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Capítulo 4 "Términos y condiciones"

Estuve a punto de cumplir mi sueño de obtener la renuncia, pero hubo algo que me hizo cambiar de parecer, había deseado por demasiado tiempo ver a mi jefe perder la cordura y luego de todo lo que tuve que sufrir en sus manos, la vida me estaba dando una gran oportunidad.

Es cierto que tendré que vivir un mes con una de las personas más detestables de mi vida, pero nunca pensé decir que estaré encantada de hacerlo, esos dos niños son ángeles que llegaron a mi vida para cumplir mi mayor deseo, ver a mi jefe sufrir.

Todo lo que había esperado por años que sucediera comenzaría a pasar ahora, con este contrato que no podrá negarse a firmar y que tendrá que cumplir al pie de la letra, veremos que ocurre primero, si se rinde o pierde la cordura.

Con la maleta lista y los documentos redactados volví a aquel apartamento, pensé que podría vivir un par de horas sin mi presencia, pero en cuanto toqué al timbre me encontré con una persona completamente diferente a lo usual que acostumbraba a ver.

¿Qué diablos le había sucedido? ¿Eso en su rostro era harina? No había bastado con los huevos de la mañana, al parecer.

—Adelante —dijo en un tono derrotado apartándose.

Entré arrastrando mi maleta, que por supuesto no era nada pequeña, por lo que en vez de ayudarme se quedó ahí parado mirando la situación.

—¿Te traes todo tu apartamento en esa maleta? —preguntó en un tono desbordado de burla.

Sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda, la rabia volvía a apoderarse de mí, ni siquiera entendía que era lo que estaba haciendo, debería de dejarle solo, para que entendiera que no puede ser tan cretino en la vida, pero ya estaba allí.

Le había aguantado por tantos años, que un simple mes no sería nada. Suspiré al dejar la maleta a un lado del sofá, le entregué la carpeta que estaba un poco arrugada y él levantó la mirada.

—¿Qué es esto? —preguntó con el ceño arrugado— ¿Términos y condiciones para ayudar a mi jefe a ser niñera?

—Sí, como acaba de leer, son mis condiciones para ayudarle, si no lo firma y acepta cada una de ellas, tendrá que buscar a alguien más que le ayude —me crucé de brazos.

—Punto número uno —empezó a leer mientras se paseaba por la sala— Duplicará mi salario, por supuesto, este es uno de los puntos más tontos, se lo dije anoche, le daré todo el dinero que desee.

—En un momento de desesperación usted puede decir lo que le venga en gana, señor, pero quiero que quede por escrito que mi salario no será el mismo —me encojo de hombros.

—Segundo punto, los fines de semana no podrá negarse a ninguna petición que le haga —parpadeó incrédulo— Esto es un punto un poco extraño, espero que no pretenda venderme en una plaza.

—Es su asunto si acepta, como le dije, si hay aunque sea uno de los puntos que no acepta, entonces tomaré la enorme maleta que lleva mi apartamento dentro y me voy a marchar, no estoy jugando, señor —sentencié con molestia.

—Punto número tres, al terminar el mes y con él terminar con la ayuda requerida, debe colocarme un mes a prueba en el área de finanzas —se frotó la frente al leer aquellas palabras— Señorita Dahlia, no es que no crea en sus capacidades, pero esa área está con cupos llenos.

—Hay muchos empleados que no cumplen con sus labores, señor, lo sé de primera mano, pero usted continúa teniendo a esos empleados en un área que no hacen nada productivo para la empresa y yo me creo muy capaz de crear un cambio en la empresa, así que pido un mes de prueba para demostrar mis capacidades y si lo logro me dará un puesto fijo —digo con firmeza a lo que él asiente.

—Por último, pero como punto más importante, si consigue cumplir con el cuidado correcto de sus sobrinos, se comprometerá a pagar un abogado para que se ocupe de un problema de custodia —murmuró a lo que levantó la mirada de prisa— ¿Qué es lo que significa esto?

—Estuve casada por un par de años, me casé con un hombre que no fue muy bueno conmigo y tuvimos un hijo, así que cuando no aguanté más sus maltratos y pedí el divorcio, exigió la custodia total de mi hijo —relamí mis labios en vano, tenía toda la boca seca— Me gustaría recuperar a mi hijo.

—¿Por qué le dieron la custodia completa? —se atrevió a preguntar.

—En esos momentos yo estaba pasando por una crisis muy grande, no tenía un empleo por qué él no me permitía tener uno, me sentía como mujer mal y no tenía manera alguna de mantener a mi hijo —mi corazón se estruja al recordar la situación.

—Lamento mucho haber preguntado, no debí preguntar, es una situación delicada, pero le ayudaré, aunque esto no salga bien, tendrá el abogado para recuperar la custodia de su hijo —me aseguró.

Lo observé caminar por toda la sala, abrió unas puertas corredizas que pude observar que daban a un despacho, lo vi apoyar el documento sobre el escritorio y lo vi firmar, luego con una sonrisa en aquella cara llena de Harina me lo entregó.

Solté un enorme suspiro, pensaba que tendría que pelear un poco más para conseguir aquella firma, se le notaba la desesperación. Estaba a punto de darle las gracias cuando escuché un grito de guerra y de repente algo voló por los aires y se estampó en el cuerpo de mi jefe.

Tuve que aguantar mis ganas de reírme cuando me di cuenta de que eso olía horrible, quizá era una mezcla de alimentos que se habían echado a perder, ni siquiera yo podía saberlo con exactitud.

—Comience a cumplir con sus tareas —me pidió con un gesto de molestia profunda.

Lo vi marcharse en dirección a su habitación y me dejé caer sobre el sofá para empezar a reírme, entonces vi como dos pequeñas cabezas se asomaban.

—Ahí está esa mujer de nuevo —susurró la pequeña.

—Esa mujer me da un poco de mal rollo, seguramente es una vieja bruja de esas que se dedican a hacer pócimas en las noches —murmuró el niño.

—Eh bruja —me gritó la niña parándose ante mí con sus brazos cruzados— No sé qué es lo que mi tío Isaac quiere que hagas con nosotros, pero no le creas nada, él es el malvado.

—Oh, con que me llamas bruja —hice un gesto pensativo.

—Cállate Abbie, le vas a hacer molestar y nos va a convertir en sacos y nos enviará al medio del campo —susurró el chico dándole un pequeño codazo.

—Esta noche tal vez les convierta en tazones nuevos, ¿les parece bien? —me atreví a preguntar.

Ambos negaron con el miedo reflejado en el rostro, soltaron un enorme suspiro y se arrodillaron en el suelo.

—Señora bruja, por favor no nos haga daño —pidieron a unísono.

—Entonces, podrían comportarse un poco mejor y podemos hacer un trato —sonreí de lado— ¿Qué les parece ir al parque de diversiones un rato a cambio de que se comporten por el resto del día con el tío Isaac?

—¿Podemos subir a todos los juegos que queramos? —preguntó Abbie con una ancha sonrisa.

—Claro —respondí.

—Claro que no —escuché una voz decir.

Los tres giramos el rostro en dirección al pasillo del cual venía la voz, Isaac venía con una toalla secando su cabello, tenía el torso al desnudo. De repente un calor intenso empezó a recorrer mi cuerpo, nunca debajo de aquel traje, un tanto aguado me había dado cuenta de lo que se escondía debajo, ese cuerpo contorneado.

—Podrías cubrirte, le vas a causar una conmoción a la señora bruja, ¿no ves sus mejillas rojas? —pregunta la pequeña con ambas cejas alzadas.

—Además de gruñón, es un indecente —agrega el niño en la misma postura.

Cruzamos miradas un instante y aparté de prisa mi mirada, relamí nuevamente mis labios secos, esta vez por la situación, me acaricié las mejillas que me ardían.

—Vístase, señor, nos iremos al parque de diversiones —le dije a modo de orden.

—Tenemos cosas que hacer en la oficina, ellos se quedarán en el área especial de cuidados de niños que hay —comentó encogiéndose de hombros.

Entonces levanté el documento, el mismo que hacía cuestión de nada, él había firmado, no podría librarse de esto, a partir de ahora las cosas se harían a mi modo.

—El cuidado de los niños está a mi cargo ahora, así que si desea nos puede dejar en el parque de pasada y marcharse a la empresa, aunque no sé qué hará sin mí allí, porque usted no tiene idea de como manejar su propia empresa sin una agenda organizada —le recordé en un tono de media burla.

—Bruja, un punto, tío Isaac, cero, me agrada —murmuró el niño.

—En ese caso, que no sea demasiado tiempo —gruñó antes de marcharse en dirección a su habitación nuevamente.

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