Capítulo 75

De camino a la carretera, el nerviosismo de él no cesó. Miraba por el espejo retrovisor muchas veces y maldecía cuando no podía avanzar más de lo que deseaba.

—¿Me dirás qué ocurre? —inquirí, abrumada—estás como un loco.

—Primero necesito dejarte en tu casa, sana y salva y ahí hablaremos—concluyó la posible charla.

Tardamos menos en llegar a mi casa que al revés.

William aparcó a tres calles de distancia y ambos descendimos. Tomó mi brazo y me instó a caminar muy rápido.

Abrí la puerta y entramos. Él se apresuró a cerrar bien y después se recargó en la pared con la respiración agitada.

—Perdóname, Tessa Morgan—dijo.

—Descuida, te perdono por haber nacido—bromeé.

Y a juzgar por su semblante serio, deduje que no era tiempo de bromas.

—¿Por qué pides perdón?

Sacudió la cabeza y humedeció sus labios. Parecía estar atormentándose con sus pensamientos.

—En mi defensa, pensé que de verdad eras una timadora—repuso, consternado—pero ¿por qué tenías que ser lo contrario? ¿por qué no simplemente
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