El solo tocar el agua de nuevo me hizo revivir ese maldito momento. Había tenido suerte de que Barnaby era del tipo de persona que pensaba que tener un curso de primeros auxilios podría servirle algún día, si no, en este momento estaría muerta. Me puse el pijama y me metí bajo las sábanas, regocijándome por su calidez. Y a pesar de que intenté dormir, la preocupación por Barnaby no me dejó.¿Y si William lo golpeaba como un saco de boxeo y lo dejaba mal herido? Salté fuera de la cama y me paseé de un lado a otro, sopesando la idea de esperarlo abajo o ahí en mi habitación. Finalmente, me hallé sentada en la sala, con la vista en la puerta. No concebía por qué me importaba tanto su bienestar, pero ahí me tenía, sufriendo, así como cuando Levi llegaba tarde a casa de vez en cuando cada que salía con Dominic. Esperé muchísimo, ni siquiera supe en qué momento fue que me quedé dormida porque desperté en el momento que Barnaby me recostaba en mi cama. Comenzaba a ser una costumbre suya c
—Funcionó. Entorné los ojos en dirección a Barnaby Flynn, quién sonreía de oreja a oreja tras escuchar aquella afirmación llena de júbilo del médico que me llevó el tratamiento. Habían transcurrido cerca de tres semanas aproximadamente, casi un mes, desde que me sometí a la inseminación y sorprendentemente el resultado dio positivo. El líquido frío que había deslizado en todo mi abdomen me produjo escalofríos. El ultrasonido mostraba una pequeñez en el interior de mi útero, en otras palabras, mi hijo.—¡Oh, felicitaciones dobles! —exclamó el doctor, pasándome un pañuelo para limpiarme el abdomen e incorporándome con ayuda de Barnaby, quién frunció el ceño al igual que yo.—¿Por qué doble felicitación? —inquirí, con el pulso acelerado. El doctor señaló la ecografía con singular alegría y nos miró fijamente.—No solo tendrán un hijo—informó—tendrán dos. Gemelos. Tragué saliva y me atraganté con la misma tras escucharlo. ¡¿Qué?! Miré con horror a Barnaby y contemplé su semblante sor
Tuve suerte de que William Flynn se hubiese acercado a su padre, que estaba en la cocina fisgoneando la nevera. Llegué a mi habitación y cerré con pestillo.Sentándome al borde de la cama, me recosté poco a poco entre las sábanas. No pasó ni cinco minutos, cuando Barnaby fue a buscarme. Llamó a la puerta con sutileza, con leves golpecitos.Abrumada, le abrí y horrorizada, le cerré la puerta en la cara a William Flynn.¿Por qué no dejaba de acosarme?—Abre la puerta. No pienso hacerte daño—prometió con voz jocosa, pero no le creí.—Vete o gritaré.Mi amenaza le causó gracia porque se echó a reír. Un escalofrío espantoso recorrió mi piel al escuchar su risa maquiavélica. ¿En dónde diablos estaba Barnaby Flynn?Y recordé cuando le ordené que no me siguiera. Comenzaba a darme cuenta de mi estupidez.—¿Cuánto te está pagando mi primo por salir con él, y fingir amor ante la sociedad, o peor aún, crear dos primogénitos imaginarios para robarme la fortuna de mi abuelo?Su pregunta me tomó por
Entonces, cuando nuestras miradas chocaron por accidente, algo en mi interior se contrajo y podía jurar que no tenía nada que ver con el embarazo.Él pareció no notar mi estremecimiento mientras desayunaba sin apartarme la mirada, solo para beber un poco de café y sonreírme cada que retomaba su tarea de observarme.Anonadada, le devolví la sonrisa torpemente y no me quedó más remedio que buscar la manera de comenzar una conversación.—¿Cuántas horas es de vuelo hasta Zermatt? —pregunté cómo quién no quiere la cosa. Barnaby se relamió el labio inferior y le dio un sorbo a su taza con café.—Como es vuelo directo, aproximadamente siete horas con quince minutos—respondió.—Siete horas—repetí, estupefacta— ¿Y qué demonios haremos en todo ese tiempo dentro de un avión?—Mañana compraré los boletos y buscaré un vuelo nocturno para que durmamos todo el trayecto—rio al ver mi expresión horrorizada.—Tendrás que prestarme una tableta con muchos libros en PDF para que me distraiga las primeras
—Oblígame—lo enfrenté sin miramientos—no tienes derecho a nada. Además, ya estoy embarazada, así que no puedes protestar.—No permitiré que te acuestes con alguien teniendo a mis hijos contigo—siseó, preso de la ira. El cuello se le había enrojecido, al igual que sus orejas y ahí fue donde titubeé. Probablemente no se estaba dando cuenta que también yo estaba bromeando.Aturdida por su reacción, retrocedí varios pasos y comencé a cerrar la puerta, pero como era de esperarse; Barnaby bloqueó mi acción y entró a la recámara con la mirada ensombrecida de locura.Y en un movimiento rápido, me agarró de las muñecas con ambas manos y me empujó a la cama, colocándose encima de mí.Sus pupilas se dilataron a tal extremo que sus ojos se hicieron completamente negros en vez de su habitual verde aceituna.—Prometiste nada de contacto—gemí bajo su agarre, pero él gruñó, paralizándome del miedo.—No nos amamos ni somos una pareja real, pero ante la ley, lo somos—espetó, sujetando mis dos manos con
Suspiré. Si eso quería, entonces, adelante. Le volteé la cara y afiancé mi mano a la del sujeto con la finalidad de que me fuera más fácil ascender y entré al jet, que estaba totalmente iluminado y no me sorprendió ver tanta elegancia y finura, ya que me estaba acostumbrando nuevamente a ello. Era muy espacioso.El hombre se cercioró de verme tomar asiento antes de volver a bajar, dejándome sola en ese majestuoso vehículo aéreo.El asiento era de piel y muy suave. Probé a reclinarlo un poco y alzar la base para descansar los pies, haciéndolo más o menos una cama plegable.Aquellas comodidades fueron lo que enloquecieron a mis padres y ahora, ellos estaban a tres metros bajo tierra y yo en la cúspide del destrozo de mi vida, intentando darle una mejor vida a mi hermano a manos de un multimillonario egocéntrico y su familia desquiciada.Al cabo de diez minutos, escuché varios pasos y a continuación, vi a Barnaby aparecer por la puerta. Ni si quiera me miró y se sentó en el asiento conti
Y de repente, me di cuenta de que ya no tenía la misma ropa que antes y lo miré.—Espera, ¿Cómo es que tengo otra ropa? —parpadeé.—No pensarás que iba a dejarte estar toda manchada de vómito, ¿verdad? —carraspeó, poniendo los ojos en blanco.—¿Te atreviste a cambiarme? ¡Me desnudaste! —grité.—Ni que estuvieras tan buena—se burló—he visto mejores cuerpos vírgenes que el tuyo.Eché un vistazo a mi nueva vestimenta y casi me ahogué al gritar. Ya no tenía el mismo sostén tampoco.—¡Lo lamentarás! —chillé, totalmente enfadada. Jamás había estado con un hombre porque no me sentía con ninguna necesidad de ello, e incluso, acepté la maldita idea de ser la esposa falsa de ese imbécil e inseminarme de manera artificial para traer a su hijo al mundo, pero no iba a tolerar que se tomara la osadía de desnudarme. Me quité las botas y se las lancé a la cabeza. Logró eludir la primera, pero la segunda le cayó de lleno en la frente. —¡Deja de actuar como demente! —recogió las botas y se levantó.—
Él era muy guapo y atractivo, eso era obvio, pero simplemente buscaba una aventura conmigo para no aburrirse en Zermatt y yo no iba a darle el gusto.Tras un doloroso minuto de enviarnos miradas fulminantes como idiotas, Barnaby regresó a su asiento con aire sulfurado. Tenía el semblante ensombrecido de irritación y yo apenas podía respirar. —Espero que todo esto que pasó, no se repita—dije—y también si vuelvo a vomitar o desmayarme, no me desnudes, por favor.—¿Por qué no? En todo caso, hay un papel que avala que somos marido y mujer—ironizó sin mírame—y si vomitas y posteriormente pierdes el conocimiento, no permitiré en lo absoluto que estés toda embarrada de porquería. Quizá no haya amor de por medio, pero, ¡Demonios, Tessa! Eres mi esposa y, por ende, cuidaré de ti, aunque actúes como una demente.—Me cuidarás solamente porque tengo a tus hijos dentro de mí—reí secamente.—Y porque quiero ser el primero en follarte—esbozó una sonrisa maliciosa y me guiñó el ojo, dejándome en sho