Mackenzie. Boston, 2024, Garaje de edificio donde está el ático de los señores Hernández, en ese momento. - “Ni de coña, señora Hernández, ni tú, ni yo, nos subimos ahí, ni siquiera Estuco se sube en esa monstruosidad.”- me dijo muy decido mi esposo, mientras me miraba. Mientras, yo me colocaba la chaqueta de cuero con parches de club moteros, que tenía guardada en el armario del garaje de mi niña bonita, junto a la mochila especial de transporte que había comprado recientemente para Estuco para viajar a mi lado en la moto, además de otra chaqueta de cuero, que había comprado para mi marido. - “Pero ¿qué demonios le pasa a este hombre con mi preciosidad?”- pensé mientras cogía Estuco y lo colocaba dentro de su trasportín. A ese gato le encanta viajar en moto, lo había descubierto cuando una vez, con la excusa de sacar a Estuco a pasear, me escapé de mis guardianes, en esos días antes de la boda donde no me dejaban ver al Vader, para desestresarme. Yo coloqué a Estuco en una m
Mackenzie. Boston, 2025, Iglesia del Sagrado Corazón, en ese momento. - “Los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia”- la voz del párroco, hizo que sonriera recordando mi boda. Gracias a que era una de las damas de honor, pude asistir al beso apasionado que Louis Turner le daba a su ahora esposa Danielle Turner, y mientras observaba, aplaudía, y vitoreaba, como el resto de los invitados, a la pareja, mis ojos coincidieron con las de mi esposo, que era como no, era el padrino principal de la boda. Sus ojos me miraron con deseo, y amor, ambos recordábamos como había sido nuestra precipitada boda, y nos pudimos evitar sonreírnos. Faltaba unos tres meses para que hiciéramos un año de casados, y desde ya lo digo, no me arrepiento para nada de todo lo que hemos vivido juntos. Tras nuestra boda, y una semana de auténtica locura, disfrutando, de noches intensas, días de risas, y mucha libertad, siempre sabiendo que, cuando volviéramos, el perdón de nuestros padres, y en espec
Por fin está terminado, creía que nunca lo conseguiría, sobre todos con tantos contratiempos de salud que he tenido, pero finalmente lo he acabado, espero que lo hayáis disfrutado, y si no espero que paséis un rato agradable leyéndolo. Como siempre os dejo la nueva novela que está en proyecto, en realidad son dos, y una que muchos ya esperabais, pero de esa no hablaré mucho por ahora. De la que si hablaré es de mi nuevo proyecto, que llevo años pensándolo, aunque aún no me he atrevido, es algo más oscura que todas las novelas que he escrito hasta ahora, pero como siempre, en mis novelas, no faltaran mis toques de humor. “Papá, cásate con mamá” Clara Goodman, es la primogénita de la familia Goodman, una familia de empresarios de Nueva Zelanda, su madre murió cuando ella tenía seis años, y su padre volvió a casare poco después, con una mujer que la odiaba, más aún cuando nació la hermana de Clara, Karen, a la que su madrastra consideraba la verdadera heredera de la fortuna Goodman.
Narrador. Michigan, 1.999, Hotel Columbia Gold. Sean O 'Sullivan, desentenderse de su asistente y de los otros ejecutivos, que salió esa noche a celebra por la ciudad el contrato firmado, hoy que relanzaba internacionalmente sus empresas, y se dirigió directamente a su suite en el hotel. No compartía el entusiasmo, ni el interés de los dos accionistas que los habían acompañado, ni de su hermano, de que todo ya estaba hecho. Sólo tenía que recodar, la insistencia de los tres en que fuera con ellos a beber, y lo que surgiera. El CEO, sabía muy bien que significaba su insinuación “a lo que surgiera”, los tres que insistían, incluido su hermano, estaban casados, y en el caso de Ronan, tenía dos hijos de ocho y seis años, pero eso no los detenía a la hora de tener amantes ocasionales, algo que él, siendo soltero, no compartía. Todo el mundo pensaba que Sean, a sus cuarenta y seis años, odiaba a las mujeres, porque no se le había conocido ni amante, ni pareja, incluso algunos pensaba
Mackenzie. Boston, 2020, Torre O ´Sullivan. - “Pero papá, no quiero que nadie sepa quién soy, quiero empezar desde abajo, ¿Cómo quieres que dirija el grupo si no conozco cada puesto? ¿O me tratan entre algodones? No quiero que me protejas.”- esa era una frase que había repetido hasta la saciedad desde que tengo uso de razón, desde que con cuatro años mi padre me hizo sentarme en su sillón del despacho. Sé que muchos pensarán, como dejó muy claro mi tío muchas veces cuando era pequeña, que ser mujer, y pretender dirigir el Holding que mi padre había creado desde cero, es totalmente incompatible, pero al contrario de lo que muchos creen, yo siempre he soñado, desde pequeña, con ser la CEO. Quizás fuera motivado por las historias que me contaba mi padre cuando llegaba de sus viajes, sobre sus grandes negocios, o también porque nunca me ha gustado, provocado por la historia del anterior matrimonio de mi madre, que me dirigieran la vida, que me digan lo puedo, o no, hacer, pero decid
Mackenzie. Boston, 2024, hotel InterContinental Boston IHG. - “Creo que ya sólo queda firmar los contratos, y todo estará correcto.”- dije al CEO del grupo BH Tras unas negociaciones arduas, conseguimos que esa empresa en vehículos de deporte y aventuras firmara un contrato millonario para que nos abastecieran, durante veinte cinco años, de sus mejores prototipos de bicicletas de montaña y Quac deportivos para carreras, algo que daría un plus para nuestros bungalow de alta montaña. La verdad es que había costado mucho conseguir la exclusividad para nuestro grupo de bungalows High Mountain, había muchos competidores, y si encima tenías que luchar interiormente con enemigos que, disfrazados de familiares atentos, te ponían la zancadilla para que tú te estrellaras, y justificar así sus teorías de que una mujer nunca podría ser una buena gestora para el grupo O ´Sullivan, puesta la cosa se ponía aún más difícil. Justo por eso en vez de hacer la reunión con el grupo BH, en las o
Brandon. Boston, 2024, Parque de bomberos del distrito doce. - “Si llego saber lo que me esperaba este día, no me hubiera levantado de la cama.”- esta va a ser la frase que me voy a repetir más veces en mi cabeza, y en más de una ocasión, durante todo el día. Un día que empezó como otro cualquiera, excepto porque mientras me despertaba en mi habitación de jefe de la unidad dos de parque de bomberos del distrito doce de la ciudad de Boston, ya mi madre y una de mis hermanas, había venido a incordiar al cuerpo. Quizás no entendáis mi queja, pero sólo el que entienda mi historia entenderá a que me refiero, provengo de una familia mixta, ósea, mi padre es mexicano, de Veracruz, y mi madre era, hasta que conoció a mi padre, lo que mi abuelo llama “gringa pelos de elote”, ósea, mi madre había nacido en una familia norteamericana, rica de Manhattan, en su vida, mi madre había lavado un plato, ni hecho una cama, de hecho, muchos de sus bolsos valían más que el coche que conducía mi pad
Brandon. Boston, 2024, Hotel InterContinental Boston IHG. Al llegar, ya nos esperaba la policía y el director del hotel para ponernos en antecedentes. Según el director, la planta se evacuó con celeridad, y todo el hotel, por lo que no había riesgo de víctimas humanas. Ante esta información desplegué a mis hombres para que hicieran su trabajo, mientras, envié un escuadrón que subiera por las escaleras de emergencias, hasta el último piso, mandé a colocar la escala para que los protegieran con el cañón de agua desde fuera. Estábamos tan atareados que me sorprendido cuando uno de mis hombres me avisó de que un policía, junto con otro hombre trajeado, querían hablar urgentemente conmigo. - “Déjalos pasar.”- le dije a mi hombre, y vi como rápidamente vinieron hacía mí. - “jefe Hernández, al parecer aún hay alguien en el último piso.”- me dijo el policía a alarmándome. - “Si, señor, perdone soy Carlos García, asistente de la CEO del Holding O ´Sullivan Park, la señorita