— Definitivamente no — le gruñó Leonel a Esther cuando ya había caído la tarde. Ya las visitas se habían ido y los negocios planteados, cada socio recibiría lo necesario, aunque el papá de Esther insistió en que debían buscar otro socio comercial fuerte para terminar de afianzar al poder que ahora tenían — no me parece una buena idea, podemos contratar a alguien.— ¿Y crees que Emily confiará en otra persona? — le preguntó Esther, estaban en la sala del pequeño palacio y Leonel apretó el cojín con fuerza.— ¿Por qué crees que ella confiará en ti?— Porque notará que es importante. Mira, si ella ve que decidimos confiar en ella después de lo que me hizo, sabrá que es importante y así mismo el pago…— A menos que decida delatarte y cobrar más.— Entonces no le pongamos precio, tal vez si…— No podemos arriesgarnos con un tal vez, no quiero arriesgarte — le dijo un un tono alto y Esther se cruzó de piernas.— No me hables en ese tonito — Leonel se puso de pie con dificultad y se sentó en
Esther sintió la dura empuñadura del cuchillo que Emily le ofrecía y pasó saliva cuando lo asió en la mano. — Necesitaré esto de verdad? - le preguntó a la vagabunda que la miró entornando los ojos.— ustedes no saben nada, ¿Verdad? No saben en qué se están metiendo. — lo sabemos muy bien — le dijo Leonel y luego se dirigió a Esther que aún tenía el cuchillo en la mano, sujetándolo como si la empuñadura la quemara — te esperaré aquí — la agarró por los hombros y la atrajo para darle un fuerte abrazo. — Todo estará bien, te lo prometo.— Ahora iré con Dora a llevarle sus medicinas y a tratar de convencerla de ir a mi casa, una vez mas, pero las esperaré en la salida de los territorios de Dorian — le dio una mirada amenazante a Emily — cuida a mi esposa — la muchacha dio la vuelta y avanzó por la oscura calle y esther le dio una última y fugaz despedida a Leonel. Cuando alcanzó a Emily casi tuvo que correr a su lado.— No puedo creer que me convencieron de esto — dijo y Esther bufó.
Esther contuvo el aliento mientras el hombre sacaba el arma del pantalón y la sostenía con firmeza en su mano. Miró hacia tras y comprobó con alivio que Emily regresaba por ella y cuando llegó con el hombre levantó una ceja.— ¿Qué hay de nuevo, Pol? — le preguntó la vagabunda y el hombre levantó el mentón.— Sabes que tienes que avisar cuando vas a traer a alguien nuevo, además, ¿No se supone que no vendrías hoy? — Emily le sonrió sin mostrar los dientes.— Es que mañana no tenía para comer, y quería venir a presentarte a mi amiga, su nombre es Sara — empujó a Esther que dio un tímido paso al frente.El hombre se la quedó mirando y Esther le sonrió mostrando los dientes y dejando ver claramente la bolsa plástica que los hacía parecer podridos, pero ni eso borró la sonrisa estúpida que se formó en el rostro del hombre.— ¿Y ya le hablaste a Sara sobre las reglas para reciclar en la zona? — dio un paso al frente y Esther se aguantó las ganas de salir corriendo.— Es que ella no es muy
Esther casi arrastró a Emily por la calle mientras cargaban un par de cartones para disimular, y todo el aire fuerte y agresivo de la vagabunda desapareció del cuerpo de la joven como un algodón de azúcar mojado.Llegaron a la zona de comercio, que a esas horas de la noche estaba a reventar, cosa que se le hizo extraño a Esther hasta que vio a los jóvenes en las esquinas perdidos en las drogas, decaídos y taciturnos mirando la luz de la Luna que se colaba por las espesas nubes.Esther odiaba las drogas, su padre solo traficaba armas y aunque igual les hacían daño a las personas, las drogas consumían la sociedad, la vida y el alma. Lo veía cada vez y lo vio en ese momento, con las pupilas dilatadas de los pobres jóvenes que las veían, pero no las observan.— ¿A dónde? — le preguntó Esther y Emily le señaló una puerta. Era alta de vidro con luces neón que indicaban era una discoteca estrecha de nombre Sodoma.Esther abrió la puerta y lo primero que la recibió fue un fuerte olor a gente
Esther trató de apartar la mirada de los ojos de Dorian, pero permaneció inmóvil mientras el sujetaba el cuchillo contra su pómulo, lo apretó hasta que la piel comenzó a arder y luego, solo un segundo antes de que Esther comenzara a sangrar, uno de los hombres que estaban con ellas en la habitación habló. — jefe, ¿No es mejor hablar primero con su esposo o su padre? Podría pedir algo a cambio — Dorian se volvió furioso hacia él, le lanzó el cuchillo que se clavó sobre la rodilla y el otro hombre dio un salto. — Te he dicho que no me interrumpas — le riñó Dorian. Esther buscó una salida con la mirada, pero era una habitación cerrada, sin ventanas. El cadáver de la policía frente a ella comenzaba a tener un aspecto verdoso y el olor a sangre le produjo arcadas. Emily, la vagabunda, estaba tan blanca como la policía muerta y su cabeza se contoneaba de un lado para otro, como si estuviera a punto de desmayarse. Esther pensó que sería lo mejor, realmente. Dorian se volvió hacia ella y
Esther apretó los puños cuando vio la mirada penetrante que se dedicaron Leonel y Dorian, una guerra potente unida por un lazo de profundo rencor y odio.Era la primera vez que Esther los veía a ambos en un mismo lugar y no pudo reconocer al hombre que estaba sentado a su lado. Había algo ahí, un dolor y un rencor que no solo tenían que ver con la Transportes Luna, era algo más allá.— Leonel, vámonos — le dijo ella, pero él no la escuchó, era como un toro enceguecido por la rabia que apretó el acelerador y el auto salió disparado hacia Dorian.Esther cerró los ojos, no quería ver cómo su esposo, el hombre que comenzaba a amar, se convertía en un asesino… pero eso era lo mejor, que el parabrisas de esa camioneta terminara de una vez por todas con ese problema, con ese martirio, el mundo sería un mejor lugar sin Dorian Luna, así que abrió los ojos para ver como se le extinguía la vida de los ojos, pero el maldito esperó hasta que el auto estuviera a un metro de él y saltó hacia un lado
A pesar de pasar la noche en los brazos de Leonel, a Esther la aplastaron las pesadillas. Era un retorcijón de escenas con las imágenes de la policía deformada por la tortura, con los dientes expuestos por los labios cortados y las orejas cercenadas. La mirada que le dedicó a Esther fue de horror, de lamento, le suplicaba. Ya no que la ayudara si no que acabara con su sufrimiento, pero, ¿en realidad la había visto o solo era producto de su imaginación o de sus pesadillas?Cuando despertó, tenía la frente perlada de sudor y los brazos de Leonel alrededor de su cintura, y un miedo extraño la invadió. Si estar con Leonel ya no le ayudaría con sus pesadillas, entonces, ¿Qué haría?La luz blanquecina entraba por la ventana y Esther se puso de pie, tenía todo el cuerpo adolorido, como si un camión le hubiese pasado por encima, así que bajó a la cocina. Era temprano en la mañana, Leonel le había dicho que no iría a la oficina, así que se tomaría una pastilla para el dolor y regresaría a la
Esther sintió mareo, todo el cuerpo le hormigueaba como entumecido. No podía creer que en su cuerpo pudiera caber una embriagadora sensación de rabia tan grande. Estaba segura que en ese mismo momento podría matarlos a los dos. Las manos de Leonel seguían sobre las caderas de Leidy, afianzadas a su blanca piel, los gemidos de la joven se confundían con los tambores en sus oídos, causados por su acelerado corazón. ¿Cómo podía estar pasando eso? Una realidad se cernió sobre ella, y era tan simple como poderosa. Esa rabia solo era la contraparte del amor que sentía por Leonel, si le dolía tanto su traición, era porque lo amaba con la misma intensidad del dolor. Esther no supo cuanto tiempo se quedó perdida en esas cavilaciones, pero no podían ser más que unos diez segundos, diez en los que seguía viendo al amor de su vida cogerse a otra. Tuvo el irremediable impulso de salir corriendo, de dejarlos y de abandonar todo, pero su alma de terca la mantuvo firme en el sitio. — ¿Qué es es