Capítulo 42

—Oblígame—lo enfrenté sin miramientos—no tienes derecho a nada. Además, ya estoy embarazada, así que no puedes protestar.

—No permitiré que te acuestes con alguien teniendo a mis hijos contigo—siseó, preso de la ira. El cuello se le había enrojecido, al igual que sus orejas y ahí fue donde titubeé. Probablemente no se estaba dando cuenta que también yo estaba bromeando.

Aturdida por su reacción, retrocedí varios pasos y comencé a cerrar la puerta, pero como era de esperarse; Barnaby bloqueó mi acción y entró a la recámara con la mirada ensombrecida de locura.

Y en un movimiento rápido, me agarró de las muñecas con ambas manos y me empujó a la cama, colocándose encima de mí.

Sus pupilas se dilataron a tal extremo que sus ojos se hicieron completamente negros en vez de su habitual verde aceituna.

—Prometiste nada de contacto—gemí bajo su agarre, pero él gruñó, paralizándome del miedo.

—No nos amamos ni somos una pareja real, pero ante la ley, lo somos—espetó, sujetando mis dos manos con
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