Le incomodaba hablar de sus progenitores y lo comprendía perfectamente. Menos mal el tema de mis padres era desconocido y de poco interés. Ni siquiera Barnaby había preguntado nada al respecto y se lo agradecería siempre.—Deja de escuchar sus pésimos consejos—espeté—o lamentarás tus decisiones por el resto de tu vida, Flynn.—Hablas como si fueras una experta—alzó las cejas con escepticismo— ¿dónde están tus padres?Tragué saliva.—Muertos.Aquello le sorprendió porque noté que se tensó y un ceño profundo surcó su frente.—¿En serio?—¿Tan sorprendente es la noticia como para no seas capaz de creerme? —ironicé.—Esperaba de todo, menos eso—confesó—pensé que te habías largado de casa muy joven con tu hermano y por eso eras pobre.—Mi pobreza no tiene nada que ver—sisé.William se pasó una mano por el cabello y asintió.—¿Por qué elegiste a mi primo? —preguntó de repente.Parpadeé, atónita.—No entiendo a qué te refieres.—Sabes perfectamente a qué me refiero—repuso con seriedad.Tenía
Tardamos veinte minutos en estar listos. Eran las ocho de la noche y moría de ganas de despejarme junto a él. Ya no éramos los mismos idiotas del principio que se llevaban como perros y gatos.No sé si solo era yo, pero percibía una conexión y vínculo inexplicable con él desde que nos acercamos íntimamente, en especial cuando lo vi llorar ante el miedo de perder la fortuna de su familia.—¿Sabes patinar? —le pregunté.—No, ¿y tú? —me ayudó a no pisar hielo congelado de la acera y sus pies quedaron llenos de nieve fresca.—Sí, de pequeña solía practicarlo porque deseaba ser una patinadora o una bailarina de ballet profesional.—¿Y qué pasó con ese sueño?—Se fue junto con mi infancia.—No es verdad, yo puedo ayudarte a cumplir cualquier sueño, por más pequeño o enorme que sea—repuso, sin soltar mi mano.—No se trata de poder lograrlo o no, sino el deseo en sí—repliqué—ya no deseo convertirme en nada, solo anhelo hacer feliz a mi hermano.—Y lo lograrás—afirmó—de mi cuenta corre, y lo s
Su mano viajó hacia uno de mis pechos y empezó a acariciarlo por encima de la ropa, estremeciendo mis sentidos y erizando mi piel.Trazó un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello, deteniéndose en mi pecho, en donde desabrochó los botones y me despojó completamente del pijama, quedando expuesta a él y la parte de mi cuerpo que parecía encantarle.—Eres una diosa, Tessa Morgan—gruñó, volviendo a mis labios sin dejar de acariciarme a su antojo.La manera en la que nos desvestimos por completo fue muy rápida, tal vez se debió a la desesperación que ambos sentíamos para sentir al otro en nuestros cuerpos.Barnaby colocó ambas manos a cada lado de mi cara y buscó mi mirada.Miré directamente a sus ojos aceitunados que tenían las pupilas dilatadas y respiraba aceleradamente como yo.—A partir de este momento ya no habrá vuelta atrás, Morgan—gruñó—no voy a detenerme hasta terminar y volveré a empezar hasta quedar satisfecho de ti por esta noche.—Hazlo—murmuré, presa del deseo y de
Volvimos a hacer el amor y estuvimos por más tiempo retozando en la cama hasta que el hambre nos obligó a detenernos. Jamás había experimentado algo como eso. Él se encargó de asegurar las ventanas, cortinas y puertas para poder andar por la casa desnudos, ya que tenía la absurda idea de que en cualquier momento podría darnos ganas de tener sexo y la ropa sería un impedimento.—¿Hasta de pie? —le pregunté mientras cenábamos en el sofá. Solamente teníamos una frazada encima y los platos en nuestras manos. —Es un poco incómodo, pero la penetración es más profunda y placentera—me guiñó el ojo—podríamos intentarlo si quieres…—Me pregunto en donde habrás visto esa posición.—¿Has leído el kamasutra?—No, ¿tú sí? —reí.—Una vez, pero la posición de pie la vi en un vídeo triple equis. Hay dos maneras: ambos mirándose entre sí, como el misionero, pero parados, o el hombre detrás de la mujer.Cubrí mi rostro con las manos. —Más adelante podríamos intentarlo—volvió a guiñarme el ojo, dánd
Todavía no me reponía de nuestro beso, pero tampoco iba a dejarlo asfixiado con sus sentimientos.—¿Estamos haciendo lo correcto?—¿Eso es relevante? —ladeé la cabeza y me acerqué a él.Dominic se estremeció cuando puse mis manos sobre las suyas. Dejó de temblar involuntariamente al contacto conmigo.—En pleno siglo XXI, ¿crees que a la gente le va a importar que un par de jóvenes del mismo sexo se amen? —sonreí.—Espera, ¿me estás diciendo que quieres salir conmigo? —Su mirada se iluminó.—Bueno, ¿no fue por eso que nos confesamos?—Nunca pensé llegar tan lejos, para ser honesto…—¿Qué quieres decir? —Me impacienté.—Que no estoy seguro aun de salir contigo públicamente. Podemos pasarla bien en mi departamento o en tu casa, a solas—murmuró.Solté sus manos con agresividad y a pesar de que intentó agarrarme de nuevo, lo rechacé.—Yo no soy tu juguete sexual, idiota.—¿Pasarla bien sin que nadie nos moleste…, está mal? —Inquirió, queriendo parecer inocente.—Yo jamás estaré con alguien
—Es mi propiedad y si quiero clausurarlo, lo haré—espetó Barnaby—total, solo es un negocio donde consigo dinero extra por diversión. —¿Por qué te comportas de esa manera? Soy tu mejor amigo, no deberías hablarme así—Noah se mostró ofendido y lo soltó.—Y por lo mismo que eres mi mejor amigo, te estoy advirtiendo que no quiero que te envicies en ese lugar.Iban a seguir discutiendo, pero el docente hizo acto de presencia y volvieron a sus lugares para prestar atención.El casino había sido como un obsequio de Arnold Flynn a su nieto Barnaby porque el chico deseaba tener un negocio para generar ingresos extras y no perjudicar el patrimonio que le correspondía.—En un mes le dirán adiós a esta facultad y por ende, saben que para posicionarse en un buen trabajo, deben saber relacionarse—convino el tutor del grupo con lágrimas en los ojos—me complace tanto haberles dado clases a cada uno de ustedes…—Para mi gran amigo Barnaby no será muy difícil hallar trabajo porque su familia es dueña
—¿Qué está sucediendo? —Barnaby llegó rápidamente cuando Noah lo llamó por teléfono muy asustado.Noah, por su parte, se hallaba muy alterado. Balbuceaba palabras incoherentes e inaudibles. Un sudor helado le adornaba la frente y manos y sus ojos parecían querer salir de sus cuencas.—Van a asesinarme, Barn—logró decir, mirando a todas partes.—¿De qué demonios estás hablando? Cálmate y siéntate. Te traeré un agua…—¡No! —lo detuvo del brazo con fuerza, haciendo que Barnaby frunciera el ceño— ¡Cierra el negocio, no estoy a salvo!—Ya, pero por favor, cálmate, ¿de acuerdo? No pasa nada.Barnaby mandó cerrar todas las puertas del casino y ahuyentó a algunas personas con amabilidad, argumentando que había una emergencia y tenían que evacuar cuanto antes. En cuestión de diez minutos el casino quedó vacío y cerrado completamente. Eran apenas las once de la noche y había dejado a Jane sola en el departamento.—Ahora cuéntame qué sucede—arrastró una silla y se sentó a su lado.Noah no paraba
—Abuelo, si alguien te llega a escuchar, van a pensar que estás hablando en serio.—Jamás bromearía con algo así, Barney. Yo daría la vida por cada uno de ustedes sin pensarlo dos veces—repitió—para eso es la familia, muchacho.Tomó asiento con pereza en el sofá y recargó su bastón sobre su rodilla, escrudiñándolo hasta el alma.Barnaby sabía que su abuelo estaba examinando su comportamiento y lenguaje corporal para encontrar incongruencias en sus palabras y mandarlo al carajo, o bien, ayudarle.—Quiero que me hagas una cita con los Every. Aquello fue una sorpresa para el magnate de avanzada edad. Miró a Adele y después a Barnaby.—¿Para qué quieres relacionarte con ellos? Son excelentes socios, pero como seres humanos dejan mucho qué desear, hijo. No quisiera que te ensuciaras también.—Mi amigo Noah tiene problemas con un mafioso, abuelo, y quiero ayudarlo, ya que todo empezó en el casino.—En primer lugar, creo que te dije desde un principio que yo no quería que les abrieras las p