Capítulo 4.

MAIA CARRIZALES.

—¡Ich hab 'dich lieb!

Christa le da unos besos en la mejilla a Camila y la bebé ríe.

Después de un rato, la deja sentada en su cochecito.

Veo como Camila se lleva una mano a su boquita y la babea toda.

¡Aw, ternurita!

Christa bebe un poco de su bebida mientras revisa los documentos que le he dado.

—No puedo creer que los hayas traducido tan rápido —me dice—. Normalmente en la agencia de traducción se tardan una semana.

—¿Qué puedo decir? —bebo un poco de mi café—. Soy muy rápida en lo que hago.

—Lo he notado —se ríe—. El director del hospital me ha dicho que está pensando en contratarte permanentemente y romper el trato con la agencia de traducción, ya que tú eres más rápida y eficaz.

Me atraganto un poco con el café.

—¿Q-Qué? —me limpio la boca con una servilleta mientras ella se ríe— ¿E-Es en serio?

—Por supuesto que lo es —me responde— ¿Acaso no te ha gustado la noticia?

—¡Por supuesto que me ha gustado! —le digo y ella ríe por mi entusiasmo— ¿Pero le has dicho de mi estilo de vida?

—Sí —me dice—. Dice que no tiene ningún problema con eso, ya que tú haces traducciones a distancia y también me dijo que se le hace interesante tu estilo de vida.

Bebe un poco de té.

—Por cierto, ¿ya sabes a dónde te vas a mudar?

Niego.

De hecho, sí lo sé, pero no se lo puedo decir por la seguridad de las dos, de Armín y de la pequeña Camila.

Ellos son las primeras personas que son mis amigos en todo este tiempo que me he mudado y cambiado de identidad y no quiero que él les haga daño por mi culpa.

—Voy a decidirlo en el aeropuerto —le digo—. Me gusta no saber a donde voy hasta que el día que me tengo que ir.

—Debe de ser emocionante.

Estresante mejor dicho.

—Supongo que lo es —le digo—. Creo que a lo mejor me mudo en dos meses.

Me mira sorprendida.

—¿Tan pronto?

—No lo sé aún —le contesto—. A lo mejor me mudo antes o después de ese tiempo. Eso depende que me diga mi instinto viajero.

—Espero que te mudes después de ese tiempo —me dice—. Porque te voy a extrañar y Camila va a extrañar a su tía, ¿verdad, mi amor?

Ambos volteamos a ver al cochecito, en donde está la bebé dormida.

—Se ve que me va a extrañar —le digo y ambos reímos—. Espera, ¿tía?

—Sí, tía —me responde—. Eres mi amiga y por lo tanto, eres la tía de Camila.

—Aw, eso es tan lindo —le digo—. Creo que voy a llorar.

Ella se ríe de mí mientras yo me limpio un poco los ojos.

—¿Maia, alguna vez has pensado en tener hijos?

Eso me toma por sorpresa.

—No quiero tener hijos —le respondo sinceramente.

—¿Por qué?

Entonces todos esos malos recuerdos llegan a mi mente.

—Eres mía.

—Voy a embarazarte siempre que tenga la oportunidad.

—Seremos una hermosa familia. Tú te dedicarás de cuidar de nuestros hijos e hijas y yo me encargaré de su protección y de que nunca les falte nada.

—Ya quiero que llegue nuestra boda para embarazarte.

—Está sería una linda cuna para nuestro primer bebé si es una niña.

—Te verás más hermosa embarazada y con un gran vientre.

—Serás una gran madre y yo un gran padre.

—Yo seré el padre de tus hijos y tú la madre de los míos.

—Deberías de empezar a leer sobre maternidad.

—¡Déjame! —le digo llorando— ¡Me duele!

—¡Esto te pasa por decir que no quieres tener hijos conmigo!

Se mueve más fuerte y no le importa para nada que yo esté llorando y suplicándole que se detenga.

Regreso a la realidad cuando alguien chasquea los dedos enfrente mío.

—¿Estás bien?

Asiento.

—Sí, solo que me quede pensando.

Bebo un poco de mi café.

Creo que estoy más jodida de lo que pensaba.

—¿Entonces no sabes por qué no quieres ser mamá?

—Creo que no —le digo—. No me malentiendas, me encantan los niños, pero no me gusta la idea de ser mamá de alguien.

—Creo que te entiendo.

La miro sorprendida.

—¿En serio?

—Sí —me responde— ¿Sería como ser buena en algo y que te guste, pero no te ves haciendo eso profesionalmente?

La miro un poco confundida.

—Supongo que sí —le respondo.

—Mejor olvidémonos de eso —me dice y yo estoy de acuerdo con eso— ¿Ya has hablado con Mauricio?

La miro confundida.

—¿Quién es Mauricio?

Ella me mira sorprendida.

—Nuestro nuevo vecin o—me responde—. Vive al lado tuyo, se acaba de mudar hace una semana, ¿no te habías dado cuenta?

Recuerdo que ya hay ruido en el departamento que está junto al mío.

—Ah, sí —le respondo—. No lo he conocido y siendo sincera, se me había olvidado que tenemos un nuevo vecino.

Ella niega con la cabeza.

—A veces eres muy distraíd a—me responde—. Bueno, nosotras te dejamos, alguien tiene cita con el pediatra y si llegamos tarde, Armín va a cancelar la cita.

Me río.

—¿Aún no se acostumbra a que inyecten a Camila?

Ella niega divertida mientras se levanta.

—No —me responde riendo—. La otra vez él se puso llorar como si lo hubieran inyectado a él y no a su hija, pero eso te lo cuento mejor otro día, tenemos que irnos antes de que se nos haga tarde, bye.

—Bye, bye.

Las veo salir de la cafetería y caminar antes de desaparecer por las calles.

Veo la cafetería un poco.

Creo que me encantan las cafeterías que tienen un espacio al aire libre.

—Disculpe, ¿se le va a ofrecer algo más?

Veo al joven mesero que esta adelante mío.

—Una porción de pastel de frutos rojos, por favor.

Él lo anota en su pequeña libreta.

—En un momento se lo traigo.

—Dankeschön.

Él me ignora un poco confundido y se va a otro lugar.

Supongo que debería de mejorar mi pronunciación con esa palabra, ya que cada vez que la pronuncio las personas me ven raro.

Y pensar que me gradúe con honores cuando aprendí alemán.

🌓🌓🌓🌓🌓

Dejo las bolsas del súper en el suelo para buscar la llave del departamento en mi abrigo.

Introduzco la llave en el cerrojo e intento abrir la puerta.

M****a.

Creo que voy a tener que decirle al señor Adal que tengo un problema con esta puerta nuevamente para que le llame nuevamente al cerrajero.

—Hola.

Volteo a un lado y veo a un hombre de pelo y ojos oscuros.

—Hola.

—Soy Mauricio —me tiende la mano—. Soy tu nuevo vecino.

Estrecho nuestras manos.

—Soy Maia.

—Lo sé.

Lo miro sorprendida y retrocedo un poco.

Por favor, que no esté relacionado con él.

Mauricio parece darse cuenta de mi incomodidad porque rápidamente me dice:

—¡Perdón! ¡No quise incomodarte! —se disculpa— ¡Sé tu nombre porque Christa me lo dijo, no porque te estuviera acosando!

—¿Eh?

Lo veo ponerse más nervioso.

—¡No quise decir eso! —me dice moviendo sus manos— ¡Digo, tampoco estás fea para que no te acose o algo parecido!

—¿¡Eh!?

—¡No, no, no, no, no! ¡Olvida eso! —me dice nervioso— ¡Lo que quise decir es que sé tu nombre porque me lo dijeron y no porque te esté acosando solo porque me pareces atractiva aunque si vale la pena que alguien te acose por eso!

La miro sorprendida.

¿Qué rayos pasa con este hombre?

—¡No, olvida eso!— me dice nervioso— ¡Eso estuvo muy mal! ¡No mereces que nadie te acose ni nada parecido!

—¿Gracias?

—Aunque no me sorprendería que lo hicieran —murmura para sí mismo.

Lo veo sorprendida.

—¿Disculpa?

Él se da cuenta de que lo escuche y se vuelve a poner nervioso.

—¡Lo siento!

Me río un poco de él.

Se parece a Ian cuando se encontraba con su crush.

Sí, mi hermano era muy malo para hablar con las chicas que le gustaban y eso realmente era muy gracioso de ver.

Él me mira.

—Eres muy bonita.

Me dejo de reír.

—Eres muy bonita —me dice Alex y me sonrojo.

—Eres muy bonita —me dice Nicolás—. Pero si alguien se fija en ti, lo mato, ya que eso es un problema para mí.

Regreso a la realidad e intento borrar esos recuerdos.

No vale la pena recordar el pasado, eso no me va a servir de nada.

—Lo siento, ¿acaso te incomodé?

Lo miro incómoda.

—No, para nada —le respondo abriendo la puerta de mi departamento—. Fue un gusto conocerte y bienvenido al edificio, espero que te vaya bien.

—Igualmente.

Mauricio desaparece por el pasillo mientras yo entro a mi departamento con todos las compras.

Creo que lo mejor será irme de aquí cuanto antes.

No quiero volver a encontrarme con ese vecino, porque hay algo en él que me inquieta mucho y no sé que es.

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