Christian EvansEl cielo estaba de un azul intenso, no había nubes a la vista, el sol brillaba, reflejándose en la hierba verde, la gente con sus galas destacaba con fuerza, como un faro bajo el sol, los vestidos y chaquetas revestidos de un brillo dorado y el viento es justo, era como una suave caricia en el rostro.Percibo los verdes olores de la tierra, empapado el aire como una esponja, llenando mis fosas nasales de un rico aroma. El aire huele a brisa cálida de verano, a hierba fresca de primavera, al incienso de cien mil oraciones, a las flores de los jardines de la ciudad y a nuevas esperanzas.La gente reía y conversaba alegremente, con la mirada puesta en el balcón de la Casa Real, donde apareceríamos en breve Lynda y yo, los nuevos soberanos de Balaica.Decir que no estoy nervioso sería mentir… pero a la vez es una emoción indescriptible… ninguno de los dos esperábamos ese desenlace, ni tamaña responsabilidad, pero juntos no hay carga que no podamos llevar y estaré al lado d
Veintidós años antes El chico de ocho años escuchaba a sus padres discutir, mientras observaba la escena escondido a través de la rendija de la puerta. Su padre hablaba en un tono suplicante, mientras su madre permanecía impasible. —Sherlyn, ¡No puedes dejarme así! —exclamaba desesperado— Dime ¿qué puedo hacer para retenerte? Si el problema es el dinero no te preocupes, una vez construí desde cero el imperio de los Evans, puedo volverlo a hacer, pero solo contigo a mi lado y con nuestro hijo, verás como todo se soluciona, te seguiré dando todo lo necesario, prometo nada te hará falta —seguía diciendo su padre tratando de acercarse a su madre. No obstante, esta le dio un manotazo y lo miró con un gesto de desprecio. —No estoy dispuesta a construir nada contigo, ¿Por qué habría de hacerlo, cuando puedo tener todo junto a Jonás Johnson?, él es un hombre joven y ahora diez veces más rico de lo que tú fuiste —señaló la mujer sin ocultar una sonrisa de satisfacción. —Porque me robó a mí
Lynda escuchó el reloj despertador, sonaba sin césar mientras ella trataba de despertar, pero al parecer sus ojos se negaban a colaborar, extendió la mano para apagarlo y así poder continuar por unos minutos más durmiendo, no obstante este cayó al suelo, el estruendo provocado en su caída, la sacó de su ensoñación, se levantó de un saltó, lo buscó en el piso y este estaba por completo destruido. Una expresión de tristeza se le dibujó en el rostro, al darse cuenta de que ya no tendría cómo despertarse al día siguiente, recogió los pedazos y los tiró en la papelera del baño, después inició la rutina de ducharse y cepillarse los dientes, entretanto pensaba como iba a despertar al día siguiente. Se vistió de prisa con una camisa ancha y un jean, bajando corriendo para no llegar tarde a su destino. La señora de servicio la esperaba con el desayuno mirando a todos lados, con temor a ser descubierta. —Mi amor, te hice est
Permaneció estático por un momento, sin dejar de observar a la chica desmayada, era hermosa, tenía el aspecto de un ángel, cuando reaccionó no pudo evitar acariciar su rostro con las yemas de sus dedos, sintió una especie de corriente fluyendo entre ellos, vio un líquido rojo recorriéndole la frente, se había herido en la colisión. Por un momento tuvo sentimientos encontrados, una parte de él, quería alejarse de ella como quien huía de la peste, porque tan solo recordar de quien era hija, le producía una profunda repulsión, removiendo su estómago con asco, la rabia se agitaba en su interior, la otra, deseaba atenderla y protegerla, sacudió la cabeza con confusión “¿Qué diablos me importa esta chica? Solo debe interesarme para mis planes de usarla en contra del desgraciado de su padre, nada más”, se dijo mentalmente.&nb
CAPÍTULO 3. LYNNET JOHNSON.Lynnet se encontraba en la peluquería haciéndose un tratamiento de belleza, ya le habían dado los últimos retoques a su impresionante cabellera rojiza, era inevitable llamar la atención a donde fuera, gozaba de una belleza extraordinaria, causando admiración, no solo a los hombres sino también en las mujeres. Se observó al espejo con devoción, se sentía orgullosa de su hermosura, nadie podía compararse con ella, además era una asidua visitante de las estéticas, porque le encantaba resaltar los atributos que sabía la naturaleza le había dado.Su teléfono comenzó a sonar lo levantó, sin embargo, al mirar la pantalla y ver la imagen de Lynda, su hermana gemela, hizo un gesto de fastidio. No pensaba responderle, pues era una estúpida insoportable, le molestaba su
Christian sin prestar poca atención al hecho de que el choque aún no había sido levantado por las autoridades, movió su auto, el cual a pesar de sufrir daños exteriores de carrocería no padeció ningún desperfecto mecánico. Sin pérdida de tiempo, se alejó del lugar acelerando en su trayecto a la casa de su amigo. No pudo evitar sentir, una desagradable inquietud recorrer su cuerpo, convirtiéndose en un penetrante sudor frío, la cual terminó instalándosele en la espina dorsal, demasiado preocupado por el estado de salud de Sally. Temía algo malo pudiera sucederle, porque si eso llegase a pasar, jamás lograría perdonárselo, por no prestarle la debida atención durante esos días, además era la única persona capaz de despertar en él un sentimiento de afecto y protección, quizás porque habían estado juntos en el orfanato hasta el día cuando decidió escapar. Veinte minutos después, en tiempo récord, llegó a la urbanización ubicada en un sector d
La joven lo miraba entristecida, entretanto sentía el corazón encogérsele ante el trato y desprecio demostrado por propio padre, era increíble como el hombre llamado a protegerla, cuidarla, amarla, la trataba de esa forma tan inhumana, no pudo retener por más tiempo sus lágrimas frente a esos pensamientos, las limpió con premura, para evitar fuesen vistas; con toda la forma de actuar de su padre, aún sintió la necesidad de darle una explicación, para tratar de apaciguar su enojo y hacerlo entender lo sucedido, anhelaba tanto recibir un poco de consideración de su parte.—Papá, déjame explicarte, las cosas no son así, como las estás pensando, en ningún momento robé el vehículo de mi hermana, ella me lo dio para que lo llevara al auto…—aunque, no pudo continuar con su explicación, porque antes de poder reaccionar,
Sally, veía como el médico le revisaba el pie, temiendo en su interior pudiera descubrirla y exponerla ante Christian, respiró profundo armándose de valor, pues era preferible ella decirle la verdad, antes de que este terminara descubriéndola por sí mismo.—Doctor, discúlpeme, pero creo no es necesario mandarme a realizar toda esa serie de radiografías, en realidad mi accidente no es tan grave, me siento bien, estoy fingiendo estar accidentada —comenzó a decir apenada, pues temía la recriminación por parte del médico—. No me riña por favor, solo deseaba conseguir un poco más de atención de mi esposo, pues él vive trabajando y no me ha dedicado el tiempo suficiente, eso me hizo pensar en un plan para que se ocupara de mí —expresó la mujer, tratando con esa mentira de despertar simpatía en el doctor.&n