*—Ryan:Todo había cambiado para bien.Después de aquella hermosa noche que tuvieron juntos, habían decidido volver a pasar tiempo de calidad, con los chicos y a veces ellos solos, pues, no querían que los niveles de ansiedad volvieran a subirse y de vez en cuando, decidían dejar correr la pasión, eso sí, siempre le pedían ayuda a su familia o a los chicos, quienes no decían que no.La verdad es que Ryan estaba viviendo muy feliz y se sentía muy pleno. Quizás era conformista, pero más de ahí, se dañaba. Estaba feliz con su vida y su familia.En estos momentos estaban cenando con su familia en la gran casa de los Rivers. Tanto Richard como Regina estaban allí y Ryan se sentía más feliz porque todos están reunidos. No sabía qué diablos pasaba con él últimamente, pero estaba más sensible que de costumbre, pues, Ryan muy rara vez se sentía emotivo porque su familia se reuniera, más bien, a veces era un fastidio.Sintió como Richard le pasaba un brazo por los hombros, acercándose.Si, un f
.Advertencia: Esta historia fue escrita en 2015 y refleja algunas normas y dinámicas de género que pueden ser consideradas problemáticas en la actualidad. Elementos como la sumisión femenina y ciertas relaciones con banderas rojas pueden resultar molestos para algunos lectores. Se recomienda la lectura con una mente crítica...*—Aimee:Aimee se sentía sola, terriblemente sola.Una suave sonrisa se asomó en sus labios pintados de rojo, pero esa sonrisa no llegaba a sus ojos. Estaba rodeada de personas en un bar abarrotado, pero, aun así, el vacío la consumía por dentro. Tenía familiares y amigos en quienes confiar, pero su soledad no se debía a ellos. Era por otra razón, una que la atormentaba, y lo odiaba.Observó el vaso sobre la barra, el whisky empezaba a perder su frescura mientras ella se sumergía en sus pensamientos. Una carcajada amarga escapó de sus labios al recordar por qué se sentía así.Su vida era algo patética.Era una de las tantas razones por las que se sentía tan s
*—Aimee:Aimee observó con sorpresa a la figura frente a ella. Había elegido ese bar porque era el tipo de lugar que ninguno de sus amigos o conocidos frecuentaría. Lo había elegido precisamente por esa razón, pero parecía que había cometido un error.«¿Cómo diablos me encontró aquí?», pensó Aimee y bufó molesta para luego cruzarse de brazos, encarando a Ryan cruzaba de brazos.—¿Qué haces aquí? —espetó, sin molestarse en ocultar su irritación.El hombre alzó una ceja oscura, escrutándola con esos ojos ambarinos que parecían juzgarla.—Más bien, ¿qué estás haciendo tú? —replicó, su mirada tan severa que Aimee sintió como si la estuviera regañando en silencio.Un nudo de nervios se formó en su estómago. Desvió la vista, intentando evadir el intenso escrutinio de Ryan Rivers, su mejor amigo y, para complicar las cosas, el primer amor de su vida.«No dejaré que me regañe. No él», Aimee apretó los ojos, reafirmando su decisión. Era una mujer adulta, y no tenía que rendir cuentas a nadie, m
*—Ryan:Estar de nuevo en la ciudad que lo vio nacer a menudo lo llenaba de nostalgia. Boston, su antiguo hogar, seguía despertando recuerdos en él, aunque ya había construido la mayor parte de su vida en otro lugar. Ahora, su vida estaba en Nueva York, donde era presidente de una de las empresas del grupo familiar, y solo volvía a Boston en ocasiones especiales. Como ahora, cuando había venido por un motivo muy concreto: rescatar a su mejor amiga del caos emocional en el que se había sumido tras una ruptura. Pero no estaba allí para ser su niñera, o al menos eso se repetía a sí mismo.Ryan frunció el ceño mientras miraba a Aimee, quien yacía en la cama de una pequeña habitación de hotel. Estaba completamente ebria, acurrucada en un ovillo y refunfuñando incoherencias. Él se sentó al borde de la cama y, con suavidad, apartó un mechón de su cabello castaño claro que cubría su rostro. A pesar de su estado, Aimee seguía viéndose hermosa, lo que le provocó una incomodidad repentina.Frunci
*—Ryan:Aimee movía sus labios lentamente sobre los de él, con una paciencia que casi lo molestaba. Ryan permaneció inmóvil, atrapado entre el shock y la realidad. Aimee lo estaba besando y… ¡Dios! Se sentía increíble. Sus labios eran cálidos, suaves, con una dulzura inesperada.¿Así se sentía besarla?La lengua de Aimee trazó una línea delicada sobre su boca, incitándolo a corresponder. Cuando su lengua rozó los labios de Ryan, un deseo latente, desconocido hasta ese momento, despertó con fuerza. No pudo controlarse más, no cuando ella estaba tan cerca, apretada contra él, besándolo con una inocencia que solo lograba encenderlo aún más. Ryan abrió la boca, dejándola deslizar su lengua en su interior, y cuando la sintió tocar la suya, la chispa que los separaba se transformó en una explosión de pasión.El poco autocontrol que le quedaba desapareció por completo.Ryan ladeó la cabeza y llevó una mano hacia la nuca de Aimee, acariciando su piel suave antes de sostenerla con firmeza, empu
*—Ryan:Ryan se inclinó hacia adelante, dominándola bajo su cuerpo al tomar sus manos y elevarlas hacia su cabeza, inmovilizándola. Su mano libre comenzó a explorar el cuerpo ruborizado y anhelante de Aimee, hasta que sus dedos encontraron uno de sus pechos, apretándolo con fuerza y jugando con su pezón, haciéndolo rodar entre sus dedos.Otro gemido escapó de los labios de Aimee, y Ryan se dijo que no podía esperar más. Si iba a hacerlo, lo haría con todo, aunque al final pudiera arrepentirse.Bajó la cabeza y tomó en su boca el pecho que no había acariciado. Aimee arqueó la espalda al sentir su calor, y un gemido, delicioso y gratificante, se escuchó en la habitación. Ryan se excitó aún más al morder suavemente el pezón que tenía entre sus labios. La dulzura de sus gemidos lo llevó al borde de la locura, y pensar que Sebastián había estado aquí antes solo le llenó de rabia.Se separó de ella, despojándose de su ropa con rapidez. La idea de que Sebastián hubiera tenido su primera vez c
*—Aimee:Sus ojos se abrieron rápidamente, pero al recibir la luz de la mañana, volvió a cerrarlos. Su cabeza le dolía. Aimee alzó una mano y se tocó las sienes, quejándose. Como si todo fuera un balde de agua fría, recordó dónde estaba, por qué le dolía la cabeza y lo que había hecho.Lentamente, sus ojos se ajustaron a la luz cegadora que entraba por las ventanas de la habitación. Miró el techo; sobre su cabeza, el ventilador giraba suavemente, refrescando el ambiente, aunque eso no sería suficiente para lo que se avecinaba. Tragó nerviosa y se sentó en la cama, paseando su mirada verdosa por el lugar. No había ropa en el suelo ni nada fuera de lugar, solo ella desnuda bajo las suaves sábanas.Aimee se mordió los labios y se quejó al mover su cuerpo. Algunos lugares que nunca le habían molestado ahora la incomodaban, principalmente el espacio entre sus piernas. Sentía una mezcla extraña de placer y dolor. Había hecho una locura la noche anterior, y sabía que no podría escapar de ello
*—Ryan:Un mes después…Su cuerpo se sentía pesado, y levantarse estaba resultando cada vez más difícil. Ryan extendió los brazos al aire, desperezándose con un mohín. Otro día sin ánimos de trabajar; solo quería pasar la jornada en la cama, pero eso no le hacía ganar dinero.Con desgano, se bajó de la cama.En el cuarto de baño, observó su semblante en el espejo del lavabo. Sus ojos, cansados; su rostro, pálido y delgado, como si no hubiera comido en días. Quizás su cuerpo estaba rechazando las comidas que solía disfrutar.¿Qué diablos le pasaba?Soltó un pesado suspiro y abrió el grifo del lavabo para lavarse los dientes. Si las cosas continuaban así, tendría que dejar su trabajo y ver a un médico. No comprendía qué le sucedía ni por qué se sentía tan cansado, cuando siempre había gozado de buena salud.¿Habrá pescado algún virus?Odiaba sentirse así, patético y enfermo, y su eficacia en el trabajo se veía mermada. Debía dejar de darle vueltas y resolver el asunto.Con esfuerzo, se d