— Esto… No… No puede ser cierto… ÂżPor quĂ© bromean con algo asĂ? — PreguntĂł Leandro incrĂ©dulo dejando de inmediato la carpeta sobre la mesa. Él vio molesto hacia Mason, quien simplemente continĂşo con una expresiĂłn seria mientras tomaba de su copa, seguidamente Leandro vio a su amigo Thomas, quien tambiĂ©n estaba viĂ©ndole con total seriedad. — Lo siento hermano, no es ninguna broma, debiste tener alguna sospecha en todos esos cinco meses viviendo con ella, ÂżNo es asĂ? — PreguntĂł el hombre de ojos celestes. Leandro posĂł sus codos en la mesa y sus manos en su rostro. Estaba atĂłnito. No sabĂa que decir, que pensar, ni como reaccionar. ÂżElla le mintiĂł? ÂżElla solo jugĂł con Ă©l como en el pasado y le sacĂł provecho para despuĂ©s irse? ÂżTodo fue un engaño? Las imágenes de Rouse sonriendo, contándole sobre ella, viĂ©ndole con cariño, disfrutando mientras hacĂan el amor. ÂżTodo fue simplemente una mentira? ¡Él seguĂa sin poder creerlo! Rouse era la misma modelo top de AM MILLER que fue un
3: 00 am. La lluvia continuaba cayendo fuertemente acompañada de ráfagas de viento. En las afueras de la mansiĂłn del CEO Carletti, un automĂłvil oscuro se hacia presente. El mayordomo estaba en las afueras dispuesto a recibir de inmediato al señor de la mansiĂłn. Steven acompañado de otros de sus asistentes, abrieron la puerta, Leandro bajĂł por su propia cuenta. "PensĂ© que el señor Carletti, vendrĂa en muy malas condiciones" PensĂł el mayordomo. Leandro continĂşo caminando al interior de su mansiĂłn siendo cubierto por un paraguas que sostenĂa uno de sus sirvientes. Atrás de Ă©l tambiĂ©n siendo escoltado, venĂa uno de los amigos de ese hombre, Thomas Davis. …..En la oficina de la mansiĂłn, el mayordomo de inmediato puso al tanto de la situaciĂłn a su jefe. — AgreguĂ© en el tĂ© de la señorita Jhons un poco de medicina para dormir, no pasĂł mucho tiempo para que ella se sintiera somnolienta y se fuera a acostar. — ÂżDĂłnde se encuentra en estos momentos? — PreguntĂł Leandro sentado tras su
Una semana despuĂ©s. — ÂżNo ha recibido ninguna noticia por parte de sus amigos, señorita? — PreguntĂł Alice preocupada. — No… Lo Ăşltimo que supe es que Leandro no los habĂa buscado, ni se habĂa contactado con ellos, pero eso fue hace cuatro dĂas atrás, tĂş, ÂżCrees que Ă©l se molestĂł tanto que no le importa saber de mĂ y sus hijos? — PreguntĂł Rouse decaĂda mientras sostenĂa su vaso con jugo frutal esa mañana. — No conozco muy bien al señor Carletti, pero no me parece alguien que actĂşe de esa manera, usted que ha convivido más con el por cinco meses, deberĂa saberlo mejor que yo. — ContestĂł Alice, para despuĂ©s darle un sorbo a su cafĂ©, compartiendo mesa con Rouse. Rouse se quedĂł viendo seriamente a su amiga Alice, para despuĂ©s hacer una expresiĂłn cabizbaja. — Lo extraño… — SusurrĂł ella. — ÂżPor quĂ© no vuelve? Quizá Ă©l la perdone, nunca se sabe. — ÂżTĂş crees? Cuando recuerdo cĂłmo hizo sacada a Miranda de su vida… CĂłmo pasĂł de intentar enamorarse de ella a no quererla en lo absoluto, me
— ¡MaldiciĂłn, Leandro! — ExclamĂł Thomas molesto siguiendo a ese amigo Italiano. — Te digo que estás cometiendo un grave error, no debes ir a verlos, házme caso hermano, nada bueno saldrá de esto, ellos ya recibieron daños por parte de nosotros, crĂ©eme, no querrán decirnos nada. Sin embargo, el CEO Carletti ignoraba las palabras de su amigo mientras se dirigĂa a la salida de su restaurante. Una vez ambos hombres estaban en el estacionamiento, Thomas recibiĂł una llamada telefĂłnica. — Ahorita no, estoy muy ocupa— ÂżQuĂ©? — PreguntĂł el hombre de cabello oscuro molesto. — ÂżOtra vez? ¡MaldiciĂłn! ¡¿Que diablos le pasa a esa gente?! — GritĂł exaltado Thomas viendo como Leandro subĂa a su automĂłvil. — DespuĂ©s te llamo. — ColgĂł la llamada. Thomas subiĂł al asiento del copiloto mientras Leandro estaba encendiendo su automĂłvil. — ÂżVas a conducir? — PreguntĂł Thomas. — No sueles hacerlo seguido. Leandro volviĂł a ver hacia su amigo y seguidamente desvĂo su mirada de Ă©l. — ¡Oye! No me voltees los
— ¡Parece que tampoco te conoce ahora! — ExclamĂł Matteo Carletti frunciendo el ceño. — Si te conociera y creyera en tus sentimientos, ÂżPor quĂ© huir? ÂżPor quĂ© fue tan cobarde? ÂżPor quĂ© no te enfrentĂł y te dijo las cosas a la cara? Leandro exhalĂł en ese momento, decaĂdo. SabĂa que por una parte su padre tenĂa razĂłn, Rouse se precipitĂł. — SĂ© que en esta ocasiĂłn ella no actuĂł bien, pero estoy dispuesto a escucharla. — ComentĂł Ă©l con un suave tono de voz. — ÂżQuĂ© más podrĂa hacer? No quiero hacerle daño, no quiero perderla, no quiero que sufra más y menos que sufran mis hijos quitándoles a su madre. Doña Stefany se acercĂł a su hijo el cual estaba sentado en un sofá individual y apoyĂł sus manos en los hombros de Leandro. — Creo que haces bien hijo mĂo, eres un hombre muy maduro. — ¡No! ¡No creo que haga bien! — ExclamĂł Matteo molesto. — Es toda tu culpa Stefany. Le apoyas en cualquier cosa que haga. Ella volviĂł a ver a su marido y sonriĂł. — Soy su madre, lo amo y si quieres culparme p
8: 00 am. — AĂşn no me has dicho donde tienes a Miranda. — RecalcĂł Thomas quien sostenĂa su taza con cafĂ© esa mañana en su penthouse. El hombre de cabello oscuro veĂa fijamente a su primo, quiĂ©n estaba sentado en la mesa del salĂłn comedor, con el desayuno frente a Ă©l, pero sin siquiera tocarlo aĂşn. Thomas quien se encontraba de pie cerca a la mesa veĂa fijamente a Mason. — Tienes que comer, ÂżQuieres que Rouse vuelva y te encuentre en esas condiciones? Ella se sentirĂa culpable. — ComentĂł Thomas. Mason sonriĂł, una pequeña sonrisa se mostrĂł en sus labios. — No tengo apetito y ella no se preocuparĂa por mĂ, Rouse… No lo harĂa… — Entonces busca odiarla, tal vez eso sea mejor para ti. — ComentĂł Thomas dándole otro sorbo a su cafĂ©. — ¡No puedo odiarla! ¡¿Por quĂ© no lo entiendes?! ¡MaldiciĂłn! ¡Amo a Rouse! — Gritaba Mason exaltado, apoyando sus codos en la mesa y cubriendo su rostro. Thomas exhalĂł. "ÂżNuevamente va a llorar?" PensĂł. "Si Ă©l sigue asĂ tendrĂ© que hablar con nuestros a
La tarde del dĂa siguiente. En el penthouse de Thomas. Mason se levantaba de la cama, viendo que tenĂa parches frĂos en su frente, pecho y abdomen. El hombre rubio volviĂł a ver en la mesita de noche algunos paquetes de pastillas, unos jarabes y agua. Seguidamente su mirada gris se dirigiĂł a la ventana, observando el cielo nublado, más no llovĂa en lo absoluto. Mason se levantĂł sintiĂ©ndose mareado, tanto que perdiĂł el equilibrio y volviĂł a caer sentado en la cama. Él dejĂł escapar algunas maldiciones. Seguidamente exhalĂł y volviĂł a levantarse apoyándose en los muebles y paredes, saliĂł de la habitaciĂłn en la que se encontraba. — ¡Mason! ÂżQue haces aquĂ? ¡Vuelve a la cama, desgraciado! — ExigiĂł Thomas furioso. — Tuve que llamar a un conocido mĂ©dico por tu culpa y pasĂ© casi toda la noche en vela. DeberĂas ir al doctor hoy y que te hagan un chequeĂł completo, has descuidado tu salud. Él ignoraba las palabras que decĂa su primo mientras se quitaba todos los parches frĂos y se acomod
"No serĂa raro que lo haga, despuĂ©s de todo yo le echĂ© a perder una exagerada fortuna…" "Pero no me arrepiento, no si era por Rouse y sus hijos, yo simplemente no puedo darle la espalda a mi amiga y entregarla" Tras esos pensamientos, finalmente Annie se reuniĂł con esos hombres en el salĂłn especial de invitados. …..— Si esperan a que por mi propia voluntad hable, no lo harĂ©, no les dirĂ© nada sobre Rouse o donde está, averigĂĽen eso por ustedes mismos. — InformĂł Annie tajante. Thomas sonriĂł burlista y volviĂł a ver a Leandro que estaba sentado en un sofá individual cercano a dĂłnde Ă©l se encontraba. — Annie, ya sĂ© todo y cuando digo todo, hablo de absolutamente todo. — ContestĂł Leandro seriamente. Annie le mirĂł con una expresiĂłn incrĂ©dula. ¡Por supuesto que ella no se lo creyĂł! — Creo que estás mal, no hay manera… — SusurrĂł ella nerviosa. — Los Parker pueden tener una seguridad buena, pero no impenetrable. — ComentĂł Thomas altivo. — El peor error de ustedes fue dejar que la info