Tanya escuchó la conversación como si viniese de muy lejos. Los dolores crecían en intensidad, olas tumultuosas que amenazaban con arrasarla.El frío del suelo bajo ella, se filtró a través de su ropa, sumándose a su ya angustiante y deprimente estado.Enseguida uno de los hombres por órdenes de su jefe, la tomó del brazo y la llevó al interior de su nueva cárcel. El frío acero de la puerta de la celda, gimió con sus bisagras cuando introdujeron a Tanya en su interior, con los brazos agarrándose el vientre hinchado, dejó soltar un pequeño grito, sus manos suaves contrastaban con la dureza del entorno.La ayudaron a acostarse en el rígido catre que ahora le servía de cama. Si pensó que esta vez esa gente, iba a tener consideración con ella porque estaban a punto de dar a luz, se equivocó. Ellos no se conmovía ante nada, pareciera que, en vez de un corazón de carne, tenían en su lugar uno de piedra.Intentó dominar las olas de dolor que se abatían sobre ella, pero cada una era más fuer
Días antes Piero había descubierto que Ludovica no estaba trabajando sola, sino que estaba involucrada con un reducto de la mafia, los mismos que en el pasado ellos le habían dado un duro golpe, cuando secuestraron a Iker y causaron la muerte del otro hijo de Luke, pero esta vez no estaba dispuesto a dejarlos ir. Sin embargo, necesitaba que mientras seguía a los cabecillas, alguien se encargara de Ludovica y de los policías corruptos que había descubierto que estaban involucrados. Los mismos que en el pasado huyeron como ratas y se escondieron mientras se procesaban a los otros, pero esta vez no los dejaría escapar, quería acabar con todos. Tomó su teléfono y marcó a Alexis Kontos —Alexis, ¿cómo estás? “Me has quedado mal Piero, yo te encontré a tu sobrina y ustedes no han dado con Tanya, pensé que los Ferrari eran hombres de palabra, al parecer me equivoqué” gruñó la voz al otro lado del teléfono. —Porque hay una diferencia, después de todo era la madre de Eletta quien la habí
Alexis con su grupo se movió con una agilidad impresionante que contradecía su edad, y es que por su aspecto representaba diez años menos. Con los ojos alerta y los músculos tensos mientras dirigía la silenciosa procesión a través de la densa maleza.A cada paso, sus botas apenas hacían ruido, dando ejemplo a los demás. Levi, con el rostro marcado por las líneas de preocupación por su hija; Zucker, Zachary y Lawson, con la mandíbula desencajada y una firme determinación; Malcolm y Diallo, los jóvenes sobrinos que estaban ansiosos por encontrar a los responsables, y Paul, su hijo, que caminaba a la sombra de su padre.El aire de la noche estaba cargado de tensión y entre ellos no se pronunciaba palabra. Eran como sombras revoloteando por el paisaje, impulsadas por una misión singular. Levi, en particular, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, con la mirada perdida, como si esperara ver a Tanya más allá del siguiente árbol. Su arrepentimiento era palpable, la idea de que
Alexander se dio cuenta de que la dirección que estaba dándole Ludovica, no era la misma que le había dado Piero. Lo pensó por breves momentos y decidió dirigirse a la dirección que le envió la mujer, estaba intrigado por saber quién era ese niño. ¿Sería verdad que estuvo embarazada? ¿Sería de él? En realidad no lo creía. Las preguntas se arremolinaron en su mente, pero mientras le daba vuelta al asunto más se daba cuenta de que eso no era viable, para empezar había tenido un accidente, por más planificado que haya sido debió haberse lanzado del auto en movimiento y es muy probable que en ese caso si hubiese estado embarazada el bebé no habría sobrevivido, además, ese chiquillo en la imagen se veía demasiado pequeño, no parecía producto de un embarazo a término, que sería si el hijo fuese de él. Eso lo hacía pensar en una sola cosa ¿De quién era ese bebé?, mientras más pensaba su curiosidad aumentaba. Condujo aproximadamente como un poco más de una hora, llegó a una especie de finca
Alexander se obligó a respirar con tranquilidad, a calmar la tormenta de emociones dentro de sí que amenazaban con desbordarse. Con cuidado, soltó el pequeño dedo y se obligó a retroceder. —Veo que has quedado muy bien después de dar a luz —expresó y ella sonrió complacida.—Me arreglé cuando supe que venías, no iba a recibirte en esas condiciones, primero muerta que sencilla —dijo sonriente— ¿Quieres tomar algo? —preguntó.Alexander pensó que ni loco aceptaría beber nada que viniera de ella, lo había aprendido a los golpes, pero lo había hecho, sin embargo, sabía que una negativa no le convenía.—Claro, estoy sediento —respondió.Ella se sonrió satisfecha por su respuesta y salió a servirle un trago, cuando ella se fue, él comenzó a estudiar la casa, se asomó por la ventana viendo donde estaban ubicados los hombres.Luego empezó a recorrer desde la habitación al pasillo, para ver las posibles salidas. Por una de las ventanas vio un par de autos en el estacionamiento y pensó que solo
El rostro de la mujer era un poema de furia y sorpresa. Y por su expresión, Alexander sabía que estaba dispuesta a todo, sin embargo, se mantuvo con la mirada fija en ella. Alexander tragó saliva, buscando las palabras adecuadas. No podía permitirse un error; no cuando tenía tanto en juego, la vida de su hijo, porque ahora las piezas habían comenzado a encajar en su cabeza. Así que trató de mediar con ella, que ella no se sintiera amenazada, porque con esto estaba claro que era capaz de todo.—Ludo, por favor, escúchame. Solamente iba a dar una vuelta para que durmiera mejor… te recuerdas que así le gustaba a Eletta para quedarse dormida —intentó explicar con voz tranquila, aunque por dentro se sentía como un volcán a punto de entrar en erupción.—No me hables de esa malagradecida —espetó con los ojos centelleantes del enojo sin apartar la mirada de Alexander.Ludovica avanzó un paso con el arma todavía sin dejar de apuntarle a la altura del corazón. Frunció el ceño, estudiando su
Ante la petición de Alexis, entraron los paramédicos y atendieron a Tanya y a su pequeña, ambas estaban en muy mal estado, ella por la deshidratación y desnutrición y la niña por su condición de prematura, la falta de alimentación de la madre y de los cuidados médicos adecuados. Levi observaba con el rostro desencajado y esa sensación de angustia en su pecho, no sabía cómo iba a decirle a su esposa y a la gemela, del terrible estado en que se encontraba Tanya, no quería que Taylor se sintiera culpable, por ser ella la que abogó para que él dejara ir a su hija.La conocía lo suficiente para saber que eso la iba a atormentar, se sentía impotente, y por primera vez tenía un profundo miedo que lo estrujaba por dentro.Sintió la mano de Alexis posarse en sus hombros como muestra de respaldo. —Todo estará bien, Tanya es fuerte y saldrá de esto —expresó esperando con eso poder consolar a su angustiado cuñado.—Pero la pequeña no… quiero agarrar a ese desgraciado y destrozarlo, poco me i
Los puños de Alexis estaban cerrados tan fuerte que sus nudillos palidecían, una señal clara de la tormenta interna que se cernía sobre ellos.—No vamos a actuar en caliente —contestó Alexis, aunque sus ojos no abandonaban la fotografía en la pantalla—. Cualquier paso, en falso, podríamos arruinarlo todo. Necesitamos un plan, además, hay mejores maneras de hacer pagar a un hombre, por ejemplo quitándole su dinero, pero lo primero es que Tanya salga del peligro.Todos se quedaron en silencio, el ambiente era tenso por la furia contenida de los hombres. No tardaron mucho tiempo en llegar al hospital, donde habían bajado a Tanya y a la pequeña.Justo cuando llegaron, el celular de Levi comenzó a repicar, al mirar la pantalla, era Taylor, su esposa, respiró profundo tratando de calmarse.—Mi amor ¿Cómo estás? —saludó tratando de simular la angustia en su voz, sin embargo, segundos después la sorpresa no se hizo esperar.“Estoy en Roma ¿Dónde estás? ¿Han encontrado a mi hija?” Ante las pr