Capítulo 40: Sombras de traición.

Tanya escuchó la conversación como si viniese de muy lejos. Los dolores crecían en intensidad, olas tumultuosas que amenazaban con arrasarla.

El frío del suelo bajo ella, se filtró a través de su ropa, sumándose a su ya angustiante y deprimente estado.

Enseguida uno de los hombres por órdenes de su jefe, la tomó del brazo y la llevó al interior de su nueva cárcel.

El frío acero de la puerta de la celda, gimió con sus bisagras cuando introdujeron a Tanya en su interior, con los brazos agarrándose el vientre hinchado, dejó soltar un pequeño grito, sus manos suaves contrastaban con la dureza del entorno.

La ayudaron a acostarse en el rígido catre que ahora le servía de cama. Si pensó que esta vez esa gente, iba a tener consideración con ella porque estaban a punto de dar a luz, se equivocó. Ellos no se conmovía ante nada, pareciera que, en vez de un corazón de carne, tenían en su lugar uno de piedra.

Intentó dominar las olas de dolor que se abatían sobre ella, pero cada una era más fuer
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