—Todavía me parece extraño que, una chica como tú, de verdad se hubiera olvidado de sí misma, interponiendo el bienestar absoluto de su hermano—le oí decir y lo miré con los ojos estrechados—y no digo que esté mal, de hecho, es de admirar, pero tampoco es que Levi no pudiera hacer algo también.—Mi hermano no debe trabajar todavía. Él merece un futuro exitoso en una prestigiosa universidad de arte…—¿Y tú no mereces un futuro exitoso también? —ladeó la cabeza, tocando mi herida del corazón con sus crudas palabras reales.Se me llenaron los ojos de lágrimas y sorbí por la nariz, apartando mi cara de la cámara.—Tessa—escuché pronunciar mi nombre con ternura—cariño, escúchame.—Te escucho—dije en un hilo de voz.—Escúchame y mírame.Me limpié las lágrimas y asomé la cabeza en la cámara. Seguramente mi rostro era un desastre, pero, aun así, me atreví a ser observada por él.No obstante, la mirada de Barnaby me estremeció. Tenía una leve sonrisa, pero sus ojos eran los que más sonreían.—
—Ambos estudiamos Arquitectura y nos conocimos por casualidad, ya que ella era una chica becada y su salón estaba del otro lado de mi edificio. —Técnicamente les estás llamando pobres a los becados—bromeé. —Hay una gran diferencia de estatus económico entre mi familia y las familias que estudian en universidades de prestigio a base de becas—añadió con arrogancia y esbozó una sonrisa traviesa, jactándose de su riqueza. —Gracias por llamarnos pobres—reí. —Ni siquiera eres universitaria—se defendió. —Dejé de estudiar porque no tenía dinero—mentí. La verdad es que estudié diseño, la terminé y jamás lo llevé a cabo porque mis padres aun facilitaban mi vida. Y Barnaby dejó de sonreír. —¿Qué estabas estudiando? —Contaduría—chasqueé la lengua ante tanta mentira—pero de todos modos no era lo mío—me encogí de hombros, restándole importancia—además, lo que me va muy bien es cocinar y no necesito estudiar gastronomía. —Podríamos arreglarlo si así lo deseas. Fruncí el ceño. —En estos mes
—¿Quieres un algodón de azúcar? —me preguntó—porque tiene algún tiempo que no como uno y se me antoja ahora mismo.No le hice caso y lo vi levantarse de la banca.Por el rabillo del ojo, lo miré acercarse al señor de los algodones y suspiré. Si tan solo yo tuviera dinero en efectivo…De pronto, un algodón de azúcar color rosa apareció en mi campo visual.—No creas que elegí ese color porque seas mujer—le oí decir y volteé a verlo—es el único que quedaba. Yo también compré rosa.—¿Puedo preguntarte por qué estás siendo amable? —le acepté el algodón con desconfianza.—Soy una buena persona, aunque no me creas—se encogió de hombros.—Seguramente eres buena persona con quienes te agradan—observé.No respondió. Se dedicó a degustar su algodón de azúcar y no tuve más opción de imitarlo.Ni en mis peores pesadillas pensé que en algún momento estaría sentada en la banca de un parque en Zermatt en compañía de ese idiota. Era extraño.—¿Sabes patinar? —preguntó.—Sabía hacerlo cuando era niña.
Asentí, zanjando el tema. No valía la pena insistir si me iba a dar la misma respuesta vaga y cortante.Me acostumbré demasiado a leer el lenguaje corporal de mi hermana para saber si me mentía como para tragarme el cuento de personas ajenas acerca de una verdad. A mí nadie podía hacerme tonto.Ellos estaban ocultando algo con respecto a Tessa, ya que ella jamás habría permitido estar incomunicada conmigo más de un día.Llegamos a un sitio elegante en el que, desde luego, me sentí fuera de lugar; pero mi educación me impedía ser descortés.Los encargados del estacionamiento aparcaron el vehículo de ella y descendimos, en dirección al interior de aquel edificio pequeño, pero lujoso, del que yo no tenía idea de su existencia.—Señorita Flynn, ¡Qué agradable sorpresa! —la saludó una mujer entrada en años muy atractiva—por favor, pase.De pronto, la mirada de la mujer se posó en mí y sonrió, pero a medida que bajaba la mirada hasta mis tenis, que llevaban dos años conmigo, se le borró el
Entorné los ojos, incapaz de creerlo.—No es posible, tú encajas más en eso.William se encogió de hombros.—No me creas si no quieres, total, yo lo conozco bien y sé de lo que hablo.—¿Y dónde quedaron los miembros de su grupo de agresores? —Con el paso de los años, comprendieron que no podían pasar su vida siguiendo a mi primo como perros falderos, además de que Barnaby cortó comunicación con todos ellos al entrar a la universidad.—Supongo que esos chicos también son de la alta sociedad, ¿no?—Obviamente—dijo en un tono estúpido como si yo fuera idiota—nunca nos hemos mezclado con gente de clase baja, excepto Barnaby—ahogó una risa nasal—Jane Howe y tú, Tessa Morgan, hicieron que la tradición familiar se fuera a la mierda.—Tampoco exageres. Ustedes no pertenecen a la realeza solo por pudrirse en dinero. Existen multimillonarios que vienen de familia pobre y gracias a su inteligencia sobresalieron, así que, el tener buen estatus económico no te hace mejor que nadie, Flynn, bájate
Desde hacía años que dejó de importarme su frivolidad, mezquindad e indiferencia, pero ahora era personal porque no solo estaba metiéndose a juzgar a gente ajena, sino a mi esposa. A Tessa Morgan. A la madre de mis hijos. A la chica que yo estaba comenzando a amar y no iba a tolerar ni permitir que nadie de mi familia se metiera con ella hasta acorralarla como hicieron con Jane.—En vista de que tu hermana está bien, me retiro. Mantenme informado de cualquier anomalía—dijo.Me dio una fría palmada en el hombro antes de encaminarse hacia su vehículo en donde su chofer lo esperaba. Ni para conducir era bueno porque le gustaba la comodidad e ir como un rey.A medida que el coche se perdía en la lejanía, pude respirar en paz. La suerte estuvo de mi lado porque en ese preciso instante, divisé a Levi, el hermano de Tessa, salir del sanatorio y buscarme con la mirada. Le alcé el brazo y este, al verme, sonrió.Por una fracción de segundo, se me figuró ver a Tessa reflejada en él, sonriendo
—Jamás sabrás cómo soy en la cama—le guiñé un ojo, poniéndome la bolsa en el hombro con las llaves dentro.Entonces William Flynn recorrió mi cuerpo con la mirada. A pesar de que tenía un abrigo grueso y dos tallas más grandes, mis pechos sobresalían y justo ahí se detuvieron sus ojos.—Tienes buenos pechos—afirmó, asintiendo, como si estuviera dándole el visto bueno y me sentí desnuda, así que crucé mis brazos como escudo a escrutinio—tal vez eso lo volvió loco porque Barnaby ama los pechos enormes. Jane Howe los tenía más grandes que los tuyos.—¿Ya terminaste de criticarme? —El desprecio en mi voz fue palpable.—Sí, ya terminé—noté el fantasma de una sonrisa en sus labios.Era un idiota totalmente, pero también percibía que se estaba esforzando por enmendar sus errores y no comportarse como un patán al cien por ciento.Mis sospechas seguirían siempre sobre su cambio repentino de actitud.Me invitó a desayunar y después fuimos a la tienda de antigüedades en donde encontramos diversi
Casi dos años atrás, el último viaje de los señores Every…—¿Por qué hacen esto? —preguntó Tessa con decepción al ver a sus padres largarse nuevamente y sin tener la menor intención de avisarles a Levi y a ella, sin mencionar que era de madrugada y por casualidad bajó por agua y los vio a punto de irse a hurtadillas.—Tenemos problemas con las inversiones—respondió su madre con incertidumbre, buscando algo en su bolso—quisiéramos llevarlos, pero es arriesgado.—Desde hace mucho tiempo dejé de creer en tus palabras, mamá—repuso Tessa, angustiada.Rose Every hizo una mueca de fastidio y sus ojos oscuros se postraron en su hija luego de encontrar lo que deseaba en su bolso: su labial MAC carmesí mate.—Cuida a tu hermano—fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta.Su padre fue directamente a la puerta con dos maletas pesadas sin mirarme. —Adiós—dijo la chica, aguantando las lágrimas.—Isaac, mete las valijas en el coche—su padre le ordenó al chofer y su madre se adelantó a la puerta