—Jamás sabrás cómo soy en la cama—le guiñé un ojo, poniéndome la bolsa en el hombro con las llaves dentro.Entonces William Flynn recorrió mi cuerpo con la mirada. A pesar de que tenía un abrigo grueso y dos tallas más grandes, mis pechos sobresalían y justo ahí se detuvieron sus ojos.—Tienes buenos pechos—afirmó, asintiendo, como si estuviera dándole el visto bueno y me sentí desnuda, así que crucé mis brazos como escudo a escrutinio—tal vez eso lo volvió loco porque Barnaby ama los pechos enormes. Jane Howe los tenía más grandes que los tuyos.—¿Ya terminaste de criticarme? —El desprecio en mi voz fue palpable.—Sí, ya terminé—noté el fantasma de una sonrisa en sus labios.Era un idiota totalmente, pero también percibía que se estaba esforzando por enmendar sus errores y no comportarse como un patán al cien por ciento.Mis sospechas seguirían siempre sobre su cambio repentino de actitud.Me invitó a desayunar y después fuimos a la tienda de antigüedades en donde encontramos diversi
Casi dos años atrás, el último viaje de los señores Every…—¿Por qué hacen esto? —preguntó Tessa con decepción al ver a sus padres largarse nuevamente y sin tener la menor intención de avisarles a Levi y a ella, sin mencionar que era de madrugada y por casualidad bajó por agua y los vio a punto de irse a hurtadillas.—Tenemos problemas con las inversiones—respondió su madre con incertidumbre, buscando algo en su bolso—quisiéramos llevarlos, pero es arriesgado.—Desde hace mucho tiempo dejé de creer en tus palabras, mamá—repuso Tessa, angustiada.Rose Every hizo una mueca de fastidio y sus ojos oscuros se postraron en su hija luego de encontrar lo que deseaba en su bolso: su labial MAC carmesí mate.—Cuida a tu hermano—fue todo lo que dijo antes de darse la vuelta.Su padre fue directamente a la puerta con dos maletas pesadas sin mirarme. —Adiós—dijo la chica, aguantando las lágrimas.—Isaac, mete las valijas en el coche—su padre le ordenó al chofer y su madre se adelantó a la puerta
—Me casé con una divinidad ardiente—bromeó—por eso mi amor por ti no hace más que aumentar, Rose. Si tuviéramos tiempo, te follaría en este preciso instante hasta dejarte sin poder caminar como siempre, pero lamentablemente estamos a una puerta de distancia para saber si viviremos el día de mañana completo o esta es nuestra última madrugada juntos.—Esa será mi motivación para no morir hoy, querido—le guiñó el ojo, al tiempo que se colocaba el bolso en el pecho y se preparaba para salir primero, puesto que ella tenía mejor puntería que él.—Recuerda disparar a la cabeza—le recomendó Maximiliam, corroborando que tuviera el cartucho lleno—de lo contrario, te dispararán por la espalda.—Y tú recuerda que te amo y que no me arrepiento de casarme contigo y tener hijos maravillosos. Si me dieran la oportunidad de repetirlo, lo haría mil veces más, exceptuando el momento de hacer trato con esos imbéciles.Maximiliam besó una vez más a su esposa y abrió la puerta sorpresivamente.Rose salió c
Le incomodaba hablar de sus progenitores y lo comprendía perfectamente. Menos mal el tema de mis padres era desconocido y de poco interés. Ni siquiera Barnaby había preguntado nada al respecto y se lo agradecería siempre.—Deja de escuchar sus pésimos consejos—espeté—o lamentarás tus decisiones por el resto de tu vida, Flynn.—Hablas como si fueras una experta—alzó las cejas con escepticismo— ¿dónde están tus padres?Tragué saliva.—Muertos.Aquello le sorprendió porque noté que se tensó y un ceño profundo surcó su frente.—¿En serio?—¿Tan sorprendente es la noticia como para no seas capaz de creerme? —ironicé.—Esperaba de todo, menos eso—confesó—pensé que te habías largado de casa muy joven con tu hermano y por eso eras pobre.—Mi pobreza no tiene nada que ver—sisé.William se pasó una mano por el cabello y asintió.—¿Por qué elegiste a mi primo? —preguntó de repente.Parpadeé, atónita.—No entiendo a qué te refieres.—Sabes perfectamente a qué me refiero—repuso con seriedad.Tenía
Tardamos veinte minutos en estar listos. Eran las ocho de la noche y moría de ganas de despejarme junto a él. Ya no éramos los mismos idiotas del principio que se llevaban como perros y gatos.No sé si solo era yo, pero percibía una conexión y vínculo inexplicable con él desde que nos acercamos íntimamente, en especial cuando lo vi llorar ante el miedo de perder la fortuna de su familia.—¿Sabes patinar? —le pregunté.—No, ¿y tú? —me ayudó a no pisar hielo congelado de la acera y sus pies quedaron llenos de nieve fresca.—Sí, de pequeña solía practicarlo porque deseaba ser una patinadora o una bailarina de ballet profesional.—¿Y qué pasó con ese sueño?—Se fue junto con mi infancia.—No es verdad, yo puedo ayudarte a cumplir cualquier sueño, por más pequeño o enorme que sea—repuso, sin soltar mi mano.—No se trata de poder lograrlo o no, sino el deseo en sí—repliqué—ya no deseo convertirme en nada, solo anhelo hacer feliz a mi hermano.—Y lo lograrás—afirmó—de mi cuenta corre, y lo s
Su mano viajó hacia uno de mis pechos y empezó a acariciarlo por encima de la ropa, estremeciendo mis sentidos y erizando mi piel.Trazó un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello, deteniéndose en mi pecho, en donde desabrochó los botones y me despojó completamente del pijama, quedando expuesta a él y la parte de mi cuerpo que parecía encantarle.—Eres una diosa, Tessa Morgan—gruñó, volviendo a mis labios sin dejar de acariciarme a su antojo.La manera en la que nos desvestimos por completo fue muy rápida, tal vez se debió a la desesperación que ambos sentíamos para sentir al otro en nuestros cuerpos.Barnaby colocó ambas manos a cada lado de mi cara y buscó mi mirada.Miré directamente a sus ojos aceitunados que tenían las pupilas dilatadas y respiraba aceleradamente como yo.—A partir de este momento ya no habrá vuelta atrás, Morgan—gruñó—no voy a detenerme hasta terminar y volveré a empezar hasta quedar satisfecho de ti por esta noche.—Hazlo—murmuré, presa del deseo y de
Volvimos a hacer el amor y estuvimos por más tiempo retozando en la cama hasta que el hambre nos obligó a detenernos. Jamás había experimentado algo como eso. Él se encargó de asegurar las ventanas, cortinas y puertas para poder andar por la casa desnudos, ya que tenía la absurda idea de que en cualquier momento podría darnos ganas de tener sexo y la ropa sería un impedimento.—¿Hasta de pie? —le pregunté mientras cenábamos en el sofá. Solamente teníamos una frazada encima y los platos en nuestras manos. —Es un poco incómodo, pero la penetración es más profunda y placentera—me guiñó el ojo—podríamos intentarlo si quieres…—Me pregunto en donde habrás visto esa posición.—¿Has leído el kamasutra?—No, ¿tú sí? —reí.—Una vez, pero la posición de pie la vi en un vídeo triple equis. Hay dos maneras: ambos mirándose entre sí, como el misionero, pero parados, o el hombre detrás de la mujer.Cubrí mi rostro con las manos. —Más adelante podríamos intentarlo—volvió a guiñarme el ojo, dánd
Todavía no me reponía de nuestro beso, pero tampoco iba a dejarlo asfixiado con sus sentimientos.—¿Estamos haciendo lo correcto?—¿Eso es relevante? —ladeé la cabeza y me acerqué a él.Dominic se estremeció cuando puse mis manos sobre las suyas. Dejó de temblar involuntariamente al contacto conmigo.—En pleno siglo XXI, ¿crees que a la gente le va a importar que un par de jóvenes del mismo sexo se amen? —sonreí.—Espera, ¿me estás diciendo que quieres salir conmigo? —Su mirada se iluminó.—Bueno, ¿no fue por eso que nos confesamos?—Nunca pensé llegar tan lejos, para ser honesto…—¿Qué quieres decir? —Me impacienté.—Que no estoy seguro aun de salir contigo públicamente. Podemos pasarla bien en mi departamento o en tu casa, a solas—murmuró.Solté sus manos con agresividad y a pesar de que intentó agarrarme de nuevo, lo rechacé.—Yo no soy tu juguete sexual, idiota.—¿Pasarla bien sin que nadie nos moleste…, está mal? —Inquirió, queriendo parecer inocente.—Yo jamás estaré con alguien