mío, soy el menos peligroso. El muchacho le guiñó un ojo,pero Gabrielle dudó si era lo correcto. Aquel muchacho se miraba distraído y amable,pero no podía confiar,ya el gigante le había dicho lo peligroso que podían llegar ser aquellos hombres,todos eran delincuentes o mercenarios,así que se quedó parado con el rostro de nuevo echado al piso y solo agudizando el oído por si lograba escapar de ese lugar,no volver a toparse con ellos.—Anda,siéntate aquí,Horas está muy ocupado alegando con Fantôme.Levantó la cabeza y le miró. Parecía un costal de huesos y unas manos mugrientas,pero la sonrisa en su cara se notaba sincera,más aún cuando le miraba de esa forma y le palmeaba para que se sentara a su lado. Aun así prefirió buscar el permiso del gigante,que ahora estaba hasta el otro extremo del comedor murmurando cosas con él Fantôme, a él ni caso le hacía.—Bueno.Respondió Gabrielle más cohibido que seguro. Se encogió todo lo que pudo para no ser abiertamente no
La mujer pasó su larga uña por el perfil delgado de Phillippe,por su mejilla,por su mentón y finalmente entre sus labios hasta sentir la húmeda lengua del rey lamiendo su dedo con lujuria y una mirada hambrienta. Ella se acercó hasta quedar sentada a horcadas sobre Phillippe,el seguía jugando con aquel dedo que lo instaba al pecado y lo invitaba a seguir presa del deseo. Ella jugó con él como si fuera un niño,él solo se dejaba arrastrar sin pudor ante aquella salvaje mujer. Ella acercó sus labios hasta los de Phillippe sin llegar a tocarlos,dejando que su aliento envenenara los labios del rey,éste parecía convulsionado en placer. Las manos de Phillippe viajaron hasta las nalgas de ella y las apretó con fuerza empujando mas la pelvis de la mujer,que dio un jadeo voluntarioso al sentir que el rey estaba ya excitado. Phillippe se sintió generoso y repartió un par de lametones sobre el cuello de ella haciéndola arquear de placer, pero aquello no era suficiente. Ella lo tomó con fuerza del
-Se...señor ¿A dónde vamos?.-Horas.-¿Co..cómo?.-Horas,ese es mi nombre,o si prefieres puedes llamarme amo,pajarito.Gabrielle se quedó paralizado un momento en medio del callejón. Era de madrugada aun y hacia muy poco que se había despedido de Foran. El muchacho no era tan malo después de todo y parecía quererse llevar bien con él.-¿Se...señor?. Gabrielle no dejaba los balbuceos aun frente a el gigante. Una parte suya quería tomar enserio las palabras de Horas, pero la parte mas racional de su cerebro le ordenaba seguir con la misma actitud precavida.-Díme,pajarito.-Usted me confunde,señor.Por fin Gabrielle se animaba a expresar en voz alta alguna de sus ideas. El temor hacía que su lengua se paralizaba la mayor parte del tiempo.-¿Ah sí? ¿Y eso porqué?.Preguntó Horas intrigado luego de lanzarle una mirada escrutadora al muchacho. También Gabrielle pensó que Horas había evadido con gran habilidad el decirle a dónde se dirigían. Porque el "rondín" como había dicho Adasius, el p
Desde hacía un tiempo permanecía encerrado en su habitación y se negaba a responder a todo aquel que se había atrevido a llamarlo. No necesitaba la compañía de nadie, mucho menos sus miradas piadosas. Quería desaparecer, deseaba cerrar los ojos y no volver a abrirlos, deseaba no sentir toda esa rabia que hasta ahora era lo único que lo mantenía vivo, solo desaparecer. El incesante golpeteo en la puerta lo trajo de nuevo a la realidad...No podía huir. La cabeza le daba vueltas,se levantó algo mareado e iba a arrancarle la piel a quien se atrevía a llamar de esa forma, pero el único que lo hacia era Horas. Avanzó unos pasos y de nuevo el golpeteo fuerte se escuchó, Solan apretó los dientes molesto y murmuró una maldicion. Al abrir la puerta se sorprendió de su error,no era Horas quién había llamado,era Malaquias, y por su rostro y dureza no estaba de buen humor. —¿Puedo pasar?.Solan se encogió de hombros y se hizo a un lado, dejando que Malaquias entrara una vez más en
-¿Estás despierto?. No respondió, permaneció muy quieto,con la mejilla pegada al colchón y los ojos fuertemente apretados. Moncada se acercó y le dio un puntapie en el estomago-Despierta alimaña,tienes mucho trabajo por hacer. El muchacho sollozó y se sorbio la nariz con su brazo mugriento.-Señor,otra vez no,por favor. Pero de nada le valía suplicar, Moncada tenía una enorme deuda de juego,¿y para qué tenía al chaval ese,si no? El hombre bufo mal humorado y lo tomó del brazo con fuerza y arrastro al muchacho fuera de la celda.-¡No señor! ¡se lo suplico, otra vez no!-gritó el muchacho. Tenía tiempo sin decir una palabra, ya no se quejaba,ya no lloraba,ya no comía,pero esa noche el cuerpo le dolía a morir,la noche anterior Moncada le había vendido a unos soldados,y ellos,en su afán de verlo sufrir le habían golpeado hasta saciarse y le habían violado tantas veces como habían querido.-¿A dónde llevas al chaval?. Escuchó Moncada que le hablaba uno de los presos de Phillippe. Era muy al