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Capítulo 5 "Reunión de negocios"

Tuve que acceder a ir a ese parque de diversiones, después de todo había firmado aquel documento, no solamente por mi desesperación, sino que esto me llevó a meditar un poco con respecto a mis actitudes últimamente.

A lo largo de mi vida muchas veces me han llamado egoísta, porque al final siempre me termino poniendo a mí por encima de todo y en lo personal no considero que eso sea algo del todo malo. 

Pero en este tiempo que Dahlia lleva trabajando conmigo jamás me había detenido a pensar que ella tiene una vida fuera del trabajo, en muchas ocasiones mi egoísmo me llevó a pedirle cosas que tal vez no debí y ahora pensándolo con más detenimiento, quizá esta sea una manera de compensar mis actitudes.

Una vez en ese parque de diversiones estuve sentado en una banca esperando a que mis sobrinos terminaran su divertido recorrido por el parque, los vi subirse a juegos que no estoy del todo seguro si mi hermana le permitiría subir, pero que más daba.

—Tío Isaac, vamos a subir a aquel juego —señaló una montaña rusa Lucius.

Respiré profundamente, no, mi corazón no estaba preparado para subir a esa cosa monstruosa. Sonreí con el rostro tieso y negué suavemente, no podría haber fuerza sobre la tierra que me hiciera subir a uno de esos, apreciaba demasiado mi vida para ello.

—Oh, es que no lo saben —se cruzó de brazos Dahlia— Le teme horrores a las alturas, si se subiera a algo como eso mojaría sus pantalones.

—No digas tonterías —me apresuro a decir con una risa robótica— No le temo a las alturas, no sé de donde saca esas tonterías.

—Quizá de la vez que un ascensor en un viaje de negocios, aquel que era de cristal, se paralizó y usted empezó a temblar diciendo que nos íbamos a morir y lloraba pidiendo que lo sacaran porque era demasiado joven —bajó la mirada aguantando la risa.

Maldije, no sabía que podía tener tan buena memoria, una memoria jodidamente selectiva, sin duda. 

—De acuerdo, subiré, lo haré y te demostraré que estás muy equivocada —dije tratando de levantarme, pero mis piernas temblorosas se negaban a moverse.

—Subirá conmigo —se apresuró a decir Abbie.

—De acuerdo nosotros vamos a esperar al siguiente turno, no puedo esperar a verlo desde aquí, seguramente que va a gritar como niña —aseguró Lucius y Dahlia asintió como si estuviera en lo cierto.

Me subí en aquel asiento que parecía bastante seguro, se bajaron una especie de seguros, igual los intenté mover un poco para saber si realmente era algo que pudiera protegernos, de todos modos no sabía como le permitían a ella subir a este juego, bueno no es que sea una niña tan pequeña, pero estaba seguro de que no tenía la edad suficiente para estos juegos.

Cuando aquello empezó a moverse, primero de forma lenta, sentí un cosquilleo apoderarse de mi interior, no era una buena señal, miré a Abbie, que a diferencia de mí tenía una ancha sonrisa, no sé como era que no podía sentir miedo de caer de las alturas a las que íbamos a estar.

Inhalé profundamente y no pude evitar que los gritos salieran de mi boca, gritos, insultos, un millón de palabras que ni siquiera recuerdo a estas alturas. Me bajé agarrándome de la barandilla de seguridad, las piernas no me permitían permanecer de pie, tenía el estómago revuelto y escuché las risas a mi alrededor.

—Es un adulto y actúa como un niño —escuché a alguien murmurar.

Entonces levanté la mirada para encontrarme con la de Dahlia, apoyó una mano en mi hombro, como si la situación se le estuviera haciendo no vergonzosa, sino de lo más divertido.

—Le dije que esto iba a suceder, debió de irse a la oficina, las cuatro paredes son un sitio seguro para un señor —comentó con ese aire de superioridad.

No respondí y no porque no quisiera hacerlo, sino porque era probable que fuera nuevamente humillado al ver que ni siquiera podía pronunciar dos palabras sin que mi cuerpo completo temblara.

Al parecer aquello fue suficiente tortura para mis sobrinos, ya que luego nos marchamos, fuimos al fin a la oficina, pude beberme una taza de café tranquilo mientras escuchaba a Dahlia leerme mi agenda para el día.

—Por último, esta noche tiene una cena, es importante, con un inversor interesado en la nueva línea —comentó mientras que anotaba algo en su tableta.

—Entonces tendré que conseguir a alguien que se quede con los niños a la noche, como sabes debes acompañarme a esa reunión —le recordé.

Así que no me quedó más opción que llamar a mi hermana, supongo que además de dejarme a cargo de mis sobrinos por un mes completo, debe de tener a alguien de confianza que se haga cargo de los niños cuando ella tiene algún plan fuera de la rutina.

—¿Qué sucede Isaac? Debes de empezar a llamarme en otros horarios —dijo bostezando.

—¿Tienes a alguna niñera responsable para ocasiones especiales? —me atreví a preguntar a lo que ella se quedó pensando un momento— No es momento para que empieces con tus palabras de que me debo hacer cargo yo, sinceramente es importante, tengo una reunión con un interesado a invertir en la nueva línea, no puedo cancelarlo y debo llevar a mi asistente para que me vaya asesorando, así que puedes hacerme el favor.

—Claro, lo entiendo, te voy a enviar el número de la niñera que los cuida desde que son pequeños, pero te advierto, no abuses de la amabilidad de la chica —entornó sus ojos— Tampoco la seduzcas, te conozco, tienes muy mala fama.

—Solamente salgo con chicas que no volveré a ver en mi vida, así que deja de hacer tanto drama y mándame el número —le pedí.

Al finalizar la llamada me hizo esperar varios minutos para enviarme el número, por poco pensé que se había quedado dormida y que no me iba a enviar nada, pero lo hizo.

Tuve un día bastante agotador, no me apetecía para nada esa cena, ni siquiera me apetecía salir del apartamento a pesar de que estuvieran los pequeños delincuentes allí, pero ya había concretado la reunión y había acordado con la niñera para que viniera, definitivamente no sería padre nunca, es algo demasiado difícil.

Me di un baño y me arreglé lo mejor que pude, rezaba para que mi asistente en esta ocasión se arreglara un poco mejor de lo usual, bueno, normalmente no le daba tiempo de hacerlo, dado que siempre íbamos sobre la hora, ni siquiera yo llegaba a cambiarme de traje.

Cuando llegué a la sala me detuve en seco, parecía que la vida me había escuchado, pero por alguna extraña razón había hecho mucho más de lo que esperaba. La observé sentada con los niños armando un rompecabezas, llevaba un vestido en un color crema, pero ajustado al cuerpo, enseñando un escote moderado, pero se realzaba bastante su pecho, ya no llevaba gafas y su cabello estaba suelto, una mujer completamente diferente.

Me quedé parado mirándola como un idiota, pero entonces el timbre sonó y ella por primera vez notó mi presencia. Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza, al parecer no era solamente yo el sorprendido, aun así traté de concentrarme en lo que era importante, abrir la puerta antes de que la que, probablemente era la niñera, se marchara.

Cuando abrí la puerta me encontré con una chica de hermosos ojos azueles, un largo cabello rubio y unas mejillas teñidas de rosa, se veía inocente, no lo sé bastante joven para mi gusto, pero no voy a negar qué atractiva.

—Buenas noches, usted debe ser el señor Isaac, su hermana Jules me llamó luego de que usted lo hiciera —bajó la mirada mientras hablaba con nerviosismo.

—Pasa por favor Ruth, ¿cierto? —pregunté a lo que ella asintió con rapidez.

—Un gusto señor —respondió.

En cuanto puso sus pies dentro, los niños corrieron y la abrazaron con fuerza, esta vez su sonrisa era ancha, al parecer no se veían hace bastante tiempo, no quería interrumpir así que le hice una señal con el mentón a Dahlia para que moviera de una vez su trasero.

—Volveremos en un par de horas, si es muy tarde cuando regresemos puedes quedarte en la habitación con los niños, hay espacio suficiente, hay comida hecha en la cocina y espero te sientas cómoda —dije con pisa antes de abrir a la puerta.

La chica apenas alcanzó a agradecer antes de que saliéramos de allí.

—¿Por qué tanta prisa por marcharnos? —preguntó de la nada Dahlia mientras bajábamos en el ascensor.

—Solamente deseaba salir de allí antes de que la pereza me dijera que mandara al inversionista a pasear a marte —respondí sonriendo un poco.

Ella aun así no respondió nada, solamente se quedó en silencio. Cuando llegamos al restaurante me di cuenta de que era mi favorito, así que la miré de reojo y ella sonrió levemente.

—¿Por qué estamos en mi restaurante favorito? —le pregunté a lo que ella se encogió de hombros.

—Elegí este porque sé que es el que más te gusta, quería que luego de un día agotador estuvieras al menos en un sitio que fuera de tu agrado para que no te sintieras tan agobiado —se limitó a decirme.

En cuanto avanzamos Dahlia fue la que me guio hasta mi mesa, me encontré con que el inversionista no había llegado aún, había dos cosas que me molestaban, que me hicieran esperar demasiado tiempo y que luego cancelaran a último segundo.

Esperaba que solamente fuera un contratiempo o el inversionista podría olvidarse de que podría formar parte del negocio.

—Llámale Dahlia, quiero saber cuanto se va a tardar, me está poniendo los pelos de punta, detesto esperar —gruñí.

—Enseguida señor.

La observé mientras que estaba marcando, esperando a una respuesta y cuando lo hizo me causó más rabia la amabilidad en la cual le habló.

—Buenas noches… sí exacto señor, es por eso que le llamo, es que estamos en el restaurante acordado esperando por usted, pero como lleva un poco de retraso quise llamar para recordarle por las dudas de que pudiera haberlo olvidado —musitó y luego asintió clavando su mirada sobre la mía.

Cortó a la llamada y soltó un suspiro, un enorme y cansado suspiro que solamente podría significar una cosa, no vendría, había hecho preparar todo esto, pero no daría la cara.

—Ofrece una disculpa, dice que le ocurrió un inconveniente familiar de último momento y que no podrá asistir a la reunión, así que señor, lo siento, pero no vendrá —baja la mirada.

Levanto la mano hacia el camarero, en señal de que venga a atendernos, ya nos habíamos librado por un rato de la responsabilidad de mis sobrinos, teníamos una mesa en mi restaurante favorito y no podríamos desaprovechar la oportunidad.

—Bueno, ya terminó nuestro tiempo de trabajo, ¿le parece si cenamos algo juntos? —pregunté a lo que vi un brillo especial en su mirada.

—Bueno, no puedo negarme a tal propuesta —sonrió.

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