No respondí. Levi quería probar mi límite de paciencia nuevamente, así que no le di ese gusto.—Ahora entiendo el cambio de tu aspecto tan repentino. Me sorprendes demasiado, Tessa. Ya no te reconozco en lo absoluto.Flexioné las piernas y abracé mis rodillas al pegarlas a mi pecho.Ignoré por completo sus comentarios hirientes y me dediqué a esperar a llegar a Boston.Dentro de mi mente, numerosas ideas surgieron.Sabía que quizá me arrepentiría, pero ya lo había decidido.En cuanto bajarámos del jet, me iría lejos de la vida de Barnaby Flynn y de su familia.No quería afrontar ser la segunda opción de él ni de nadie. Mi hermano había cambiado totalmente en ese breve lapso de ausencia y estaba segura que no me necesitaba como yo creía, además, tenía a Dominic consigo.Me urgía tener tiempo para mí misma. Alejarme de todos. Tiempo después, aterrizamos en el aeropuerto. Todos bostezaron y se espabilaron, preparándose para bajar. Irónicamente en Boston el cielo estaba opaco, nublado y
—¿En dónde están mis padres, Keith? Quiero ir a verlos lo más pronto posible.—En Berlín.—Consígueme un vuelo, por favor.—Ya lo tengo listo—se palpó el bolsillo interior de su chaqueta y sacó un sobre pequeño—aquí está. Sabía que dirías eso, así que me tomé la molestia de comprarlo con antelación.Guardé el boleto en mi bolso y luego me cubrí el rostro con mis manos.—¿Hay más secretos que deba saber? —inquirí.—Eh, el tal Hunter Montgomery, que creo que era tu pretendiente cuando aceptaste casarte con Barnaby, ha estado muy cerca de Alice Wallace.Aquello me tomó por sorpresa y alcé las cejas, mirándolo con perplejidad.—¿Hunter y Alice?Keith asintió.—Me alegro por él. Yo no estaba emocionalmente bien para una relación a su lado, ni antes ni después de Barnaby—suspiré.—Parece que todo está en orden con él, ya no tienes de qué preocuparte. Enfócate en ir a buscar a tus padres.Asentí.—¿Me vas a acompañar? —¿Quieres que te acompañe? —enarcó una ceja, con una media sonrisa.—No q
Arrastramos nuestras valijas hasta la entrada, en donde habían demasiadas personas yendo y viniendo con cara cenicienta y preocupada. —Por aquí–indicó William.Lo seguimos a paso torpe hasta la sala de espera.—Denme un minuto—dijo William al momento de responder una llamada. Nos sentamos por diez minutos hasta que el junior nos llamó con la mano. Trotamos hasta él y caminamos un largo pasillo hasta llegar a una zona diferente al resto, más como el estilo de los Flynn: estrafalario.Entramos en la puerta de madera de doble hoja y tanto Levi y yo, sentimos que nuestras rodillas flaqueaban. Y ahí estaban, nuestros padres, Maximilim y Rose, postrados en una cama con la mirada vidriosa y fija al techo, como si de unos vegetales se tratasen. Parpadeaban con lentitud.Había una enfermera verificando sus signos vitales.—¿Ellos pueden escucharnos? —pregunté en un hilo de voz.A pesar de que eran solo dos años de haberlos perdido, parecía como si hubieran pasado unos veinte. Lucían tan mal
Un año atrás…Toda la familia Flynn se hallaba de luto, en el funeral de Arnold Flynn, el abuelo y único dueño de todas las acciones y fortuna de la empresa familiar, Flynn’s Corporative. Cientos de personas estaban ahí, apiñadas en torno a todos los familiares, dando sus pésames de manera dulce y empalagosa, señal de hipocresía, por supuesto. Nadie lloraba, solo fingían tristeza. El problema de los ricos consistía en que pensaban que el dinero lo era todo, incluso más importante que la vida misma. Patrick Flynn junto a su hermano gemelo Charles, eran los únicos en enemistad de la familia, es decir, ellos y sus esposas, puesto que al día siguiente el testamento se abriría, y sabrían a quién de ellos les pertenecería la herencia. En el aire se respiraba el desprecio por parte de ambos, disfrazado en una sonrisa maliciosa. No obstante, Barnaby y William Flynn charlaban en la calle mientras fumaban un cigarrillo. Los dos chicos eran hijos de ellos, eran primos hermanos y jamás se llevaro
Evité a toda costa postrar la mirada en aquel sobre manila que el cartero acababa de depositar dentro del buzón con total serenidad. Ocupé mi mente e hice la colada mientras el valor en mi interior se animaba a echarle un vistazo a su contenido y comencé a bailar, escuchando la radio como fondo para tener la cabeza ocupada por más tiempo y no ennegrecer la felicidad de mi hermano, que por fin había recibido una beca para asistir a un curso de arte de manera gratuita por los próximos seis meses, gracias a su fascinante talento para la pintura y todo tipo de arte que implique creatividad.—Planeo dibujarte mientras bailas, Tessa. —Le oí decir desde el comedor, donde estaba alegremente haciendo trazos, es decir, probando sus colores nuevos profesionales que decidí obsequiarle por haber sido aceptado en la academia de arte más sofisticada de Boston.Era lo menos que podía hacer por él, ya que no podía pagarle la matricula todavía para enviarlo a la universidad porque tenía que abonar al b
Tuve que releer varias veces esa nota antes de hallar la llave a su despacho. ¿Qué quería Keith Richards de nosotros, si nos había abandonado de la manera más cruel? Metí nuevamente la llave en el pequeño sobre y corrí a mi habitación para guardar el sobre grande con la notificación dentro de uno de los cajones de mi buró. Ese era el único lugar seguro de toda la casa y el sitio menos pensado para Levi buscar. Me senté al borde de la cama y me mordí el labio, indecisa. ¿Acaso era una broma? Agarré mi celular y marqué a su número con incertidumbre. Más le valía a Keith Richards ayudarme. A los tres intentos, contestó. —Despacho de Keith Richards, ¿quién habla? Elevé los ojos al techo y reuniendo el valor suficiente para contener mis palabras, repliqué. —Tessa Morgan. Acabo de leer tu recado. —¡Hola, Tessa, querida! Pensé que no llamarías pronto. —Interceptar correos ajenos es un delito. —Lo es, pero si se trata de algo de vida o muerte, es justificable. —Mejor dime de qué va to
Asentí, sin saber que hacer o decir. Cogió su abrigo y salimos a la calle. Caminamos calle abajo y abordamos su automóvil. Al menos seguía teniendo un vehículo presentable. De camino a alguna parte, pude notar que sufría de un tic extraño en la mano izquierda, ya que le temblaba considerablemente al maniobrar con el volante, pensé en preguntarle, pero supuse que sería algo descortés, y me mantuve callada. —¿Cómo está Levi? —preguntó, cortando el silencio. —Mejor que bien, consiguió una beca para asistir a una academia de arte los martes, jueves y sábados en la tarde—respondí con orgullo. —Es muy talentoso. Recuerdo sus pinturas—lo elogió y estuve de acuerdo—con esta proposición, Tessa, Levi podría ir a estudiar a grandes escuelas de arte en todo el mundo. Tragué saliva. ¿Qué clase de condición era, para conseguir tanto dinero y a cambio de qué? —Suena estupendo, pero… —Cálmate, hija. En cuanto comamos, lo sabrás. El restaurante que eligió fue el más lujoso de la ciudad, y me pre
Me quedé petrificada al observarle el rostro. Se parecía un poco al antiguo junior irritante del día anterior, pero más guapo y más impecable. Su cabello azabache estaba algo desordenado y su perfecto traje sastre color azul rey le quedaba ajustadamente a la medida. Parpadeé como una idiota al notar la frialdad y desasosiego en su mirada aceitunada que miraba a todas partes, menos a mí. Y hubo un error. Aparte del junior estúpido de ayer, este tenía peor la mirada, una que causaba terror. Era oscura, a pesar de que el color de sus ojos era de un tono verde aceituna. Pero al menos tenía modales. Cuando reaccioné, él ya se había marchado en su Camaro color escarlata a toda velocidad. Frunciendo el ceño, recogí mi bolso y entré despotricando mentalmente a mi escritorio. El día fue bastante tranquilo, sin mencionar mi caída estúpida con ese hombre misterioso. Pasé la mayor parte del tiempo mirando el celular, hallando la manera de distraerme y no pensar en esas preguntas. ¿Cómo podrí