34| Placer interrumpido.

Cuando Esther despertó, la luz que entraba por la ventana inundaba toda la habitación y se recortó poner una cortina para no enceguecerse todas las mañanas.

Levantó la cabeza y no encontró a Leonel, así que restregó los ojos y caminó hacia el armario.

Leonel había gastado una millonada en un armario lleno de ropa para Esther, ya se había cansado de verla por ahí con su ropa que le quedaba grande.

Se puso algo cómodo, no sabía cuando había dormido, pero estaba tan agotada que de seguro fue todo el día.

Cuando salió al pasillo escuchó risas que venían de la oficina de Leonel y caminó hacia allí. Lo encontró con su hermanastra Leidy, que estaba sentada frente al escritorio y se reía como una tonta mientras Leonel la miraba con una sonrisa educada.

— ¿Qué pasa? — preguntó Esther y Leidy dio un salto del susto.

— Hola, guapa — le dijo Leonel y Esther se cruzó de brazos — hablábamos sobre su estancia en la casa.

— Pensé que había quedado claro que necesitamos nuestra privacidad — le soltó E
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