Capítulo 3
Los hombres en los documentos eran todos feos, con una edad promedio de cuarenta años, y la mayoría ni siquiera tenía un trabajo decente.

Raúl, muy molesto, miró a Clara con disgusto y exclamó:

—¡Incluso hay algunos de mi edad! ¡Clara, ¿cómo puedes presentarle a Valeria a hombres tan viejos?!

El rostro de la mujer se tensó. Ella había mandado a alguien a manipular las fotos y los datos de esos hombres. ¡No esperaba que Valeria, esa mocosa que solía ser tan callada, fuera capaz de descubrir la verdad!

—Raúl, yo tampoco entiendo qué ha pasado —dijo Clara, adoptando una expresión de victimismo—. Los hombres que elegí para Valeria son los mejores de entre muchos. ¡Debe ser que la agencia matrimonial nos engañó!

Valeria no pudo evitar reírse.

—Clara, ¿ni siquiera verificaste la veracidad de la información y aun así dices que son hombres de calidad? ¿Acaso te tomas tan a la ligera mi futuro porque no su tu hija biológica? Papá, si realmente me caso con esos viejos, tú también quedarías en ridículo, ¿no crees?

—No es así... —intentó explicarse Clara.

Raúl no quiso escuchar más y, decepcionado, arrojó los documentos a la cara de Clara.

—¡Basta! De ahora en adelante, no te ocuparás del matrimonio de Valeria. Este mes tu tarjeta bancaria será suspendida. ¡Deja de gastar el dinero y reflexiona en casa!

Clara se puso pálida.

—Raúl, de verdad me estás malinterpretando todo.

Sin embargo, Raúl no le prestó más atención y, sintiéndose un poco culpable, miró a su hija menor.

—Valeria, siento mucho haberte hecho conocer a tantos viejos. Ya no necesitas seguir con las citas.

Valeria sonrió.

—Gracias, papá.

Después de que Raúl subiera las escaleras, Clara mostró una expresión feroz ante Valeria, y le lanzó una mirada asesina.

Notando notó la mirada de odio de Clara, Valeria la miró y dijo con calma:

—Por cierto, Clara, se me olvidó decirte que pensé que los hombres que elegiste eran tan buenos que merecían ser tus yernos, así que les di el número privado de Natalia. ¡Espero que Natalia encuentre al amor de su vida!

—¿Qué? ¡Tú... tú… ¿cómo te atreves?! —preguntó Clara, apretando los dientes de rabia.

Natalia Quiroz, su hija, era una famosa estrella, por lo que esos hombres despreciables, ¡no tenían ningún derecho a llamarla!

Valeria, sin molestarse en seguir hablando con Clara, bostezó y subió las escaleras para dormir.

Con la mirada fija en la espalda de Valeria, Clara murmuró una maldición y pensó en ir a la habitación para convencer a Raúl de que no le suspendiera la tarjeta bancaria. Sin embargo, ¡el timbre de la puerta la detuvo!

Sorprendida, frunció el ceño, pensando en quién podría ser a esa hora.

Rápidamente, abrió la puerta y vio a un hombre traje, acompañado por varios hombres vestidos de negro con varios paquetes en sus manos.

Clara, asustada, preguntó con cautela:

—¿A quién buscan?

—Señora, venimos por orden de mi señor a entregar los regalos de boda para su hija —respondió Valentín.

—¿Regalos de boda? ¿Qué regalos de boda? ¿Quién es tu señor?

—Mi señor se llama Xavier Palacios.

Al oír el nombre, Clara se quedó boquiabierta.

—¿Xavier? ¿El señor de la primera familia, la familia Palacios?

—Exactamente —asintió Valentín.

—¿Quieres decir que Xavier está interesado en mi hija? —preguntó Clara, confundida.

Valentín, con una expresión indescifrable, dudó un segundo antes de responder:

—Si lo quiere entender así, está bien.

Clara estaba convencida de lo razonable era que algún joven rico se interesara por su hija Natalia, quien era una estrella famosa, hermosa y talentosa.

Sin embargo, esta vez, el pretendiente era demasiado influyente y directamente había enviado a sus hombres a entregar los regalos de boda; ¡era demasiado repentino!

Al ver que Clara no respondía, Valentín preguntó:

—¿La señora no está de acuerdo con este matrimonio?

Clara, recobrando la compostura, negó con la cabeza rápidamente:

—No, no, no. Es solo que mi hija no está en casa ahora mismo. Para algo tan importante, sería mejor esperar a que ella vuelva...

—Señora, su hija ya aceptó el anillo de compromiso de mi señor —la interrumpió Valentín—. Ahora solo tiene que aceptar los regalos de boda.

«¿Qué?», pensó.

¿Natalia ya había aceptado el anillo de compromiso de Xavier? ¿Entonces ya habían estado saliendo desde antes?

«¡Esa niña consiguió un novio tan bueno como Xavier y ni siquiera lo ha mencionado en casa!»

Clara no se atrevió a tratar con indiferencia a los ilustres invitados y rápidamente invitó a Valentín a entrar. Sin embargo, él no lo hizo, sino que les indicó a sus hombres que entraran los regalos de compromiso.

—En tres días, mi señor vendrá personalmente a buscar a la señorita para casarse con ella.

—¿En tres días? ¿No es eso un poco apresurado? —preguntó Clara, nuevamente sorprendida.

—No se preocupe, señora —respondió Valentín—. Mi señor ya ha ordenado que todo para la boda se prepare con todo los lujos. Su hija será tratada de la mejor manera.

«¿Con todos los lujos?», pensó Clara. «¡Xavier realmente estaba loco por Natalia!»

Cuando Natalia se casara con la familia Palacios, ella sería la suegra del heredero principal de la familia Palacios, y estaría rodeada de riqueza y de honor. ¡Todos la tratarían con respeto y deferencia!

Pensando en esto, Clara estaba encantada.

—¡Muy bien! En tres días, nosotros también estaremos listos para la boda.

Valentín asintió y se despidió:

—No les quito más tiempo. Hasta luego.

Raúl, que había escuchado el ruido, salió de la habitación y se acercó a Clara, preguntando:

—¿Quién vino? ¿Y qué es todo esto?

Clara, emocionada, acariciaba los valiosos regalos, con el corazón palpitante.

—¡Raúl! ¡Es una gran noticia! El heredero principal de la familia Palacios, Xavier, se ha enamorado de nuestra Natalia. ¡Estos son los regalos de compromiso que la familia Palacios envió para ella, son cosas maravillosas!

Raúl se quedó boquiabierto por un segundo, antes de poder reaccionar y preguntar:

—¿Qué? ¿Xavier? ¿Dices que el recién nombrado presidente del grupo Palacios, Xavier?

—¡Sí, él mismo! —respondió Clara, asintiendo frenéticamente.

Raúl se llevó una mano al pecho, temiendo un infarto por la emoción.

—¡Dios mío! ¡Quién hubiera pensado que nuestra Natalia conseguiría la atención de Xavier!

—Natalia es mi hija, ¡por supuesto que destaca por sobre las demás! —repuso Clara, sin poder ocultar su orgullo.

—¡Clara, me has dado una hija maravillosa!

—¿Ahora me elogias? ¡Hace un rato, querías cancelar mi tarjeta bancaria!

—Bueno, estaba enojado contigo. Valeria no es tu hija biológica, pero no puedes emparejarla con hombres tan viejos.

—¡No fue a propósito! Valeria creció en el campo, es salvaje y de mal carácter. Solo quería encontrarle a un hombre mayor que pudiera soportarla y cuidarla. ¡¿Quién iba a pensar que la agencia matrimonial mentiría?!

—¡Lo siento, Clara, me equivoqué! ¡Te malinterpreté!

Con unas pocas palabras, Clara había logrado calmar a Raúl, y se sentía triunfante.

¿Esa perra de Valeria también quiere enfrentarse a ella? ¡No tenía derecho!

Sin embargo, su Natalia estaba a punto de casarse con la familia Palacios. Sus buenos días estaban por venir. ¡Nadie tendría tiempo para preocuparse por la desgraciada de Valeria!

A la mañana siguiente, Clara llamó a su hija estrella, Natalia, y le pidió que regresara a casa urgentemente.

—Mamá, ¿por qué me llamaste con tanta prisa? —se quejó Natalia al entrar en casa—. ¡Tengo una sesión de fotos esta tarde!

—¡Es por tu boda con el heredero principal de la familia Palacios!

—¿Boda? ¿Qué boda? ¡No conozco al heredero principal de la familia Palacios!

Viendo la expresión completamente perpleja de su hija, Clara sintió que se le helaba el corazón y rápidamente le contó todo sobre la visita y los regalos de compromiso que habían recibido la noche anterior.

—Natalia, ¿cómo que no conoces al heredero principal de la familia Palacios? ¿No aceptaste ya el anillo de compromiso que te dio?
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