Capítulo 48: Incertidumbre.

Piero decidió subir detrás de la ambulancia, apretó con fuerza sus manos, tanto que los nudillos se le pusieron blancos, mientras avanzaban por el laberinto de calles de la ciudad.

A su lado, Alexander iba en la camilla con la respiración entrecortada y agitada. Él le tomó la mano mientras no le dejaba de hablar.

—No puedes irte Alexander, debes quedarte con nosotros, tus hijos te necesitan —murmuró Piero más para sí mismo que para el hombre inconsciente que estaba delante de él.

Cogió su móvil y marcó el número de su tío Alessandro.

—Tío, soy Piero. Alexander fue herido, y está siendo trasladado al hospital de la familia —habló con voz tensa, pero controlada.

El tono de preocupación se escuchó al otro lado de la línea.

“¿Cómo está mi hijo? ¡Por Dios! ¿Cómo fue?”, preguntó.

—Lo hirieron de bala, lo encontramos en la orilla de la carretera, supongo que tiene que ver con Ludovica, no estoy seguro porque no había nadie cuando llegamos. Mandé a unos hombres al sitio que él me había envi
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