Miriam observó cómo la lujosa limusina se alejaba lentamente, sintiendo una explosión de celos. Rápidamente, regresó a la oficina y comenzó a difundir rumores sobre Valeria entre los compañeros de trabajo:—¿Saben algo? No es de extrañar que Valeria se fuera tan tranquila. ¡Resulta que tiene a alguien que la mantiene y no necesita para nada este trabajo!¿Alguien que la mantenía?La curiosidad de los compañeros de trabajo se disparó, y todos se acercaron para escuchar más detalles.—Hace un momento, fui a devolverle sus cosas y vi que subió a una lujosa limusina —continuó Miriam, exagerando—. ¡Había un viejo gordo en el coche y Valeria se sentó directamente en su regazo, una escena asquerosa!—¿Un viejo? ¿Qué tan viejo?—Aproximadamente de unos sesenta años —respondió Miriam.—¡Sesenta años! ¡Podría ser su abuelo! Nunca pensé que Valeria se rebajaría tanto.—¡Qué sorpresa! ¡Nunca imaginé que Valeria fuera así!Julia no pudo soportarlo más y se levantó para defender a su amiga:
Sentado en el asiento del copiloto, Valentín mostraba una expresión compleja, mientras le indicaba al conductor que detuviera el coche al lado de la carretera, y se bajó junto con; antes de alejarse discretamente, evitando mirar a Valeria mientras se cambiaba de ropa.Valeria, con una expresión seria, tomó con ambas manos la orilla de su gran camiseta blanca y comenzó a levantarla con lentitud.Xavier, quien se había quedado con ella y apoyaba perezosamente su frente en una mano, la miraba con frialdad. Sus ojos, llenos de indiferencia, contenían un toque de diversión.Dynamic Innovation.Leandro, el gerente general, había sido reprendido duramente por Simón debido a su mala gestión al permitir que un pariente ingresara a la empresa, tras lo cual le dio un ultimátum: si no encontraba una solución para recuperar las pérdidas del día y lograba asegurar la colaboración con la familia Palacios, tendría que marcharse, como la inútil de Miriam.Por esto, Leandro, desesperado, salió en s
Tras bajar la ventanilla, Valeria, quien ya se había puesto de nuevo la camiseta de Xavier, sintió un poco de frío, por lo que decidió ponerse también la chaqueta que él le había echado encima cuando Leandro abrió la puerta.—¿He oído que te has quedado sin trabajo? —La voz grave y madura de Xavier rompió el silencio mientras Valeria miraba aburrida el paisaje urbano por la ventana.—Sí, gracias a ti —repuso Valeria, esbozando una sonrisa sarcástica.Xavier, con una expresión indiferente, hojeaba la carpeta que tenía en sus manos. —Les di una oportunidad. Fueron ustedes los que cometieron errores imperdonables. Según mis estándares, ese plan no tenía valor de inversión.Valeria, sintiéndose un poco cansada, bostezó, antes de decir: —¡Oh! Ahora que ya no trabajo en Dynamic Innovation, no necesito que me explique los motivos.Xavier pasó una página más en su carpeta, con un tono despreocupado, mientras respondía: —Si buscas una pasantía en otra empresa, puedo ayudarte.—Chofe
Natalia, emocionada, agarró la chaqueta y preguntó: —Valeria, dime la verdad, ¿de dónde sacaste esta chaqueta? ¿Cómo pudiste conocer a un hombre que use algo tan caro?—¿Es muy cara? —inquirió Valeria, mirando la chaqueta con indiferencia—. Me la prestó un hombre amable. Ni siquiera lo conozco bien.Natalia, viendo que Valeria no parecía estar mintiendo y que realmente no entendía el valor de la prenda, la miró con desdén.—Ni de broma conoces a un hombre que use ropa tan exclusiva. Lava esa ropa y devuélvesela, sin hacerte ilusiones. Ningún hombre con buen gusto se fijaría en una campesina como tú.Valeria soltó una risa ligera. —Por cierto, hermana, aún no has respondido mi pregunta. ¿Dónde está tu esposo?El rostro de Natalia se oscureció al instante. Al ver que Valeria no parecía estar al tanto de los detalles, adoptó una actitud altanera. —Decidí en el último momento que no quería casarme, así que sigo soltera. No tengo esposo.—¿No quisiste casarte? —preguntó Valeria,
—Mi hermana es... —comenzó a decir Natalia.Sin embargo, Daniela, de repente, percibió el fuerte olor a perfume de Natalia y las náuseas se apoderaron de ella nuevamente. Una de las sirvientas, al ver la situación, empujó a Natalia hacia un lado, exclamando:—¡Apártate, apártate! ¡Nuestra señorita no tiene tiempo para ti ahora!—¿Está bien, señorita?Las sirvientas ayudaron a Daniela, que estaba exhausta después de vomitar, a entrar en la casa con mucho cuidado. Natalia, quien no había logrado obtener ninguna información y encima había sido empujada, se sintió muy molesta. Sin embargo, no se atrevía a provocar a las personas que vivían en ese lugar.El chófer de la familia Palacios bajó la ventana del coche y, amablemente, le aconsejó: —Será mejor que te vayas, este no es un lugar donde puedas andar averiguando cosas.—¿Eres el chófer de esta casa? —preguntó Natalia, girándose en su dirección—. Dime, ¿quién vive aquí?—No puedo decirte eso, pero he oído que la familia ha c
—Xavier, suéltala rápido —le rogó la señora Palacios, quien acababa de recuperarse, al ver que Valeria ya estaba un poco morada.Xavier aflojó la presión en su mano y apartó a Valeria antes de preguntar: —¿Cómo estás, abuela?—Estoy bien, simplemente me atraganté con un hueso de dátil hace un momento —dijo la anciana sin fuerzas, agitando su mano débilmente—. Esta niña me salvó con la maniobra de Heimlich. Acabo de escupir ese hueso que está en el suelo.Xavier, un poco sorprendido, miró la discreta ciruela pasa en el suelo antes de dirigir una mirada de preocupación hacia Valeria.Valeria, quien había sido arrojada sin contemplaciones al suelo, se levantó y se frotó el brazo dolorido antes de explicar a en dirección a la anciana: —Señora Palacios, ese pastel lo horneé esta mañana para mí. No saqué el hueso de dátil porque me gusta el sabor amargo que le da, pero no es adecuado para personas mayores. Lamento mucho haberle causado molestias. —Tras decir esto, hizo una reverencia
Valeria abrió los ojos de par en par, mirando con incredulidad al hombre que se encontraba sobre ella, una mano apoyada en la cama, junto a su cabeza; mientras que, con la otra, áspera y gruesa, le había tapado la boca. Un segundo después Xavier tiró de la manta para cubrir sus cuerpos, dejando solo las cabezas afuera.Estaban frente a frente, sus cuerpos acercándose al punto en el que parecía que estaban haciendo el amor. Valeria se sintió un poco incómoda ante esos movimientos sugerentes, e, incapaz de soportarlo más, apartó con fuerza la mano del hombre.—¿Qué está haciendo, señor Palacios? —preguntó Valeria, confundida.Xavier, quien se sostenía los brazos apoyados a ambos lados de la cabeza de Valeria, demasiado cerca de ella, se acercó a su oído y le susurró:—¿Acaso no dijiste que cumplirías con tus tareas durante estos tres meses con dedicación? Esto es algo en lo que también necesitas cooperar, ¡así que no te muevas!Valeria se quedó perpleja por un momento, antes de
Valeria se quedó inmóvil y frunció el ceño, mientras veía cómo Xavier bajaba del coche y entraba en el edificio de Subastas El Dorado. —Valeria, ¿por qué no entramos? —preguntó Víctor.—He visto a alguien que preferiría no estuviera aquí. ¡Volvamos más tarde!Víctor siguió la mirada de Valeria. —¡Ese parece ser el señor Xavier de la familia Palacios! ¿Lo conoces?—¡No mucho! —respondió Valeria, con una mueca de desagrado.La sala de subastas estaba dividida en dos pisos. En la primera planta estaban los asientos de los compradores comunes, mientras que en la segunda había palcos exclusivos para algunos compradores VIP que preferían mantenerse en el anonimato. Esos palcos otorgaban una gran privacidad y estaban identificados con números de puerta individuales.Xavier ocupaba en el palco número 1, mientras que Valeria se encontraba el número 7.Después de que se subastaran algunas antigüedades comunes, «La corona de oro», el plato fuerte de la subasta, fue llevada al escenario.