—Es mi propiedad y si quiero clausurarlo, lo haré—espetó Barnaby—total, solo es un negocio donde consigo dinero extra por diversión. —¿Por qué te comportas de esa manera? Soy tu mejor amigo, no deberías hablarme así—Noah se mostró ofendido y lo soltó.—Y por lo mismo que eres mi mejor amigo, te estoy advirtiendo que no quiero que te envicies en ese lugar.Iban a seguir discutiendo, pero el docente hizo acto de presencia y volvieron a sus lugares para prestar atención.El casino había sido como un obsequio de Arnold Flynn a su nieto Barnaby porque el chico deseaba tener un negocio para generar ingresos extras y no perjudicar el patrimonio que le correspondía.—En un mes le dirán adiós a esta facultad y por ende, saben que para posicionarse en un buen trabajo, deben saber relacionarse—convino el tutor del grupo con lágrimas en los ojos—me complace tanto haberles dado clases a cada uno de ustedes…—Para mi gran amigo Barnaby no será muy difícil hallar trabajo porque su familia es dueña
—¿Qué está sucediendo? —Barnaby llegó rápidamente cuando Noah lo llamó por teléfono muy asustado.Noah, por su parte, se hallaba muy alterado. Balbuceaba palabras incoherentes e inaudibles. Un sudor helado le adornaba la frente y manos y sus ojos parecían querer salir de sus cuencas.—Van a asesinarme, Barn—logró decir, mirando a todas partes.—¿De qué demonios estás hablando? Cálmate y siéntate. Te traeré un agua…—¡No! —lo detuvo del brazo con fuerza, haciendo que Barnaby frunciera el ceño— ¡Cierra el negocio, no estoy a salvo!—Ya, pero por favor, cálmate, ¿de acuerdo? No pasa nada.Barnaby mandó cerrar todas las puertas del casino y ahuyentó a algunas personas con amabilidad, argumentando que había una emergencia y tenían que evacuar cuanto antes. En cuestión de diez minutos el casino quedó vacío y cerrado completamente. Eran apenas las once de la noche y había dejado a Jane sola en el departamento.—Ahora cuéntame qué sucede—arrastró una silla y se sentó a su lado.Noah no paraba
—Abuelo, si alguien te llega a escuchar, van a pensar que estás hablando en serio.—Jamás bromearía con algo así, Barney. Yo daría la vida por cada uno de ustedes sin pensarlo dos veces—repitió—para eso es la familia, muchacho.Tomó asiento con pereza en el sofá y recargó su bastón sobre su rodilla, escrudiñándolo hasta el alma.Barnaby sabía que su abuelo estaba examinando su comportamiento y lenguaje corporal para encontrar incongruencias en sus palabras y mandarlo al carajo, o bien, ayudarle.—Quiero que me hagas una cita con los Every. Aquello fue una sorpresa para el magnate de avanzada edad. Miró a Adele y después a Barnaby.—¿Para qué quieres relacionarte con ellos? Son excelentes socios, pero como seres humanos dejan mucho qué desear, hijo. No quisiera que te ensuciaras también.—Mi amigo Noah tiene problemas con un mafioso, abuelo, y quiero ayudarlo, ya que todo empezó en el casino.—En primer lugar, creo que te dije desde un principio que yo no quería que les abrieras las p
Entre coches y más coches que se le vinieron encima, tardó cinco minutos en alcanzar la camioneta. La divisó aparcada a unos metros de distancia.En aquel instante, se detestó por no hacerle caso a su primo William de andar consigo una pistola para protección.Descendió del auto y caminó a paso firme hacia los agresores.—¡Bajen de la maldita camioneta! —les gritó, situándose frente al cofre de esta.Y sin pensarlo dos veces, abrieron la puerta del copiloto y bajó un sujeto de rasgos fuertes y muy marcados. Su apariencia no era estadounidense.Su mirada oscura parecía querer taladrarle el alma a Barnaby, pero no flaqueó. Mantuvo su expresión neutral.—Eres demasiado listo para ser un chiquillo nacido en cuna de oro—le oyó decir al hombre con acento italiano—pensamos que se te haría difícil ubicar quienes se llevaron a tu noviecita.Debía ser él. El maldito mafioso italiano con el que Noah se había relacionado por imbécil.—Así que tú eres Matteo Cappelletti—dijo Barnaby con aspereza—e
—¿Por qué no decidiste ir a Boston también? Allá te hubieras quedado a continuar los meses que restan—le oí decir.—Sucede que aquí hay más paz, exceptuando tu presencia, claro—vacilé.—Sin mí, estarías muy aburrida—alardeó.—Sí, me temo que sí—reconocí y él infló el pecho con entusiasmo y rio—no es un halago, eh, simplemente es agradable tener con quien hablar.—¿Te gusta leer o únicamente eres igual de aburrida habitualmente?—Leer no es mi pasión, pero tampoco le hago el feo a un libro—sisé.—¿Has leído alguna vez Harry Potter? Te lo pregunto porque es una saga popular de libros que la mayoría de personas conoce.—Nunca los he leído, pero una vez intenté leer la saga de Juego de Tronos en PDF y no pude.—Estás hablando de una saga difícil de digerir—dijo—de hecho, los lectores que devoran libros, piensan bien si son capaces de leerse todos los libros de Juegos de Tronos. Yo no he podido pasar del tercero.Alcé las cejas.—Pensé que solo eras bueno fastidiando a la gente.—Cuando es
—Tenemos que buscar a tus padres—le dije, mirando a todas partes, comenzando a preocuparme más.Alrededor de veinte minutos, la preocupación incrementó y no tanto por el niño, sino por William Flynn.Deseaba ir a buscarlo, pero no podía dejar a su suerte al bebé.—¡Ay, mi bebé! —le oí gritar a una chica desde alguna parte y sus pasos apresurados me hicieron volver mi cabeza en su dirección.Era la chica de la tienda con la que hablé y que William cortó de tajo la conversación. Ahora entendía de donde conocía al bebé.—Pensé que lo habían abandonado, por eso no me moví de aquí—dije.Ella me miró con los ojos entornados y noté que estaba demasiado pálida.—Nos conocimos hace poco en una tienda—intenté sonreír—pero mi primo interrumpió nuestra charla.—Pensé que eras su novia—murmuró, avergonzada.—No, ¡Qué va! Es primo de mi esposo—alardeé.La chica se estremeció.—Mi nombre es Tessa Morgan—extendí mi mano hacia ella.—Alice B. Wallace—estrechó su mano con la mía y el fantasma de una so
De camino a la carretera, el nerviosismo de él no cesó. Miraba por el espejo retrovisor muchas veces y maldecía cuando no podía avanzar más de lo que deseaba.—¿Me dirás qué ocurre? —inquirí, abrumada—estás como un loco.—Primero necesito dejarte en tu casa, sana y salva y ahí hablaremos—concluyó la posible charla.Tardamos menos en llegar a mi casa que al revés.William aparcó a tres calles de distancia y ambos descendimos. Tomó mi brazo y me instó a caminar muy rápido.Abrí la puerta y entramos. Él se apresuró a cerrar bien y después se recargó en la pared con la respiración agitada.—Perdóname, Tessa Morgan—dijo.—Descuida, te perdono por haber nacido—bromeé.Y a juzgar por su semblante serio, deduje que no era tiempo de bromas.—¿Por qué pides perdón?Sacudió la cabeza y humedeció sus labios. Parecía estar atormentándose con sus pensamientos.—En mi defensa, pensé que de verdad eras una timadora—repuso, consternado—pero ¿por qué tenías que ser lo contrario? ¿por qué no simplemente
—No me hagas elegir—siseó Barnaby—estamos hablando de mi mejor amigo y mi novia, abuelo…—Exacto. Tu “mejor” amigo—hizo comillas con las manos—fue el que te metió en este embrollo y tu novia está pagando los platos rotos de una amistad que debió terminar hace demasiado tiempo.El joven se quedó en silencio, meditando aquellas terribles palabras.—Ya sabes mi respuesta—fue lo que respondió minutos después—elijo a Jane Howe.Su abuelo esbozó una sonrisa satisfactoria y asintió.—Entonces puedo dar por concluida esa amistad, ¿verdad, hijo?—Sí.—Entonces no te preocupes. Hoy mismo agilizaremos la libertad de tu novia—prometió.—¿Podrías mantener esto en secreto de mis padres?—No soy tonto, hijo. Ellos no sabrán nada, a menos que tú quieras decirles—objetó y levantó el teléfono de su escritorio—vete a casa, yo te avisaré cuando todo quede resuelto.—En mi departamento está Noah y su familia.—Llama al 911 y échalos a todos de ahí—gruñó—y hazlo frente a mí, de lo contrario, no agilizaré n