Esther tomó uno de las copas que le ofrecía un camarero y le dio un largo trago, tenía la boca seca.— ¿Cómo crees que lo hice? — preguntó Leonel y Esther no supo qué contestar, por suerte Carlo le habló al oído.— Parece que bien, conozco a esa mujer, es ambiciosa, déspota, si no quisiera hacer negocios con nosotros definitivamente te lo hubiera dicho, para empezar, ni hubiese venido — luego dejó escapar un suspiro — ya tengo que bajar, preguntan por mí, lo están haciendo bien, ya tenemos a la principal — les repitió la lista de los posibles aliados y dejó el micrófono, al cabo de un par de minutos apareció con su cabello rubio peinado hacia tras y metido en un caro traje azul turquí que lo hacía lucir como un príncipe.Esther y Leonel caminaron por la fiesta conversando con quienes se encontraban, Leonel portaba un aire superior, altivo, parecía que había nacido para aquello, pero solo Esther podía notar todo lo que le costaba fingir esa postura.De seguro la educación de su padre l
Portia apretó el papel contra el pecho con miedo. Había tenido una vida antera de castings, de sentirse expuesta tanto física como emocionalmente, pero nunca había estado tan nerviosa como esa mañana.Entró por las puertas de Transportes Luna con el corazón acelerado, dejó el abrigo en la entrada y se soltó el cabello para cubrir lo mejor que pudiera su rostro. No podía arriesgarse a que alguien la reconociera, hacía apenas un año que había sido una de las modelos con más trayectoria del país.Se sentó en la silla donde las demás empleadas hacían fila para optar por el trabajo y agachó la mirada para evitar ver a alguna de las pobres mujeres que habían llegado a perder su tiempo.Portia ya tenía con toda seguridad la entrada al edificio, los contactos que Leonel aún tenía dentro de la empresa le daban suficiente poder como para meter una espía, pero no tanto como para protegerla adentro.La idea de que el hombre, Dorian, hiciera negocios con Mike Smith le ponía los pelos de punta, sab
Cuando Esther despertó, la luz que entraba por la ventana inundaba toda la habitación y se recortó poner una cortina para no enceguecerse todas las mañanas.Levantó la cabeza y no encontró a Leonel, así que restregó los ojos y caminó hacia el armario.Leonel había gastado una millonada en un armario lleno de ropa para Esther, ya se había cansado de verla por ahí con su ropa que le quedaba grande.Se puso algo cómodo, no sabía cuando había dormido, pero estaba tan agotada que de seguro fue todo el día.Cuando salió al pasillo escuchó risas que venían de la oficina de Leonel y caminó hacia allí. Lo encontró con su hermanastra Leidy, que estaba sentada frente al escritorio y se reía como una tonta mientras Leonel la miraba con una sonrisa educada.— ¿Qué pasa? — preguntó Esther y Leidy dio un salto del susto.— Hola, guapa — le dijo Leonel y Esther se cruzó de brazos — hablábamos sobre su estancia en la casa.— Pensé que había quedado claro que necesitamos nuestra privacidad — le soltó E
Esther se metió en el baño y se duchó con el agua más fría que pudo poner en la ducha, el cuerpo se le había entumecido de la impresión con la llamada que había acabado de tener Leonel con la señora Agustina Dublá.La guerra había comenzado oficialmente y Esther sintió que hasta la lengua se le entumeció.Cuando salió de la ducha Leonel la estaba esperando afuera con la toalla al hombro.— ¿Qué haces ahí? Pudiste entrar, ni que no te hubiera visto desnudo — pero él negó.— No es por eso, si entro ahí desnudo contigo, me tomará al menos una hora volver a salir y tenemos prisa — Esther se rio.— ¿Una hora? — bromeó — no me quejo, pero no te adules tanto — Leonel la miró con morbo de los pies a la cabeza.— ¿No crees que pueda aguantar una hora? ¿quieres que te lo demuestre? — Esther lo golpeó con la toalla, se notaba un poco nervioso y bromear le ayudaba, pero sabía que él tenía razón, tenían prisa, así que lo metió al baño a empujones y buscó el vestido más casual y lindo que encontró
— Definitivamente no — le gruñó Leonel a Esther cuando ya había caído la tarde. Ya las visitas se habían ido y los negocios planteados, cada socio recibiría lo necesario, aunque el papá de Esther insistió en que debían buscar otro socio comercial fuerte para terminar de afianzar al poder que ahora tenían — no me parece una buena idea, podemos contratar a alguien.— ¿Y crees que Emily confiará en otra persona? — le preguntó Esther, estaban en la sala del pequeño palacio y Leonel apretó el cojín con fuerza.— ¿Por qué crees que ella confiará en ti?— Porque notará que es importante. Mira, si ella ve que decidimos confiar en ella después de lo que me hizo, sabrá que es importante y así mismo el pago…— A menos que decida delatarte y cobrar más.— Entonces no le pongamos precio, tal vez si…— No podemos arriesgarnos con un tal vez, no quiero arriesgarte — le dijo un un tono alto y Esther se cruzó de piernas.— No me hables en ese tonito — Leonel se puso de pie con dificultad y se sentó en
Esther sintió la dura empuñadura del cuchillo que Emily le ofrecía y pasó saliva cuando lo asió en la mano. — Necesitaré esto de verdad? - le preguntó a la vagabunda que la miró entornando los ojos.— ustedes no saben nada, ¿Verdad? No saben en qué se están metiendo. — lo sabemos muy bien — le dijo Leonel y luego se dirigió a Esther que aún tenía el cuchillo en la mano, sujetándolo como si la empuñadura la quemara — te esperaré aquí — la agarró por los hombros y la atrajo para darle un fuerte abrazo. — Todo estará bien, te lo prometo.— Ahora iré con Dora a llevarle sus medicinas y a tratar de convencerla de ir a mi casa, una vez mas, pero las esperaré en la salida de los territorios de Dorian — le dio una mirada amenazante a Emily — cuida a mi esposa — la muchacha dio la vuelta y avanzó por la oscura calle y esther le dio una última y fugaz despedida a Leonel. Cuando alcanzó a Emily casi tuvo que correr a su lado.— No puedo creer que me convencieron de esto — dijo y Esther bufó.
Esther contuvo el aliento mientras el hombre sacaba el arma del pantalón y la sostenía con firmeza en su mano. Miró hacia tras y comprobó con alivio que Emily regresaba por ella y cuando llegó con el hombre levantó una ceja.— ¿Qué hay de nuevo, Pol? — le preguntó la vagabunda y el hombre levantó el mentón.— Sabes que tienes que avisar cuando vas a traer a alguien nuevo, además, ¿No se supone que no vendrías hoy? — Emily le sonrió sin mostrar los dientes.— Es que mañana no tenía para comer, y quería venir a presentarte a mi amiga, su nombre es Sara — empujó a Esther que dio un tímido paso al frente.El hombre se la quedó mirando y Esther le sonrió mostrando los dientes y dejando ver claramente la bolsa plástica que los hacía parecer podridos, pero ni eso borró la sonrisa estúpida que se formó en el rostro del hombre.— ¿Y ya le hablaste a Sara sobre las reglas para reciclar en la zona? — dio un paso al frente y Esther se aguantó las ganas de salir corriendo.— Es que ella no es muy
Esther casi arrastró a Emily por la calle mientras cargaban un par de cartones para disimular, y todo el aire fuerte y agresivo de la vagabunda desapareció del cuerpo de la joven como un algodón de azúcar mojado.Llegaron a la zona de comercio, que a esas horas de la noche estaba a reventar, cosa que se le hizo extraño a Esther hasta que vio a los jóvenes en las esquinas perdidos en las drogas, decaídos y taciturnos mirando la luz de la Luna que se colaba por las espesas nubes.Esther odiaba las drogas, su padre solo traficaba armas y aunque igual les hacían daño a las personas, las drogas consumían la sociedad, la vida y el alma. Lo veía cada vez y lo vio en ese momento, con las pupilas dilatadas de los pobres jóvenes que las veían, pero no las observan.— ¿A dónde? — le preguntó Esther y Emily le señaló una puerta. Era alta de vidro con luces neón que indicaban era una discoteca estrecha de nombre Sodoma.Esther abrió la puerta y lo primero que la recibió fue un fuerte olor a gente