Mackenzie.
Boston, 2024, hotel InterContinental Boston IHG.
- “Creo que ya sólo queda firmar los contratos, y todo estará correcto.”- dije al CEO del grupo BH
Tras unas negociaciones arduas, conseguimos que esa empresa en vehículos de deporte y aventuras firmara un contrato millonario para que nos abastecieran, durante veinte cinco años, de sus mejores prototipos de bicicletas de montaña y Quac deportivos para carreras, algo que daría un plus para nuestros bungalow de alta montaña.
La verdad es que había costado mucho conseguir la exclusividad para nuestro grupo de bungalows High Mountain, había muchos competidores, y si encima tenías que luchar interiormente con enemigos que, disfrazados de familiares atentos, te ponían la zancadilla para que tú te estrellaras, y justificar así sus teorías de que una mujer nunca podría ser una buena gestora para el grupo O ´Sullivan, puesta la cosa se ponía aún más difícil.
Justo por eso en vez de hacer la reunión con el grupo BH, en las oficinas de del Holding, lo celebramos en uno de los mejores hoteles de empresarios, el hotel InterContinental Boston IHG, en su mejor sala de reuniones del ático. Especialmente ordené que los accesos a la reunión estuvieran controlados, así como que nos aseguramos de que los asistentes no estuvieran comprados para intentar reventar la firma de los contratos.
Parece absurda tantas precauciones extremas que estamos teniendo, pero es que desde que accedí a la presidencia del grupo, hace seis meses, porque mi padre se retiró para vivir lo que le quedan de vejez, viajando por el mundo con mi madre, muchas cosas extrañas han pasado, y todas tienen nombres y apellidos, aunque aún no lo he podido demostrar.
Después de ser nombrada futuro CEO del Holding O ´Sullivan hace un año y medio, me convertí en vicepresidenta del grupo, a cargo de mi tío Ronan, quien había sido hasta ahora el vicepresidente, fue en ese momento cuando conocí a mi fiel asistente y mano derecha, el empleado más eficiente del grupo, Carlos García.
En mi año de preparación junto a mi tío, que estaba siendo desinformada, Carlós detectó, y muchos de los tratos comerciales, donde intervenían mis primos, ejecutivos del grupo, y mi tío, se produjeron accidentes o perdidos de documentos de manera extraña.
Intentaban hacer que pareciera poco adecuada para el puesto de CEO, gracias a la eficiencia de Carlos, a mi conocimiento de la empresa, y mi mente privilegiada para los negocios, herencia de mi padre, siempre salía airosa de esas zancadillas que se me ponían, incluso llegaba a tener mucho éxito en los negocios que emprendía, las ventas y alquileres de casas y bungalows aumentaron, gracias a mi último plan de crear monitores de deportes de riesgo para que acompañaran a muchos de nuestro clientes que se querían iniciar o se iniciaban en este tipo de práctica.
Pero que todo me estuviera saliendo bien, no quería decir que no tuviera precaución, o estuviera preparada para evitar, o gestionar bien para cuando el próximo “accidente” se produjera. Justo por eso el control de esa reunión era tan importante.
La firma de contrato se realizó sin incidencias, o eso pensé yo, ya que cuando nos dimos la mano para celebra el trato, el CEO del grupo BH y yo, de pronto, saltó la alarma de incendios en el hotel, la puerta doble de cierre electrónico se abrió, para evitar que nos quedáramos encerrados dentro de la sala, y las luces se apagaron, sólo estaba encendidas las luces auxiliares, que indicaban las salidas de emergencias.
- “Lleva al CEO ya todos a las salidas, a la escalera de incendios, no usen lo ascensores estarán bloqueados. “- le dije a Carlos para que se llevara todos, mientras yo comenzaba a recoger todos lo contrato y papeles, para bajar detrás de ellos.
Carlos, y todos, me obedecieron, aunque vi la cara de duda, ante mi orden, de mi asistente, un guapo moreno de origen puertorriqueño de cuarenta y dos años, casado con la única amiga que tengo, y padre de dos preciosos demonios de tres y cinco años, que son mi debilidad.
Sabía que a Carlos no le gustaba nada dejarme a solas allí, pero tenía que asegurarme que la comitiva de grupo HB, con su CEO a la cabeza, y mis preciosos empleados estarían a salvo, y sólo había una persona en la que yo confiaba para que pudiera hacerlo, mi fiel Carlos García.
Comencé a recoger todos los contratos, después de que Carlos obedeció mis ordenes, pretendía ir lo más rápido que podía, sólo me quedaba recoger dos carpetas, cuando la sala comenzó a llenarse de humo que me dificultaba la visión, y respirar, me arrojé al suelo. Cogí una botella de agua de la mesa, y tras arrancarme la manga de mi camisa, empapé la tela y me la puse en la cara tapando boca y nariz, para así poder respirar mejor, tal como nos explicaron en las clases de seguridad y supervivencia que di mientras me hacía pasar por una empleada más del grupo O ´Sullivan Park, y continué buscando las carpetas para salir de allí.
- “¿Hay alguien aquí? ¿Señorita O ´Sullivan?, ¿Está aquí?”- la voz mecánica, mezclada con la respiración que haría un submarinista con escafandra, me hizo mirar a la puerta desde donde estaban tirada en el suelo, tanteando desde allí con una mano la mesa buscando el contrato que me faltaba.
Sinceramente lo que vi ante mí, desde el suelo, posiblemente provocado por la inhalación de humos, era lo más parecido a un enorme y tenebrosos lord Darth Vader, cuyo sable laser era una linterna que iluminaba mi cara encandilándome, no me pareció para nada que era un bombero, más cuando lo oía respirar de forma mecánica.
Por primera vez, pese a la alarma antincendios sonando, las luces apagadas con la única referencia de las luces auxiliares sobre las puertas, para indicar la salida, y el humo rodeándome, sentí miedo. Aquello iba en serio, estaba en mitad de un incendio, y delante del villano de mi saga favorita del cine, estaba ante el ser más peligrosos y sanguinario que yo, desde niña siempre había temido, me miraba detrás de un haz de luz que me estaba cegando, sin decirme nada, más allá de que yo oyera su respiración a través de su escafandra.
- “Que la fuerza me acompañé”- dije inconsistente detrás del trozo de tela húmedo que cubría casi toda mi cara.
Narrador.
Boston, 2024, Torre O ´Sullivan.
- “¿Está hecho?”- preguntó un hombre desde el otro lado de la ciudad, en su despacho de la torre O ´Sullivan.
- “Si, como usted ordenó, señor”- le dijo una voz a través del teléfono que ese hombre tenía en su oído.
- “¿Ha habido algún herido?”- pregunto a su subordinado a través del teléfono.
- “No, aunque… vera señor.”- el hombre le interrumpió serio.
- “¿Qué ha pasado?”- la voz de ese hombre no admitía más dilación, ni escusas.
- “Aun no se ha encontrado a la señorita O ´Sullivan, al parecer se quedó para recoger el contrato firmado y aún no ha bajado.”- dijo el subalterno con preocupación en la voz.
- “Te dije que no quería heridos.”- le dijo mientras su mente contemplaba lo que él no había previsto, y que en fondo le beneficiaba.
- “Por otro lado si ella desparece, todo será más fácil.”- pensó sonriendo.
- “Ten me informado con lo que suceda.”- le ordenó al hombre que estaba al otro lado del teléfono.
- “Si, señor”- y tras oir esto colgó.
Conseguir que uno de sus hombres se colara en la última planta del hotel el InterContinental Boston IHG había sido más difícil de lo que habia pensado al principio, el problema era que esa malnacida, y su asistente, eran demasió inteligentes para su seguridad, desde el principio sólo había pretendió causar un pequeño incendio que rompiera el monto de la firma del acuerdo, pero si esto había provocado que por su ganas de triunfar esa estúpida hubiera perdido la vida, pues que se le va hacer , desde un principio todo le había pertenecido , sólo al aparición de esa intrusa, provocó que tuviera que tomar estas medidas, para recupera lo que se le había quitado.
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. - “Si llego saber lo que me esperaba este día, no me hubiera levantado de la cama.”- esta va a ser la frase que me voy a repetir más veces en mi cabeza, y en más de una ocasión, durante todo el día. Un día que empezó como otro cualquiera, excepto porque mientras me despertaba en mi habitación de jefe de la unidad dos de parque de bomberos del distrito doce de la ciudad de Boston, ya mi madre y una de mis hermanas, había venido a incordiar al cuerpo. Quizás no entendáis mi queja, pero sólo el que entienda mi historia entenderá a que me refiero, provengo de una familia mixta, ósea, mi padre es mexicano, de Veracruz, y mi madre era, hasta que conoció a mi padre, lo que mi abuelo llama “gringa pelos de elote”, ósea, mi madre había nacido en una familia norteamericana, rica de Manhattan, en su vida, mi madre había lavado un plato, ni hecho una cama, de hecho, muchos de sus bolsos valían más que el coche que conducía mi pad
Brandon. Boston, 2024, Hotel InterContinental Boston IHG. Al llegar, ya nos esperaba la policía y el director del hotel para ponernos en antecedentes. Según el director, la planta se evacuó con celeridad, y todo el hotel, por lo que no había riesgo de víctimas humanas. Ante esta información desplegué a mis hombres para que hicieran su trabajo, mientras, envié un escuadrón que subiera por las escaleras de emergencias, hasta el último piso, mandé a colocar la escala para que los protegieran con el cañón de agua desde fuera. Estábamos tan atareados que me sorprendido cuando uno de mis hombres me avisó de que un policía, junto con otro hombre trajeado, querían hablar urgentemente conmigo. - “Déjalos pasar.”- le dije a mi hombre, y vi como rápidamente vinieron hacía mí. - “jefe Hernández, al parecer aún hay alguien en el último piso.”- me dijo el policía a alarmándome. - “Si, señor, perdone soy Carlos García, asistente de la CEO del Holding O ´Sullivan Park, la señorita
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. -” Definitivamente fue provocado”- le dije a mis jefes, que eran los que tenían que asignar a unos de nuestros investigadores para investigar el origen del incendio. -” ¿En qué te basas para esa información, B. M.?”- me pregunto el jefe Peter Hall, mi antiguo jefe, y mejor amigo de mi padre. Como todos los bomberos, el jefe Hall me llaman B.M, no me gusta mi segundo nombre. Yo siempre le decía a todo el mundo que me llamaran Brandon, pero claro en el cuerpo de bomberos de Boston, y después de ser el hijo del gran Benjamin Emiliano Hernández, el mayor bromista del todo el cuerpo, no me lo iban a poner fácil. En su lucha conmigo, y después de algunas peleas amigables a puñetazos con mis compañeros por llamarme Miguel, un nombre que mi padre me había puesto por mi padrino, su compañero y amigo de aquel entonces, hasta que descubrimos de forma muy trágica, cuando yo tenía doce años, que una noche asesino a golpes, a su mujer,
Mackenzie. Boston, 2024, Oficina de presidencia en la Torre O ´Sullivan. - “¿Cómo se te ocurre no llamarme cuando pasan estas cosas, maldita niña desagradecida?”- el tono de voz de mi madre, nada más descolgar el teléfono, anunciaba que la conversación iba ser larga, y llena de reproches. - “No fue nada, mamá, sólo un poco de asfixia debido a la inhalación de humo.”- le dije tratando de quitarle importancia, cosa que desde ya sabía que la señora Céline O ´Sullivan, no iba a dejar pasar. - “¡Increíble! Eres como tu padre, siempre quitas importancia a cosas como estas, ¿Cómo que tu vida no es importante?, ¡Hija mía, de verdad! ¿Crees que no vi ya las fotos de como ese amable y valiente bombero arriesgó su vida para rescatarte del fuego, y te dejaba sobre la camilla para que te salvaran la vida?”- la oí decir de forma lastimera, tono que usaba siempre que se quejaba de su ingrata hija. La verdad, no sé lo que me dolió, y enfureció más, que mi madre me hablara con tanta admiración, y
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. - “¿Quieres levantar, ya de una vez, más alto esa manguera? No estas regando el jardín, idiota, a lo mejor piensas que ella se levantará sola, Calthon.”- le dije a uno de mis hombres, al que había corregido ya dos veces. Hoy me tocaba el entrenamiento de los novatos de las dos unidades que conformaban el distrito doce, normalmente lo hacíamos días alternos entre el Jefe Allen y yo. Levín Allen, es el otro jefe del equipo del distrito doce, normalmente cuando estamos los dos en el parque de guardia, compartimos habitación. Nos llevamos muy bien, y solemos intercambiarnos las tareas. El entrenamiento de los novatos del parque le tocaba hoy a él, pero tras las noticias que se habían publicado hoy, con fotos incluidas, y después del relato que tuve que poner en el informe de accidentes sobre la víctima, esa lunática del pelo rojo, las bromas esta mañana al ver las fotos, a la hora del desayuno, hizo que le solicitara a Levín
Mackenzie. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. - “Ahora comprendo porque ni siquiera perdió el aliento cuando bajó todos esos pisos, cargándome sobre sus hombros, ese hombre está hecho de mármol, ¡Por dios!”- pensé. Me alegré de que mis ojos estuvieran cubiertos por mis gafas de sol, y que él no pudiera ver como estos se abrían de forma desmesurada por la sorpresa, al mismo tiempo que yo asistía impotente, como mi mirada, por voluntad propia, y sin ningún control por mi parte, recorría, deleitándose, cada parte del cuerpo de ese espécimen de dios griego que tenía delante de mí. Era moreno, alto, muy alto, al menos medía el uno noventa. Su cuerpo era musculado, al menos sus poderosos brazos, que era lo poco que deja ver la camisa algo ajustada a ese pecho que dejaba claro que debajo de ella, mucha flacidez no ibas a encontrar. La camiseta era igual a la que llevaba el otro bombero, de color blanco azulado, y como el otro, también llevaba las letras en gran
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. Por otro lado, no soy estúpido, sé el impacto que causo en las mujeres, algo que las amigas de mis hermanas, y las idiotas que mi madre me presenta casi a diario, se han encargado de hacerme ver. La genética de mis padres ha hecho una extraña combinación en mi persona, mi padre, aunque alto, no es de una estatura exagerada, sobre el uno ochenta, pero la familia de mi madre, de la que nunca hablamos en mi casa, es muy alta. Eso único al color de mis ojos, fue la aportación genética de la señora Hernández, el resto, como dice mi orgullosa abuela mexicana, fue una combinación de siglos de mezcla de razas, fuerza y orgullo mexicano, heredado de mi padre. Aunque también lejos de desmerecer, ha contribuido la obligación que tengo, por mi trabajo, de estar en buena forma todos los días. No me sorprendió que la lunática apreciara mi atractiva apariencia, lo que no esperaba fue que me provocara orgullo, ganas de sonreír, aun
Mackenzie. Boston, 2024, Piso de la CEO Mackenzie O ´Sullivan. - “¡Lo quiero muerto!, no mejor, quiero matarlo yo con mis propias manos.”- dije por fin después de más de una hora de silencio incomodo mientras rumiaba mi ira. Desde que fui casi arrojada al coche hasta un poco después de llegar a mi apartamento y ducharme, ni emití un sonido, sólo cuando vi como un aún mojado Carlos, que me esperaba fielmente en mi salón para saber si estaba bien, o cometería otra de mis locuras, fue cuando salir lo que para mí era una sentencia de muerte. - “Hasta que al fin hablas, comenzaba a pensar que aparte de mojarte, ese bombero te había arrancado la lengua.”- me dijo mi asistente haciendo que le dirigiera una peligrosa mirada de advertencia, a lo que él respondió haciendo la señal como si cerrara, en su boca, una supuesta cremallera, para después levantar las manos en señal de rendición, mientras daba unos pasos atrás. - “Ya puedes irte, aquí no haces nada, y vas a coger una pulmonía