Capítulo 4
Natalia escuchó a su madre, aún confundida.

—¿Un anillo? ¿Cuándo recibí yo uno? ¡Oh, ya recuerdo! Mamá, ayer un fan sin firma me envió un anillo de diamantes por mensajería. Temí que la prensa hiciera un escándalo, así que lo guardé, pero no lo usé.

Clara se alegró al escuchar esto.

—¡Eso es! ¡Xavier seguramente ha estado enamorado de ti por mucho tiempo y te está persiguiendo en secreto como un fan! Mamá ya investigó y la persona que vino a entregar los regalos de compromiso era efectivamente el asistente personal de Xavier. Natalia, la familia Palacios es la familia más importante del país. Xavier es sincero y está loco por ti. Casarte con él es una gran posibilidad.

Natalia no pudo evitar sonrojarse, mientras sentía que su corazón latía más rápido. No conocía a Xavier, pero era cierto que había oído hablar del heredero de la familia Palacios; un genio del mundo empresarial.

¡No podía creer que incluso Xavier fuera su fan, y estuviera tan loco por ella como para ir a su casa con regalos de compromiso! ¡Simplemente, su encanto era increíble!

***

Por la tarde.

Valeria regresó de la calle, sosteniendo un marco de fotos elegante. Entró a la casa, se cambió el calzado y subió las escaleras, en el momento en el que Natalia bajaba.

Al ver a su media hermana, Natalia se interpuso deliberadamente en su camino.

—¿Qué llevas en las manos? ¿Has robado alguna joya de mis regalos de compromiso?

Valeria se detuvo y respondió fríamente:

—Es algo mío.

—Las palabras no bastan, déjame verlo.

Natalia siempre había despreciado a su hermana, quien había sido criada en el campo, y sentía que rebajaba el nivel de la familia Quiroz; por lo que nunca le mostraba respeto.

Rápidamente, extendió la mano y le arrebató el objeto que Valeria protegía.

—¿Qué tenemos aquí? ¡Oh, es una foto de tu amada madre, la amante!

Valeria se sintió furiosa y extendió la mano para recuperar el portarretrato. ¡Su madre no era una amante! Sin embargo, Natalia lo dejó caer deliberadamente al suelo.

—¡Vaya! ¡Lo siento, se me resbaló!

Al ver el marco de fotos bajo el pie de Natalia, los ojos de Valeria ardieron de furia.

Había encontrado esa vieja foto de su madre en un álbum de la familia Quiroz, y la había restaurado, ampliado y enmarcado para ponerla en su habitación.

Enojada, agarró a Natalia por la ropa y le dijo fríamente:

—¡Recógelo!

—¿Cómo te atreves a tocarme? —inquirió Natalia, sin sentirse intimidada—. Te lo advierto, pronto seré la señora Palacios. Si me haces algo, la familia Palacios te hará pagar caro.

Valeria se detuvo un momento, sin comprender, ¿la familia Palacios?

El hombre que la había obligado a comprometerse ayer era de la familia Palacios. ¡Solo escuchar el apellido le daba escalofríos!

—¿Te refieres a la más importante del país, la familia Palacios?

—¡Exacto! —respondió Natalia, con una expresión arrogante—. ¿Qué?, ¿tienes miedo? El heredero de la familia Palacios, Xavier, es mi fan y pretendiente más fiel, por lo que ¡ha decidido casarse conmigo! Esos regalos son de la familia Palacios, así que mejor no los toques, no podrías pagarlos si los rompes.

Valeria miró los regalos y pareció entender algo.

«¡Esto es una locura!», pensó. ¡Ese hombre incluso había enviado regalos de compromiso!

Pensando en esto, los ojos de Valeria brillaron mientras le decía a Natalia:

—¡Entonces felicidades! Pero, en una familia tan grande como la familia Palacios, ¿estás segura de que aceptarán a una estrella del espectáculo con tantos escándalos como su ama de casa?

—¡No te preocupes por eso! —respondió Natalia, con el orgullo herido—. Xavier me ama mucho y me protegerá.

—¿En serio? —preguntó Valeria con una sonrisa.

Sin decir nada más, recogió la foto de su madre, le quitó el polvo y subió las escaleras.

Ella estaba preocupada por cómo librarse del problema que había surgido tras encontrarse con ese hombre el día anterior, pero si Natalia estaba tan dispuesta a casarse en su lugar, ¡mucho mejor para ella!

Natalia soltó un bufido, pero empezó a preocuparse.

Valeria, esa chica de campo, tenía razón en cierta medida. La familia Palacios era la familia más poderosa, y ella solo era una actriz con una carrera recién comenzada. Si los ancianos de la familia Palacios descubrieran sus escándalos, su reputación estaría en peligro.

Pensando en eso, Natalia decidió retirarse del mundo del espectáculo de inmediato. Después de todo, comparado con ser la señora de la familia Palacios, las ganancias del mundo del entretenimiento no eran nada.

Justo cuando estaba por llamar a la empresa para rescindir su contrato, sonó su teléfono.

Últimamente, había recibido muchas llamadas molestas, y no tenía intención de contestar; pero, al ver que se trataba de su último patrocinador, decidió contestar para cortar todo lazo.

—Cariño, ¿dónde estás? ¡Te extraño! Ven al hotel esta noche y acompáñame.

—No me llames cariño, viejo asqueroso —respondió Natalia con total desprecio—. ¡Me das asco!

—¿Qué dijiste? ¿Cómo que te doy asco? ¡No olvides cómo suplicaste por mi ayuda para asegurarte el papel principal en los próximos premios Oscar!

—Me he retirado —respondió Natalia sin inmutarse—. No me interesa ese Oscar. ¡Dáselo a quien quieras! No vuelvas a llamarme.

Al otro lado de la línea, el viejo estaba furioso; le había enviado un anillo de diamantes a aquella mujer y ahora decidía olvidarse de él. ¡Era una ingrata! Pero, si así lo quería, él se encargaría de que no tuviera más oportunidades en el mundo del espectáculo. ¡Estaba condenada!

***

Tres días después.

La familia Quiroz había organizado un banquete para la boda de su hija, y amigos y familiares habían acudido a la vivienda, para celebrar.

Clara había insistido en que Raúl hiciera una gran ceremonia para entregar a su querida Natalia con todos los honores.

—¡Mira, ahí viene la caravana de la familia Palacios! ¡Qué imponente, no cabe duda de que es la familia más importante, todos los coches son edición limitada!

—Ese coche de enfrente solo lo he visto en revistas, ¡vale millones de dólares!

—¡Qué envidia de Natalia, casarse con un hombre de tan alto nivel como Xavier!

Al escuchar los comentarios y halagos de familiares y amigos, Natalia, vestida con su vestido de novia, se mostraba llena de orgullo y arrogancia.

Valeria ni siquiera se había dignado a aparecer. Probablemente, se estaba escondiendo en algún lugar, envidiándola en secreto.

«¡Que envidie todo lo que quiera, nunca podrá alcanzar esto!», pensó Natalia con una amplia sonrisa.

Estaba a punto de conocer a su novio, y sentía que ya no podía esperar más. ¿Cómo sería Xavier?

Seguramente muy guapo, y se arrodillaría frente ella y le declararía su amor ante las miradas de envidia.

Cuando la caravana de bodas se detuvo delante de la mansión de los Quiroz, Xavier, alto y apuesto, bajó del coche principal, irradiando poder y elegancia.

Valentín señaló al grupo de padrinos, todos vestidos con trajes elegantes, que bajaron de los coches y siguieron al señor hacia la puerta de la mansión.

De repente, Xavier se detuvo, levantó la mirada y sus ojos penetrantes se fijaron en la parte alta de la fachada.

En el balcón del ático, una mujer en pijama se encontraba apoyada en la barandilla, comiendo nueces y observando el espectáculo.

Apenas sus miradas se cruzaron, la mujer se giró rápidamente y desapareció en el interior.

Valeria supo que todo podría irse al garete. Mientras estaba viendo el espectáculo desde el balcón y parecía que Xavier la había visto.

Sin embargo, tuvo la esperanza de que no la reconociera, después de todo, ahora iba en pijama y no llevaba maquillaje.

Por si acaso, era mejor que no se quedara en casa por mucho tiempo más, ¡debía escapar!

Abajo, Valentín, al ver que el señor se detenía, se acercó y le recordó:

—Señor, la puerta de la mansión Quiroz está justo enfrente. Si no entramos pronto, podríamos echar a perder la boda.
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