— ¡MaldiciĂłn, Leandro! — ExclamĂł Thomas molesto siguiendo a ese amigo Italiano. — Te digo que estás cometiendo un grave error, no debes ir a verlos, házme caso hermano, nada bueno saldrá de esto, ellos ya recibieron daños por parte de nosotros, crĂ©eme, no querrán decirnos nada. Sin embargo, el CEO Carletti ignoraba las palabras de su amigo mientras se dirigĂa a la salida de su restaurante. Una vez ambos hombres estaban en el estacionamiento, Thomas recibiĂł una llamada telefĂłnica. — Ahorita no, estoy muy ocupa— ÂżQuĂ©? — PreguntĂł el hombre de cabello oscuro molesto. — ÂżOtra vez? ¡MaldiciĂłn! ¡¿Que diablos le pasa a esa gente?! — GritĂł exaltado Thomas viendo como Leandro subĂa a su automĂłvil. — DespuĂ©s te llamo. — ColgĂł la llamada. Thomas subiĂł al asiento del copiloto mientras Leandro estaba encendiendo su automĂłvil. — ÂżVas a conducir? — PreguntĂł Thomas. — No sueles hacerlo seguido. Leandro volviĂł a ver hacia su amigo y seguidamente desvĂo su mirada de Ă©l. — ¡Oye! No me voltees los
— ¡Parece que tampoco te conoce ahora! — ExclamĂł Matteo Carletti frunciendo el ceño. — Si te conociera y creyera en tus sentimientos, ÂżPor quĂ© huir? ÂżPor quĂ© fue tan cobarde? ÂżPor quĂ© no te enfrentĂł y te dijo las cosas a la cara? Leandro exhalĂł en ese momento, decaĂdo. SabĂa que por una parte su padre tenĂa razĂłn, Rouse se precipitĂł. — SĂ© que en esta ocasiĂłn ella no actuĂł bien, pero estoy dispuesto a escucharla. — ComentĂł Ă©l con un suave tono de voz. — ÂżQuĂ© más podrĂa hacer? No quiero hacerle daño, no quiero perderla, no quiero que sufra más y menos que sufran mis hijos quitándoles a su madre. Doña Stefany se acercĂł a su hijo el cual estaba sentado en un sofá individual y apoyĂł sus manos en los hombros de Leandro. — Creo que haces bien hijo mĂo, eres un hombre muy maduro. — ¡No! ¡No creo que haga bien! — ExclamĂł Matteo molesto. — Es toda tu culpa Stefany. Le apoyas en cualquier cosa que haga. Ella volviĂł a ver a su marido y sonriĂł. — Soy su madre, lo amo y si quieres culparme p
8: 00 am. — AĂşn no me has dicho donde tienes a Miranda. — RecalcĂł Thomas quien sostenĂa su taza con cafĂ© esa mañana en su penthouse. El hombre de cabello oscuro veĂa fijamente a su primo, quiĂ©n estaba sentado en la mesa del salĂłn comedor, con el desayuno frente a Ă©l, pero sin siquiera tocarlo aĂşn. Thomas quien se encontraba de pie cerca a la mesa veĂa fijamente a Mason. — Tienes que comer, ÂżQuieres que Rouse vuelva y te encuentre en esas condiciones? Ella se sentirĂa culpable. — ComentĂł Thomas. Mason sonriĂł, una pequeña sonrisa se mostrĂł en sus labios. — No tengo apetito y ella no se preocuparĂa por mĂ, Rouse… No lo harĂa… — Entonces busca odiarla, tal vez eso sea mejor para ti. — ComentĂł Thomas dándole otro sorbo a su cafĂ©. — ¡No puedo odiarla! ¡¿Por quĂ© no lo entiendes?! ¡MaldiciĂłn! ¡Amo a Rouse! — Gritaba Mason exaltado, apoyando sus codos en la mesa y cubriendo su rostro. Thomas exhalĂł. "ÂżNuevamente va a llorar?" PensĂł. "Si Ă©l sigue asĂ tendrĂ© que hablar con nuestros a
La tarde del dĂa siguiente. En el penthouse de Thomas. Mason se levantaba de la cama, viendo que tenĂa parches frĂos en su frente, pecho y abdomen. El hombre rubio volviĂł a ver en la mesita de noche algunos paquetes de pastillas, unos jarabes y agua. Seguidamente su mirada gris se dirigiĂł a la ventana, observando el cielo nublado, más no llovĂa en lo absoluto. Mason se levantĂł sintiĂ©ndose mareado, tanto que perdiĂł el equilibrio y volviĂł a caer sentado en la cama. Él dejĂł escapar algunas maldiciones. Seguidamente exhalĂł y volviĂł a levantarse apoyándose en los muebles y paredes, saliĂł de la habitaciĂłn en la que se encontraba. — ¡Mason! ÂżQue haces aquĂ? ¡Vuelve a la cama, desgraciado! — ExigiĂł Thomas furioso. — Tuve que llamar a un conocido mĂ©dico por tu culpa y pasĂ© casi toda la noche en vela. DeberĂas ir al doctor hoy y que te hagan un chequeĂł completo, has descuidado tu salud. Él ignoraba las palabras que decĂa su primo mientras se quitaba todos los parches frĂos y se acomod
"No serĂa raro que lo haga, despuĂ©s de todo yo le echĂ© a perder una exagerada fortuna…" "Pero no me arrepiento, no si era por Rouse y sus hijos, yo simplemente no puedo darle la espalda a mi amiga y entregarla" Tras esos pensamientos, finalmente Annie se reuniĂł con esos hombres en el salĂłn especial de invitados. …..— Si esperan a que por mi propia voluntad hable, no lo harĂ©, no les dirĂ© nada sobre Rouse o donde está, averigĂĽen eso por ustedes mismos. — InformĂł Annie tajante. Thomas sonriĂł burlista y volviĂł a ver a Leandro que estaba sentado en un sofá individual cercano a dĂłnde Ă©l se encontraba. — Annie, ya sĂ© todo y cuando digo todo, hablo de absolutamente todo. — ContestĂł Leandro seriamente. Annie le mirĂł con una expresiĂłn incrĂ©dula. ¡Por supuesto que ella no se lo creyĂł! — Creo que estás mal, no hay manera… — SusurrĂł ella nerviosa. — Los Parker pueden tener una seguridad buena, pero no impenetrable. — ComentĂł Thomas altivo. — El peor error de ustedes fue dejar que la info
9: 30 pm. — Venga conmigo señor Miller. — InformĂł la sirvienta guiando a Mason al salĂłn principal en la mansiĂłn de sus abuelos maternos. Una vez el ingresĂł, viĂł a esos dos ancianos sentados en sus sillones individuales, perfectamente vestidos y con sus auras imponentes miraban a su nieto. — Tuvimos dos hijas, Janne y Karol. Como el Ăşnico hijo de nuestra talentosa primogĂ©nita esperábamos mucho más de ti, Mason. — DecĂa el señor mayor, abuelo del CEO Miller. — Pasamos por alto a propĂłsito que te revelaras a la familia y comenzarás tu propia agencia, cuando te querĂamos como heredero de nuestra industria; tuvimos que seder el puesto a Thomas, el niño fiestero de nuestra hija menor, Karol. Desde ese momento has sido una decepciĂłn para la familia. — SuspirĂł el señor de 68 años. Mason simplemente guardaba silencio ante los comentarios de su abuelo. — AĂşn te quedan dos años para que cumplas 30, sabes lo que significa, te casarás con quiĂ©n elijamos. Durante esos dos años te enviaremos
Esa misma noche, durante la cena en la casa que Alice estaba alquilando. — Señorita, ÂżA usted le gustarĂa volver al paĂs? — PreguntĂł la asistente intentando saber que sentĂa Rouse al respecto de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. La bella ex modelo, exhalĂł para seguidamente tomar de un trago de su jugo de fruta y posar sus ojos azules claros en Alice. — Quiero… DespuĂ©s de todo ahĂ está mi madre, pero no se… Con todo lo que ha pasado, es difĂcil imaginarme volviendo. — Pero señorita… — Alice hizo una pausa y volviĂł a ver al pequeño niño que tambiĂ©n estaba sentado cenando junto a ellas. — ÂżQuĂ© hará con el señor Carletti? Un hombre como Ă©l no va a quedarse de brazos cruzados si sabe toda la verdad, ÂżNo cree? Rouse no tenĂa ningĂşn plan B, ni C, ni nada por el estilo.Ella solo habĂa huido por quĂ© no querĂa enfrentar la verdad y arriesgarse a poder perder a sus hijos. — ÂżNo se ha comunicado todavĂa con Annie ni el doctor Patrick Parker? — PreguntĂł la asistente. Rouse negĂł
6: 00 pm. Esa noche en la casa que alquilaba Alice. — ÂżSaldrá conmigo señorita? — PreguntĂł la asistente, insistiendo a Rouse. — ÂżSalir? Pero… Me duelen los pies, la espalda, estoy agotada… — ContestĂł Rouse quejándose. — ¡Vamos mami! ¡Yo quiero ir cotigo! — ExclamĂł James haciendo puchero. — AnĂmate, Ăşltimamente estás muy estresada y es malo para tu salud, además aĂşn es temprano y el lugar del que James y yo escuchamos esta mañana de la señora de la tienda no está muy lejos, unos cuantos minutos en taxi y disfrutaremos del paisaje~ serĂa un lindo recuerdo~ — SonreĂa Alice emocionada. — Siii mamiii, po favoooo~ — PedĂa James inclinando su cabecita un poco hacia un lado a haciendo un gesto encantador. Rouse se sintiĂł conmovida de inmediato por su adorado hijo. — ¡Está bien! — ExclamĂł ella tomando la decisiĂłn. Uno minutos despuĂ©s, llegĂł un taxi a la puerta y Alice le dio una direcciĂłn. — No te preocupes, en cuestiĂłn de minutos estaremos ahĂ~ ContestĂł ella. …..Unos minutos des