Capítulo 44: La Trampa de la Noche.

Alexander se obligó a respirar con tranquilidad, a calmar la tormenta de emociones dentro de sí que amenazaban con desbordarse. Con cuidado, soltó el pequeño dedo y se obligó a retroceder.

—Veo que has quedado muy bien después de dar a luz —expresó y ella sonrió complacida.

—Me arreglé cuando supe que venías, no iba a recibirte en esas condiciones, primero muerta que sencilla —dijo sonriente— ¿Quieres tomar algo? —preguntó.

Alexander pensó que ni loco aceptaría beber nada que viniera de ella, lo había aprendido a los golpes, pero lo había hecho, sin embargo, sabía que una negativa no le convenía.

—Claro, estoy sediento —respondió.

Ella se sonrió satisfecha por su respuesta y salió a servirle un trago, cuando ella se fue, él comenzó a estudiar la casa, se asomó por la ventana viendo donde estaban ubicados los hombres.

Luego empezó a recorrer desde la habitación al pasillo, para ver las posibles salidas. Por una de las ventanas vio un par de autos en el estacionamiento y pensó que solo
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