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Capítulo 3 "Verdades"

Al pasar las horas y al estar llorando por toda la frustración que estaba conteniendo me quedé totalmente dormida sin darme cuenta, hasta que escucho que alguien toca mi puerta.

-Señorita Valeria, soy Amelia, el Sr. Smith me pidió que la preparará, ya que el Sr. Castelló va a llegar para conocerla.

No sabia que hora era, ya que me había quedado dormida y estaba hecha un caos.

-Está bien Amelia, solo dame un momento para arreglarme, y salgo.

Me levanté y me miré en el espejo que estaba en la pared. Tenía mis ojos hinchados de tanto llorar.

Entré al baño que estaba en la habitación y al abrir la llave de la tina rogaba porque mis ojos se deshincharan. No quería que nadie me mirara así.

Termine mi baño mientras dejaba que el agua corriera por mi cuerpo. No quería pensar en nada hasta que escucho como Amelia tocaba la puerta del baño.  

-Señorita Valentina, el Sr. Smith quiere verla en su despacho y me pidió que le dejara unas prendas para su entrenamiento.

-Muchas gracias, Amelia. Puedes dejarlas encima de la cama.

Al saber que la hora había llegado el miedo recorrió todo mi cuerpo haciendo que saliera de la ducha.

No tarde mucho en salir del baño y notar que Amelia ya no se encontraba.

Al bajar la mirada hacia donde se encontraba la cama noté que las prendas eran para hacer ejercicio.

Debía darme prisa ya que Mateo me estaba esperando y aun necesitábamos aclarar muchos asuntos.

Terminé de arreglarme y me apresuré a salir de mi habitación para dirigirme al despacho de Mateo. Baje las escaleras muy apresuradamente que no me había detenido a observar que había más seguridad de la que podía recordar.

Al estar enfrente del despacho aun podía dudar sobre mi decisión. Pero había tomado una decisión y debía respetarla

- ¡Toc, toc!

- ¿Puedo pasar Sr. Mateo? – Pregunte mientras recordaba la manera correcta de llamarlo frente a todos.

-Adelante Valentina.

Abrí la puerta echando una mirada aquel espacioso cuarto. Dándome cuenta de que Mateo estaba sentado en un gran escritorio que estaba siendo devorado por documentos. No podía ver con claridad la cara de Mateo.

-Me dijo Amelia que necesitaba hablar conmigo. - Dije mientras me acercaba para mirarlo más de cerca.

-Sí, te mandé a llamar ya que hoy inicia tu entrenamiento físico y mental, pero no pensé que tardarías tanto.

Al notar su tono de voz, podía recordar la primera impresión que tuve al conocerlo. Un hombre frio y distante.

-Si, bueno, la verdad traté de venir lo más rápido que pude, pero aún no podía estar totalmente segura de mi decisión. Si te soy sincera… anoche quise huir de aquí. No lo hice por mi madre.

No quería confesar que quería huir. Pero me molesto la forma en la que se estaba dirigiendo la conversación.

-Me sorprende que no lo hayas hecho. Pero me alegra que no lo hayas hecho, ya que, si lo hubieras hecho, te hubiera perseguido hasta traerte de vuelta. No puedo perder a mi única herramienta.

- ¿Herramienta? – Pregunte mientras Mateo me observaba.

-Para mí, eso eres. No eres mas que una herramienta que tiene como fin ayudarme a acabar con la b****a.

Al notar las verdaderas intenciones me di cuenta de que no debía de confiar en él. Tampoco debía de seguir con los deseos de mi madre, pero ya era tarde para huir. Sabia que Mateo no me dejaría en libertad.

Yo misma me encerré en este lugar. No podía irme. Aun resonaban las palabras de mi madre que estaban en esa carta. A pesar de que no quería escucharlas.

-Mira Mateo, sé que en estos momentos ya no puedo huir, pero no quiero que pienses que seré tu herramienta. Ya no pienso tomar las palabras de mi madre tan a fondo.  

Podía notar como Mateo me seguía observando mientras dejaba a un lado los documentos que estaba revisando.

-Pero… también sé que se lo debo a tu hermana y no quiero huir el resto de mi vida. Por qué sé que no me dejarías en paz si es que huyo. No quiero tenerte acorralando para que vuelva. Pero te pido que antes de asesinar escuches mi propuesta, ya que siento que asesinar a ese hombre será muy poco castigo. Puedo darte el mejor plan para tu venganza.

Quería que Mateo aceptara mi propuesta. No quería convertirme en una asesina.

-Está bien Valentina, tienes razón. La muerte es poco castigo para lo que el me hizo. Pero quiero que tengas esto en mente Valentina. Tu asesinaras si es necesario o si te lo ordeno. No quiero tener que encontrarme con la b****a que pueda aparecer.

-Aún no te deshaces de la idea de que me vuelva una asesina y eso me desagrada.

-No solo serás una asesina. Tú me ayudarás en otros planes que tengo. Muy aparte de lo que haremos con él. Te necesito para otros asuntos.

Al escucharlo supe que él tenia mas planes para mí. Planes que podrían destruir mi vida.

- ¿Qué planes tienes para mí?

-No es algo muy difícil. Sé que lo podrás hacer. Aunque aún no estás lista para ello.

- ¿A qué te refieres? ¿Qué tengo que hacer?

-Él hace unos años perdió a su hija en un accidente. Jamás supero lo que pasó. No quería dejar la oportunidad de recuperarla. Aun si me robaba mi investigación.

Al escucharlo y ver como se acomodaba en su silla, notaba que no me miraba a mí si no al vacío.

-Al inicio quería ayudarlo, ya que se lo debía, pero después todo se volvió tan bizarro que todos nos enloquecimos. Llegados a este punto, solo quiero que te infiltres y te ganes su confianza para que así pueda vengarme de él. -  Decía mientras su mirada volvía hacia mí.

 Al entender un poco más sobre lo que había sucedido. Sabía que estaba en medio de gente muy psicópata, pero este pensamiento pasó cuando mateo mencionó algo que tomo toda mi atención.

- ¡Tú debes de convertirte en su hija! y hacer que el pida la muerte. Y cuando eso pase tú tendrás tu libertad y heredaras toda mi compañía. Pero en estos momentos no puedo decirte el por qué esta decisión, pero lo que si te puedo decir es que en estos momentos dejaras de ser Valentina Salvatierra, y te convertirás en la magnífica hija de Thomas Cornel.

Al escucharlo no pude evitar que mi cuerpo sintiera un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

-Aún no logro entender todo, pero te aseguro que podrás tener tu venganza. No quiero quedarme encerrada toda mi vida en esta mansión.  

Aún no estaba totalmente segura de que podía confiar en Mateo, pero en estos momentos sus palabras son mi única esperanza.

-Me alegro de que decidas ayudarme. Me ahorras más problemas.

No dije nada ante su comentario. – En estos momentos tu maestro te estará esperando en el mapo de entrenamiento.

Al ver que ya había tomado bastante tiempo nuestra conversación sabía que ya debía de irme.

Así que me di la vuelta y empezaba a cercar a la puerta cuando Mateo me detuvo.

-Recuerda que nadie de saber que eres mi media hermana.

Notaba que él tenia miedo de que alguien se enterara, pero no dije nada ya que él tenía razón.

-Está bien, entiendo perfectamente eso, así que, si no hay algo más que discutir me gustaría ir al campo de entrenamiento.

-Es todo por el momento, cuando vea que necesito de tus servicios haré que Amelia te llame, espero que te conviertas en lo que necesito.

No terminé de escuchar sus últimas palabras ya que salí de la habitación alejándome completamente.

Aún mi cabeza estaba recordando la conversación que había tenido con Mateo. No sabía si el entrenamiento físico iba a poder superarlo ya que toda mi vida había sido frágil y me había dedicado a los estudios. Había decidido ser la mejor estudiante, pero en estos momentos no había podido ir a la escuela.

-Es verdad, la escuela, ¿cómo voy a continuar con mis exámenes si estoy en esta casa?

Pero al estar pensando sobre el instituto note que Amelia me estaba esperando en la puerta principal.

-Señorita Valentina, perdón por interrumpir su pensamiento, pero su maestro ya se encuentra en el campo de entrenamiento, así que deje que la guiaré hasta ahí.

-Está bien Amelia y gracias por decirme que ya llegó.

Amelia empezó a caminar hacia la parte de atrás de las escaleras entrando a la cocina donde cocineros y sirvientas residían ahí, caminé hasta una puerta en donde salía al patio. En donde a lo lejos se miraba un pequeño gimnasio. Dónde estaba rodeado de un hermoso jardín lleno de rosas blancas y lleno de mucha gente que parecía que estaba entrenando a lo lejos.

Caminé hasta ese gimnasio y sin darme cuenta Amelia me dio la señal de que entrará. Al entrar me di cuenta de que me estaba esperando un hombre alto de compresión robusta, con una larga cabellera color negra, con un cuerpo bien trabajado y al igual que los demás tenía una mirada vacía y sin esperanzas.

-Llevó mucho tiempo esperándote, no puedo creer que le primer día llegues tan tarde Valentina.

Al escucharlo notaba su furia. No iba a permitir que me tratara de esa forma.

-Perdón si llegué tarde, pero no esperaba que el Sr. Smith tardara tanto en darme unas órdenes. - Dije mientras él se quedó mirando el gimnasio.

-No importa… solo importa que te conviertas en lo que él quiere que seas. No la tendrás fácil conmigo. Te destruiré para que me surjas de nuevo. Sé que al final te arrepentirás de haber pisado la entrada de este gimnasio.

Él tenía razón… en estos momentos ya estaba arrepentida y no había nada que hacer.

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