MAIA CARRIZALES.No estas aquí, no estas aquí.Siento como Nicolás me muerde en el cuello y me quejo de dolor por eso antes de empezar a sentirme un poco mareada.¡Deja de poner resis...!Bloqueo a mi molesta loba y después me concentro en mis pensamientos en un intento de evadir lo que esta ocurriendo ahora mismo y así evitar sentir placer por la mordida que me ha dado, ya que esa es una de sus formas para drogarme.—Estoy cansado —siento como sale de mí y se acuesta a mi lado viéndome a los ojos— ¿Qué esperas? No le digo nada y simplemente me coloco encima suyo.—Mucho mejor —me dice mientras yo me meto eso al cuerpo, haciendo que él suelte un gemido de placer—. Hazlo lento, ¿entendido?Asiento y empiezo a moverme sobre él como me lo ordeno mientras veo hacia la pared para no verlo a él.Aguanta, aguanta, esto terminara pronto.Siento como me toma de las caderas y hace que vaya más rápido, hasta que se detiene y siento una desagradable y, desafortunadamente, conocida sensación húme
MAIA CARRIZALES.—¿Amaris? —le cuestiono sorprendida.¿Qué hace ella aquí?—Ah, hola, Acacia —me saluda y después voltea a ver a Nicolás—. La ginecóloga ya los está esperando.—Ok.Amaris se hace un lado para que Nicolás y yo sigamos, o mejor dicho, para que Nicolás me siga arrastrando por las escaleras.—No estés tan sorprendida —me dice Nicolás mientras seguimos subiendo las escaleras—. Amaris es mi hermana.Lo veo sorprendida.—¿Qué? —le pregunto sorprendida.—Que es mi hermana —me vuelve a repetir—. Espero que me hayas escuchado, que no te lo voy a volver a repetir.Sigue arrastrandome por las escaleras mientras solo me pregunta una cosa.¿Cómo es que son "hermanos"?🌗🌗🌗🌗🌗—Muy bien —mueve un aparato—. Acuéstate, por favor.La obedezco y me acuesto en la camilla.—Hazte un poco más para abajo y pon tus pies encima de aquí, por favor —la obedezco—. Muy bien —la veo moverse hasta que después de un rato, se sienta en una silla que está en una esquina de dónde estoy acostada—. Va
MAIA CARRIZALES.—¿Vas a comer? —niego sin verlo—. Bueno, más para mí.Veo como mi plato desaparece y escucho como él empieza a comerse mi desayuno.—¿Tú en serio quieres que me embarace? —le cuestiono.—Claro que sí, ¿acaso no es obvio?—¿Y si te doy un bebé y me dejas en paz?Escucho como se le cae el cubierto encima del plato.—¿Qué? —suena sorprendido— ¿Qué acabas de decir?—Tú quieres un bebé, yo quiero mi libertad y olvidarme de todo esto —empiezo a explicar—. Así que lo he estado pensando, y, bueno, creo que lo mejor es que te dé al bebé que tanto quieres, pero no lo quiero cargar yo, yo solo te daría mi óvulo y por un...—Deja de decir tonterías —me interrumpe—. Y sobre lo del embarazo, eso no está en discusión.—No quiero embarazarme.—Eso no me importa, tienes que darme hijos o hijas sí o sí —me dice—. Y, por cierto, te estás tardando.Ninguno de los dos vuelve a decir nada y solo escucho como desayuna.—Quiero ir a verlos —le informo.—No.Levanto la cabeza y lo veo por pri
MAIA CARRIZALES.—¿Recuerdas el trato?—Sí —le respondo.—Muy bien —me dice—. En cuanto acaben de conversar, gritas avisándolo, ¿entendido?Asiento con la cabeza antes de que Nicolás salga de la oficina y que la puerta de esta, unos minutos después, vuelva a ser abierta, solo que está vez entran dos guardias custodiando a Cameron.Me levanto de la silla y espero a que le quiten las esposas para que Cameron venga a abrazarme rápidamente y yo le devuelva el abrazo.—¿Estás bien? —me pregunta preocupado una vez que nos separamos.—Eso debería de preguntártelo yo a ti —le digo y lo escaneo con la mirada—. Te ves bien.—Eso no importa —me dice— ¿Te encuentras bien? ¿Él te ha...?—Eso no importa ahora —lo interrumpo— ¿Cómo están los demás?—Bien —me responde.—Me alegro —le digo—. Yo... Me entere de que Sarah está embarazada, felicidades.—Gracias —me dice—. Felicidades también a ti, futura tía.—¿Y cuánto tiene de embarazo? —le pregunto.—Seis meses, casi siete —me revela—. Estamos esperan
MAIA COOPER.Juego con la comida en el plato muy aburrida.—Nicolás llega hoy en la noche.—¿Ah, sí? —hago que la albóndiga ruede un poco por el plato—. Que mal.Escucho como Amaris suelta un suspiro.—¿Te encuentras bien? —me pregunta.—No preguntes cosas que no te interesan —le digo.—Realmente me interesas —suelto un "sí, claro" sarcástico—. Eres mi cuñada.—Desgraciadamente —le digo—. Y aunque seamos cuñadas, eso no significa que te tenga que importar, al igual que tú no me importas en lo más mínimo.—Maia...—Maia, nada —la interrumpo y alejo un poco mi plato—. Se me quitó el apetito, provecho.Me levanto de la silla y salgo del comedor azotando lo más fuerte posible la maldita puerta.—¿Por qué estás tan enojada? —ruedo los ojos con molestia cuando escucho que me sigue—. Maia, te estoy hablando.—Y yo te estoy ignorando —le digo—. Mejor no pierdas tu tiempo y vete a otro lado.—Sabes que puedes confiar en mi —suelto una risa sarcástica—. Somos amigas.Me detengo en las escaleras
NICOLÁS COOPER.Marco al número de mi melodia nuevamente y cuando no me vuelve a contestar, decido marcar el de Amaris.—¿Diga?—¿En dónde está mi melodía? —voy directo al punto—. No me contesta.—Nunca lo hace —me recuerda—. Y sobre dónde está, está en su habitación, no ha querido salir en todo el día.—¿De nue...? —bufo frustrado—. Toca su puerta y dile que digo yo que si no está afuera para cuando llegue, le irá muy mal.—¿Y si no sale? —Lo hará —le digo—. No le gusta que la castigue y si no lo hace, no digas nada y vete de ahí, yo me encargo de ella.—Entendido —me dice— ¿En cuanto tiempo llegas?—Maximo cinco minutos —le informo—. Bye.Le cuelgo y guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón.Esa mujer me va a escuchar.🌗🌗🌗🌗🌗—No ha querido salir —me dice Amaris una vez que me ve caminando por el pasillo en dónde está mi habitación y la de mi melodia—. Y ya ni siquiera quiere hablar para insultarme.—Yo me encargo —le digo y tocó fuertemente la puerta— ¡SI NO ABRES LA MA
MAIA COOPER.Horas antes.¡No, no, no, no, no!¡Esto no puede ser verdad!Veo como la tercera prueba de embarazo ha salido positiva y eso no me hace tener más dudas y esperanzas.Está confirmado, estoy embarazada.¿Lo peor? Es que es el bebé que espero es de un monstruo que me ha arruinado la vida y que estoy segura que de alguna u otra forma hara lo mismo con su hija o hijo.Sé que debería de alegrarme de que voy a tener a alguien que me haga compañía independientemente de quién es su padre, pero para mí eso es imposible.No quiero tener a este bebé, mucho menos porque sé que no va a crecer en un buen hogar ni tendrá una bonita familia, pero no puedo abortarlo porque Nicolás me tiene vigilada siempre y no me permite salir de la casa ni hablar con nadie nuevo sin estar él presente, tampoco puedo pedirle ayuda a alguien porque le irán a contar sobre el embarazo y él, obviamente, no me permitira abortar.A lo mejor estoy siendo egoísta y cruel, pero prefiero serlo mil veces a tener que
MAIA CARRIZALES.Un año después...Suspiro cuando veo como he terminado de arreglar mi departamento justo a tiempo.Llevo toda una semana haciendo esto y hoy, por fin he terminado.No saben lo bien que se siente eso.Veo el reloj en la pared y al ver la hora, rápidamente me pongo el abrigo y agarro mi bolso para salir de mi hogar.Bueno, hogar temporal, ya que en un tiempo me voy a tener que mudar nuevamente.—Señorita Maia.Volteo a ver a don Adal, el encargado del edificio en donde vivo.—Oh, hola, señor Adal—me acerco a él— ¿Qué pasa?—Hoy se vence el plazo del adelanto de los meses que me pago—me contesta—. Me debe de pagar el siguiente mes.Mierda, se me había olvidado.—¿Le parece bien si le pago cuándo regrese?—le pregunto—. Voy a llegar tarde a mi trabajo si no me voy ahora.—Ah, sí, claro, sí, claro—me dice el señor Adal comprensivo—. Váyase, señorita Maia, no quiero que se le haga tarde.—Gracias.Salgo rápidamente del edificio y me dirijo lo más rápido que puedo a la parada