-Annabel-
Pasé todas las clases en trance. Lo único que quería era que estas terminaran para poder seguir investigando la pulsera de Dianna. Si hubiese sido por mí faltaría a clases, pero no quería llamar la atención. En cuanto el timbre sonó, guardé todo y caminé lo más rápido que pude a mi habitación. Tiré mi mochila sin importarme donde quedara, igual que mis zapatos. Me recoste en la cama y volví a sacar la pulsera.
Esta vez estaba en la biblioteca. No tenía que levantar la vista para saber que yo estaba al frente de ella. Todos los días Dianna estaba en la biblioteca en el mismo puesto. Solo que ahora sabía que era para vigilar a alguien. Mire alrededor y solo me ví a mi. Era tarde y me veía casi histérica. Tenía libros sobre plantas curativas a mi alrededor. Veo que Dianna tambien tiene libros similares. Recuerdo ese día, habíamos tenido una semana estresante y ambas estábamos metidas en demasiadas actividades y estábamos un poco atrasadas con un informe que teníamos que entregar al otro día.
Mi yo más joven estaba escribiendo como loca. MIre el trabajo de Dianna. Estaba dibujando. Tenía su infome a un lado terminado. ¿Entonces que seguía haciendo en la biblioteca? Solo estaba yo. ¿A mi era a quien mi tía le dijo que tenía que vigilar?
Volví a la habitación. La puerta se estaba abriendo. Dianna entró bastante agitada, como si hubiese corrido todo el camino hasta aquí.
–Estás aquí. –Dianna respiró aliviada. –Pensé que estarías en la biblioteca.
–No. Quería descansar un poco. –Esperaba que mi rostro no dijera otra cosa. Mi mano lentamente la llevé hacía un lado para poder dejar escondida la pulsera debajo mío.
Era yo. La persona que Dianna tenía que vigilar era yo. Era mi compañera de cuarto, estaba en todas mis clases electivas, en los talleres, en las actividades extracurriculares. Nunca viajaba los fines de semana a ver a su familia. Siempre se quedaba conmigo en la biblioteca hasta tarde. Era yo.
–¿Qué haces? –Dianna me preguntó.
–Solo recostada. Me siento cansada. ¿Y tú?
–Igual. Por eso volví. Me quedaré aquí un rato.
Es la primera vez que siento un silencio tan incómodo. Me movía hacia un lado y hacia otro y no podía calmarme. Esto fue horrible. Ahora que sabía que Dianna era una esclava de mi tía y que me vigilaba no podía estar cómoda a su alrededor.
Tampoco podía empezar a hacerle preguntas, porque sabría que algo estaba pasando y le contaría a mi tía. Tenía que seguir como si no pasara nada.
Después de quince minutos no aguanté más. Me levanté para salir.
–Me voy a la biblioteca. Mejor será que termine mis tareas.
Escuche un gemido de parte de parte de Dianna.
–Tienes razón. Es hora de ir.
Ví como también se levantó. No me quedó otra más que esperarla. Caminamos en silencio unos minutos mas antes de que ella hablara.
–¿Ya tienes todo listo con tu especialización?
–Si. –Ese tema no me tenía nada contenta. Aún recuerdo esa conversación con mi tía. –Mi maestra será la consejera Elphaba.
–Oh. –Dianna quedo en silencio unos segundos. –Que suerte. –Murmuró.
–¿Suerte? Si quieres te conviertes en su alumna. Yo no la quiero.
–¡Ja! Ella es la mejor. No te creo que no quieras aprender de ella.
–Yo quería una especialidad en otra cosa.
–¿Otra cosa? Annabel… llevamos años preparandonos para ser sanadoras. Si quisieras otra cosa habrías tomado otros electivos.
–No me dejaron. –Le susurré. –Pero ya basta de mí. ¿Y tú?
–Yo no seguiré estudiando.
–¿No?
–No. Se acabó para mi. –Estaba triste.
Supongo que la nueva informante de mi tía sería la consejera Elphaba. ¿Qué sería de Dianna después de la academia?
–Pero a tí si que te encanta la sanación. Podría hablar con mi tía para que te consiga un lugar.
–¡NO! –Sonaba aterrada. –Quiero decir… no creo que sea buena idea. La directora tiene mucho trabajo y esto no sería de su interés.
–Pero…
–No, no… tranquila. Es algo que ya tengo asimilado.
Dianna apuró el paso y pronto en el pasillo estaba sola. Iría a la biblioteca, pero tomaría un pequeño desvío. Me dirigí al baño y entré a uno de los cubículos.
Otra vez en la dirección.
–¿Algo importante que informar? –Mi tía le preguntó a una Dianna de alrededor de quince años.
–Nada ama.
–¿Nada de nada?
–No. Esta todo igual. Annabel se levanta, va a clases, biblioteca y vuelve a dormir. Nada nuevo. –Dianna estaba nerviosa, como si estuviera ocultando algo.
–¿De verdad? –Mi tía se paró y fue al lado de Dianna. –Creo que me estas mintiendo. Ustedes parecen muy amigas.
–No…
–Quiero la verdad. ¡Ahora! –Le ordenó.
Y Dianna empezó a hablar aunque se le notaba que no quería hacerlo.
–Otra vez empezó a hablar de “Vera” en sueños. Puede comunicarse con ella cuando esta consiente.
–¿Hace cuánto sucede esto? –Dianna se negaba a hablar. –¡Responde m*****a sea!
–Un mes. –El golpe que siguió aunque ya lo esperaba me seguía sorprendiendo. –¡Y tú qué tienes que ver en esto!
–¡Ella sabe todo! Es mi amiga. ¡Me ayudara a escapar de tí!
–¿A escapar? –Mi tía se rió. –Tú nunca podrás escapar. Soy tu dueña y hoy aprenderás lo que sucede cuando me mientes.
La agarró del pelo y la arrastró a una puerta oculta que daba a un cuarto con solo unos grilletes al centro. La colgó de ahí y luego procedió a azotarla. No quería verlo, pero tampoco quería dejarla sola. No pude controlar las lágrimas mientras veía como fue castigada por mi tía y escuchaba todos sus gritos hasta que quedó ronca. Dejó de golpearla solo cuando quedó inconsciente. Luego solo se fue. La dejó colgada. Me acerqué a ella llorando. Esto era un recuerdo y sabía que no podía hacer nada, pero yo quería. Quería ayudarla.
Volví al baño para sentir las lagrimas en mi rostro.
–No, no, no… tengo que ver más.
Me concentré una vez más, pero esta vez buscando qué fue lo que sucedió después de ese castigo.
-Annabel-Ya era de noche cuando mi tía volvió y bajó a Dianna, ella cayó al suelo todavía inconsciente. Luego, mi tía le dió una poción y eso hizo que en un par de minutos Dianna despertara.–Vete. Y recuerda nunca más en tu vida ponerte en mi contra. –Le advirtió. –No ganarás.–Si ama. Dianna salió lentamente del lugar llorando. El camino de vuelta fué una tortura. Se cayó varias veces y muchas otras paraba solo para descansar. Cada movimiento le dolía.Cuando entramos a nuestra habitación yo estaba durmiendo. Dianna no fue para nada silenciosa y aún así no me desperté. Se desvistió y fue a darse una ducha. Mientras la esperaba me acerqué a verme y no tenía indicios de despertar. Estaba profundamente dormida, lo que se me hacía extraño, porque siempre he tenido un sueño ligero. –Supongo que estoy drogada. Cuando salió Dianna del baño fue directo a su mesita de noche a buscar desinfectante para tratar sus heridas. Cómo pudo las limpió mirándose en el espejo. Luego se acostó y mi
-Annabel- –¿Me puedes explicar qué sucedió? –Mi tía me interrogó en cuanto estuvimos solas. –Este no es un comportamiento normal en tí.–Estaba en el baño, salí y me encontré a Isabella. Empezó a decir tonterías y después me golpeó y yo me defendí. –Resumí.–Quiero detalles. –Me dijo. Mi mente se vino el recuerdo de cuando le pidió detalles a Dianna. Conmigo no podía hacer eso. –Isabella me odia. –Lo mejor para mí era seguir como si nada. Aunque si fuera por mi me iría de esta oficina lo más rápido posible. –Tiene la loca idea de que yo me creo perfecta y que por eso la rechacé cuando me ofreció su amistad. –¿Es así? –Lo dijo como broma. De verdad no quería ni bromear con ella, pero no podía darme el lujo de que sospechara. Resople.–Eso es absurdo. Ella creía que siendo mi amiga podría tener conexiones contigo. Así que solo me quería usar. Nunca me agradó.–¿Y eso que llorabas?–Otro absurdo. No era así. –Mejor esa respuesta a la real. Quedó un momento en silencio.–Se merece pe
-Annabel- El viernes en la tarde después de clase me encontraba en mi dormitorio terminando de arreglarme para partir a la comida con el consejo. No era una reunión a la cual yo quisiera ir, pero tenía que hacerlo; lo último que quería era compartir con mi tía. Sentía que sus mentiras eran lo peor que me podía pasar, ella era la única familia que yo tenía. Fue ella la que me cuidó después de que mi madre desapareciera y ahora resultaba que solo quería vigilarme, ¿por qué? A eso todavía no le tenía respuesta. Casi no recordaba a mi mamá, ví a mi tía Morgan unas cuantas veces antes de que me explicara que mi mamá me había dejado con ella, que ahora viviríamos juntas.Dianna me miraba mientras me arreglaba.–Por tu cara se nota que no quieres ir. –Me dijo.–La verdad no. –Le respondí. –Pero tengo que hacerlo.He estado tan ocupada que ya no había seguido buscando información en la pulsera de Dianna. Además de que no quería seguir mirando y ver cosas peores de las que ya había visto. –
-Annabel-–Padre, reacciona. Miré a un hombre joven, no más de veinte años, que le hablaba al rey. “Que guapo”, no pude evitar ese pensamiento al verlo.–¿Reaccionar? ¡Todos están en mi contra! –El rey rugió. Con cada visión veía más loco al rey. –¡No es asi! –Su hijo le contradijo. Tenía algo… no sabía explicarlo, pero su cara de desesperación tocaba algo en mí y hacía que sintiera pena por él. Su padre no tenía la culpa, todo era la corona que lo estaba influenciando. –Padre… si sigues asi las manadas se unirán en nuestra contra. ¿Eso quieres? ¿Una guerra? –¡No se atreverían! ¡Son mis subditos! ¡Todos están por debajo de mí! –Gritó. El principe miró a su madre. –Se a vuelto loco. –La desesperación en su mirada lo decía todo. La reina solo lloraba. Se notaba que ella ya había perdido la esperanza de que su marido reaccionara. –¿Loco? –El rey repitió y lo miró, pero su mirada era como si estuviera en trance, no reconocía quien era quien. –¡Tú! ¡Quieres robar mi reino! ¡Quieres
-Annabel-–¿Qué me está queriendo decir? La consejera Sybilla solo negó con la cabeza. –Algún día lo sabrás. –Aquí están. –La voz de mi tía llegó a mis oídos. Dí la vuelta y ahí estaba en la entrada. –Tía.–¿Qué haces aquí Annabel? Desapareciste del salón. –Lo siento tía, me perdí.Después de eso la noche transcurrió con normalidad y ya era de madrugada cuando al fin pude dormir en mi cama. El fin de semana llegó y entre los deberes, visitar el pueblo para que me dieran dinero y mi castigo en la cocina se fue súper rápido.Pronto era el último día de mi castigo y estaba nerviosa. Si todo salía bien esa noche sería libre de todo esto. Podría seguir con mi vida tranquila. El pase de los empleados fue el que me dió la idea. Entonces para refrescar mi memoria había pasado todo mi tiempo libre en la biblioteca. Necesitaba un pase activo para salir, así que no podía robar uno de la oficina de la dirección.Esa noche antes de ir a cumplir mi castigo miré la pulsera de Dianna en mi muñ
Capítulo 11-Annabel-Sobrevivir por su cuenta era extremadamente difícil. Había pasado un mes desde que escapé de la academia y me encontraba desesperada. Primero había pasado un par de días en ese bosque y aunque de algún modo estar en un bosque se sentía bien para mí, no quería volver por el momento. Después, en el primer pueblo al que me atreví a entrar fue por muy poco tiempo y solo a buscar comida y una carpa pequeña con un saco de dormir. No pensaba pasar otra mala noche en la intemperie. Lo mejor para mí sería esconderme entre los humanos, pero sentía que aún me encontraba muy cerca de la academia. En el siguiente pueblo quería hacer lo mismo, entrar y salir, pero no tuvo tanta suerte. Era bastante pequeño y se sentó un momento en la plaza mientras comía una empanada que le había comprado a una señora de un carrito. –¡Oye muchacha! ¿Quieres saber tu destino? Solo por una moneda leo tu mano. –Una mujer se le acercó, estaba vestida con falda larga y varios collares.–¿Qué? –La
-Annabel-La oscuridad era muy grande, no podía ver, ni oír nada. ¿Dónde estaba? Traté de avanzar pero unas ramitas se incrustaron en mis pies, ahí me dí cuenta que estaba descalza y el blanco de mi camisón resaltaba en esa oscuridad. Avancé pendiente de todo mi entorno esperando que algo cambiara. Poco a poco fui capaz de distinguir las siluetas de los árboles. –Estoy en un bosque.¿Qué hacía ahí? Se notaba que estaba sola, así que seguí avanzando decidida a encontrar una salida de ese lugar. A lo lejos algo blanco empezó a acercarse. –Annabel despierta.Diana, mi compañera de cuarto, me despertó. Todo fue un sueño, pero lo sentí tan real…Me siento en la cama y me destapo, miro mis pies y están limpios. Siempre estuve en mi dormitorio. –¿Qué te pasa? –Diana me mira raro, pero no me importa. Ese sueño se sentía tan real… –¡Annabel! ¡Te estoy hablando! –Nada, nada. –Si no respondía seguirá preguntando hasta que me hiciera hablar. Llevaba 7 años siendo mi compañera de cuarto y ya
-Annabel-–Pobre familia Crowley.–Todos muertos. –...Afa Oscuro…Solo me llegaban pedazos de conversaciones. ¿Qué sucedió?La profesora Raven ingresó al aula y todas quedaron en silencio. En el transcurso del día seguí escuchando murmullos con lo que había sucedido el fin de semana y ya tenía más o menos claro que es lo que sucedía.El pueblo donde vivian los Crowley fue atacado por hombres lobos y no dejaron a ningun sobreviviente. Aunque la familia intentó hacerles frente, eran demasiados y mataron a todos. Nadie en el pueblo estaba preparado y los tomaron por sorpresa. ¿Y de qué manada eran los hombres lobos? Pues de Moonblack, la manada principal. Esa era la manada del Alfa de todos los Alfas. Era la manada del Alfa Oscuro, el hombre lobo más cruel de la historia…y el enemigo de todas las brujas. La disputa entre hombres lobos y brujas es tan antigua como el tiempo, nunca han podido llevarse bien y en cuanto se ven pelean hasta la muerte. Algunas dicen que esa es la razón por