Tuve que acceder a ir a ese parque de diversiones, después de todo había firmado aquel documento, no solamente por mi desesperación, sino que esto me llevó a meditar un poco con respecto a mis actitudes últimamente.
A lo largo de mi vida muchas veces me han llamado egoísta, porque al final siempre me termino poniendo a mí por encima de todo y en lo personal no considero que eso sea algo del todo malo.
Pero en este tiempo que Dahlia lleva trabajando conmigo jamás me había detenido a pensar que ella tiene una vida fuera del trabajo, en muchas ocasiones mi egoísmo me llevó a pedirle cosas que tal vez no debí y ahora pensándolo con más detenimiento, quizá esta sea una manera de compensar mis actitudes.
…
Una vez en ese parque de diversiones estuve sentado en una banca esperando a que mis sobrinos terminaran su divertido recorrido por el parque, los vi subirse a juegos que no estoy del todo seguro si mi hermana le permitiría subir, pero que más daba.
—Tío Isaac, vamos a subir a aquel juego —señaló una montaña rusa Lucius.
Respiré profundamente, no, mi corazón no estaba preparado para subir a esa cosa monstruosa. Sonreí con el rostro tieso y negué suavemente, no podría haber fuerza sobre la tierra que me hiciera subir a uno de esos, apreciaba demasiado mi vida para ello.
—Oh, es que no lo saben —se cruzó de brazos Dahlia— Le teme horrores a las alturas, si se subiera a algo como eso mojaría sus pantalones.
—No digas tonterías —me apresuro a decir con una risa robótica— No le temo a las alturas, no sé de donde saca esas tonterías.
—Quizá de la vez que un ascensor en un viaje de negocios, aquel que era de cristal, se paralizó y usted empezó a temblar diciendo que nos íbamos a morir y lloraba pidiendo que lo sacaran porque era demasiado joven —bajó la mirada aguantando la risa.
Maldije, no sabía que podía tener tan buena memoria, una memoria jodidamente selectiva, sin duda.
—De acuerdo, subiré, lo haré y te demostraré que estás muy equivocada —dije tratando de levantarme, pero mis piernas temblorosas se negaban a moverse.
—Subirá conmigo —se apresuró a decir Abbie.
—De acuerdo nosotros vamos a esperar al siguiente turno, no puedo esperar a verlo desde aquí, seguramente que va a gritar como niña —aseguró Lucius y Dahlia asintió como si estuviera en lo cierto.
Me subí en aquel asiento que parecía bastante seguro, se bajaron una especie de seguros, igual los intenté mover un poco para saber si realmente era algo que pudiera protegernos, de todos modos no sabía como le permitían a ella subir a este juego, bueno no es que sea una niña tan pequeña, pero estaba seguro de que no tenía la edad suficiente para estos juegos.
Cuando aquello empezó a moverse, primero de forma lenta, sentí un cosquilleo apoderarse de mi interior, no era una buena señal, miré a Abbie, que a diferencia de mí tenía una ancha sonrisa, no sé como era que no podía sentir miedo de caer de las alturas a las que íbamos a estar.
Inhalé profundamente y no pude evitar que los gritos salieran de mi boca, gritos, insultos, un millón de palabras que ni siquiera recuerdo a estas alturas. Me bajé agarrándome de la barandilla de seguridad, las piernas no me permitían permanecer de pie, tenía el estómago revuelto y escuché las risas a mi alrededor.
—Es un adulto y actúa como un niño —escuché a alguien murmurar.
Entonces levanté la mirada para encontrarme con la de Dahlia, apoyó una mano en mi hombro, como si la situación se le estuviera haciendo no vergonzosa, sino de lo más divertido.
—Le dije que esto iba a suceder, debió de irse a la oficina, las cuatro paredes son un sitio seguro para un señor —comentó con ese aire de superioridad.
No respondí y no porque no quisiera hacerlo, sino porque era probable que fuera nuevamente humillado al ver que ni siquiera podía pronunciar dos palabras sin que mi cuerpo completo temblara.
Al parecer aquello fue suficiente tortura para mis sobrinos, ya que luego nos marchamos, fuimos al fin a la oficina, pude beberme una taza de café tranquilo mientras escuchaba a Dahlia leerme mi agenda para el día.
—Por último, esta noche tiene una cena, es importante, con un inversor interesado en la nueva línea —comentó mientras que anotaba algo en su tableta.
—Entonces tendré que conseguir a alguien que se quede con los niños a la noche, como sabes debes acompañarme a esa reunión —le recordé.
Así que no me quedó más opción que llamar a mi hermana, supongo que además de dejarme a cargo de mis sobrinos por un mes completo, debe de tener a alguien de confianza que se haga cargo de los niños cuando ella tiene algún plan fuera de la rutina.
—¿Qué sucede Isaac? Debes de empezar a llamarme en otros horarios —dijo bostezando.
—¿Tienes a alguna niñera responsable para ocasiones especiales? —me atreví a preguntar a lo que ella se quedó pensando un momento— No es momento para que empieces con tus palabras de que me debo hacer cargo yo, sinceramente es importante, tengo una reunión con un interesado a invertir en la nueva línea, no puedo cancelarlo y debo llevar a mi asistente para que me vaya asesorando, así que puedes hacerme el favor.
—Claro, lo entiendo, te voy a enviar el número de la niñera que los cuida desde que son pequeños, pero te advierto, no abuses de la amabilidad de la chica —entornó sus ojos— Tampoco la seduzcas, te conozco, tienes muy mala fama.
—Solamente salgo con chicas que no volveré a ver en mi vida, así que deja de hacer tanto drama y mándame el número —le pedí.
Al finalizar la llamada me hizo esperar varios minutos para enviarme el número, por poco pensé que se había quedado dormida y que no me iba a enviar nada, pero lo hizo.
…
Tuve un día bastante agotador, no me apetecía para nada esa cena, ni siquiera me apetecía salir del apartamento a pesar de que estuvieran los pequeños delincuentes allí, pero ya había concretado la reunión y había acordado con la niñera para que viniera, definitivamente no sería padre nunca, es algo demasiado difícil.
Me di un baño y me arreglé lo mejor que pude, rezaba para que mi asistente en esta ocasión se arreglara un poco mejor de lo usual, bueno, normalmente no le daba tiempo de hacerlo, dado que siempre íbamos sobre la hora, ni siquiera yo llegaba a cambiarme de traje.
Cuando llegué a la sala me detuve en seco, parecía que la vida me había escuchado, pero por alguna extraña razón había hecho mucho más de lo que esperaba. La observé sentada con los niños armando un rompecabezas, llevaba un vestido en un color crema, pero ajustado al cuerpo, enseñando un escote moderado, pero se realzaba bastante su pecho, ya no llevaba gafas y su cabello estaba suelto, una mujer completamente diferente.
Me quedé parado mirándola como un idiota, pero entonces el timbre sonó y ella por primera vez notó mi presencia. Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza, al parecer no era solamente yo el sorprendido, aun así traté de concentrarme en lo que era importante, abrir la puerta antes de que la que, probablemente era la niñera, se marchara.
Cuando abrí la puerta me encontré con una chica de hermosos ojos azueles, un largo cabello rubio y unas mejillas teñidas de rosa, se veía inocente, no lo sé bastante joven para mi gusto, pero no voy a negar qué atractiva.
—Buenas noches, usted debe ser el señor Isaac, su hermana Jules me llamó luego de que usted lo hiciera —bajó la mirada mientras hablaba con nerviosismo.
—Pasa por favor Ruth, ¿cierto? —pregunté a lo que ella asintió con rapidez.
—Un gusto señor —respondió.
En cuanto puso sus pies dentro, los niños corrieron y la abrazaron con fuerza, esta vez su sonrisa era ancha, al parecer no se veían hace bastante tiempo, no quería interrumpir así que le hice una señal con el mentón a Dahlia para que moviera de una vez su trasero.
—Volveremos en un par de horas, si es muy tarde cuando regresemos puedes quedarte en la habitación con los niños, hay espacio suficiente, hay comida hecha en la cocina y espero te sientas cómoda —dije con pisa antes de abrir a la puerta.
La chica apenas alcanzó a agradecer antes de que saliéramos de allí.
—¿Por qué tanta prisa por marcharnos? —preguntó de la nada Dahlia mientras bajábamos en el ascensor.
—Solamente deseaba salir de allí antes de que la pereza me dijera que mandara al inversionista a pasear a marte —respondí sonriendo un poco.
Ella aun así no respondió nada, solamente se quedó en silencio. Cuando llegamos al restaurante me di cuenta de que era mi favorito, así que la miré de reojo y ella sonrió levemente.
—¿Por qué estamos en mi restaurante favorito? —le pregunté a lo que ella se encogió de hombros.
—Elegí este porque sé que es el que más te gusta, quería que luego de un día agotador estuvieras al menos en un sitio que fuera de tu agrado para que no te sintieras tan agobiado —se limitó a decirme.
En cuanto avanzamos Dahlia fue la que me guio hasta mi mesa, me encontré con que el inversionista no había llegado aún, había dos cosas que me molestaban, que me hicieran esperar demasiado tiempo y que luego cancelaran a último segundo.
Esperaba que solamente fuera un contratiempo o el inversionista podría olvidarse de que podría formar parte del negocio.
—Llámale Dahlia, quiero saber cuanto se va a tardar, me está poniendo los pelos de punta, detesto esperar —gruñí.
—Enseguida señor.
La observé mientras que estaba marcando, esperando a una respuesta y cuando lo hizo me causó más rabia la amabilidad en la cual le habló.
—Buenas noches… sí exacto señor, es por eso que le llamo, es que estamos en el restaurante acordado esperando por usted, pero como lleva un poco de retraso quise llamar para recordarle por las dudas de que pudiera haberlo olvidado —musitó y luego asintió clavando su mirada sobre la mía.
Cortó a la llamada y soltó un suspiro, un enorme y cansado suspiro que solamente podría significar una cosa, no vendría, había hecho preparar todo esto, pero no daría la cara.
—Ofrece una disculpa, dice que le ocurrió un inconveniente familiar de último momento y que no podrá asistir a la reunión, así que señor, lo siento, pero no vendrá —baja la mirada.
Levanto la mano hacia el camarero, en señal de que venga a atendernos, ya nos habíamos librado por un rato de la responsabilidad de mis sobrinos, teníamos una mesa en mi restaurante favorito y no podríamos desaprovechar la oportunidad.
—Bueno, ya terminó nuestro tiempo de trabajo, ¿le parece si cenamos algo juntos? —pregunté a lo que vi un brillo especial en su mirada.
—Bueno, no puedo negarme a tal propuesta —sonrió.
Abrí los ojos y tenía su rostro frente al mío, ¿¡qué era lo que había hecho!?Me detuve a hacer memoria, quería recordarlo, pero el fuerte dolor de cabeza me estaba enloqueciendo. Me intenté poner de pie sin hacer nada de ruido, pero de repente un fuerte brazo me atrapó y cerré mis ojos con fuerza. ¿¡Por qué estaba en la misma cama que mi jefe!? ¿¡Cómo me libraré de mi odioso jefe después de esto!?Estaba sumergida en aquellos pensamientos cuando un movimiento brusco me empujó al suelo y empecé a escuchar murmurar una voz.—Maldición, maldición, maldición —repetía en un murmullo entre gruñidos.Ahora no sabía si debería de seguir fingiendo estar dormida como una piedra, continuar tirada en el suelo hasta que él fuera el primero en salir de la habitación y fingir que me dio un ataque de demencia. Quizá debería de levantarme y salir huyendo como si hubiera ocurrido la peor de las tragedias, aunque eso me dejara ante él como la peor de las inmaduras, o si no, quedaba la última opción, le
Estaba más que cansado de la situación de tener que vivir con las bromas de por medio de mis sobrinos, quizá lo que Dahlia decía tenía un poco de sentido, por no decir que bastante. No estoy acostumbrado a lidiar con niños, tampoco sé como razonan, solamente pienso en que quiero las acciones que su madre me dará y no me he detenido ni un momento en pensar como se sienten al tener que quedarse en el apartamento de un extraño que solamente se queja de tener que quedarse con ellos.Así que acepté ir a comprar esos juguetes, incluso aunque eso sea un gasto que me parece poco necesario, si eso hará que me dejen un poco más tranquilo, si me trae un poco de paz, entonces sin dudarlo lo haré.En el trayecto hasta el Shopping me obligaron a ir escuchando unas canciones que, en lo personal, me hace dudar sobre lo que la juventud suele escuchar, pero no quise emitir palabra de queja, todo por recordar lo que Dahlia había hecho. Si el quejarme menos mejoraba la relación, pues pondría un poco de m
Algo dentro de mí estaba se había vuelto a romper, no me esperaba encontrar a mi exesposo en aquel centro comercial, mucho menos volver a ver a mi hijo. Me duele no poder darle un abrazo como tanto me gustaría, ninguna madre debería de pasar por algo como esto, a ninguna madre que realmente ama a su hijo deberían de arrebatárselo de los brazos como a mí me lo hicieron.Pasé por la humillación de volver a desmoronarme, no quería ni que los niños, ni que mi propio jefe me vieran pasar por ese dolor tan grande, pero no logré ocultarlo, no pude soportarlo hasta estar en una habitación a solas para romperme.Al llegar al apartamento me disculpé con los tres y me retiré a mi habitación, sabía que no podía volver a dejarme caer en la depresión, porque desde ese sitio solamente iba a empeorarlo todo, porque no podría volver a ver a mi hijo como tanto deseaba si me caía de rodillas y no estaba dispuesta a levantarme.Lowen es una persona despreciable, decirme en mi propia cara que no me preocu
Estaba bastante feliz de haber podido arrancarle una sonrisa a Dahlia, nunca había pasado por una situación similar y verla tan deprimida me causó un poco de temor, así que había llamado a mi abogado para hablar con respecto de pedir de nuevo la custodia del niño, claro que para eso él tendría que evaluar el caso, así nos diría la probabilidad que había de conseguirlo. Sin embargo, cuando llegamos al restaurante y ordenamos, el mundo se me vino abajo, no pensaba que en un solo día podrían ocurrir tantas tragedias. Esa sonrisa canalla, la manera en que tomaba su mano, como se pavoneaba al lado de esa mujer, una mujer que se le notaba que solamente le interesaba conseguir un par de billetes, conocía muy bien el tipo de mujer que era. No podía permitir que esto pasara por desapercibido, pero tampoco podía exponer a los niños a pasar por una situación como esa, así que le pedí a Dahlia que los llevara a comer a otro sitio y luego a la casa. Bastó con ver que Dahlia se los llevaba para p
No tenía planeado llevar a mi jefe a mi apartamento, no quería que estuviera allí porque al final estoy segura de que algunas personas del edificio le pasan información de mi vida personal a Lowen y me da verdaderamente miedo pensar que puede que no recupere a mi hijo. También es cierto de qué habitaciones en uso solamente hay una, la mía, porque además de esa hay un estudio en el que dedico horas de trabajo, una vacía llena de cajas, que la pensé hacer de visitas por si en un futuro mi hijo quería invitar a sus amigos, pero nunca lo llevé a cabo por no querer invertir en algo que veía demasiado lejano, así que solamente quedaba una opción. Tendría que dormir en la habitación de Itan, porque dejar dormir a mi jefe en la habitación que hice con tanto amor para mi hijo, no es que fuera una de las mejores opciones, ni siquiera lo consideraba. En cuanto mi jefe se quedó dentro de la habitación que yo misma había cerrado sin darle opción de que me dijera nada más, no quería que me viera
Ni siquiera tengo una explicación de lo que me había sucedido en la noche anterior, era como si un espíritu me hubiera poseído y cuando entré en sí estaba teniendo sexo con mi asistente personal, pero lo peor era saber que me estaba encantando.Habíamos pasado una noche inolvidable, hoy había despertado y lo primero que había visto era su rostro, debo de admitir que eso tampoco me había disgustado, era una sensación completamente nueva, extraña.Abrió los ojos y en cuanto lo hizo una leve sonrisa se asomó de sus labios, hacía rato que me había despertado, pero no me había querido mover para no despertarla.—¿Llevas mucho tiempo despierto? —me preguntó bostezando.—No —mentí sonriendo— Pero sinceramente la noche intensa me dio mucha hambre.—Entonces iré a preparar el desayuno —dijo escabulléndose de mis brazos.La vi levantarse de la cama con una playera que había tomado en la noche de su armario, era dos veces su tamaño, pero se le veía jodidamente sexy. Se colocó sus gafas que desca
Me encontré con que no sabía que hacer, normalmente Isaac es un poco más estricto, es decir, no me permite ir a ningún sitio, solamente estar todo el día detrás de él. Me hubiera gustado quedarme a su lado, escuchar lo que tenían que discutir, pero realmente tampoco quería ser entrometida, le quería dar el espacio para que hablaran de eso tan privado.Es cierto que en este tiempo había sido tan inexistente para él, prácticamente como una herramienta, que ni siquiera notaba que yo iba detrás de él, no le importaba ni siquiera que yo lo supiera todo de su vida y desde ese día en que fui a su casa eso cambió por completo.Lo vi aparecer de la nada, mientras que yo estaba sentada con el vaso de café jugando con la cuchara, levanté la mirada hasta su rostro que se veía inexpresivo y me pregunté que tan malo debía haber sido para que estuviera de ese modo.—¿Te encuentras bien? —me atreví a preguntar.—Sí, pero creo que tú estás molesta con el hecho de que no te permitiera venir conmigo —me
Sentí el sol darme en el rostro, me desperté de forma repentina y una almohada me golpeó el rostro, miré a Dahlia, que aún estaba en pijama, pero no dejaba de sonreír.—Buenos días, bella durmiente —dijo de forma repentina y volteé a mirar el reloj en la mesa de noches.¿Seis de la mañana de un sábado? ¿Acaso esa mujer estaba rozando la locura? Podría jurar que sí, porque solamente una mujer muy loca se levantaría a esas horas un fin de semana en el cual puede descansar.—¿Qué haces despierta a estas horas Dahlia? —pregunté en un tono de voz adormilado— El sol apenas está dando, apenas él se despertó y tú ya estás levantada.—Agradece que te desperté después de mi sesión de meditación, levántate —me ordenó en un tono autoritario.—Quizá en un par de horas, quiero dormir un poco más —me quejé cubriendo mi rostro con la almohada.Un silencio hermoso se formó, agradecía que fuera de ese modo, volvería a quedarme dormido y luego le preguntaría a Dahlia qué clase de locura le había pasado