—¡Lárgate de aquí! —le grité con rabia.—Escucha, arribista, no estoy para tus dramas—dijo, cerrando la puerta sutilmente.—Esperaste a que Barnaby se fuera para volver, ¿verdad? Maldito cobarde—deseé tener algo para reventarle en la cabeza y llamar a Barnaby.—Es obvio, hasta un retrasado mental se daría cuenta, pero como mi primo y tú son la misma mierda, no percibieron la mentira—soltó una risa mezquina.—¿Qué quieres, infeliz? Enviaste a tu primo a un viaje estúpido solo para tener a tu merced y lo has logrado—espeté—ahora dime qué quieres conmigo.—Contigo—me miró con desprecio—nada, pero quiero comprobar si de verdad estás embarazada como tanto alardean Barnaby y tú.Una sonrisa, que más bien fue una mueca de su parte, cruzó su atractivo rostro y sus fríos ojos grises se postraron en mi abdomen bajo, como si con solo mirarme, pudiera tener el poder de rayos X para salir de dudas sobre mi embarazo.—Llamaré a la policía si no te largas en cinco segundos—lo amenacé.—¿Qué tal si t
Corrí por el pasillo, angustiada porque no tenía dinero para ir a casa y en cuanto encontré la salida al estacionamiento, tropecé con mis propios pies, dando traspiés y estuve a nada de caer de cara al frío y húmedo asfalto, de no ser por unas manos gentiles que me atraparon justo a tiempo.—Gracias—dije, abrumada, acomodándome el pijama.—Es un placer ayudarte de nuevo.Alcé la cara y vi al joven y sexy desconocido sonriéndome. —De verdad siento que continúes presenciando mis torpezas y mala suerte—bufé, avergonzada.—¿En serio estás bien o tengo que llamar a la policía? —convino con preocupación, mirando por encima de mi cabeza.—Te agradecería mucho si…—¡Tessa Morgan! Lívida, di un respingo, aterrada y me escondí detrás de la ancha espalda del joven, que le calculaba era de la misma edad que Barnaby, y este, a su vez, cuadró los hombros y encaró a William.—Ella se queda conmigo—sentenció mi salvador de origen italiano.—¿La conoces? —espetó William— ¿no será que eres el amante
—¡Hola! —lo saludé con más emoción de la que pretendía.—Tenías razón, todo fue una trampa de William—fue lo que dijo en cuanto escuchó mi voz.—Era más que obvio. Solo quería fastidiarte.—Y a Keith se le antojó tener un maldito día libre y apagar su teléfono—espetó—por eso no pude comunicarme con él y evitar viajar a lo idiota hasta Boston, dejándote sola en Zermatt.—Está claro que la intención de William era alejarte de mí—repuse, irritada.—¿A qué te refieres? —la voz de Barnaby cambió a preocupación.—Él no se largó—le informé—William se quedó aquí en Zermatt.—¿Cómo lo sabes? ¿Él se acercó a ti? ¡¿Te hizo algo?! —se precipitó.—Me llevó a rastras a un hospital para salir de dudas de mi embarazo—le expliqué—gracias al cielo un profesor de Nueva York, de origen italiano que pasó cerca de nosotros, me salvó la vida.—Pero dime, ¿te golpeó o algo? —siseó.—William nunca ha tratado bien a nadie y te consta—no quise darle a detalle el ahorcamiento que sufrí en pleno pasillo del hospi
Boston, Massachusetts.Levi Morgan.Echaba de menos a Tessa.Me preocupaba que no hubiese llamado en tantos días, pero confiaba en que estaba lo suficientemente bien como para hacerlo.Adele Flynn me había comentado que por un tiempo no tendría noticias de mi hermana y cuando eso ocurriera, ella sería la primera en llamarme. —¡No te preocupes más por ella! Tessa está con mi hermano, él va a cuidarla y a orientarla con los demás compañeros del trabajo—fue lo último que Adele Flynn me aseguró antes de marcharse en su extravagante coche.Habíamos salido a cenar, por petición suya, claro.Y Dominic había llegado a verme y como yo no estaba en casa, tuvo que marcharse y a juzgar por su tono decepcionado de voz cuando supo que yo había salido con la hermana del jefe de Tessa, a través de una llamada y deduje que se había enfadado.Pero ¿Por qué?Tantas veces fue a mi casa y no estuve, y jamás se enfadó ni decepcionó.Terminé de cenar y opté por llamarle nuevamente.No hubo respuesta. Decli
Arribé el día sin ganas. Apenas desayuné y me la pasé con aire taciturno hasta que llegó el momento de ducharme y cambiarme para la cita con Adele Flynn. Sospechaba que ella lo hacía para compensar la ausencia de Tessa, y se lo agradecería infinitamente.Revisé inútilmente mi teléfono, anhelando ver algún mensaje por parte de Dominic y dejé escapar un suspiro de decepción. ¿Qué estaba ocurriendo entre los dos? Sentía que una enorme brecha se había abierto entre nosotros y no entendía por qué. ¿Qué había hecho yo para que mi mejor amigo me odiase de esa manera? Él fue el único, luego del desastre de mis padres, que se quedó a mi lado sin miramientos. No me juzgó, sino todo lo contrario. Me apoyó e incluso me consiguió trabajo en un restaurante de su familia y también haciéndole pinturas para que mi hermana no siguiera trabajando a un ritmo preocupante en muchos lados. Acababa de ponerme una de las camisas que no solía usar porque detestaba verme formal, pero que debía usar si querí
—Todavía me parece extraño que, una chica como tú, de verdad se hubiera olvidado de sí misma, interponiendo el bienestar absoluto de su hermano—le oí decir y lo miré con los ojos estrechados—y no digo que esté mal, de hecho, es de admirar, pero tampoco es que Levi no pudiera hacer algo también.—Mi hermano no debe trabajar todavía. Él merece un futuro exitoso en una prestigiosa universidad de arte…—¿Y tú no mereces un futuro exitoso también? —ladeó la cabeza, tocando mi herida del corazón con sus crudas palabras reales.Se me llenaron los ojos de lágrimas y sorbí por la nariz, apartando mi cara de la cámara.—Tessa—escuché pronunciar mi nombre con ternura—cariño, escúchame.—Te escucho—dije en un hilo de voz.—Escúchame y mírame.Me limpié las lágrimas y asomé la cabeza en la cámara. Seguramente mi rostro era un desastre, pero, aun así, me atreví a ser observada por él.No obstante, la mirada de Barnaby me estremeció. Tenía una leve sonrisa, pero sus ojos eran los que más sonreían.—
—Ambos estudiamos Arquitectura y nos conocimos por casualidad, ya que ella era una chica becada y su salón estaba del otro lado de mi edificio. —Técnicamente les estás llamando pobres a los becados—bromeé. —Hay una gran diferencia de estatus económico entre mi familia y las familias que estudian en universidades de prestigio a base de becas—añadió con arrogancia y esbozó una sonrisa traviesa, jactándose de su riqueza. —Gracias por llamarnos pobres—reí. —Ni siquiera eres universitaria—se defendió. —Dejé de estudiar porque no tenía dinero—mentí. La verdad es que estudié diseño, la terminé y jamás lo llevé a cabo porque mis padres aun facilitaban mi vida. Y Barnaby dejó de sonreír. —¿Qué estabas estudiando? —Contaduría—chasqueé la lengua ante tanta mentira—pero de todos modos no era lo mío—me encogí de hombros, restándole importancia—además, lo que me va muy bien es cocinar y no necesito estudiar gastronomía. —Podríamos arreglarlo si así lo deseas. Fruncí el ceño. —En estos mes
—¿Quieres un algodón de azúcar? —me preguntó—porque tiene algún tiempo que no como uno y se me antoja ahora mismo.No le hice caso y lo vi levantarse de la banca.Por el rabillo del ojo, lo miré acercarse al señor de los algodones y suspiré. Si tan solo yo tuviera dinero en efectivo…De pronto, un algodón de azúcar color rosa apareció en mi campo visual.—No creas que elegí ese color porque seas mujer—le oí decir y volteé a verlo—es el único que quedaba. Yo también compré rosa.—¿Puedo preguntarte por qué estás siendo amable? —le acepté el algodón con desconfianza.—Soy una buena persona, aunque no me creas—se encogió de hombros.—Seguramente eres buena persona con quienes te agradan—observé.No respondió. Se dedicó a degustar su algodón de azúcar y no tuve más opción de imitarlo.Ni en mis peores pesadillas pensé que en algún momento estaría sentada en la banca de un parque en Zermatt en compañía de ese idiota. Era extraño.—¿Sabes patinar? —preguntó.—Sabía hacerlo cuando era niña.