—¿Dormiste bien? Salté ante la voz de Barnaby que surgió detrás de mí de manera fugaz. —Lo siento, no pretendía asustarte—se disculpó, acercándose a donde yo estaba. Volteé a verlo con perplejidad. Él, al parecer, dormía con solamente pants sin playera. Y estaba ante mí con el dorso desnudo. Con su perfecto y bien ejercitado dorso. Con aquel cuerpo, comprendí que era un obseso del ejercicio. Es decir, ¿Quién con esos abdominales marcados de manera impresionante no amaría el ejercicio y cuidar su figura? ¿Y era legal que Barnaby Flynn luciera tan bien en las mañanas cuando se acababa de despertar? Su maldito cabello negro ligeramente despeinado y sus ojos aceitunados brevemente rasgados por el sueño lo hacían ver atractivo también. Desvié la mirada enseguida hacia el microondas. —Estoy calentando pizza, hamburguesas y tacos—le informé. —Se me antoja pizza—objetó, y se situó a mi lado—sonará raro, pero siento que acompañarla con café no estaría mal. —¿Pizza con café? —frun
—Hola, lamento importunar, pero déjeme decirle que jamás la había visto por aquí.Divisé una silueta a mi izquierda y un breve aroma a cerveza. Alcé la vista hacia la persona y me encontré con uno de los sujetos que había estado en la barra del mini bar. Parecía ser de la edad de Barnaby o un poco mayor, pero sus ojos fríos y azules destilaban demasiada perversión. Me encogí en el asiento. Era atractivo, no podía negarlo, pero inspiraba desconfianza.—Es mi primera vez—respondí, de manera cortante. Dejé de mirarlo y me concentré en ver la puerta doble hoja, ansiosa por ver a Barnaby entrar. Y sin previo aviso, el sujeto se dejó caer en el asiento de enfrente, obstruyendo mi campo visual a la puerta.—¿Cómo te llamas? —me preguntó de manera insistente, dejando la botella a la mitad de cerveza sobre la mesa. —Vengo acompañada—sisé.—Solo quiero saber tu nombre, ¿qué tan mal aspecto tengo? —bromeó.—Tessa Mor…—Tessa Flynn—espetó Barnaby detrás de mí, colocando sus manos sobre mis homb
Solo por fastidiarlo, lo comí demasiado rápido y fue curioso que mi cerebro resistiera la fría textura sin darme problemas. Tiré los restos del cono en la basura y seguí a Barnaby por una puerta detrás de la cafetería, por donde Adele se había inmiscuido. Dentro, estaban los famosos casilleros, en donde ella estaba mirándose al enorme espejo que había. Llevaba puesto un bikini de dos piezas muy erótico color negro, que casi no dejaba nada a la imaginación. Barnaby elevó los ojos al techo, pero no le dijo nada. Se dirigió al casillero continuo al de ella y extrajo una bolsa negra.—Iré al sanitario a cambiarme—anunció, yéndose con la bolsa.—Tienes suerte de que mi nuevo traje de baño sea de una pieza—chilló Adele junto a mí y hurgó en su casillero para sacarlo. Me lo extendió y lo desdoblé con los ojos entornados.Era color vino, y sí, era de una sola pieza, pero tenía un escote en el pecho, es decir, un círculo en el centro que tampoco dejaba nada a la imaginación.—Eh, no es mi est
El solo tocar el agua de nuevo me hizo revivir ese maldito momento. Había tenido suerte de que Barnaby era del tipo de persona que pensaba que tener un curso de primeros auxilios podría servirle algún día, si no, en este momento estaría muerta. Me puse el pijama y me metí bajo las sábanas, regocijándome por su calidez. Y a pesar de que intenté dormir, la preocupación por Barnaby no me dejó.¿Y si William lo golpeaba como un saco de boxeo y lo dejaba mal herido? Salté fuera de la cama y me paseé de un lado a otro, sopesando la idea de esperarlo abajo o ahí en mi habitación. Finalmente, me hallé sentada en la sala, con la vista en la puerta. No concebía por qué me importaba tanto su bienestar, pero ahí me tenía, sufriendo, así como cuando Levi llegaba tarde a casa de vez en cuando cada que salía con Dominic. Esperé muchísimo, ni siquiera supe en qué momento fue que me quedé dormida porque desperté en el momento que Barnaby me recostaba en mi cama. Comenzaba a ser una costumbre suya c
—Funcionó. Entorné los ojos en dirección a Barnaby Flynn, quién sonreía de oreja a oreja tras escuchar aquella afirmación llena de júbilo del médico que me llevó el tratamiento. Habían transcurrido cerca de tres semanas aproximadamente, casi un mes, desde que me sometí a la inseminación y sorprendentemente el resultado dio positivo. El líquido frío que había deslizado en todo mi abdomen me produjo escalofríos. El ultrasonido mostraba una pequeñez en el interior de mi útero, en otras palabras, mi hijo.—¡Oh, felicitaciones dobles! —exclamó el doctor, pasándome un pañuelo para limpiarme el abdomen e incorporándome con ayuda de Barnaby, quién frunció el ceño al igual que yo.—¿Por qué doble felicitación? —inquirí, con el pulso acelerado. El doctor señaló la ecografía con singular alegría y nos miró fijamente.—No solo tendrán un hijo—informó—tendrán dos. Gemelos. Tragué saliva y me atraganté con la misma tras escucharlo. ¡¿Qué?! Miré con horror a Barnaby y contemplé su semblante sor
Tuve suerte de que William Flynn se hubiese acercado a su padre, que estaba en la cocina fisgoneando la nevera. Llegué a mi habitación y cerré con pestillo.Sentándome al borde de la cama, me recosté poco a poco entre las sábanas. No pasó ni cinco minutos, cuando Barnaby fue a buscarme. Llamó a la puerta con sutileza, con leves golpecitos.Abrumada, le abrí y horrorizada, le cerré la puerta en la cara a William Flynn.¿Por qué no dejaba de acosarme?—Abre la puerta. No pienso hacerte daño—prometió con voz jocosa, pero no le creí.—Vete o gritaré.Mi amenaza le causó gracia porque se echó a reír. Un escalofrío espantoso recorrió mi piel al escuchar su risa maquiavélica. ¿En dónde diablos estaba Barnaby Flynn?Y recordé cuando le ordené que no me siguiera. Comenzaba a darme cuenta de mi estupidez.—¿Cuánto te está pagando mi primo por salir con él, y fingir amor ante la sociedad, o peor aún, crear dos primogénitos imaginarios para robarme la fortuna de mi abuelo?Su pregunta me tomó por
Entonces, cuando nuestras miradas chocaron por accidente, algo en mi interior se contrajo y podía jurar que no tenía nada que ver con el embarazo.Él pareció no notar mi estremecimiento mientras desayunaba sin apartarme la mirada, solo para beber un poco de café y sonreírme cada que retomaba su tarea de observarme.Anonadada, le devolví la sonrisa torpemente y no me quedó más remedio que buscar la manera de comenzar una conversación.—¿Cuántas horas es de vuelo hasta Zermatt? —pregunté cómo quién no quiere la cosa. Barnaby se relamió el labio inferior y le dio un sorbo a su taza con café.—Como es vuelo directo, aproximadamente siete horas con quince minutos—respondió.—Siete horas—repetí, estupefacta— ¿Y qué demonios haremos en todo ese tiempo dentro de un avión?—Mañana compraré los boletos y buscaré un vuelo nocturno para que durmamos todo el trayecto—rio al ver mi expresión horrorizada.—Tendrás que prestarme una tableta con muchos libros en PDF para que me distraiga las primeras
—Oblígame—lo enfrenté sin miramientos—no tienes derecho a nada. Además, ya estoy embarazada, así que no puedes protestar.—No permitiré que te acuestes con alguien teniendo a mis hijos contigo—siseó, preso de la ira. El cuello se le había enrojecido, al igual que sus orejas y ahí fue donde titubeé. Probablemente no se estaba dando cuenta que también yo estaba bromeando.Aturdida por su reacción, retrocedí varios pasos y comencé a cerrar la puerta, pero como era de esperarse; Barnaby bloqueó mi acción y entró a la recámara con la mirada ensombrecida de locura.Y en un movimiento rápido, me agarró de las muñecas con ambas manos y me empujó a la cama, colocándose encima de mí.Sus pupilas se dilataron a tal extremo que sus ojos se hicieron completamente negros en vez de su habitual verde aceituna.—Prometiste nada de contacto—gemí bajo su agarre, pero él gruñó, paralizándome del miedo.—No nos amamos ni somos una pareja real, pero ante la ley, lo somos—espetó, sujetando mis dos manos con