Capítulo 5

-Annabel-

Pasé todas las clases en trance. Lo único que quería era que estas terminaran para poder seguir investigando la pulsera de Dianna. Si hubiese sido por mí faltaría a clases, pero no quería llamar la atención.  En cuanto el timbre sonó, guardé todo y caminé lo más rápido que pude a mi habitación. Tiré mi mochila sin importarme donde quedara, igual que mis zapatos. Me recoste en la cama y volví a sacar la pulsera.

Esta vez estaba en la biblioteca. No tenía que levantar la vista para saber que yo estaba al frente de ella. Todos los días Dianna estaba en la biblioteca en el mismo puesto. Solo que ahora sabía que era para vigilar a alguien. Mire alrededor y solo me ví a mi. Era tarde y me veía casi histérica. Tenía libros sobre plantas curativas a mi alrededor.  Veo que Dianna tambien tiene libros similares. Recuerdo ese día, habíamos tenido una semana estresante y ambas estábamos metidas en demasiadas actividades y estábamos un poco atrasadas con un informe que teníamos que entregar al otro día.

Mi yo más joven estaba escribiendo como loca. MIre el trabajo de Dianna. Estaba dibujando. Tenía su infome a un lado terminado. ¿Entonces que seguía haciendo en la biblioteca? Solo estaba yo. ¿A mi era a quien mi tía le dijo que tenía que vigilar? 

Volví a la habitación. La puerta se estaba abriendo. Dianna entró bastante agitada, como si hubiese corrido todo el camino hasta aquí. 

–Estás aquí. –Dianna respiró aliviada. –Pensé que estarías en la biblioteca. 

–No. Quería descansar un poco. –Esperaba que mi rostro no dijera otra cosa. Mi mano lentamente la llevé hacía un lado para poder dejar escondida la pulsera debajo mío. 

Era yo. La persona que Dianna tenía que vigilar era yo. Era mi compañera de cuarto, estaba en todas mis clases electivas, en los talleres, en las actividades extracurriculares. Nunca viajaba los fines de semana a ver a su familia. Siempre se quedaba conmigo en la biblioteca hasta tarde. Era yo.

–¿Qué haces? –Dianna me preguntó. 

–Solo recostada. Me siento cansada. ¿Y tú?

–Igual. Por eso volví. Me quedaré aquí un rato. 

Es la primera vez que siento un silencio tan incómodo. Me movía hacia un lado y hacia otro y no podía calmarme. Esto fue horrible. Ahora que sabía que Dianna era una esclava de mi tía y que me vigilaba no podía estar cómoda a su alrededor. 

Tampoco podía empezar a hacerle preguntas, porque sabría que algo estaba pasando y le contaría a mi tía. Tenía que seguir como si no pasara nada.

Después de quince minutos no aguanté más. Me levanté para salir. 

–Me voy a la biblioteca. Mejor será que termine mis tareas.

Escuche un gemido de parte de parte de Dianna. 

–Tienes razón. Es hora de ir. 

Ví como también se levantó. No me quedó otra más que esperarla. Caminamos en silencio unos minutos mas antes de que ella hablara. 

–¿Ya tienes todo listo con tu especialización?

–Si. –Ese tema no me tenía nada contenta. Aún recuerdo esa conversación con mi tía. –Mi maestra será la consejera Elphaba.

–Oh. –Dianna quedo en silencio unos segundos. –Que suerte. –Murmuró.

–¿Suerte? Si quieres te conviertes en su alumna. Yo no la quiero. 

–¡Ja! Ella es la mejor. No te creo que no quieras aprender de ella. 

–Yo quería una especialidad en otra cosa. 

–¿Otra cosa? Annabel… llevamos años preparandonos para ser sanadoras. Si quisieras otra cosa habrías tomado otros electivos. 

–No me dejaron. –Le susurré. –Pero ya basta de mí. ¿Y tú?

–Yo no seguiré estudiando.

–¿No?

–No. Se acabó para mi. –Estaba triste. 

Supongo que la nueva informante de mi tía sería la consejera Elphaba. ¿Qué sería de Dianna después de la academia?

–Pero a tí si que te encanta la sanación. Podría hablar con mi tía para que te consiga un lugar. 

–¡NO! –Sonaba aterrada. –Quiero decir… no creo que sea buena idea. La directora tiene mucho trabajo y esto no sería de su interés.

–Pero…

–No, no… tranquila. Es algo que ya tengo asimilado. 

Dianna apuró el paso y pronto en el pasillo estaba sola. Iría a la biblioteca, pero tomaría un pequeño desvío. Me dirigí al baño y entré a uno de los cubículos. 

Otra vez en la dirección. 

–¿Algo importante que informar? –Mi tía le preguntó a una Dianna de alrededor de quince años. 

–Nada ama. 

–¿Nada de nada? 

–No. Esta todo igual. Annabel se levanta, va a clases, biblioteca y vuelve a dormir. Nada nuevo. –Dianna estaba nerviosa, como si estuviera ocultando algo.

–¿De verdad? –Mi tía se paró y fue al lado de Dianna. –Creo que me estas mintiendo. Ustedes parecen muy amigas.

–No…

–Quiero la verdad. ¡Ahora! –Le ordenó.

Y Dianna empezó a hablar aunque se le notaba que no quería hacerlo.

–Otra vez empezó a hablar de “Vera” en sueños. Puede comunicarse con ella cuando esta consiente. 

–¿Hace cuánto sucede esto? –Dianna se negaba a hablar. –¡Responde m*****a sea!

–Un mes. –El golpe que siguió aunque ya lo esperaba me seguía sorprendiendo. –¡Y tú qué tienes que ver en esto!

–¡Ella sabe todo! Es mi amiga. ¡Me ayudara a escapar de tí!

–¿A escapar? –Mi tía se rió. –Tú nunca podrás escapar. Soy tu dueña y hoy aprenderás lo que sucede cuando me mientes. 

La agarró del pelo y la arrastró a una puerta oculta que daba a un cuarto con solo unos grilletes al centro. La colgó de ahí y luego procedió a azotarla. No quería verlo, pero tampoco quería dejarla sola. No pude controlar las lágrimas mientras veía como fue castigada por mi tía y escuchaba todos sus gritos hasta que quedó ronca. Dejó de golpearla solo cuando quedó inconsciente. Luego solo se fue. La dejó colgada. Me acerqué a ella llorando. Esto era un recuerdo y sabía que no podía hacer nada, pero yo quería. Quería ayudarla.

Volví al baño para sentir las lagrimas en mi rostro. 

–No, no, no… tengo que ver más. 

Me concentré una vez más, pero esta vez buscando qué fue lo que sucedió después de ese castigo.

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