CAPÍTULO 3

— ¿Qué ocurre cariño? - Preguntó Franco, mientras Diane sentía que no podía mantenerse en pie, al percatarse de la mirada de Dominick.

— La señorita Diane parece estar muy pálida - Dominick Mascherano se burló - Señor Rizzi, quisiera hablar con mi cuñada si no es mucha molestia - Esas palabras por supuesto que hizo que Diane entrará en pánico, su temor era que Franco se entere de algo que evidentemente aún no era apropiado hablar.

— ¿Qué tiene que hablar usted con ella? - Franco claramente no estaba dispuesto a dejarla ir con el peligroso hombre - Mi prometida y yo no tenemos secretos.

Al momento en que Dominick escuchó esas palabras había sonreído de manera siniestra.

— ¿Es así, señor Rizzi? - Dominick era un perverso hombre que podría destruir a cualquiera con tan solo una palabra y de hecho Diane sabe como Dominick puede crear un inconveniente y ella le había dado aquel poder.

— Franco, déjame hablar con el - Diane había interrumpido y claramente el vencedor aquí era Dominick Mascherano aunque Franco Rizzi no estaba entendiendo absolutamente nada, pero su intuición masculina le estaba diciendo que algo estaba ocurriendo, ante los ojos del mismo Franco, su “prometida” se dirigió hasta la Biblioteca con Dominick, por supuesto Roberto también se había preocupado, pero ante los demás nada malo estaba ocurriendo.

La puerta de la Biblioteca fue abierta, ni bien Diane la cerró, Dominick la tomó fuertemente del brazo logrando que su cuerpo cayera en los brazos del hombre.

— ¿Que es lo que quieres? ¿Por qué estás aquí? - Diane estaba un poco temerosa, la pequeña mujer luchó por zafarse del agarre del hombre, pero su lucha fue en vano.

— Este es el funeral de mi exprometida, espero que a mi esposa no le moleste en lo absoluto - Dominick se había vuelto un sinvergüenza.

— Dime de una buena vez que es lo que quieres, y déjame en paz.

— Por supuesto que quiero algo y sabes que, si me lo niegas, no me voy a ir y puedo jugarte que terminarás lastimando a tu exprometido - El hombre era cruel, destila crueldad por donde lo observes, entonces empujo el cuerpo de Diane, la mujer entró en pánico cuando el cuerpo de Dominick la inmovilizó en el Sofá.

— ¿Tú qué quieres hacer? - Diane tembló, sus latidos estaban muy acelerados, no había manera de encontrar la calma en esa situación.

— Si te callas será rápido - El vestido negro que traía puesto Diane se rompió, se escuchó el siseo de la tela desgarrándose, Diane empujo a Dominick, pero su fuerza no estaba cerca de generar algo en Dominick - Cállate, eres mi esposa.

— No quiero esto, no lo quiero, por favor detente - Pero sus súplicas fueron en vano, una fuerte mordida cayó en su cuello, Diane estuvo tentada a gritar, pero los labios fríos de Dominick se unieron a los de ella, un beso demandante en dónde el hombre tomó el control absoluto, Dominick sabe en dónde tocar y cómo hacerlo.

Diane, lloró, pero no podía hacer absolutamente nada, eran esposos, pero ¿por qué tenía que hacerlo aquí, en el funeral de su hermana, a escasos metros de Franco?.

Dominick con ágiles movimientos logró despojarse de la prenda que traía puesta, la ropa íntima de ella de la parte inferior de su cuerpo volvió a romperse, Dominick termino por penetrar con total ferocidad el cuerpo de la pequeña mujer, su grito fue impedido por un beso del mismo.

Ella se resistió, en su alma, en su cuerpo y en su corazón, pero Dominick a medida que se hunde cada vez más profundo en su cuerpo está más emocionado, embestidas salvajes, corazones heridos ante tal arrebato, cuerpos que empiezan a chocar y encajan, Diane estaba adolorida, pequeñas mordidas se quedan como marcas en su cuerpo, la pasión del hombre la abruma, tanto que a pesar de todo el cuerpo reaccionaba y su cuerpo parece descubrir un mundo al que quiere pertenecer, ella se resiste en su corazón, pero su cuerpo arde ante el contacto, ente el choque frenético de sus caderas.

— Detente ya - Murmuró Diane, pero su voz salió más encantador de lo que ella esperaba y emociono aún más al hombre que la mordió en la oreja, Diane lloraba, pero también gime ante tales actos, las manos de él se posan firmemente en su cintura, quemando y convirtiendo en cenizas en donde él toca.

— No puedo detenerme, el sexo con mi esposa es fascinante, estás muy estrecha - la voz de Dominick era ronca, sus ojos brillan de Lujuria - Es más excitante saber que afuera está tu amor, el féretro de tu hermana.

— Eres un enfermo - Musito Diane entre dientes.

— No estoy haciendo absolutamente nada malo, solamente estoy teniendo sexo con mi esposa— al momento en que Dominick expreso aquellas palabras la penetro con más fiereza, Diane no pudo soportar el dolor agudo, grito, pero encajo profundamente sus dientes en el hombro de Dominick, sus brazos lo envuelven por la espalda, el hombre seguía en su faena, pero entonces los ojos color miel de Diane se posaron en la puerta, observo el rostro pálido y furioso de Franco, Diane tembló su emoción desconocida excitó más a Dominick que la tomó sin piedad, encontrando su liberación, por supuesto había salido antes de eyacular, su semilla salpicó a Diane cuyos ojos estaba fijamente en la puerta, en dónde Franco Rizzi tenía un arma de Fuego apuntando directamente a las dos personas que estaban semidesnudas y en pleno acto sexual dispuesto a disparar.

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