Capítulo 7

-Annabel- 

–¿Me puedes explicar qué sucedió? –Mi tía me interrogó en cuanto estuvimos solas. –Este no es un comportamiento normal en tí.

–Estaba en el baño, salí y me encontré a Isabella. Empezó a decir tonterías y después me golpeó y yo me defendí. –Resumí.

–Quiero detalles. –Me dijo.  Mi mente se vino el recuerdo de cuando le pidió detalles a Dianna. Conmigo no podía hacer eso. 

–Isabella me odia. –Lo mejor para mí era seguir como si nada. Aunque si fuera por mi me iría de esta oficina lo más rápido posible. –Tiene la loca idea de que yo me creo perfecta y que por eso la rechacé cuando me ofreció su amistad. 

–¿Es así? –Lo dijo como broma. De verdad no quería ni bromear con ella, pero no podía darme el lujo de que sospechara. Resople.

–Eso es absurdo. Ella creía que siendo mi amiga podría tener conexiones contigo. Así que solo me quería usar. Nunca me agradó.

–¿Y eso que llorabas?

–Otro absurdo. No era así. –Mejor esa respuesta a la real. 

Quedó un momento en silencio.

–Se merece perder su especialización. Escribiré a su maestra.

–No tía. Por favor deja el asunto pasar. Ya no quiero más problemas. Además ya nos diste un buen castigo. Estaremos lavando platos toda la noche. ¡Una semana! Es mucho. 

–Es lo mínimo que se merecen. En este lugar no se pelea. 

–No volverá a suceder tía. 

–Eso espero o sino la próxima vez el castigo será peor. –Me advirtió. –Y ahora vete. 

–Me retiro. Pase una buena tarde directora. –Me di la vuelta para salir. 

–Recuerda que el viernes tenemos que visitar al consejo. –Me recordó. 

–Si. Nos vemos. 

En un pasillo retirado me apoyé en la pared y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo. Suspiré. 

No sabía qué iba a hacer. Mi tía me mentía, Dianna era su espía y una esclava, parece que tenía recuerdos borrados, iba a seguir una especialidad que no me gustaba, alguien llamada “Vera” vivía dentro de mí. Era demasiado. Y lo peor era que tenía que seguir como si no pasara nada. 

Lo mejor para mí sería irme de esta academia. ¿Pero a dónde voy a ir? Tendría que esperar el momento adecuado para hacerlo y por el momento juntar la mayor cantidad de dinero que pueda.

Después de calmarme, me levanté y fuí a la biblioteca. Tenía que seguir con todo igual, no podía dejar que mi tía empezara a sospechar.

Al sentarme en mi lugar habitual saqué los libros de mi mochila y una vez más ví esos dos libros de adivinación. Miré a Dianna, ahora que lo pensaba había algo que no me cuadraba. ¿Por qué estaban esos libros en mi mochila si Dianna le contaba todo a mi tía? Ella me tiene que haber visto sacando esos libros, pero no se lo dijo a mi tía. ¿Por qué? A menos que a propósito dejara pasar ese detalle para ver si yo empezaba a dudar. 

dudar. Lo mejor para mí en ese momento era dejar de pensar en esas cosas y concentrarme en mis tareas.

Esa noche, después de la cena me dirigí de mala gana a la cocina. Aunque no me arrepentía de los golpes que le había dado a Isabella, no quería pagar el castigo. 

Después de ver la altura de los platos que tenía que lavar casi me arrepentí. Casi. Eran filas más filas. Hice una mueca mientras me arremangaba y empezaba. Ojalá hubiera un hechizo para esto. Pero nuestra magia no era mover una varita y listo, nuestra magia estaba en nuestra sangre y aunque si decíamos hechizos, teníamos que colocar nuestra magia en ellos. Si hacíamos pociones, los ingredientes iban con nuestra magia, si queríamos sanar a alguien por nuestras manos pasábamos nuestra magia a la otra persona, para sellar era lo mismo.

–Gracias por la ayuda chicas. –Una de las chicas de la cocina nos dijo. –Gracias a ustedes hoy nos iremos más temprano. 

Todas las que estaban en la cocina nos dieron las gracias. 

–Pues de nada. –Les dije. Si me tocaba estar ahí por lo menos que fuera un rato agradable. Isabella permaneció en silencio. 

La rutina en la cocina era bastante alegre y el tiempo pasaba super rápido. Mientras conversaba con ellas iba lavando platos. 

–¿Entonces no viven en la academia? –Me sorprendí. Yo siempre había creído que ellas también vivían acá. 

–No. –Respondió Vivien. Una de las chicas más jóvenes de la cocina, no podía pasar de los veinte años. –Somos del pueblo. Aunque es como si viviéramos aquí. Entramos a las seis de la mañana y nos vamos a las diez de la noche. Aunque estos días hemos podido irnos más temprano gracias a ustedes. –Terminó burlándose.  

–¿No tienen ningún día libre?

–Los fines de semana como quedan pocas estudiantes nos turnamos y ahí tenemos un día para descansar.

Terminé los últimos platos de ese día jueves y me estiré. 

–¡Al fin termine! –Exclamé mientras me estiraba.

–Hasta mañana Annabel. –Empezaron a despedirse. 

–Mañana no vengo. –Les informé. –Vuelvo el sábado. 

–¿Y eso? –Se extrañaron. 

–Mañana tengo una reunión con mi tía. –Les conté.

–¿Por qué no me extraña? Te libras del castigo fácilmente. –Murmuró Isabella al retirarse sin despedirse de nadie. 

–Varias chicas hicieron gestos de desagrado a sus espaldas. 

–Es insoportable. 

–Si que lo es. –Les dí la razón. 

–Debiste golpearla más duro. –Comentó Vivian.

–¡Vivian! ¡Eso no se dice! –La cocinera jefe la reprendió. 

–Es verdad, jefa. Estos días se queda en silencio mientras cumple su castigo y se va en cuanto termina. Es como si la pudiéramos contagiar de algo.

–Aún así. Eso no se dice. 

–Bueno jefa. 

–¡No puede ser! –Escuchamos un grito de Roxana. 

–¿Qué sucede? –La cuestionó la jefa. 

–¡No encuentro mi pase! –Dijo asustada. 

–¿Qué pase? –Pregunté confundida.

–¿Lo buscaste bien? –La jefa preguntó antes de responderme. –Con el pase podemos entrar y salir de la academia.

–¿Cómo? –no entendía. Creía que podían salir sin problemas.

La jefa me miró.

–Las estudiantes solo pueden salir los fines de semana y solo es con un pase, ¿verdad? Cuando confirmé, ella siguió. –En la semana siempre está cerrada, para nosotros poder entrar y salir necesitamos uno de estos –me mostró su propio pase, era un tipo de piedra cuadrada de color verde agua. Ahora notaba la diferencia, el de nosotras era color azul marino.

–¿Y no puede alguien salir con ella? 

–No. Esto es solo para una persona, igual que el de ustedes. Si no lo encuentra tiene dos opciones: quedarse a pasar la noche en la academia, lo que ocasionaría que la despidieran, porque eso está prohibido y la segunda opción es que vaya con la directora para que ella la dejé salir… aunque eso también es una mala opción porque sería despedida. 

–¿Despedida solo por eso? –Me sorprendí.

–La directora es estricta con estás cosas. Además que si este pase llega a manos de una estudiante podría salir sin que ella se enterara.

–¡Lo encontré! –Las compañeras de Roxana la ayudaron a buscar hasta que lo encontraron. –Gracias chicas. Nos vemos.

–Nos vemos. –me despedí y me fui a mi cuarto.

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