La mujer de cabello corto oscuro caminaba de un lado a otro furiosa. "¡Tiene que haber algo con lo que la pueda manipular o amenazar!" "No hay nada malo en esa mujer, Rouse, nada con lo que pueda ensuciar su nombre y reputaciĂłn, nada para alejarla de mĂ Leandro" Pensaba ella frustrada. "Pero no es por quĂ© ella no haya hecho nada malo, si no por que toda su informaciĂłn de años atrás está restringida" "ÂżQuiĂ©n diablos la respalda y protege tanto que no se puede saber detalles más profundos aparte de los que conseguĂ de esa clĂnica?" "ÂżSerán los mismos de la clĂnica de la familia Parker? No, no creo…""ÂżPor quĂ© los Parker estarĂan protegiendo exageradamente a una de sus empleadas?""Son una familia muy rica de mĂ©dicos por generaciones, no gastarĂan energĂas en una empleada de tantas"  "Aunque ellos no solo tienen conecciones en los departamentos de sa
La noche de dos dĂas despuĂ©s. En la mansiĂłn de la familia Parker, se celebrará una fiesta nocturna de caridad en el salĂłn principal de eventos. Los importantes invitados caminaban sonrientes vestidos de gala con sus acompañantes de un lado a otro, sin dejar de jactarse de sus "muy buenas obras" llenándose de halagos los unos a los otros. Rouse ingresĂł al salĂłn principal del evento, el cual poseĂa una glamurosa decoraciĂłn y una orquesta tocando armoniosa musica que parecĂan caricias a sus oĂdos.Ella no iba sola, su brazo tomaba el de ese alto y apuesto hombre que la acompañaba, el italiano y dueño de todos los negocios de los Carletti, Leandro. — No sabĂa que los Parker tenĂan una mansiĂłn tan hermosa y… Tan lujosa, aunque no es más grande que la tuya, es sin duda bellĂsima. — OpinĂł Rouse volviendo a ver a Leandro. — ÂżNo lo pareciera verdad? Pero tienen mucho poder en la medicina y otros ámb
Leandro se inclinĂł hacia Rouse susurrando a su oĂdo. — Ten cuidado, si sucede algo, no dudes en contactar a Alice o Harold, ambos han venido infiltrados a la fiesta. Rouse se sorprendiĂł en ese instante, ella no esperaba eso. La hermosa "rubia" sonriĂł con dulzura mientras veĂa a ese apuesto hombre, para despuĂ©s asentir. — Gracias, eres muy considerado. — SusurrĂł ella en respuesta. — ¡Suficiente Leandro dĂ©jala irse! No entiendo que tanto susurran. — DecĂa Thomas sonriente molestando a su amigo. Leandro soltĂł a Rouse y ella se marchĂł. — ÂżSeguro que está bien que la dejes ir sola? — PreguntĂł Mason. — ÂżNo esperas que vaya con ella a los baños de mujeres o si? Ella estará bien. — ContestĂł Leandro de mala gana. — ¡Si hermano! No te metas en lo que no te incumbe~ — RiĂł Thomas apoyando su mano en el hombro de su primo Mason, que de inmediato se lo hizo q
Mason desvĂo su mirada de su primo dirigiendo la misma hacia la ventanilla del vehĂculo que reciĂ©n comenzaba a ponerse en movimiento. — No se de que estás hablando. — ComentĂł el CEO Miller con una expresiĂłn de aburrimiento. — No niegues lo que está más claro que el agua primo. Ella es la mujer de Leandro, sabes por todo lo que nuestro amigo ha tenido que pasar y todo lo que sufriĂł en su matrimonio, fueron casi cinco años difĂciles para Ă©l y ahora realmente— — ¡Ya cállate! — GritĂł Mason viendo con molestia a su primo Thomas. — ¡MaldiciĂłn! ¡Lo sĂ©! ¡SĂ© que Leandro ha pasado por mucho! ÂżCrees que soy ignorante de eso? ¡He estado a su lado viĂ©ndolo intentar y ser herido una y otra vez por la misma desgraciada mujer! — ÂżEntonces por quĂ© lo haces? — PreguntĂł Thomas viendo seriamente a su primo. — ÂżPor quĂ© te estás fijando en la mujer de tu mejor amigo? — ¡No me veas como si yo fuera una basura! — ExigiĂł Mason.
— DĂ©jame ir Mason. — PidiĂł seriamente Thomas a su primo. — ¡Un mes! — ExclamĂł el CEO Miller. — Solo dame un mes y si en ese tiempo no logro que ella misma me cuente toda la verdad, podrás decirle a Leandro cuánto quieras. Thomas mostrĂł una semi sonrisa en ese instante al escuchar el trato que hacĂa su primo. — ÂżUn mes? La Ăşnica razĂłn por la que podrĂa aceptar algo asĂ. Es por quĂ© sĂ© cuánto querĂas a esa modelo Layza y— — ¡Layla! Ya te dije que ella se llamaba L-A-Y-LA. — InterrumpiĂł Mason molesto a su primo. — SĂ, eso. — ContestĂł Thomas con total desinterĂ©s. — Como te decĂa, solo te dejarĂ© intentarlo un mes por quĂ© me das mucha lástima primo, pero que te quede claro. — AdvirtiĂł el hombre de ojos celestes. — A la primera que vea que estás buscando lastimar a nuestro amigo, las cosas cambiarán drásticamente. No es justo que solo nosotros lo sepamos, es como si tĂş intentarás ir por ella con ventaja y Leandr
….."ÂżEh?… En quĂ© momento… ÂżEn quĂ© momento salimos de la mansiĂłn?" PensĂł Rouse, finalmente reaccionando. El viento frĂo que mecia los árboles del exterior fue sentido en su rostro. Sin embargo… Su mano se sentĂa calida. Esa mano derecha de Rouse que estaba entrelazando sus dedos con los de ese alto hombre de pie junto a ella. En cuestiĂłn de minutos la limusina que les habĂa traĂdo les esperaba de nuevo para volver a la mansiĂłn de ese billonario. Rouse no podĂa dejar de recordar el evento de hace cinco años atrás. Cuando ella hizo un trato con Leandro y el le tomĂł de la mano llevándola a una habitaciĂłn en el lugar de esa fiesta. Ella sintiĂł un escalofrĂos recorrer su cuerpo. Ya no era como esa noche, las cosas habĂan cambiado mucho. Él creĂa conocerla por todos los documentos que la clĂnica le brindo de ella.Â
Las manos de Rouse se posaron sobre las mejillas de ese apuesto hombre. En ese momento, Leandro dirigiĂł sus manos hacĂa la espalda de Rouse y comenzaba a bajar el cierre del vestido de ella.  Rouse se sintiĂł inquieta, ella jamás habĂa hecho algo como mantener intimidad en un vehĂculo y mucho menos si era una limusina.  Sin embargo, veĂa lo calmado que estaba Leandro a excepciĂłn claro está, de su parte baja. Un curioso pensamiento cruzĂł por la cabeza de ella, uno… Que despertĂł una horrible sensaciĂłn de celos. Ella imaginĂł a Leandro haciĂ©ndolo de esa misma manera con su ex esposa, esa odiosa mujer que fingĂa ser inocente y estuvo a nada de envenenar a Rouse anteriormente. — ÂżYa lo has hecho asĂ con Miranda? — PreguntĂł ella descaradamente sin siquiera pensarlo dos veces o planear preguntar algo que claramente no era de su incumbencia. Leandro que finalmente habĂa bajado el cier
••••••••••6: 30 pm. El mayordomo Steven, frunciĂł el ceño apenas vio a ese joven CEO conocido en la entrada de la mansiĂłn. — ÂżQuĂ© lo trae por aquĂ, señor Miller? — PreguntĂł Steven viendo a ese CEO fijamente, para despuĂ©s posar su mirada en una bolsa de regalo de color rosa que ese hombre llevaba en la mano izquierda. — Visita sorpresa. — ContestĂł Mason de inmediato. — El señor Carletti no se encuentra aquĂ. Tengo Ăłrdenes de no permitirle quedarse a solas con la señorita Becker. — Oh, ÂżEs asĂ? Jaja~ Leandro ha exagerado, ni siquiera están saliendo y ya es tan sobreprotector. — SonriĂł Mason para entregar su abrigo y el obsequio al ayudante de Steven, Freddy, e ingresar a la mansiĂłn. — Está bien si tienes que estar tĂş o alguien más presente, quiero hablar con Rouse y nada ni nadie me lo va a impedir, por quĂ© ella es una mujer libre despuĂ©s de todo~ Dichas esas Ăşltimas palabras c