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Capítulo 6 "¿Cómo terminamos en esto?"

Abrí los ojos y tenía su rostro frente al mío, ¿¡qué era lo que había hecho!?

Me detuve a hacer memoria, quería recordarlo, pero el fuerte dolor de cabeza me estaba enloqueciendo. Me intenté poner de pie sin hacer nada de ruido, pero de repente un fuerte brazo me atrapó y cerré mis ojos con fuerza. ¿¡Por qué estaba en la misma cama que mi jefe!? ¿¡Cómo me libraré de mi odioso jefe después de esto!?

Estaba sumergida en aquellos pensamientos cuando un movimiento brusco me empujó al suelo y empecé a escuchar murmurar una voz.

—Maldición, maldición, maldición —repetía en un murmullo entre gruñidos.

Ahora no sabía si debería de seguir fingiendo estar dormida como una piedra, continuar tirada en el suelo hasta que él fuera el primero en salir de la habitación y fingir que me dio un ataque de demencia. Quizá debería de levantarme y salir huyendo como si hubiera ocurrido la peor de las tragedias, aunque eso me dejara ante él como la peor de las inmaduras, o si no, quedaba la última opción, levantarme y gritarle a la cara.

Ni siquiera era la gran cosa, no me gustaba, nada de su personalidad iba con la mía, así que no entiendo por qué es él quien está maldiciendo y no lo estoy haciendo yo.

Me armé de valor y asomé solamente mis ojos que justamente se encontraron con los suyos, que estaban haciendo exactamente el mismo intento por ver que era lo que estaba sucediendo conmigo.

—No puedo entender que fue lo que pasó, es decir, lo lamento Dahlia no quiero que te hagas la idea equivocad…

—Ni lo diga —me apresuré a decir con el ceño arrugado— Hombre, ni mencione lo ocurrido, no me acuerdo absolutamente de nada y tampoco es algo que me gustaría recordar, podemos simplemente fingir que no ha pasado nada.

—Justamente estaba pensando en decirle eso, me gusta que nos estemos entendiendo —suelta un enorme suspiro.

—Habla como si estar conmigo fuera un verdadero sacrificio, deje que le diga que es todo lo contrario —le jalé la sabana sin permitirle protestar y me envolví en ella.

Lo vi tanteando en busca de algo con que cubrirse, tomó su camisa que estaba tirada en el otro extremo, se cubrió sus partes y yo no pude evitar reír.

—No se esfuerce tanto, no tiene la gran cosa que esconder —empecé a recoger mi ropa del suelo y luego caminé en dirección al baño.

—No fue lo que dijiste anoche —murmuró.

Apenas alcancé a escucharlo, pero no quise darle respuesta, pensé que lo mejor sería dejar que creyera que no había alcanzado a oírlo, después de todo solamente alimentaría una discusión que no estaba dispuesta a tener, mi jefe tendría que quedarse con las ganas.

Una vez que estuve vestida me dispuse a salir con cuidado, no quería que nadie me viera salir de allí, estaba segura de que a ninguno de los dos nos convenía tal cosa. Así que me asomé un poco para asegurarme de que los niños no estuvieran con sus travesuras por los alrededores, logré salir con mucho cuidado, estaba a punto de llegar a mi habitación para cambiarme de ropa cuando de repente escuché un carraspeo a mi espalda.

Me di la vuelta para encontrarme con la chica rubia, la que se había quedado con los niños el día anterior, se veía de la misma manera, con las mejillas un tanto rojas, apenada.

—Buenos días, disculpe, no me gustaría incomodarla, pero es que ya necesito marcharme a casa, estaba esperando a que despertaran —parpadeó incrédula.

—Claro, entiendo, no te preocupes, puedes retirarte, ya me hago cargo yo de los niños —comento asintiendo.

—Sí, dígale al señor que el pago lo he arreglado con su hermana y que si vuelve a necesitar de mis servicios no dude en llamarme —asintió antes de darse la vuelta.

Me había quedado la duda atorada en la garganta de sí nos había llegado a ver en la cama o si nos vio en cuanto llegamos, porque no me quedaba duda de que nos había visto, estaba muy claro.

No quise preguntar, simplemente me di la vuelta, entre a mi habitación y me cambié rápido para poder ir a ver a los niños y asegurarme de que todo estuvo bien en la noche anterior.

Cuando fui en dirección a la habitación de los niños vi un hilo a lo largo del pasillo en el suelo, pero mi instinto me dijo que no debía de tocarlo, así que pasé por encima de él y con cuidado me asomé a la habitación.

Los vi agazapados en la ventana de su habitación, estaban murmurando cosas que no logré alcanzar a escuchar hasta que golpeé a la puerta y ambos se sobresaltaron un poco a lo que sonreí.

—¿Qué haces aquí bruja? —preguntó Lucius de brazos cruzados.

—Quería saber que tal había ido todo anoche —me atreví a preguntar, pero vi en el rostro de ambos que estaban un poco disgustados.

—Estuvo bien, siempre nos divertimos cuando ella nos cuida, pero… —Abbie que parecía ser la que estaba más dispuesta a contarme lo que sucedía, se detuvo cuando su hermano le dio con el codo.

—¿Qué es lo que les pasa? —me aproximé con genuino interés y me senté entre ambos niños que se apartaron un poco para darme un espacio.

—Lo que sucede es que Lucius no quiere que le digamos al tío, que extrañamos a nuestra madre y que queremos que ya regrese, nos aburrimos aquí —dice cabizbaja— No tenemos nuestros juguetes, no tenemos nada divertido que hacer.

—¿Qué tal si obligamos al tío Isaac a ir de compras a una tienda de juguetes y eligen cosas divertidas? —pregunto sonriente.

Ambos cruzan miradas, no les veo del todo convencidos, lo entiendo, después de todo no es fácil estar lejos de tus padres, estar lejos de las personas que amas, yo como madre me es muy difícil cada día que mi hijo está lejos de mí.

—Sé que eso no va a reemplazar la ausencia de su madre, pero al menos si tienen juguetes nuevos van a estar más entretenidos, seguro que encuentran cosas que les puedan servir para la guerra contra el tío Isaac —ambos me toman cada uno de una mano y me jalan.

—Ya nos has convencido, vamos a por mi tío —dijo Abbie con una sonrisa divertida.

—¿Qué ha sido eso que dejaron en el pasillo con un hilo? —me atreví a preguntar.

Un sonido estruendoso nos dejó a todos en silencio, de repente las carcajadas se hicieron presentes y corrieron hacia el pasillo. Cuando salí detrás de ellos vi a Isaac, estaba todo mojado, miré hacia arriba y tenía mis dudas de como habían logrado subir la cubeta hasta aquel sitio, pero la habían llenado de agua, la habían pasado por detrás de un mueble y con un mecanismo la engancharon en una pata de otro mueble para que se cayera solamente cuando él fuera a pasar.

Al parecer aún estaba lo suficientemente dormido como para no ver tal cosa, así que había una leve posibilidad de que ahora no quisiera ir a un Shopping para compararles juguetes, tendría que hacer el trabajo de convencerle.

—Isaac —dije en un tono suave— No te molestes, recuerda lo que hemos hablado, vamos.

Le empujé de la espalda y les lancé una mirada a los niños que hizo que se fueran corriendo a la habitación, podría sentir incluso sin mirarlo lo furioso que se encontraba. Caminamos hasta la habitación, al apenas pasar la puerta me dio una mirada bastante intensa, me quedé parada en silencio y lo observé quitarse la camiseta.

—Estoy empapado, mi hermana no les ha dado ninguna educación a sus hijos y yo me estoy cansando de tener que educarlos por ella, ni siquiera estoy seguro de que valga el tener las acciones de la empresa a cambio de cuidarlos —se pasó las manos por el cabello.

—Escucha Isaac, son unos niños que saben que estás en su contra, es por eso que te hacen más la vida imposible y mientras más te niegues a ponerte de su parte más continuarán haciendo ese tipo de cosas —le recordé cruzada de brazos y me recosté contra la pared— No puedes seguir portándote como un niño.

—Deja de repetir esa tontería, nunca de niño fui de esa manera —aseguró con molestia.

—Tal vez porque no eras un niño rechazado, no eras un niño que le faltaba la tención de sus padres, simplemente eras un niño mimado —reproché con fastidio.

—¿Qué esperas que haga? —preguntó casi gritando.

—Quiero que detengas un poco tu ego, que te detengas a escucharles, porque hoy me han dicho que quieren que su madre regrese ya, eso quiere decir que le tienen más confianza a una mujer que creen que es una bruja que a su propio tío, ¿no ves en eso un problema?

Tras aquellas palabras se quedó en silencio un momento, respiró profundo y luego un gran suspiro escapó de sus labios, sí, había un gran problema.

—¿Qué sugieres? —preguntó entre dientes.

—Lo primero es que les compres juguetes, están aburridos aquí y necesitan cosas con las cuales se puedan entretener, si no no vas a mantenerles un mes en tu casa, de ahí podemos empezar a tener un poco más de convivencia sin que te estés quejando de ello como si fuera un peso estar con ellos —comenté.

—Lo es —respondió rodeando los ojos cuando lo fulminé con la mirada— De acuerdo, será como digas, después de todo tú eres la que sabes de esto.

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