CAPÍTULO 3. LYNNET JOHNSON.
Lynnet se encontraba en la peluquería haciéndose un tratamiento de belleza, ya le habían dado los últimos retoques a su impresionante cabellera rojiza, era inevitable llamar la atención a donde fuera, gozaba de una belleza extraordinaria, causando admiración, no solo a los hombres sino también en las mujeres. Se observó al espejo con devoción, se sentía orgullosa de su hermosura, nadie podía compararse con ella, además era una asidua visitante de las estéticas, porque le encantaba resaltar los atributos que sabía la naturaleza le había dado.
Su teléfono comenzó a sonar lo levantó, sin embargo, al mirar la pantalla y ver la imagen de Lynda, su hermana gemela, hizo un gesto de fastidio. No pensaba responderle, pues era una estúpida insoportable, le molestaba su actitud de víctima y su complejo de madre Teresa de Calcuta, no sabía cómo ellas dos podían compartir el mismo rostro, si no fuese tan hermoso, hace mucho tiempo se lo hubiese cambiado. Aunque también podría obligarla a ella a hacerlo, siempre terminaba imponiéndole su voluntad, pensó sin ocultar su sonrisa de maldad, mientras apretaba su labio inferior.
Lo pensó por un par de segundos, aunque terminó desechando la idea, porque teniendo ambas el rostro idéntico, siempre hacía de las suyas, echando la culpa a su hermana de todas aquellas situaciones no agradable a los demás.
Desde pequeñas fue así, sus primeros años de vida, su mamá siempre la descubría, pues era la única capaz de reconocerlas, sin embargo, un fatal accidente la hizo rodar por las escaleras, haciéndola desnucarse con la caída. Los recuerdos de ese momento comenzaron a abrirse paso en su interior, pero los rechazó, no quería traer a colación esos momentos desagradables, porque siempre terminaba siendo afectada.
El teléfono continuaba repicando de manera incesante, cansada de la insistencia de su hermana terminó respondiendo.
—Lynda, ¿Por qué eres tan fastidiosa? Si no te respondo es porque no quiero conversar contigo. Estoy ocupada ¿Acaso eres tan retrasada para no entender eso? —expresó muy molesta.
Sin embargo, se sorprendió cuando al otro lado de la línea, no le respondió la voz de su hermana sino la de un hombre.
—Disculpe señorita, le hablamos del Hospital Central de la Vancal, su hermana la tiene como contacto en caso de emergencia, igual a su padre, pero como él no respondió, decidimos llamarla a usted.
» Le notifico que la señorita Lynda Johnson tuvo un accidente automovilístico, la tenemos internada aquí en el hospital.
—¿Fue grave? ¿Se está muriendo? —preguntó, aunque en vez de notar preocupación, era puro morbo por saber cómo quedó su hermana en el accidente.
—No, ella está bien, solo un golpe en la frente que le produjo una pequeña cortada en la parte superior de su ceja, un poco golpeada y el efecto latigazo, provocado por el cinturón de seguridad. Su hermana la necesita, porque debe pagar los gastos de la clínica y alega no tener dinero… —Lynnet paró al médico impidiéndole continuar con su conversación.
—Miré doctor, discúlpeme en estos momentos estoy muy ocupada y no puedo perder mi valioso tiempo con la estúpida de mi hermana. Sin embargo, deseo preguntarle, ¿Sabe usted como quedó mi auto? ¿Fueron muchos los daños ocurridos? —interrogó la egoísta chica.
El médico estaba totalmente sorprendido, no podía creer lo que escuchaba ¿qué clase de persona era capaz de preocuparse más por el estado de un auto y no por su hermana? Giró la vista y vio a su joven paciente, mantenía un semblante mezcla de miedo y esperanzas, mientras él hablaba por teléfono, no pudo evitar sentir lástima por ella, y molesto respondió las palabras de la mujer al otro lado de la línea.
—Voy a decirle algo, no soy policía de tránsito para saber el estado de su coche, lo que si me queda claro es el carácter egoísta de su persona, ¿Cómo puede ser indiferente ante lo sucedido a su hermana? ¿Qué clase de ser humano es usted? Realmente, es vergonzoso —concluyó el médico enfadado.
—¿Sabe doctor? Eso no es su problema, métase en sus propios asuntos —dicho eso cortó la llamada y marcó inmediatamente a su padre.
Al primer repique fue atendida por el hombre, quien sentía devoción por la chica.
—Mi Lyn adorada, hermosa chiquilla ¿Te ha pasado algo? —el hombre se angustió, al escuchar unos sollozos al otro lado de la línea.
—¡Papá! —exclamó fingiendo un tono de llanto y sufrimiento —. No soporto más a Lynda, es una mala persona, desconsiderada, abusiva.
—Ella me ha estado llamando, no quise responderle, tengo muchos problemas en la oficina para estar atendiendo sus estupideces ¿Qué fue capaz de hacerte ahora? Esa muchacha no conoce de límites. Juro que esta vez no voy a perdonárselo.
—Papá ella me robó el auto y por envidia lo estrelló, es muy mala, padre ¿Por qué me hace esto? Yo solo busco manera de comprenderla y ayudarla, sin embargo, ella no pierde oportunidad de conspirar en mi contra y causarme daño, estoy tan cansada de esta situación.
» Por más que trato de ser agradable ante sus ojos, ella no puede tolerarlo, porque me odia —declaró en tono triste victimizándose.
—¡Esa niña me las va a pagar! Me va a escuchar. Voy a echarla de nuestra casa, si aún no lo he hecho, es porque no cumple los dieciocho años, pero ese mismo día cuando los cumpla, la sacaré de nuestras vidas para siempre —declaró el hombre golpeando su escritorio mientras un semblante siniestro se dibujaba en su rostro.
Sin embargo, la propia Lyn era a quien menos le interesaba el cumplimiento de las amenazas por parte de su padre, porque después de todo, si su gemela se iba no podía responsabilizarla de los juegos divertidos y bromas que le gustaba hacerles a los otros.
—No te preocupes papá, después de todo es mi hermana gemela y no me gustaría verla en la calle mendigando. Debo tolerarla —manifestó fingiendo sorberse las lágrimas.
—Eres tan buena mi niña, eres mi ángel, no sé cómo sería mi vida sin ti —le habló con dulzura, aunque luego cambió su voz cuando empezó a referirse a la otra chica —. Mas Lynda no estará sin recibir un castigo bien merecido, voy a buscarla en este momento y la sancionaré de forma severa.
—Está en el hospital central de la ciudad, fingiendo estar muy mal para evitar el castigo, no sé cómo puede ser tan buena actriz, hasta el médico que la atendió terminó insultándome por culpa de ella —mencionó volviendo a sollozar.
—Ahorita voy en camino, Lynda debe oírme, no sé cómo merezco una hija como ella, debió morir pequeña si iba a ser tan mala hierba con su propia familia. Por culpa de ella, tu madre murió, eso jamás se lo voy a perdonar —declaró en un tono de tristeza, pero a la vez de enojo.
»Te amo mi hermosa muñeca, cuídate —declaró el hombre cortando la llamada.
No obstante, el semblante de la chica no era el exhibido hacia unos momentos, ya no le causó emoción el hecho de que su padre fuera a reprender y castigar a Lynda, pues una inquietud se había instalado en su interior al escuchar sus palabras, sin embargo, no fue posible para ella descifrar las razones.
“Al hombre perverso se le conoce en un solo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo.” Sófocles.
Christian sin prestar poca atención al hecho de que el choque aún no había sido levantado por las autoridades, movió su auto, el cual a pesar de sufrir daños exteriores de carrocería no padeció ningún desperfecto mecánico. Sin pérdida de tiempo, se alejó del lugar acelerando en su trayecto a la casa de su amigo. No pudo evitar sentir, una desagradable inquietud recorrer su cuerpo, convirtiéndose en un penetrante sudor frío, la cual terminó instalándosele en la espina dorsal, demasiado preocupado por el estado de salud de Sally. Temía algo malo pudiera sucederle, porque si eso llegase a pasar, jamás lograría perdonárselo, por no prestarle la debida atención durante esos días, además era la única persona capaz de despertar en él un sentimiento de afecto y protección, quizás porque habían estado juntos en el orfanato hasta el día cuando decidió escapar. Veinte minutos después, en tiempo récord, llegó a la urbanización ubicada en un sector d
La joven lo miraba entristecida, entretanto sentía el corazón encogérsele ante el trato y desprecio demostrado por propio padre, era increíble como el hombre llamado a protegerla, cuidarla, amarla, la trataba de esa forma tan inhumana, no pudo retener por más tiempo sus lágrimas frente a esos pensamientos, las limpió con premura, para evitar fuesen vistas; con toda la forma de actuar de su padre, aún sintió la necesidad de darle una explicación, para tratar de apaciguar su enojo y hacerlo entender lo sucedido, anhelaba tanto recibir un poco de consideración de su parte.—Papá, déjame explicarte, las cosas no son así, como las estás pensando, en ningún momento robé el vehículo de mi hermana, ella me lo dio para que lo llevara al auto…—aunque, no pudo continuar con su explicación, porque antes de poder reaccionar,
Sally, veía como el médico le revisaba el pie, temiendo en su interior pudiera descubrirla y exponerla ante Christian, respiró profundo armándose de valor, pues era preferible ella decirle la verdad, antes de que este terminara descubriéndola por sí mismo.—Doctor, discúlpeme, pero creo no es necesario mandarme a realizar toda esa serie de radiografías, en realidad mi accidente no es tan grave, me siento bien, estoy fingiendo estar accidentada —comenzó a decir apenada, pues temía la recriminación por parte del médico—. No me riña por favor, solo deseaba conseguir un poco más de atención de mi esposo, pues él vive trabajando y no me ha dedicado el tiempo suficiente, eso me hizo pensar en un plan para que se ocupara de mí —expresó la mujer, tratando con esa mentira de despertar simpatía en el doctor.&n
Lynda mantenía su mano extendida, con la cadena, esperando el médico la agarrara, este le tomó la mano recogiendo la cadena y se la colocó en la palma.—Lynda, no voy a quitarte el único recuerdo de tu madre, no te preocupes, pasarás la noche hospitalizada, así podremos ver tu avance. Ahora, déjame chequearte esos moretones y aplicar un poco de crema, para aclararlos, vas a quedar como nueva y mucho más guapa que antes —expresó sonriente.Ante la atención del hombre, la chica percibió una calidez en su corazón, por primera vez sintió ser importante para alguien, sus miradas se cruzaron por un momento, ella intentó apartar la vista, mas él no lo permitió.—¿Tan feo soy para no desear verme? —inquirió haciendo un cómico puchero, causando una carcajada de Lynda.<
Abby comenzó a buscar el dinero en su cartera, con cada nueva exploración encontraba un billete, era demasiado desorganizada, por eso su cartera siempre era un desastre. Fue colocando los billetes por denominación, contándolos ante la mirada atenta de Lynda, sin embargo, esta se dio cuenta de la expresión de preocupación en su amiga.—¿Qué sucede Abby? ¿Hay algún problema? —ante el interrogatorio de la más joven, la muchacha sopeso si decirle o no la verdad, el dinero no era suficiente para cubrir los gastos, apenas cubriría un quinto de lo que seguramente era la deuda. Iba a negarle la existencia de algún problema, más la mirada de sospecha de Lynda no se lo permitió.» No intentes ocultarlo, agradezco todo el apoyo, en verdad, eres lo único estable en mi vida, sin ti, me sentiría por completo abandonada,
Lynda observaba a su amiga, quien al parecer los ratones le habían comido la lengua, estaba impávida, como si hubiese sufrido una gran impresión, ni siquiera pestañeaba, su boca quedó ligeramente abierta, no reaccionó ni aun cuando Leonard, la observó de pies a cabeza con una extraña expresión en el rostro, no obstante, era demasiado educado para dejar ver con precisión la impresión que le había dado la muchacha.—Disculpe señor, estas jovencitas se empeñaron en hablar con usted, querían entrar a la fuerza, cuando se los impedí se comportaron de manera grosera y altanera —expuso la mujer tratando de justificar el alboroto de hacía un momento.—No se preocupe, señora Deborah, las señoritas son mis conocidas, las voy a atender, no hay problema —. No obstante, el gesto de la mujer mostr&oac
Christian la sostuvo entre sus brazos, no pudo evitar sentir su aroma floral, suspiró impregnándose de ese olor, a la vez que buscaba la forma de controlar las crecientes emociones provocadas por su cercanía. Entretanto, ella se sintió alterada, sobre todo porque su corazón comenzó a palpitar como si se tratara de una ruidosa locomotora fuera de control.—Discúlpame, no te vi —expuso nerviosa, colocando sus manos en el pecho del hombre, empujándolo un poco para liberarse de su agarre, aunque por dentro, deseaba mantenerse protegida para siempre entre sus brazos, era una locura, esos pensamientos, no tenían razón de ser. No cuando apenas lo conocía y todo gracias al accidente.—Ya veo eso es costumbre en ti, andar colisionando con la gente, si no es con tu auto, con tu cuerpo, pero al parecer es tu pasatiempo favorito —señaló en un tono de voz severo, utilizado para simular como se estaba sintiendo con ella cerca.Lynda se mantuvo in
Lynda corría por un campo sembrado de lirios blancos, giró la vista y vio una cadena de inmensas montañas imponentes, cubiertas por la blanquecina nieve, el lugar era tranquilo, le inspiraba una inmensa y profunda paz, cerró los ojos y dejo impregnar sus sentidos, el dulce aroma de las flores penetró su nariz era tan gratificante, que le hubiese gustado quedarse allí. Sintió una mano en el hombro, al voltearse, se quedó impactada al ver a esa hermosa mujer, con los ojos y cabellos como los suyos, no creyó volvería a verla, se sonrió con alegría, pues era su madre. —¡Mamá! —exclamó sintiendo un nudo en la garganta producto de la emoción de tenerla al frente—. ¿Eres tú? La mujer subió una mano y le acarició el rostro con ternura. —Mi hermosa y dulce Lyn, mi niña amada —la joven lloró al verla, la abrazó con fuerza, sin querer soltarla. —Lo siento mucho mami, yo no quise…—