-Annabel-
–Pobre familia Crowley.
–Todos muertos.
–...Afa Oscuro…
Solo me llegaban pedazos de conversaciones. ¿Qué sucedió?
La profesora Raven ingresó al aula y todas quedaron en silencio.
En el transcurso del día seguí escuchando murmullos con lo que había sucedido el fin de semana y ya tenía más o menos claro que es lo que sucedía.
El pueblo donde vivian los Crowley fue atacado por hombres lobos y no dejaron a ningun sobreviviente. Aunque la familia intentó hacerles frente, eran demasiados y mataron a todos. Nadie en el pueblo estaba preparado y los tomaron por sorpresa. ¿Y de qué manada eran los hombres lobos? Pues de Moonblack, la manada principal. Esa era la manada del Alfa de todos los Alfas. Era la manada del Alfa Oscuro, el hombre lobo más cruel de la historia…y el enemigo de todas las brujas.
La disputa entre hombres lobos y brujas es tan antigua como el tiempo, nunca han podido llevarse bien y en cuanto se ven pelean hasta la muerte. Algunas dicen que esa es la razón por la que atacaron a los Crowley otras que solo estuvieron en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Suspiro mientras termino mis tareas. Dejo la biblioteca y camino de vuelta a mi dormitorio, por el camino veo a todas en grupos conversando y pasandola bien, una parte de mí quiere ser incluida en esas conversaciones, pero la otra parte sabe que sería solo por interés. La academia es un lugar solitario para mí. Al ser sobrina de la selladora mundialmente conocida y directora de la academia San Lorenzo, Morgan Alderwood, todas tenían interés en ser mi amiga solo para obtener beneficios.
Pronto era hora de dormir y me recosté escuchando como Diana se movía por el cuarto.
El bosque.
No necesitaba ver para saber que una vez más estaba en el bosque. Di una vuelta y vi que a mi alrededor poco a poco empezaba a aclarar. Una densa niebla cubría el lugar. ¿Caminaba? No tenía nada más que hacer, así que eso fue lo que hice.
Los árboles que me rodeaban eran antiguos, pero no había ni un sonido. Cómo si en ese lugar no viviera nadie, pero yo sabía que si había alguien. La vez anterior empezó a acercarse.
El recorrido fue el mismo que la vez anterior y pronto está eso blanco a lo lejos acercándose. ¿Qué era? Parecía un perro.
–¡Annabel despierta!
–¿Otra vez? Nunca me dejas soñar en paz Diana. –Casi estaba a mi alcance y tuvo que despertarme.
–Aquí la dormilona eres tú. Mejor dame las gracias por no dejarte dormir más de la cuenta. No creo que quieras llegar tarde a clases.
–Pues gracias. –Le dije de manera sarcástica.
–De nada. Estoy para servirte. –Hizo una reverencia de forma burlona. –A propósito, volviste a hablar en sueño.
–¿Qué decía? –Eso sí me interesaba.
–Vera, vera. ¿Quién es Vera?
–Ni idea. –Y de verdad no sabía. Segunda noche que sueño lo mismo y sentía que ese nombre me era familiar. ¿Dónde lo había escuchado antes? ¿Quién era Vera?
Tendría que investigar, dos noches seguidas con el mismo sueño tenía que significar algo.
En cuanto terminaron las clases del día me dirigí a la biblioteca, dejé mis cosas en una mesa y empecé a buscar.
Los libros en el área de adivinación me llamaban. Así que por ahí partí.
¿Los sueños dicen el futuro?
Guía de sueños. Adivina tú futuro.
Esos dos se veían prometedores. Así que volví a mi mesa decidida a pasar toda la tarde leyendo.
–Señorita Annabel.
–Otra vez no. –Susurré para mi. ¿Es que no podían dejarme leer en paz? –¿Qué sucede?
–La directora me mandó a buscarla. Dice que la espera en su oficina.
–¿Y ahora qué pasó?
–No lo sé.
La niña me respondió, preferí no decirle que esa pregunta no era para ella. ¿Acaso mi tía solo usaba a las niñas de primero como sus mensajeras? Eso no se hacía.
Inscribí los libros que llevaría conmigo y me dirigí a ver a mi tía.
–Estamos invitadas a cenar con el concejo el viernes por la noche. Espero que estes en tu mejor comportamiento. –Fue lo primero que me dijo en cuanto entre a su oficina. Ni un buenas tardes Annabel, ¿como estubieron tus clases? Nada. Se notaba que seguía molesta por la solicitud.
–¿Yo tambien? –Estaba sorprendida, sería la primera vez que la acompañaría en algo así. Cada vez que la invitaban iba sola.
–Sí. Estará presente la consejera Elphaba y será una buena ocasión para que la conozcas. Despues de todo ella será tu maestra.
Maestra Elphaba, no podía verme haciendo una especialización en Sanación, no era lo que yo quería, pero eso tendría que hacer. No tenía otras opciones.
–Si tía. Me retiro.
Di la vuelta para salir, pero su voz me detuvo.
–Me informaron que estas teniendo problemas para dormir.
¿Qué?
–Duermo bien tía.
–¿Es así? –me interrogó. –¿No estas teniendo pesadillas?
–Son solo sueños. –¡Maldita Diana! Le fue con el chisme a mi tía. Tenía la sospecha que ella le informaba todo lo que hacía a mi tia, pero ahora no tenía dudas de que así era.
¿Por qué mi tía necesitaba que alguien le contara todo lo que hacia? No era necesario, siempre le he contado todo. Con ella no tengo secretos. Lo más seguro era que Dianna quería ganarse el favor de la directora de la academia. No habia otra razon para esto.
–Annabel –se acercó a mi hasta tomar mis manos en las suyas–, sabes que te crie como si fueras mi hija, ¿verdad? Si algo te preocupa no dudes en decirmelo.
–Lo sé tía. Pero no fue nada. De verdad. Yo puedo investigarlo.
–Te ayudaré. Cuentame. –Me guió al sofa y nos sentamos las dos. –Recuerda lo que siempre te he dicho; una vez puede ser casualidad, despues tienes que investigar… además dos cabezas funcionan mejor que solo una.
No creía que mi sueño fuese tan importante, pero si ella creía que lo era pues se lo contaría, después de todo ella me podía ayudar a saber que significaba.
Le conté todo, el bosque, la oscuridad, que estaba vestida con mi camisón de dormir, como caminaba por el bosque llamando a alguien. Y que ese alguien era una tal “Vera”, como a lo lejos veía acercarse un perro blanco.
–¿Perro blanco? ¿Estas segura?
-Annabel-–Pues sí. Eso era. –¿Por qué soñarías con un perro? –Mi tía estaba igual que yo. Completamente confundida. –¡Ni siquiera te gustan!–Pero el nombre… Vera… me resulta familiar. Es como si no fuera la primera vez que lo escucho. –Lo puedes haber escuchado en cualquier parte. Aquí en la academia o en algún viaje. –Puede ser. –Dije con duda. Haberlo escuchado en la academia era difícil. Ese nombre no sonaba mucho a alguna bruja. Y en los viajes que hacía con mi tía en vacaciones nunca iba a ningún lado sola. Siempre con ella. –Puede ser que lo haya leído en un libro. –Puede ser. –Aunque se notaba que tampoco creía en eso. –¿Te parece si mañana vamos a la biblioteca después de clase y buscamos información sobre ese nombre? –Me parece. –La verdad igual me entusiasmaba investigar el tema con ella. Estaba lista para irme cuando una vez más me detuvo. –Hoy cena conmigo. Pareciera que cada vez pasamos menos tiempo juntas. Eso era verdad. Cuando era más pequeña siempre terminaba
-Annabel-En cuanto me levanté empecé a arreglarme para un nuevo día. El día anterior había llegado tan cansada que dormí con mi ropa puesta. –Buenos días Annabel. –la voz de Dianna sonaba rara.–Buenos días. –Miré a Dianna que estaba sentada en su cama. Tenía una mirada extraña. –¿Qué pasa?–Nada. –Su voz sonaba decepcionada.Tomé mi mochila que estaba en el suelo al lado de mi cama y busqué los libros que necesitaba para ese día y sacar los que ya no necesitaría. Solo que tenía dos libros que no recordaba cómo habían llegado ahí; “Guía de sueños. Adivina tú futuro” y “¿Los sueños dicen el futuro?”.¿De dónde salieron esos libros? Al revisarlos sabía que pertenecían a la biblioteca, pero no recordaba cuándo fue que yo los tomé de ahí. Tendría que devolverlos después de clases. Aunque igual podría ojearlos. Con mi mochila lista, terminé de arreglarme. Me peine, me coloqué perfume y arreglé mis pulseras. Un momento.¿Por qué tenía una pulsera qué no era mía y no recordaba de dónde l
-Annabel-Pasé todas las clases en trance. Lo único que quería era que estas terminaran para poder seguir investigando la pulsera de Dianna. Si hubiese sido por mí faltaría a clases, pero no quería llamar la atención. En cuanto el timbre sonó, guardé todo y caminé lo más rápido que pude a mi habitación. Tiré mi mochila sin importarme donde quedara, igual que mis zapatos. Me recoste en la cama y volví a sacar la pulsera.Esta vez estaba en la biblioteca. No tenía que levantar la vista para saber que yo estaba al frente de ella. Todos los días Dianna estaba en la biblioteca en el mismo puesto. Solo que ahora sabía que era para vigilar a alguien. Mire alrededor y solo me ví a mi. Era tarde y me veía casi histérica. Tenía libros sobre plantas curativas a mi alrededor. Veo que Dianna tambien tiene libros similares. Recuerdo ese día, habíamos tenido una semana estresante y ambas estábamos metidas en demasiadas actividades y estábamos un poco atrasadas con un informe que teníamos que entre
-Annabel-Ya era de noche cuando mi tía volvió y bajó a Dianna, ella cayó al suelo todavía inconsciente. Luego, mi tía le dió una poción y eso hizo que en un par de minutos Dianna despertara.–Vete. Y recuerda nunca más en tu vida ponerte en mi contra. –Le advirtió. –No ganarás.–Si ama. Dianna salió lentamente del lugar llorando. El camino de vuelta fué una tortura. Se cayó varias veces y muchas otras paraba solo para descansar. Cada movimiento le dolía.Cuando entramos a nuestra habitación yo estaba durmiendo. Dianna no fue para nada silenciosa y aún así no me desperté. Se desvistió y fue a darse una ducha. Mientras la esperaba me acerqué a verme y no tenía indicios de despertar. Estaba profundamente dormida, lo que se me hacía extraño, porque siempre he tenido un sueño ligero. –Supongo que estoy drogada. Cuando salió Dianna del baño fue directo a su mesita de noche a buscar desinfectante para tratar sus heridas. Cómo pudo las limpió mirándose en el espejo. Luego se acostó y mi
-Annabel- –¿Me puedes explicar qué sucedió? –Mi tía me interrogó en cuanto estuvimos solas. –Este no es un comportamiento normal en tí.–Estaba en el baño, salí y me encontré a Isabella. Empezó a decir tonterías y después me golpeó y yo me defendí. –Resumí.–Quiero detalles. –Me dijo. Mi mente se vino el recuerdo de cuando le pidió detalles a Dianna. Conmigo no podía hacer eso. –Isabella me odia. –Lo mejor para mí era seguir como si nada. Aunque si fuera por mi me iría de esta oficina lo más rápido posible. –Tiene la loca idea de que yo me creo perfecta y que por eso la rechacé cuando me ofreció su amistad. –¿Es así? –Lo dijo como broma. De verdad no quería ni bromear con ella, pero no podía darme el lujo de que sospechara. Resople.–Eso es absurdo. Ella creía que siendo mi amiga podría tener conexiones contigo. Así que solo me quería usar. Nunca me agradó.–¿Y eso que llorabas?–Otro absurdo. No era así. –Mejor esa respuesta a la real. Quedó un momento en silencio.–Se merece pe
-Annabel- El viernes en la tarde después de clase me encontraba en mi dormitorio terminando de arreglarme para partir a la comida con el consejo. No era una reunión a la cual yo quisiera ir, pero tenía que hacerlo; lo último que quería era compartir con mi tía. Sentía que sus mentiras eran lo peor que me podía pasar, ella era la única familia que yo tenía. Fue ella la que me cuidó después de que mi madre desapareciera y ahora resultaba que solo quería vigilarme, ¿por qué? A eso todavía no le tenía respuesta. Casi no recordaba a mi mamá, ví a mi tía Morgan unas cuantas veces antes de que me explicara que mi mamá me había dejado con ella, que ahora viviríamos juntas.Dianna me miraba mientras me arreglaba.–Por tu cara se nota que no quieres ir. –Me dijo.–La verdad no. –Le respondí. –Pero tengo que hacerlo.He estado tan ocupada que ya no había seguido buscando información en la pulsera de Dianna. Además de que no quería seguir mirando y ver cosas peores de las que ya había visto. –
-Annabel-–Padre, reacciona. Miré a un hombre joven, no más de veinte años, que le hablaba al rey. “Que guapo”, no pude evitar ese pensamiento al verlo.–¿Reaccionar? ¡Todos están en mi contra! –El rey rugió. Con cada visión veía más loco al rey. –¡No es asi! –Su hijo le contradijo. Tenía algo… no sabía explicarlo, pero su cara de desesperación tocaba algo en mí y hacía que sintiera pena por él. Su padre no tenía la culpa, todo era la corona que lo estaba influenciando. –Padre… si sigues asi las manadas se unirán en nuestra contra. ¿Eso quieres? ¿Una guerra? –¡No se atreverían! ¡Son mis subditos! ¡Todos están por debajo de mí! –Gritó. El principe miró a su madre. –Se a vuelto loco. –La desesperación en su mirada lo decía todo. La reina solo lloraba. Se notaba que ella ya había perdido la esperanza de que su marido reaccionara. –¿Loco? –El rey repitió y lo miró, pero su mirada era como si estuviera en trance, no reconocía quien era quien. –¡Tú! ¡Quieres robar mi reino! ¡Quieres
-Annabel-–¿Qué me está queriendo decir? La consejera Sybilla solo negó con la cabeza. –Algún día lo sabrás. –Aquí están. –La voz de mi tía llegó a mis oídos. Dí la vuelta y ahí estaba en la entrada. –Tía.–¿Qué haces aquí Annabel? Desapareciste del salón. –Lo siento tía, me perdí.Después de eso la noche transcurrió con normalidad y ya era de madrugada cuando al fin pude dormir en mi cama. El fin de semana llegó y entre los deberes, visitar el pueblo para que me dieran dinero y mi castigo en la cocina se fue súper rápido.Pronto era el último día de mi castigo y estaba nerviosa. Si todo salía bien esa noche sería libre de todo esto. Podría seguir con mi vida tranquila. El pase de los empleados fue el que me dió la idea. Entonces para refrescar mi memoria había pasado todo mi tiempo libre en la biblioteca. Necesitaba un pase activo para salir, así que no podía robar uno de la oficina de la dirección.Esa noche antes de ir a cumplir mi castigo miré la pulsera de Dianna en mi muñ