Me desperté de repente, tenía una mala sensación en todo el cuerpo, ayer en la noche había estado a punto de besar a mi asistente personal, eso me había hecho reflexionar de que no estoy en un estado mental cuerdo.
Es decir, mi asistente siempre ha sido un poco callada, incluso podría decir qué retraída, es el tipo de mujer que viste bastante discretamente, que no socializa con las personas de la empresa y que se dedica gran parte de su tiempo a estar pegada al iPod.
No es mi tipo de mujer, nunca me fijaría en alguien como ella, lo que me hace pensar que perdí por completo la cordura, sobre todo porque cuando la miré directo a los ojos sentí algo que nunca antes me había pasado, un cosquilleo extraño en el cuerpo, tiene unos ojos, una mirada que te obliga a detenerte a mirarla.
¿Lo ven? Yo no soy el tipo de hombre que pensaría de ese modo. Me dispuse a levantarme de la cama, no podía quedarme ni un momento más pensando en esa mujer, así que me paré, de repente sentí algo peludo que pasó entre mis pies y solté un grito, un gran grito que se debe haber escuchado por todo el apartamento.
Salté nuevamente encima de la cama, cuando de repente la puerta se abrió, mi corazón latía desbocado, vi a Dahlia, estaba con una camiseta enorme que solamente dejaba a la vista sus piernas al descubierto.
¿Se había atrevido a dormir solamente con la camiseta que traía por debajo de aquella enorme sudadera? Es probable que sí.
—¿¡Qué es lo que le sucede!? ¿¡Pretende matarme!? —gritó cruzada de brazos.
—Le juro que algo me pasó entre los pies mientras me intentaba levantar, esto es una locura, mi apartamento jamás ha tenido una plaga de ratas —negué con la voz temblorosa.
Dahlia se adentró en mi apartamento, caminó hasta las cortinas para abrirlas, pero antes de que pudiera hacerlo soltó un chirrido y corrió para lanzarse encima de mi cama. Se apegó a mi brazo, tenía los ojos cerrados con fuerza, ¿había perdido la cordura? ¿Por qué no había salido de mi habitación?
—Algo pasó por mis pies, no pienso salir de este sitio hasta que alguien se encargue de sacar esa cosa —chilló.
Estaba a punto de enloquecer, esto no podía ser cierto, si una plaga de esas había invadido mi apartamento, tendríamos que ir a la casa de mi hermana por un par de días, esto me iba a matar.
De repente vi dos cabezas asomarse, los miré como hacían muecas en su rostro, había dos posibilidades, la primera era que esto fuera obra de ellos, lo cual era demasiado probable, pero existía una leve posibilidad de que lo que estuviera ocurriendo es que se rieran de que Dahlia estuviera abrazada a mí.
—Hay un ratón por ahí suelta, no se atrevan a entrar —advirtió ella antes de que los niños se detuvieran en seco e hicieran un intercambio de miradas.
—Oh, es que Josh se nos ha escapado —dice la niña que se pone de rodillas.
De repente esa cosa peluda empieza a caminar hacia ellos, ¿en qué momento habían metido esa cosa en mi apartamento sin que me diera cuenta? ¿En qué momento mi hermana las había permitido tener de mascota una rata?
—¿Esa rata es de ustedes? —pregunté con molestia.
—No es una rata, es un hámster —sentenció Abbie con molestia— Josh es nuestra mascota, no podíamos dejarlo solo en la casa, así que la trajimos, porque a donde vamos nosotros también él va.
—De acuerdo cielo, por favor, lleva a Josh a su casita, no queremos que se pierda o que le pueda suceder algo, ¿verdad? —dijo con calma y amabilidad Dahlia.
Le lancé una mirada de desaprobación, ¿cómo es que podía darle esas libertades y hablarle de ese modo luego de que casi nos matara del susto?, un castigo, se merecía un enorme castigo.
—Deberías castigarla —susurré y me dio un pequeño codazo.
—¿Qué fue lo que dijo? —preguntó Lucius cuando se estaba por marchar detrás de su hermana.
—Nada, que son muy bonitos, anda, ve con tu hermana a ayudarla, no sea cosa que se le escape —sonrío levemente y la imité.
Esperé a que cerrara la puerta tras marcharse, giré el rostro hacia ella y la fulminé con la mirada, no podía creer que estuviera actuando como si un par de mocosos como ellos realmente dieran miedo, esto era una guerra, no volverían de mi casa un infierno.
—Escucha Dahlia, no voy a permitir que hagan lo que quiera, joder, son un par de niños mal educados, veo que mi hermana les ha dado una pésima educación, les hace falta una corrección —sentencié.
—¿A si? ¿Crees que si les tratas de forma rigurosa vas a conseguir que hagan lo que tú quieres? Son niños, Isaac, no razonan como un adulto, es su mascota, si te pones en contra de esto van a volver tu vida un infierno, están fuera de su casa, lejos de sus padres y se tienen que quedar contigo, que sin ofender no eres la mejor compañía.
—No sabes nada de mí, no me conoces para nada, puedo ser una persona muy divertida si se me permite, solamente que hay reglas, reglas que tienen que seguirse —me cruzo de brazos— Ahora verás.
Me levanté de la cama de una vez por todas, esto iba a terminarse, si realmente mi hermana quería que me siguiera haciendo cargo de ellos tendría que tener una conversación seria con ellos, tal vez ni siquiera necesitaba de Dahlia.
Le marqué y mientras lo hacía caminé en dirección a la habitación de los niños, en cuanto respondió, me di cuenta de que estaba acostada y que soltó un bostezo, me daba igual si estaba dormida.
—¿Qué es lo que pasa Isaac? Es muy tarde, podrías haberme llamado en la noche de allí —me reclamó soltando otro jodido bostezo.
—Sucede que tus hijos son unos pequeños demonios, que no me obedecen en lo absoluto, que me rompieron mi colección de tazas, que estuve coleccionando desde que empecé en la empresa y que también despedazaron mis almohadones —hago una pausa para tomar aire y levanto mi dedo— Pero no conformes con eso trajeron a su rata mascota y la dejaron por mi casa, casi me morí de un susto Jules.
—Es un Hámster Isaac, no le llames de ese modo, vas a herir sus sentimientos, es importante para los niños —comentó frotando sus ojos y me quedó mirando— Tienes que volverte un poco más comprensivo, si no lo haces no vas a llevarte bien con ellos y no es por asustarte, pero tus sobrinos pueden ser muy crueles si lo desean.
—Quiero que hables con ellos —le volteo el celular.
Ellos lo habían estado escuchando todo y estaban parados de brazos cruzados, como si el hecho de que los hubiera acusado con mi hermana fuera lo más bajo que como adulto pudiera haber hecho.
—No puedo creer que nos haya acusado, mamá de verdad que el tío Isaac es de lo peor, ¿cuándo regresas? —preguntó Abbie con un gesto de tristeza.
—Niños, sé que les hace falta estar en casa, yo y su padre, pero les pido por favor que sean un poco más maduro que el tío Isaac, él no tiene hijos, así que le cuesta entender lo que es ser un niño, no le hagan salir canas o nos podremos olvidar de verlo casado algún día, lo único que tiene es ese hermoso atractivo —bromeó a lo que ambos soltaron una risa.
No se me hacía gracioso, por supuesto que yo contaba con un montón de cualidades, por ejemplo mi gran inteligencia y mi gran sentido del humor y ser bueno en casi todo, son cosas que no cualquier persona tiene, pero Jules no lo entendería.
—Volveré en cuanto la abuela se sienta mejor, ahora prometan que van a comportarse un poco mejor con el tío Isaac —les pidió a lo que a regañadientes ambos asintieron.
Luego de que mi hermana cortara a la llamada, me disponía a darme la vuelta y marcharme, pero Lucius se paró delante de la puerta, lo que me obligó a detenerme.
—¿Qué piensas que estás haciendo? —pregunté arrugando el ceño.
—Te diré una cosa, te metiste con Josh, además nos acusaste con nuestra madre, estamos en guerra, tío Isaac, ese es un código familiar, nunca debes de acusar a un niño con sus padres —sentenció con furia— Ve con cuidado, no avisaremos a la hora de atacar.
Se veía que hablaba en serio, pero eso me daba exactamente igual, había hecho lo justo y necesario, no había nada que pudieran hacer que me hiciera sentir el arrepentimiento.
Cuando salí de la habitación me encontré con que Dahlia estaba apoyada contra la pared, llevaba una pequeña sonrisa burlona sobre los labios.
—Voy a ir ahora mismo a preparar el contrato que tienes que firmar, estoy segura ahora más que nunca que acabas de cavar tu propia tumba Isaac, vas a necesitar de mi ayuda y voy a aprovecharme de la situación —dijo antes de lanzar una especie de disparo imaginario e irse riéndose.
No pude evitar apoyarme contra la pared siguiendo su especie de juego, me desplomé hacia el suelo y me empecé a reír. Ella terminó de marcharse, no tenía la menor idea de qué era lo que le había dado la certeza para decir aquellas palabras, pero ahora esto se había vuelto un poco más personal, quería demostrar que un par de niños no podrían conmigo, no permitiría que volvieran de mi vida un infierno.
Me dirigí a la cocina, allí estaba ya todo limpio, al parecer la empleada ya se había encargado de sacar los restos de mis tazas favoritas, lo cual agradecía por qué no quería tener nada que me recordara aquel triste incidente. El desayuno estaba servido, claro que faltaba un plato y un vaso para Dahlia, me había olvidado de especificarle en un mensaje a la empleada que ella estaría también allí.
Al menos por ahora, sería como un plan B en caso de que todo se salga de las manos. Me senté dispuesto a disfrutar de un maravilloso comienzo de semana, tendría un día difícil en la oficina, así que me serví un poco de jugo en un vaso, estaba a punto de beber el primer trago cuando escuché un grito.—¡Catapulta! —gritó Lucius.Cuando me giré, un huevo se estrelló contra mi camiseta blanca, ambos cruzaron miradas, Lucius me lanzó otro huevo y sin permitirme reaccionar, Abbie hizo exactamente lo mismo. Un gruñido salió de mis labios, presioné mis puños y salí caminando detrás de ellos que no dudaron en correr.Mocosos, esto solamente me confirmaba que no quería tener hijos, esto se estaba volviendo un verdadero infierno, mi cabello, mi camisa, incluso mi rostro, tenía pedazos de huevos, esos niños…Los perdí de vista en el pasillo, entonces Lucius dio un brinco, no sabía de donde había salido, me sobresalté y me tambaleé, estuve a punto de caerme al piso, entonces Abbie me lanzó un recipiente con Harina. Esto era perfecto, faltaba solamente que me metieran a un horno y me volvería un gran pastel, un hermoso y gran pastel…—Un pastelito —escuché el susurro detrás de mí.Me di la vuelta para encontrarme a Dahlia que ya estaba vestida y al parecer lista para marcharse a su casa, quizá no estaba preparado para esto.Estuve a punto de cumplir mi sueño de obtener la renuncia, pero hubo algo que me hizo cambiar de parecer, había deseado por demasiado tiempo ver a mi jefe perder la cordura y luego de todo lo que tuve que sufrir en sus manos, la vida me estaba dando una gran oportunidad.Es cierto que tendré que vivir un mes con una de las personas más detestables de mi vida, pero nunca pensé decir que estaré encantada de hacerlo, esos dos niños son ángeles que llegaron a mi vida para cumplir mi mayor deseo, ver a mi jefe sufrir.Todo lo que había esperado por años que sucediera comenzaría a pasar ahora, con este contrato que no podrá negarse a firmar y que tendrá que cumplir al pie de la letra, veremos que ocurre primero, si se rinde o pierde la cordura.…Con la maleta lista y los documentos redactados volví a aquel apartamento, pensé que podría vivir un par de horas sin mi presencia, pero en cuanto toqué al timbre me encontré con una persona completamente diferente a lo usual que acostumbraba a ver
Tuve que acceder a ir a ese parque de diversiones, después de todo había firmado aquel documento, no solamente por mi desesperación, sino que esto me llevó a meditar un poco con respecto a mis actitudes últimamente.A lo largo de mi vida muchas veces me han llamado egoísta, porque al final siempre me termino poniendo a mí por encima de todo y en lo personal no considero que eso sea algo del todo malo. Pero en este tiempo que Dahlia lleva trabajando conmigo jamás me había detenido a pensar que ella tiene una vida fuera del trabajo, en muchas ocasiones mi egoísmo me llevó a pedirle cosas que tal vez no debí y ahora pensándolo con más detenimiento, quizá esta sea una manera de compensar mis actitudes.…Una vez en ese parque de diversiones estuve sentado en una banca esperando a que mis sobrinos terminaran su divertido recorrido por el parque, los vi subirse a juegos que no estoy del todo seguro si mi hermana le permitiría subir, pero que más daba.—Tío Isaac, vamos a subir a aquel jueg
Abrí los ojos y tenía su rostro frente al mío, ¿¡qué era lo que había hecho!?Me detuve a hacer memoria, quería recordarlo, pero el fuerte dolor de cabeza me estaba enloqueciendo. Me intenté poner de pie sin hacer nada de ruido, pero de repente un fuerte brazo me atrapó y cerré mis ojos con fuerza. ¿¡Por qué estaba en la misma cama que mi jefe!? ¿¡Cómo me libraré de mi odioso jefe después de esto!?Estaba sumergida en aquellos pensamientos cuando un movimiento brusco me empujó al suelo y empecé a escuchar murmurar una voz.—Maldición, maldición, maldición —repetía en un murmullo entre gruñidos.Ahora no sabía si debería de seguir fingiendo estar dormida como una piedra, continuar tirada en el suelo hasta que él fuera el primero en salir de la habitación y fingir que me dio un ataque de demencia. Quizá debería de levantarme y salir huyendo como si hubiera ocurrido la peor de las tragedias, aunque eso me dejara ante él como la peor de las inmaduras, o si no, quedaba la última opción, le
Estaba más que cansado de la situación de tener que vivir con las bromas de por medio de mis sobrinos, quizá lo que Dahlia decía tenía un poco de sentido, por no decir que bastante. No estoy acostumbrado a lidiar con niños, tampoco sé como razonan, solamente pienso en que quiero las acciones que su madre me dará y no me he detenido ni un momento en pensar como se sienten al tener que quedarse en el apartamento de un extraño que solamente se queja de tener que quedarse con ellos.Así que acepté ir a comprar esos juguetes, incluso aunque eso sea un gasto que me parece poco necesario, si eso hará que me dejen un poco más tranquilo, si me trae un poco de paz, entonces sin dudarlo lo haré.En el trayecto hasta el Shopping me obligaron a ir escuchando unas canciones que, en lo personal, me hace dudar sobre lo que la juventud suele escuchar, pero no quise emitir palabra de queja, todo por recordar lo que Dahlia había hecho. Si el quejarme menos mejoraba la relación, pues pondría un poco de m
Algo dentro de mí estaba se había vuelto a romper, no me esperaba encontrar a mi exesposo en aquel centro comercial, mucho menos volver a ver a mi hijo. Me duele no poder darle un abrazo como tanto me gustaría, ninguna madre debería de pasar por algo como esto, a ninguna madre que realmente ama a su hijo deberían de arrebatárselo de los brazos como a mí me lo hicieron.Pasé por la humillación de volver a desmoronarme, no quería ni que los niños, ni que mi propio jefe me vieran pasar por ese dolor tan grande, pero no logré ocultarlo, no pude soportarlo hasta estar en una habitación a solas para romperme.Al llegar al apartamento me disculpé con los tres y me retiré a mi habitación, sabía que no podía volver a dejarme caer en la depresión, porque desde ese sitio solamente iba a empeorarlo todo, porque no podría volver a ver a mi hijo como tanto deseaba si me caía de rodillas y no estaba dispuesta a levantarme.Lowen es una persona despreciable, decirme en mi propia cara que no me preocu
Estaba bastante feliz de haber podido arrancarle una sonrisa a Dahlia, nunca había pasado por una situación similar y verla tan deprimida me causó un poco de temor, así que había llamado a mi abogado para hablar con respecto de pedir de nuevo la custodia del niño, claro que para eso él tendría que evaluar el caso, así nos diría la probabilidad que había de conseguirlo. Sin embargo, cuando llegamos al restaurante y ordenamos, el mundo se me vino abajo, no pensaba que en un solo día podrían ocurrir tantas tragedias. Esa sonrisa canalla, la manera en que tomaba su mano, como se pavoneaba al lado de esa mujer, una mujer que se le notaba que solamente le interesaba conseguir un par de billetes, conocía muy bien el tipo de mujer que era. No podía permitir que esto pasara por desapercibido, pero tampoco podía exponer a los niños a pasar por una situación como esa, así que le pedí a Dahlia que los llevara a comer a otro sitio y luego a la casa. Bastó con ver que Dahlia se los llevaba para p
No tenía planeado llevar a mi jefe a mi apartamento, no quería que estuviera allí porque al final estoy segura de que algunas personas del edificio le pasan información de mi vida personal a Lowen y me da verdaderamente miedo pensar que puede que no recupere a mi hijo. También es cierto de qué habitaciones en uso solamente hay una, la mía, porque además de esa hay un estudio en el que dedico horas de trabajo, una vacía llena de cajas, que la pensé hacer de visitas por si en un futuro mi hijo quería invitar a sus amigos, pero nunca lo llevé a cabo por no querer invertir en algo que veía demasiado lejano, así que solamente quedaba una opción. Tendría que dormir en la habitación de Itan, porque dejar dormir a mi jefe en la habitación que hice con tanto amor para mi hijo, no es que fuera una de las mejores opciones, ni siquiera lo consideraba. En cuanto mi jefe se quedó dentro de la habitación que yo misma había cerrado sin darle opción de que me dijera nada más, no quería que me viera
Ni siquiera tengo una explicación de lo que me había sucedido en la noche anterior, era como si un espíritu me hubiera poseído y cuando entré en sí estaba teniendo sexo con mi asistente personal, pero lo peor era saber que me estaba encantando.Habíamos pasado una noche inolvidable, hoy había despertado y lo primero que había visto era su rostro, debo de admitir que eso tampoco me había disgustado, era una sensación completamente nueva, extraña.Abrió los ojos y en cuanto lo hizo una leve sonrisa se asomó de sus labios, hacía rato que me había despertado, pero no me había querido mover para no despertarla.—¿Llevas mucho tiempo despierto? —me preguntó bostezando.—No —mentí sonriendo— Pero sinceramente la noche intensa me dio mucha hambre.—Entonces iré a preparar el desayuno —dijo escabulléndose de mis brazos.La vi levantarse de la cama con una playera que había tomado en la noche de su armario, era dos veces su tamaño, pero se le veía jodidamente sexy. Se colocó sus gafas que desca