Brandon.
Boston, 2024, Hotel InterContinental Boston IHG.
Al llegar, ya nos esperaba la policía y el director del hotel para ponernos en antecedentes. Según el director, la planta se evacuó con celeridad, y todo el hotel, por lo que no había riesgo de víctimas humanas.
Ante esta información desplegué a mis hombres para que hicieran su trabajo, mientras, envié un escuadrón que subiera por las escaleras de emergencias, hasta el último piso, mandé a colocar la escala para que los protegieran con el cañón de agua desde fuera. Estábamos tan atareados que me sorprendido cuando uno de mis hombres me avisó de que un policía, junto con otro hombre trajeado, querían hablar urgentemente conmigo.
- “Déjalos pasar.”- le dije a mi hombre, y vi como rápidamente vinieron hacía mí.
- “jefe Hernández, al parecer aún hay alguien en el último piso.”- me dijo el policía a alarmándome.
- “Si, señor, perdone soy Carlos García, asistente de la CEO del Holding O ´Sullivan Park, la señorita Mackenzie O `Sullivan. Ella me indicó que ayudara a evacuar a el resto de las personas que estábamos en la última planta, reunidas en la sala de juntas, mientras ella recogía algunos documentos, pero aún no ha bajado, y no puedo comunicarme con ella.”- dijo el hombre del traje azul, con cara de preocupación.
Sin pensarlo llamé al escuadrón uno, que estaban combatiendo el fuego en la última planta, para ver si uno de ello podía a cercar a salvar a la estúpida empresaria, increíblemente se había quedado, en vez de huir con los otros, pero al parecer la sala de juntas, donde probablemente se encontraba la m*****a premio nobel de la idiotez, estaba al otro lado de donde se había generado el fuego, y para acceder a ella, se debía acceder por la otra escaleras de incendios, la que estaba a en el exterior del edificio, en un lateral, porque las puertas de seguridad de acceso a esa zona, para evitar que el fuego se propagara a otras plantas, estaba cerrada, en definitiva, la tal señorita O ´Sullivan, se había quedado aislada entre el fuego y las ventanas que podían salvarla, si sabía que saliendo por allí, encontraría la escalera exterior, para huir del fuego, cosa que yo dudaba.
Tras pensarlo, y como yo había estudiado los planos de esa planta durante el trayecto hasta el hotel, avisé a mi segundo que se quedara coordinándolo todo, mientras yo cogía mi equipo, las bombonas, la escafandra, mi cinturón de herramientas, más una botella de oxígeno auxiliar de mano, y tras ponerme el casco, comencé a subir por la escalera exterior de incendios, los cincuenta y cuatro pisos, para llegar cuanto antes a la inconsciente que se había quedado atrás.
Agradecí mi preparación diaria que hacemos todos los bomberos en activo, sino estaría muerto, tras subir con todo el equipo, todos esos pisos, pero cuando rompí el cristal de emergencia que daba a la escalera de incendios, en esa última planta, apenas me faltaba el aliento.
Nada más entrar, me coloqué la escafandra y activé el oxígeno, toda la zona estaba llena de humo, a oscuras, solo las luces de emergencias, que se entremezcladas con el humo, iluminaban algo. Según los planos, la sala de justas de la última planta estaba por el pasillo de la izquierda, en la tercera puerta del lado derecho.
Caminé por el pasillo, hasta llegar a esa puerta que estaba abierta pero no había nadie a simple vista.
- “¿Hay alguien aquí? ¿Señorita O ´Sullivan?, ¿Está aquí?”- dije en alto por el intercomunicador que tenemos en la escafandra.
Un sonido como alguien tosiendo, me hizo alumbrar a un lado de la enorme mesa, junto al suelo, sólo vi un pelo rojo brillante, unos ojos que vi apenas, porque enseguida los cerró al deslumbrarla, pero que me aparecieron de un color irreal, lo demás era sólo un gran pañuelo blanco cubría el resto de su cara. El pañuelo tenía manchas de hollín. Tras unos segundos de mirarnos inmóviles por la sorpresa, una voz enronquecida y extraña, provocada por la tos, dijo:
- “Que la fuerza me acompañé.”-
- “¿Quién demonios era esta lunática de pelo rojo?”- pensé, al oírla, aunque pensé que era debido a la inhalación de monóxido.
Nada me confirmaría más mi pensamiento de que a esa mujer, por el humo que había inhalado, o porque ya estaba así antes de meterse en este problema, su cabeza no le funcionaba bien, y lo que pasó después solo me sirvió para confirmarlo, al tiempo que me hizo desear también, no haberme levantado de la cama esa mañana, o borrar ese día, del resto de mi vida.
Mackenzie.
Boston, 2024, Hotel InterContinental Boston IHG.
- “Debemos salir de aquí señorita, el fuego ya se encuentra detrás de la segunda habitación al final del pasillo, mis hombres están intentados apagarlo, pero se acerca rápidamente.”- me dijo el enorme Vader haciéndome reaccionar de una vez.
- “Bien nos vamos, pero déjeme buscar la última carpeta, sé que esta por aquí.”- le dije, aunque nada más hablar y aun estando agachada para estar por debajo del humo, comencé a toser de nuevo.
- “No tenemos tiempo señorita, debemos salir ya.”- me dijo Vader con un profundo gruñido, que sonó mecánico, como el villano de la saga de Star Wars, que mi mente había relacionado con el pobre bombero.
- “Pues yo no me voy sin coger mi última carpeta, así que, o me ayuda o …”- mis palabras fueron interrumpidas por un ataque de tos, justo en el momento que fui asaltada, por ese enorme Vader, que de cerca era mucho más enorme.
El muy maldito me arrancó el paño, y me colocó una especie de mascarilla en la boca y la nariz, que me lleno rápidamente los pulmones de oxígeno, agradecí respirar, porque mis pulmones estaban bastante cogestionados, pero también acabaron con mis protestas, porque con la mascarilla en la boca, apenas podía hablar.
Por un segundo pensé que ahora que respiraba bien me sería más fácil encontrar la última carpeta, así que me levanté mientras sostenía en una de mis manos las carpetas que ya había recogido, y en la otra la botella de oxígeno que el bombero me había colocado para que respirara.
Tenía la intención de buscar, sobre la mesa, la tercera carpeta que me faltaba, pero de repente como si estuviera en un ring de Pressing Catch, esa enorme mole me alzó del suelo, colocándome sobre su hombro, haciendo que las carpetas que tenía en la mano cayeran al suelo.
Al mismo tiempo, que, sorprendente, lo que no había pasado, los aspersores antincendios se conectaron haciendo que cayera una lluvia intensa sobre nosotros y sobre todos los papeles que había sobre la mesa y en el suelo.
- “¡Nooo! Bájame tengo que recogerlos.”- le dije quitándome la mascarilla para poder hablar.
- “M*****a mujer, ponte la mascarilla lunática.”- gruño el Vader mientras comenzaba a salir de la sala cargando conmigo.
Sin importarme lo que me dijera el bruto del Vader de pacotilla, comencé a patalear, e intentar liberarme, no podía dejar que el fruto del trabajo de tantas personas, incluida yo, se destruyera de esa manera.
- “¡Maldita sea, bájame!, no puedo... no puedo…”- la tos arreció de nuevo, mientras él, como si no sintiera mis golpes en la espalda y el pecho, debajo de la protección que tenía su ropa de bombero, continuara caminando por el pasillo en dirección a uno de los laterales del edificio.
No me quedó de otra que colocarme la máscara con la botella de oxígeno, antes de asfixiarme, ya que desde la altura a la que estaba, y que en el pasillo había mucho más humo que en la sala dónde yo estaba antes, por un segundo sentí que mi garganta y mis pulmones se ahogaban.
- “Jefe, ya descubrimos el problema de los aspersores de la última planta, alguien había cerrado el paso del agua para esa planta.”- oí como la radio del bombero se activaba, mientras el seguía caminado hacia un lugar de la planta que no tenía salida.
- “Bien ya sabes lo que hay que hacer, vamos bajando”- oí que el idiota Vader, le respondía.
- “¡Será estúpido!, la salida es por el otro lado.”- pensé, pero sin poder decir nada, colgada de su hombro, mirando hacia atrás, mientras el humo no me dejaba quitarme la máscara para poder decirle la idiotez que está cometiendo.
La verdad estoy furiosa, ya era imposible volver para recuperar las carpetas de los contratos firmados, seguramente ya estarían destruidos e inservibles, por culpa de la acción del agua.
Pero pronto me encontré con una acción que casi hace que me muera de terror, sin dificultad, conmigo aún en sus hombros, y con todo ese pesado equipo que llevaba, el gigantesco Vader, se coló por una ventana que tenía el cristal roto.
Por un segundo, me vi suspendida boca abajo dentro de una habitación, para el segundo siguiente encontrarme en el exterior, mirando una plataforma de metal enrejado, que dejaba ver claramente como el suelo estaba a miles de metros bajo nosotros, ni siquiera mire que estábamos rodeados de una estructura cubierta, segura y sólida, solo podía ver los escalones que descendían y descendían infinitamente hasta lo que probablemente sería una muerte segura, si no iba bien sujeta a algo.
Fue esa idea de una muerte segura la que me hizo aferrarme con el brazo libre que me quedaba, a lo más fuerte y cerca que tenía, ósea la chaqueta de uniforme de bomberos, y a la dos enormes bombonas de oxígeno que tenía colgada a la espalda, mientras él descendencia sin dificultad, sin apenas agitación en su respiración, por esa estructura infernal, de varios cientos de metros de altura.
Decidí cerrar los ojos, no quería ver cuando iba a morir, prefería que me cogiera de sorpresa, pensaba que así sufriría menos. Así que cuando de repente, aún con los ojos cerrados, fui arrojada, bruscamente, sobre una camilla, por el Vader bombero, tuve miedo de abrirlos, porque no sabía si estaba en el cielo o en el infierno.
- “Revísenla bien, creo que tiene una intoxicación de monóxido, ve alucinaciones, o eso, o debe de ser revisada por un psiquiatra, porque está loca de remate.”- las ofensivas palabras del Vader bombero, fue lo que me hizo abrir los ojos de golpe, a tiempo de ver que estaba sobre una camilla, junto a una ambulancia, mientras bomberos y policías, corrían de un lado para otro, mientras la espalda de una enorme Vader, vestido de bombero, desaparecía entre la multitud.
- “¡Maldito gilipollas!, ¡Estúpido de m****a!, si crees que esto se quedan así, es que no me conoces, ¿quién te crees que eres para llamarme loca?, Nos volveremos a ver maldito cabrón…”- las palabras ofensivas, los insultos y las amenazas se repetían en mi boca.
El problema era que nadie entendía lo que estaba diciendo, sólo veían a una mujer con una mascarilla de oxígeno, que le cubría la boca y la nariz, la cual evitaba que pasara el sonido de mis gritos y amenazas de forma nítida, sólo en forma de murmullos apagados y excitados, mientras era sujetada por los sanitarios.
Lógicamente estos últimos pensaron que tenía un ataque de histeria provocado por la ansiedad de lo que había pasado, donde casi pierdo la vida en un incendio, algo normal de ver en su profesión, y como tal obraron en consecuencia.
Ni me enteré cuando uno de ellos me inyectó en el brazo un tranquilizante que en segundos me dejó sedada, y semi inconsciente, mientras en esa nube narcótica motivada por la droga, mi mente, y mi orgullo, tenían la desagradable sensación de que un enorme Vader bombero, con el sólo uso de su fuerza, y desde el lado oscuro, me había derrotado miserablemente, algo que, para mí, para la CEO Mackenzie O 'Sullivan, era algo imperdonable.
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. -” Definitivamente fue provocado”- le dije a mis jefes, que eran los que tenían que asignar a unos de nuestros investigadores para investigar el origen del incendio. -” ¿En qué te basas para esa información, B. M.?”- me pregunto el jefe Peter Hall, mi antiguo jefe, y mejor amigo de mi padre. Como todos los bomberos, el jefe Hall me llaman B.M, no me gusta mi segundo nombre. Yo siempre le decía a todo el mundo que me llamaran Brandon, pero claro en el cuerpo de bomberos de Boston, y después de ser el hijo del gran Benjamin Emiliano Hernández, el mayor bromista del todo el cuerpo, no me lo iban a poner fácil. En su lucha conmigo, y después de algunas peleas amigables a puñetazos con mis compañeros por llamarme Miguel, un nombre que mi padre me había puesto por mi padrino, su compañero y amigo de aquel entonces, hasta que descubrimos de forma muy trágica, cuando yo tenía doce años, que una noche asesino a golpes, a su mujer,
Mackenzie. Boston, 2024, Oficina de presidencia en la Torre O ´Sullivan. - “¿Cómo se te ocurre no llamarme cuando pasan estas cosas, maldita niña desagradecida?”- el tono de voz de mi madre, nada más descolgar el teléfono, anunciaba que la conversación iba ser larga, y llena de reproches. - “No fue nada, mamá, sólo un poco de asfixia debido a la inhalación de humo.”- le dije tratando de quitarle importancia, cosa que desde ya sabía que la señora Céline O ´Sullivan, no iba a dejar pasar. - “¡Increíble! Eres como tu padre, siempre quitas importancia a cosas como estas, ¿Cómo que tu vida no es importante?, ¡Hija mía, de verdad! ¿Crees que no vi ya las fotos de como ese amable y valiente bombero arriesgó su vida para rescatarte del fuego, y te dejaba sobre la camilla para que te salvaran la vida?”- la oí decir de forma lastimera, tono que usaba siempre que se quejaba de su ingrata hija. La verdad, no sé lo que me dolió, y enfureció más, que mi madre me hablara con tanta admiración, y
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. - “¿Quieres levantar, ya de una vez, más alto esa manguera? No estas regando el jardín, idiota, a lo mejor piensas que ella se levantará sola, Calthon.”- le dije a uno de mis hombres, al que había corregido ya dos veces. Hoy me tocaba el entrenamiento de los novatos de las dos unidades que conformaban el distrito doce, normalmente lo hacíamos días alternos entre el Jefe Allen y yo. Levín Allen, es el otro jefe del equipo del distrito doce, normalmente cuando estamos los dos en el parque de guardia, compartimos habitación. Nos llevamos muy bien, y solemos intercambiarnos las tareas. El entrenamiento de los novatos del parque le tocaba hoy a él, pero tras las noticias que se habían publicado hoy, con fotos incluidas, y después del relato que tuve que poner en el informe de accidentes sobre la víctima, esa lunática del pelo rojo, las bromas esta mañana al ver las fotos, a la hora del desayuno, hizo que le solicitara a Levín
Mackenzie. Boston, 2024, Parque de bomberos distrito doce. - “Ahora comprendo porque ni siquiera perdió el aliento cuando bajó todos esos pisos, cargándome sobre sus hombros, ese hombre está hecho de mármol, ¡Por dios!”- pensé. Me alegré de que mis ojos estuvieran cubiertos por mis gafas de sol, y que él no pudiera ver como estos se abrían de forma desmesurada por la sorpresa, al mismo tiempo que yo asistía impotente, como mi mirada, por voluntad propia, y sin ningún control por mi parte, recorría, deleitándose, cada parte del cuerpo de ese espécimen de dios griego que tenía delante de mí. Era moreno, alto, muy alto, al menos medía el uno noventa. Su cuerpo era musculado, al menos sus poderosos brazos, que era lo poco que deja ver la camisa algo ajustada a ese pecho que dejaba claro que debajo de ella, mucha flacidez no ibas a encontrar. La camiseta era igual a la que llevaba el otro bombero, de color blanco azulado, y como el otro, también llevaba las letras en gran
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. Por otro lado, no soy estúpido, sé el impacto que causo en las mujeres, algo que las amigas de mis hermanas, y las idiotas que mi madre me presenta casi a diario, se han encargado de hacerme ver. La genética de mis padres ha hecho una extraña combinación en mi persona, mi padre, aunque alto, no es de una estatura exagerada, sobre el uno ochenta, pero la familia de mi madre, de la que nunca hablamos en mi casa, es muy alta. Eso único al color de mis ojos, fue la aportación genética de la señora Hernández, el resto, como dice mi orgullosa abuela mexicana, fue una combinación de siglos de mezcla de razas, fuerza y orgullo mexicano, heredado de mi padre. Aunque también lejos de desmerecer, ha contribuido la obligación que tengo, por mi trabajo, de estar en buena forma todos los días. No me sorprendió que la lunática apreciara mi atractiva apariencia, lo que no esperaba fue que me provocara orgullo, ganas de sonreír, aun
Mackenzie. Boston, 2024, Piso de la CEO Mackenzie O ´Sullivan. - “¡Lo quiero muerto!, no mejor, quiero matarlo yo con mis propias manos.”- dije por fin después de más de una hora de silencio incomodo mientras rumiaba mi ira. Desde que fui casi arrojada al coche hasta un poco después de llegar a mi apartamento y ducharme, ni emití un sonido, sólo cuando vi como un aún mojado Carlos, que me esperaba fielmente en mi salón para saber si estaba bien, o cometería otra de mis locuras, fue cuando salir lo que para mí era una sentencia de muerte. - “Hasta que al fin hablas, comenzaba a pensar que aparte de mojarte, ese bombero te había arrancado la lengua.”- me dijo mi asistente haciendo que le dirigiera una peligrosa mirada de advertencia, a lo que él respondió haciendo la señal como si cerrara, en su boca, una supuesta cremallera, para después levantar las manos en señal de rendición, mientras daba unos pasos atrás. - “Ya puedes irte, aquí no haces nada, y vas a coger una pulmonía
Mackenzie. Pero el motivo de mi necesidad de golpear el saco en este momento tenía más que ver con evitar que yo estallara de furia, y me presentara de nuevo en un parque de bomberos, para terminar, usando a un maldito atractivo bombero de sustituto de mi saco de boxeo que, de mi necesidad de ponerme en forma, como hacía cada mañana antes de ir a la oficina. Mis primeros golpes no fueron satisfactorios, ni a la combinación de giro a puñetazos y patadas, ni la fuerza, nada me ayudaba a disminuir mi ira, hasta que mi mente comenzó a confeccionar una pequeña venganza que, si no podría compensar un poco lo que me había hecho el maldito Vader bombero, si podía dejarle claro que iba a por él, que nuestra guerra sólo había comenzado. Puse a funcionar la cámara que siempre tenía en el gimnasio para revisar después mis movimientos y perfeccionarlos. Como decía mi padre, “si se empiezas algo, siempre, pero siempre, hay que terminarlo, e intentar ser el mejor, y si uno no lo consigues, al
Brandon. Boston, 2024, Piso de soltero de Brandon. - “Por fin, termino tú turno de sesenta y dos, B.M. Estarás agotado”- me dijo la señora Carrigan, cuando fui a recoger a Estuco, mi gato, la única compañía que no me es inconveniente cuando tengo mis días de descanso. - “Si señora Carrigan, ahora tengo tres días libres, hasta mi nuevo turno.”- le dije entregándole los dulces que le había comprado por cuidar a Estuco. - “Por cierto, tu madre pasó por aquí, sigue siendo la misma acosadora que cuando perseguía a tu padre, esa mujer no cambia.”- me dijo haciéndome reír. - “Lo sé, al no encontrarme aquí ¿Imaginé dónde fue?”- le dije con una sonrisa. - “¡Increíble! Esa mujer es peor que un terremoto, menos mal que tu padre sólo tuvo un hijo barón, y bombero, o la tendría todos los días tocando mi puerta.”- me dijo refunfuñando mientras me daba varios túperes con comida, y un trozo de tarta de manzana que sabía que yo adoraba. –“Sólo la tarta es mía, el resto es de la acosadora de