—Esto es muy normal en tu estado, Tessa—dijo—no te disculpes por la naturaleza de tu cuerpo.Ensimismada ante su escultural físico, asentí. —Menos mal no ensuciaste el piso, sería muy tardado limpiarlo—bromeó—mañana mandaré a tirar la basura, ahora vamos a dormir.—¿No ibas a cenar? —Ya se me quitó el apetito.—Lo siento—me sentí más miserable de lo normal.—Fue un pretexto para hablar contigo. No tenía hambre.Asentí. Y al ver que yo no decía nada, volvió a hablar.—¿Mañana quieres dar un paseo? —No me siento bien, ¿sabes? —¿Por qué? —preguntó, extrañado.—La verdad es que no creo que te guste la razón por la que estoy así.—¿Tiene que ver con lo que pasó en el jet?—En parte…—Solo dilo—dijo con simpleza—nada que puedas decirme puede afectarme.—¿Estamos haciendo lo correcto, Barnaby? —tragué saliva— ¿no iré a prisión por haberte ayudado en esta descabellada idea? —Estamos siguiendo las indicaciones de mi abuelo. Ante la ley estamos casados, aunque sea toda una farsa, pero todo
—No te muerdas la boca, rubia teñida—vociferó, apretándome más la cara y gemí de dolor. Sus dedos eran rudos, nada que ver con los de Barnaby—voy a desenmascarar este complot que has hecho con mi primo y…De tantas emociones fuertes, mi cuerpo reaccionó al terror y vomité nuevamente, pero esta vez encima de William Flynn, quien me soltó con asco, empujándome contra el refrigerador y saltó hacia atrás con la expresión desfigurada por la repugnancia. Tal parecía que no iba a poder comerme un maldito sándwich. Con el empujón que él me propició, me golpeé con fuerza la espalda y casi perdí el equilibrio. William resbaló con el vomitó y me lanzó una mirada mortífera. —¡Tú…!—¿Qué te puedes esperar de una mujer embarazada? —rompí a reír, limpiándome la barbilla y escupiendo al suelo. Me daba igual estar sucia de mi propio vómito con tal de tenerlo lejos de mí—estoy en la etapa de las náuseas y vómitos, y a menos que seas Barnaby, mantente lejos de mí.—¡Eres una asquerosa! —me gritó, asq
Lo que más me impactó fue ver que abrazó sus rodillas y hundió su rostro en ellas, incapaz de afrontar mi mirada. Su ancha espalda comenzó a temblar, señal de estar… ¿llorando? ¿De verdad el gran Barnaby Flynn, magnate y millonario, egocéntrico y narcisista, estaba llorando sin vergüenza alguna frente a mí? Y lo peor era que me estaba sintiendo mal también. Me produjo mucha tristeza verlo así.—Debe haber algo para hacer al respecto, ¿verdad? —dije en un hilo de voz, deteniendo las ganas de llorar que se me habían atascado en la garganta. Dios. Estar embarazada era un lío. Mis emociones estaban a flor de piel y el cambio de humor peor.Él no me respondió.—Contéstame o me harás llorar, junior.—Morgan, no estoy de humor…—sorbió por la nariz y aventuró a levantar la cabeza en mi dirección. Nos quedamos mirando como idiotas, ambos con los ojos llorosos y enrojecidos por el llanto.Jamás había sentido tanta admiración por unos ojos, hasta que vi los de Barnaby Flynn bañados en lágrimas.
—¡Lárgate de aquí! —le grité con rabia.—Escucha, arribista, no estoy para tus dramas—dijo, cerrando la puerta sutilmente.—Esperaste a que Barnaby se fuera para volver, ¿verdad? Maldito cobarde—deseé tener algo para reventarle en la cabeza y llamar a Barnaby.—Es obvio, hasta un retrasado mental se daría cuenta, pero como mi primo y tú son la misma mierda, no percibieron la mentira—soltó una risa mezquina.—¿Qué quieres, infeliz? Enviaste a tu primo a un viaje estúpido solo para tener a tu merced y lo has logrado—espeté—ahora dime qué quieres conmigo.—Contigo—me miró con desprecio—nada, pero quiero comprobar si de verdad estás embarazada como tanto alardean Barnaby y tú.Una sonrisa, que más bien fue una mueca de su parte, cruzó su atractivo rostro y sus fríos ojos grises se postraron en mi abdomen bajo, como si con solo mirarme, pudiera tener el poder de rayos X para salir de dudas sobre mi embarazo.—Llamaré a la policía si no te largas en cinco segundos—lo amenacé.—¿Qué tal si t
Corrí por el pasillo, angustiada porque no tenía dinero para ir a casa y en cuanto encontré la salida al estacionamiento, tropecé con mis propios pies, dando traspiés y estuve a nada de caer de cara al frío y húmedo asfalto, de no ser por unas manos gentiles que me atraparon justo a tiempo.—Gracias—dije, abrumada, acomodándome el pijama.—Es un placer ayudarte de nuevo.Alcé la cara y vi al joven y sexy desconocido sonriéndome. —De verdad siento que continúes presenciando mis torpezas y mala suerte—bufé, avergonzada.—¿En serio estás bien o tengo que llamar a la policía? —convino con preocupación, mirando por encima de mi cabeza.—Te agradecería mucho si…—¡Tessa Morgan! Lívida, di un respingo, aterrada y me escondí detrás de la ancha espalda del joven, que le calculaba era de la misma edad que Barnaby, y este, a su vez, cuadró los hombros y encaró a William.—Ella se queda conmigo—sentenció mi salvador de origen italiano.—¿La conoces? —espetó William— ¿no será que eres el amante
—¡Hola! —lo saludé con más emoción de la que pretendía.—Tenías razón, todo fue una trampa de William—fue lo que dijo en cuanto escuchó mi voz.—Era más que obvio. Solo quería fastidiarte.—Y a Keith se le antojó tener un maldito día libre y apagar su teléfono—espetó—por eso no pude comunicarme con él y evitar viajar a lo idiota hasta Boston, dejándote sola en Zermatt.—Está claro que la intención de William era alejarte de mí—repuse, irritada.—¿A qué te refieres? —la voz de Barnaby cambió a preocupación.—Él no se largó—le informé—William se quedó aquí en Zermatt.—¿Cómo lo sabes? ¿Él se acercó a ti? ¡¿Te hizo algo?! —se precipitó.—Me llevó a rastras a un hospital para salir de dudas de mi embarazo—le expliqué—gracias al cielo un profesor de Nueva York, de origen italiano que pasó cerca de nosotros, me salvó la vida.—Pero dime, ¿te golpeó o algo? —siseó.—William nunca ha tratado bien a nadie y te consta—no quise darle a detalle el ahorcamiento que sufrí en pleno pasillo del hospi
Boston, Massachusetts.Levi Morgan.Echaba de menos a Tessa.Me preocupaba que no hubiese llamado en tantos días, pero confiaba en que estaba lo suficientemente bien como para hacerlo.Adele Flynn me había comentado que por un tiempo no tendría noticias de mi hermana y cuando eso ocurriera, ella sería la primera en llamarme. —¡No te preocupes más por ella! Tessa está con mi hermano, él va a cuidarla y a orientarla con los demás compañeros del trabajo—fue lo último que Adele Flynn me aseguró antes de marcharse en su extravagante coche.Habíamos salido a cenar, por petición suya, claro.Y Dominic había llegado a verme y como yo no estaba en casa, tuvo que marcharse y a juzgar por su tono decepcionado de voz cuando supo que yo había salido con la hermana del jefe de Tessa, a través de una llamada y deduje que se había enfadado.Pero ¿Por qué?Tantas veces fue a mi casa y no estuve, y jamás se enfadó ni decepcionó.Terminé de cenar y opté por llamarle nuevamente.No hubo respuesta. Decli
Arribé el día sin ganas. Apenas desayuné y me la pasé con aire taciturno hasta que llegó el momento de ducharme y cambiarme para la cita con Adele Flynn. Sospechaba que ella lo hacía para compensar la ausencia de Tessa, y se lo agradecería infinitamente.Revisé inútilmente mi teléfono, anhelando ver algún mensaje por parte de Dominic y dejé escapar un suspiro de decepción. ¿Qué estaba ocurriendo entre los dos? Sentía que una enorme brecha se había abierto entre nosotros y no entendía por qué. ¿Qué había hecho yo para que mi mejor amigo me odiase de esa manera? Él fue el único, luego del desastre de mis padres, que se quedó a mi lado sin miramientos. No me juzgó, sino todo lo contrario. Me apoyó e incluso me consiguió trabajo en un restaurante de su familia y también haciéndole pinturas para que mi hermana no siguiera trabajando a un ritmo preocupante en muchos lados. Acababa de ponerme una de las camisas que no solía usar porque detestaba verme formal, pero que debía usar si querí