MAIA CARRIZALES.
—Mía, eres mía y muy pronto te voy a encon...
Abro los ojos cuando escucho como suena el temporizador de mi celular.
Me levanto del sofá (estaba acostada) y voy a la cocina para sacar el pastel del horno.
Me pongo los guantes, abro el horno, saco el pastel y lo dejo arriba de la encimera de la cocina al mismo tiempo en el que alguien toca la puerta de mi departamento.
—¿¡Quién es!?
—¡Soy Mauricio!
Arrugo las cejas confundidas y me acerco a la puerta para ver por la mirilla.
Veo a Mauricio afuera y después le quito los cerrojos a la puerta para abrirla.
—Hola.
—Hola —le digo— ¿Se te ofrece algo?
—Em... sí —me contesta— ¿Tienes harina? Se me ha acabado y como hoy es domingo y todo está cerrado, no voy a poder comprarla en ningún lado.
—Sí, claro —le digo—. Espérame aquí, por favor.
—Ok.
Cierro la puerta y voy a la cocina por una bolsa de harina.
Regreso, abro la puerta y le tiendo la harina.
—Gracias.
Agarra la bolsa de harina.
—De nada —le digo—. Bye.
Cierro la puerta y escucho un "bye" de él antes de escuchar sus pasos alejarse y posteriormente como entra a su departamento.
Regreso a la cocina y empiezo a terminar de preparar el pastel.
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Toco la puerta del departamento como puedo y después vuelvo a sujetar bien el pastel.
Armin es quien me abre la puerta junto con Camila, la cual está siendo cargada por él.
—¡Hola! —me saluda— ¡Pasa, pasa!
—Gracias.
Entro al departamento y Armin cierra la puerta.
—¿Y Christa?
—En la ducha —me contesta—. Gracias por traer el pastel, ¿cuánto dinero fue?
—No es nada —le contesto— ¿En dónde puedo dejar el pastel?
—En la mesa —me contesta—. Y en serio dime cuanto fue para pagarte.
Dejo el pastel en la mesa.
—Ya te dije que no fue nada —le digo dándome la vuelta para verlo—. Y no insistas que aunque me pagues no voy a aceptar el dinero.
—Pero...
—Pero nada —le respondo—. El regalo es mi pastel para Christa.
Armín me mira confundido.
—¿Qué?
Me doy cuenta de lo que dije.
—Perdón —le digo—. Lo que quise decir es que el pastel es mi regalo para Christa.
—Ah —me dice— ¿Entonces que tienes en esa bolsa?
Señala con la cabeza la bolsa de regalo que tengo en la mano.
—Un regalo para Christa —le contesto.
Armin me mira sorprendido.
—Definitivamente te voy a pagar el pastel.
—Ya te dije que no.
—Eres muy terca.
—Y tú muy insistente.
—Ok, entonces no te pago el pastel —me dice—. Pero Camila te lo pagará.
Me río.
—Camila es una bebé —le digo—. Dudo mucho que tenga dinero.
—Pues lo tiene y te va a pagar el pastel de su mamá, ¿verdad, pequeña?
Ambos volteamos a ver a Camila, la cual me mira fijamente a mí.
—¿Verdad que no, preciosa? —le digo a Camila agarrando una de sus manitas.
La bebé ríe.
—¿Ves? —le digo a Armin—. Hasta Camila esta de acuerdo conmigo.
—Eso es trampa.
—No es trampa, es estrategia —lo corrijo.
—No sé por qué peleo contigo si eres demasiado insistente y siempre terminas ganando.
—Yo tampoco lo sé y no gano siempre.
Armin me mira con cara "¿es en serio?" Y yo alzo los hombros sonriendo.
—¡Maia, hola! —me saluda Christa caminando por el mini pasillo de las habitaciones hasta llegar a la sala en donde nos encontramos los tres.
—Hola —la saludo abrazándola—. Feliz cumpleaños.
—Gracias —me dice y ambas nos separamos— ¿Y eso?
Me dice viendo la bolsa que tengo en la mano.
—Es para ti —le tiendo la bolsa y ella la agarra—. Espero que te guste.
—No lo dudes —me dice—. Tú conoces muy bien mis gustos a diferencia de ciertas personas.
Ambas vemos a Armin, el cual ve hacia otro lado y le dice a Camila lo bonita que está la pared.
Nos reímos y empezamos a hablar.
🌗🌗🌗🌗🌗
—No, no, no, no y no, intrusa —me dice Armin—. Largo de aquí.
—Vamos, solo quiero ayudar —le digo—. No es para tanto y no me digas intrusa.
—Para mí sí lo es —me dice—. Primero me robas a mi esposa e hija y ahora quieres robarte mi cocina.
Arrugo las cejas.
—No me quiero robar tu cocina —le digo—. Solo quiero ayudar.
—Sí me respondes una pregunta te dejo ayudarme, ¿ok? —asiento— ¿Estudiaste gastronomía?
—Sí.
Me mira confundido.
—Creí que habías estudiado idiomas —me dice.
—Así es —le digo—. Pero también tome algunas clases de cocina y repostería, así que "estudie" de cierta forma gastronomía.
Me mira con los ojos entrecerrados.
—Mentirosa.
—Mal cocinero —le digo y él abre la boca indignado—. Por favor, ambos sabemos que cocinas terriblemente mal.
—Eso no es cierto.
Me cruzo de brazos y alzo una ceja viéndolo.
Armín hace lo mismo que yo.
Volteo a ver a Christa, la cual esta sentada en el sofá de la sala jugando con Camila.
—Christa —la llamo y ella voltea a verme—. Contéstame una pregunta, ¿quién de los dos —nos señaló a Armin y a mí— cocina mejor?
—Tú por supuesto.
Christa vuelve a jugar con Camila mientras su esposo la ve indignado por su respuesta.
—¿Ves? —le digo burlona—. Te lo dije.
Él me mira serio hasta que alguien llama a la puerta del departamento.
—Si quieres ayudarme, ve y abre la puerta.
—Ok —me doy la vuelta y empiezo a caminar— ¡Pero que conste que soy mejor cocinera!
—¡En tus sueños!
Me río y abro la puerta, pero mi sonrisa desaparece cuando veo a la persona que tengo enfrente mío.
—Hola —me dice Mauricio alzando la bandeja de mini hamburguesas que tiene en las manos—. Traje la comida.
Asiento y me hago a un lado para que él entre al departamento.
Cierro la puerta mientras escuchó como Armin y Christa lo saludan.
Voy a la sala y Armin me mira detrás de la espalda del brujo de magia blanca.
—Maia, supongo que ya conoces a Mauricio.
—Sí —le digo.
—¿Qué huele tan mal? —pregunto Mauricio.
Armin abre los ojos sorprendido y corre a la cocina.
—¡No! —dice viendo el sartén— ¡Mi comida!
Todos nos reímos de él mientras él intenta "salvar" su comida.
🌗🌗🌗🌗🌗
Le doy la mamila a Camila y ella no la acepta al principio, pero después de varios intentos por fin la acepta y empieza a beber la leche.
La veo poner su manita en el biberón mientras sigue bebiendo y sus ojitos se cierran constantemente.
—¿Eres muy buena con los niños, verdad?
Veo a Mauricio brevemente echar algo en un sartén antes de ver nuevamente a Camila.
—Supongo que sí, pero solo un poco —le contesto después de un rato.
—Eres muy modesta —me dice—. Además de alguien de pocas palabras, ¿verdad?
No soy alguien de pocas palabras, no te hablo porque no quiero.
—Creo que sí.
—O a lo mejor no te agrado y simplemente no me quieres hablar.
Lo veo sorprendida.
—¿Con qué es eso, eh? —me dice riendo—. No te preocupes, no eres a la primera persona que no le agrado. No agradarle a las personas es un don.
—Lo siento.
—No te disculpes —me dice cocinando—. Ya te lo dije, por alguna rara extraña razón no les agrado a las personas, lo cual es irónico.
La miro confundida.
—¿Por qué es irónico? —le pregunto.
—Porque soy alguien muy agradable una vez que las personas que me conocen bien —me contesta—. Digamos que las personas me juzgan por mi mala portada, pero una vez que me "leen" ven que soy muy interesante y muy bueno.
—Ah, ok.
Vuelvo a ponerle atención a Camila, la cual ya esta dormida, pero sigue bebiendo leche.
—¿Sabes por qué más es irónico que les disguste a las personas cuando me ven a pesar de ser extremadamente atractivo y buena persona?
Niego mirándolo.
Él se inclina un poco y me susurra en el oído:
—Porque soy un brujo de magia blanca y normalmente, generamos confianza desde el primer instante.
Se aleja de mí y sigue cocinando mientras yo lo veo sorprendida.
—Aunque supongo que eso ya lo sabes, ¿no?
Lo veo sorprendida y con miedo mientras él cocina tranquilamente.
NICOLÁS COOPER.—¿Qué significa esto, Leon? —le pregunto molesto.Leon me mira normal, parece que no le importa que esté molesto.—Dijiste que deseabas volver a hacer "el amor" —me contesta haciendo comillas con sus dedos—. Así que te estoy ayudando a que lo hagas.Lo veo enojado antes de ver a la prostituta que me ha traído.—Tú —ella me sonríe coqueta— ¡LARGO DE AQUÍ!Ella borra su sonrisa y me mira mal y después me mira con miedo y sale huyendo de mi oficina cuando ve que mis ojos se ponen negros.Veo mal a Leon.—¿¡CÓMO CARAJOS SE TE OCURRE TRAERME A UNA PROSTITUTA!? —le pregunto enojado mientras golpeo mi escritorio con mi puño— ¿¡QUÉ MIERDA ESTABAS PENSANDO!?Se queda en silencio.—Solo quería ayudarte —me dice—. Estás tan desesperado por tener sexo que creí que si te traía a una mujer que te ayudara con tu problema, te haría un favor.—¡YO NO VOY A TOCAR A NINGUNA OTRA MUJER QUE NO SEA MI MELODÍA! —le grito furioso.—¿Entonces te traigo a un hombre?Lo miro más furioso.—Lar-go
MAIA CARRIZALES.—¿Y bien? —se cruza de brazos— ¿Ya me vas a contestar o quieres que pidamos otro café?Solo me le quedo viendo.—Supongo que eso significa que necesitaremos otro café.—Yo no quiero nada.—Lo sé —me sonríe—. Eres fácil de leer.—Dame mis llaves, por favor —le pido.—¿Por qué? —me cuestiona— ¿Acaso te quieres ir de aquí?—No me quiero ir de aquí—le digo—. Bueno, sí, pero es para alejarme de ti.—¿Por qué no te agrado?Wow, que directo.—¿Por qué deberías de agradarme? —le inquiero.—Buena jugada —me dice y luego empieza a hablar en voz baja—. Ya dime, ¿acaso no te agrado por un ser un brujo de magia blanca?—No me agrada cualquier persona que no sea humano —le contesto de la misma manera—. Para ser más clara, no me agradan los monstruos como tú.—¿Monstruo? —habla— ¿Acaso soy tan feo?—Sí.Él me mira perplejo.—Wow, eso no me lo espe...Siento una punzada en mi cabeza y llevo mis manos ahí.Ho...la...Abro los ojos sorprendida cuando escucho esa voz un poco agotada en
MAIA CARRIZALES.Voy abriendo los ojos un poco confundida mientras me siento muy liviana, como si estuviera flotando en una nube muy cómoda.Veo a alguien ponerse adelante mío, pero estoy tan mareada que no logro identificar de quien se trata.El aturdimiento empieza a desaparecer y por fin logro ver con claridad a quién tengo adelante mío.—¿Estás bien? —me pregunta Mauricio— ¿Recuerdas qué paso?Veo a mi alrededor.—¿En dónde estoy? —mi voz sale muy baja y ronca— ¿Qué paso?—Estas en mi departamento —me contesta—. Perdón si no te lleve a tu departamento, pero te desmayaste y no pensé en levantar tus llaves.Me intento levantar de donde estoy acostada, pero no puedo.—No te muevas, sigues débil.Me ayuda a acostarme nuevamente en la cama.—Me siento mal —le digo—. Me duele el pecho.Mauricio pone una mano en mi pecho.Siento un calor muy pequeño en el pecho y el dolor desaparece.—¿Mejor?—Gracias.Él aleja la mano y yo intento levantarme de nuevo, pero otra vez no puedo.—Te dije no
MAIA CARRIZALES.Tiempo después...—Maia...Corro por todo mi departamento intentando salir de él.—Maia...Abro la puerta y veo como esta no me dirige hacia el pasillo del edificio, sino que dirige hacia mi habitación.—Maia...Escucho un fuerte gruñido atrás de mí y volteo asustada.—Maia...Veo al enorme lobo negro con terror.—¡MAIA CARRIZALES!Escucho ese grito y despierto sobresaltada antes de sentir unas gotas de agua en mi cara.—¿Qué te pasa? —lo regaño limpiándome la cara— ¿Por qué me despiertas así?—Discúlpame, bella durmiente —me dice Mauricio con una cuchara de madera en la mano—. Pero el desayuno ya va a estar listo y tú no te despertabas, así que ahora quita esa cara de zombie y ven a desayunar.Sale de mi habitación y yo gruño antes de volver a cerrar los ojos y acostarme en la cama mientras abrazo una almohada.Estúpido Mauricio y estúpida yo por haber hecho una pijamada con él.—¡Maia, arriba!Gruño antes de sentarme de mala gana en la cama.Me agrada Mauricio, pero
NICOLÁS COOPER.—Joder, Amaris —le digo a mi hermana molesto dándole la espalda—. Lárgate de aquí.—Por favor, Nicolás —me dice—. Déjame ser yo la que entrene a los chicos.—Ya te dije que no —le digo molesto—. Entiende eso.—Pero sabes que no hay nadie mejor que yo para entrenarlos —me dice— ¿Por qué no me dejas hacerlo?—Porque eres mujer y tu lugar está en la casa, no en los campos de batalla —le contesto—. Ahora sal y ve a arreglarte o lo que sea que hagan las mujeres.Ella ya no dice nada más y solo escucho como sale de mi oficina dejándome solo.Veo el gran muro con toda la información que tengo sobre mi melodía desde su escape.Algo me dice que alguien la está ayudando, pero la pregunta es: ¿quién es?Su hermano queda totalmente descartado porque aún la sigue buscando y no ha salido del país o hecho llamadas que no sea sobre el trabajo o hacia sus amigos y novia.Michael y Leon también quedan descartados porque con ayuda de Roberto, los tengo vigilados sin que ellos lo sepan.Y
MAIA CARRIZALES.—Hola —me dice él— ¿Podemos hablar?Lo veo atónita antes de abrazarlo y llorar en su pecho.Él me devuelve el abrazo y siento como algunas de sus lágrimas caen sobre mi cabeza.—Yo también te extrañé —me dice— ¿Estás bien?Asiento contra su pecho.Nos separamos y mientras me limpio las lágrimas, le pregunto:—¿Qué haces aquí?Cameron solo me sonríe.—Vine a visitarte —me contesta— ¿Ahora me vas a dejar entrar o me vas a tener todo mi visita aquí?—Ah, sí, claro —me hago a un lado—. Pasa.—Gracias.Cameron entra al departamento y yo cierro la puerta.Veo como mi hermano se detiene cuando ve a Mauricio sentado en el sofá, el cual ve a Cameron un poco confundido.—Hola, Mauricio —lo saluda Cameron.—¿Hola? —contesta Mauricio confundido— ¿Tú quién eres?Cameron me voltea a ver.—¿Él lo sabe todo, verdad?Niego con la cabeza.Cameron voltea a ver a Mauricio y le contesta:—Soy Elías —le dice Cameron a Mauricio—. Soy un amigo de Aca... Maia.Mauricio se levanta y se acerca
MAIA CARRIZALES. —No lo creo —le digo—. No tengo ganas de salir. —Tú nunca tienes ganas de salir —me dice y yo ruedo los ojos—. Vamos, será divertido y relajante. Mauricio me mira emocionado mientras sostiene dos papeles en sus manos. —Dame una buena razón para ir —le digo. —Será relajante y divertido —me dice—. O sea, ¿a quién no le gusta que lo consientan un poco? Mueve los papeles enfrente mío y yo los aparto. —¿Qué tan lejos está el spa? —¿Eso importa? —me cuestiona—. Lo importante es que nos van a hacer de todo absolutamente gratis. —Ve tú —le digo—. Yo en serio no quiero ir. —¿Pero por qué? Algunos malos recuerdos regresan a mi mente. —Simplemente no quiero ir —le contesto— ¿Están difícil entender eso? —Soy un brujo de magia blanca —me recuerda—. Y sé cuando alguien me miente, así que deja de inventar excusas y mejor dime la verdadera razón por la que no quieres ir conmigo al spa, por favor. Bufo. —¿En serio lo quieres saber? —le pregunto y él asiente—. No me gust
MAIA CARRIZALES.—¡Ah, no, no, no, no, no, señorita! —me regaña Mauricio cuando ve la ropa que voy a meter a la maleta— ¡No puedes usar esa ropa tantas veces, para algo fuimos de compras el otro día!Lo veo desconcertada.—Mi ropa no está tan usada y si así fuera, sería mi problema porque yo soy la que se la va a poner, no tú —le digo metiendo la ropa a la maleta—. Ahora deja de ser chismoso y sal de mi habitación.Mauricio suspira y se sienta en mi cama.—Bien, ya no voy a criticar tu forma de vestir, pero al menos lleva ropa nueva —me dice—. Vamos a viajar para divertirnos, no para encerrarnos en una habitación de hotel para ver películas en pijama.Ok, eso me hace sentir mal, porque yo voy a Italia a encerrarme en un hotel para esconderme, pero Mauricio no lo sabe y cree que vamos a divertirnos y relajarnos un poco. Además de eso, no me siento cómoda con la ropa que compramos.No me malinterpreten, me encanta la ropa que compramos, no hubo ni una sola cosa que no me haya gustado y