El resto del día resultó un anticlímax. Anne fue a comer con Margaret, como solía hacer, pero la otra mujer se negó a hablar de lo sucedido aquella mañana.
Anne tenía la sensación de que el señor Roberts le había dado instrucciones explícitas de no hacer comentario alguno, o tal vez habría sido el gran jefe en persona.
Se pasó la tarde escribiendo a máquina un largo y aburrido informe, sin poder dejar de atender a cuanto sucedía fuera de su pequeño despacho.
Oyó salir al señor Roberts en un momento dado pero, por suerte, no pasó a verla ni le oyó hacer comentario alguno.
Hubo el movimiento habitual en el despacho de Margaret, pero nada extraordinario.
Anne terminó el informe, imprimió tres copias y grapó cada grupo, poniéndolas en tres carpetas.
Luego se estiró en la silla y se pasó la mano por el pelo, cerrando los ojos y suspirando.
Había intentado no pensar en la reunión que habría de tener tonel señor Stanton. La verdad era que prefería no verlo, ni entonces, ni nunca más.
¿Cansada?
Ella abrió los ojos sobresaltada y allí estaba él, vestido con un traje gris que debía de ser carísimo. Llevaba la chaqueta sin abrochar y dejaba ver una impoluta camisa color vainilla metida pro la impecable cinturilla del pantalón era, sin duda, la personificación del prototípico magnate. Así vestido estaba incluso más sexy que con pantalones de cuero
Anne se horrorizó de aquel último pensamiento, así que se incorporó rápidamente en su asiento, tratando de evitar ruborizarse.
-Son casi las cinco y media. Creo que nuestra conversación podría tener lugar durante la cena, ¿le parece?. ¿Está usted libre esta noche, señorita Smith?
-¿Cómo?- ¿estaba alucinando?. Debía de estarlo. No podía haber dicho lo que acababa de decir.
-Cenar- repitió él con un tono condescendiente casi insultante. Le estoy preguntando si querría acompañarme a cenar esta noche.
Anne se ruborizó aún más. ¿Se había vuelto loco?
Tengo una propuesta laboral que hacerle- continuó él. Pero estoy hambriento y sediento, y me parece que sería más agradable hablar con una buena copa de vino delante. Si está libre, la puedo acompañar a casa para que se cambie. Tengo una mesa reservada para las siete.
Ella lo miraba totalmente anonadada. Pero, después de recapacitar, se preguntó para quién habría hecho realmente aquella reserva. Un hombre como él seguro que no cenaba nunca solo. Sin duda, había tenido algún percance con su acompañante y ella no iba a hacer más que rellenar el hueco.
Trató, no obstante, de mantener la calma.
-No entiendo, señor Stanton. ¿Me ha dicho que tiene una propuesta laboral que hacerme?
-No me diga que no ha estado todo el día pensando en buscarse otro trabajo.
Ella se quedó boquiabierta y trató de salir airosa de aquella situación. Si confirmaba sus sospechas, se vería fuera de la compañía antes incluso de lo que ella había imaginado. Jaques Stanton era el tipo de jefe que exigía total lealtad.
-¿Qué le hace pensar eso?- respondió ella.
-Buena salida, señorita Smith- dijo él en un tono grave.¡ Aquel hombre era imposible!. Bien, le daré diez minutos para terminar lo que está haciendo y luego nos dirigiremos a su apartamento, ¿de acuerdo?
Anne pensó en todas las razones que hacían necesario un no a tan ridícula invitación pero, al parecer, no fueron suficientes.
-Gracias, señor Stanton. Estaré encantada de cenar con usted y oír esa propuesta que me quiere hacer.
-Excelente- él la miró fijamente antes de salir.
NO habían pasado ni dos segundos de su partida cuando Margaret irrumpió en el pequeño despacho.
-¡No puedo creerme lo que acabo de oír!- le susurró. He trabajado para el señor Stanton durante años y he visto muchas mujeres tratando de cazar al gran jefe y él jamás se ha dignado a mirar a ninguna de ellas. Además, siempre mantiene lo profesional y lo personal muy separado.
-Esta cena es de trabajo- dijo Anne totalmente avergonzada. Me ha hablado de una propuesta laboral. Supongo que ha llegado a la conclusión de que no puedo permanecer aquí después de lo sucedido esta mañana.
-¿Eso es verdad lo que te ha parecido a ti?
Anne asintió.
-Supongo que sí. De ser otra su intención, no me habría hecho la invitación de un modo tan evidente y público, ¿no crees?
Peter Stanton se levantó.-Le aseguro que desprecio profundamente a los hombres que tratan a las mujeres de este modo, así que puede tener la certeza de que investigaré el caso con total objetividad. La posición de Jeff Roberts no afectará al veredicto.¿A quién quería engañar?. No dudaba de su integridad, y podía creerse que cumpliría sus promesas, pero, en realidad, ese no era el problema real. Lo importante en aquel caso era que el padre de Jeff dirigía aquella filial y nadie se iba a enemistar con él. La protección del gran Peter Stanton no serviría de nada una vez que se hubiera ido.Anne no era consciente de hasta qué punto su rostro la delataba.-No me cree, ¿verdad?-No- respondió ella con toda sinceridad. No tenía sentido mentir. Creo que hará usted todo lo que esté en su mano para averiguar la vedad, pero dudo de que lo consiga. Verá, a todo el mundo le cae muy bien el señor Michael Roberts, y, pro más que les desagrade su hijo, saben lo importante que es para el señor Rober
Anne salió del despacho y cerró la puerta; luego atravesó el despacho de Margaret y entró en el suyo.Se sentó ante el ordenador y sintió que el corazón le latía con fuerza. Respiró profundamente para tratar de calmarse.Miró de un lado a otro el reducido espacio.Seguía pesando que aquel no dejaba de ser un cubículo diminuto por mucho que al señor Peter Stanton no le hubiera gustado el comentario.Margaret apareció un momento después por la puerta.-¿Qué ha pasado?-le preguntó en un susurró y añadió. He encargado que suban café.Anne le contó lo sucedió, siempre pendientes de la puerta del despacho del señor Roberts, temerosas de que las sorprendieran hablando.En cuanto terminó su relato, Margaret le puso una mano en el hombro para reconfortarla.-Es un tipo repugnante, Anne, y lleva mucho tiempo necesitando que alguien le dé su merecido. Yo nunca he tenido ningún problema con él, claro está- Margaret llevaba tres décadas felizmente casada y tenía dos hijos mayores. Pero sí sé de al
Metida en ese pequeño cubículo, no tengo vía de escape ni posibilidad de que nadie lo vea.El señor Roberts busca siempre el momento en que nadie pueda observar sus acciones. Si me va a preguntar si alguien más podría testificar en su contra, le diré que probablemente no, pues todo el mundo quiere conservar su trabajo aquí.-Esa es una afirmación algo cínica, ¿no cree?-Más bien realista- respondió ella.No iba a dejar que la intimidara con su arrogancia y estaba dispuesta a sacar a la luz toda la verdad. Estaba segura de que el señor director sería capaz de conseguir que al menos una docena de féminas juraran que su hijo estaba cerca de la santidad, pero eso no la detendría.Todo aquello implicaba que sus días en Stanton Internacional estaban contados, y lo sentía, pues tenía un puesto muy bueno. Pero las cosas estaban así y no pensaba amedrentarse.-¿Significa eso que no tiene fe en los procedimientos internos de la compañía para solventar este tipo de incidentes?Anne alzó la vis
Ella agarró la copa y se bebió el resto.-Los ingleses no tienen ningún problema, que yo sepa- respondió ella.-Pero tú no tienes novio, ni pareja.-Muchas mujeres no lo tienen.Peter notó por su mirada que había tocado una fibra sensible y siguió con el tema.-No todas poseen esos ojos maravillosos y ese pelo precioso. ¿Cuándo tuviste tu última aventura amorosa, Anne?Ella se removió en su asiento con patente inquietud. Peter esperó con calma su respuesta, pero en ese momento apareció el camarero con los menús.Peter le pidió dos cócteles más y Anne quiso protestar, pero no lo hizo.El abrió el menú y le aconsejó sobre lo que debían pedir.-El pollo con judías y pimientos es un buen comienzo y complementa con el salmón al mango perfectamente. Confía en mí.¿Confiar en él?. Harto difícil-Eso suena bien.-De acuerdo- dijo él, dándole la orden al camarero que ya regresaba con los cócteles.Una vez solos, continuó. Y bien, ¿qué me dices de tu último novio?. ¿Fue el amor de tu vida o sol
Después de un rato de agradable charla por parte de él, quien parecía haber logrado un estado de relajación inalcanzable para Anne, llegaron ante su casa. Por desgracia, los gatos de su vecina, la señora Gibson, habían decidido tirar el cubo de la basura y esparcir su contenido por la acera. Aunque consideraba a la señora Gibson como una anciana adorable y no tenía problemas en que sus tres felinos hicieran cosas así, aquel día en particular habría preferido que se hubieran abstenido. Anne salió a toda prisa y se pudo delante de la ventanilla para esconder el desastre. -No hace falta que mande el taxi de vuelta, señor Stanton. Puedo llamar a otro. -No quiero oír hablar más de ese tema- dijo él y Anne notó que no la miraba a ella, sino a algo que había detrás. Hay una anciana señora con un cubreteteras en la cabeza saludándola, señorita Smith. Era de esperar. Anne miró hacia atrás y agitó la mano devolviéndole el saludo. -Es la señora Gibson. Es una amiga mía- dijo en tono desafi
Peter la vio nada más entrar. Llevaba un rato observando la puerta. Se levantó de inmediato cuando, acompañada del camarero, llegó hasta él. -Gracias, Claude. Quizás podrías prepararle uno de tus deliciosos cócteles de champán a la señorita Smith. -Espero no haberle hecho esperar demasiado, señor Stanton. -No, no se preocupe- respondió él en un tono agradable y se acomodó relajadamente en su asiento. Anne envidiaba aquella capacidad para tomarse la situación con calma. Ella estaba tan tensa como la cuerda de un piano. -Creo que podríamos ser un poco menos formales y tutearnos. Mi nombre es Peter, como ya sabes. El tuyo es Anne, como el árbol típico de Navidad, ¿verdad?. Un nombre poco común incluso para alguien que ha nacido en diciembre. Aquello lo confirmó que había estado mirando su ficha y, aunque se lo había imaginado, se sintió mal. Peter Stanton querría todos los detalles de su vida antes de hablar de su oferta de trabajo. -¿Fue elección de tu madre o de tu padre? -De n
Trabajarías mano a mano con mis diseñadores y el resto del equipo creando productos de alta calidad para venderlos en distintas partes del mundo. Stanton Internacional es una empresa eficiente y competitiva, pero necesita más flexibilidad y capacidad de innovación. ¿Entiendes a lo que me refiero?Ella asintió.-Te ofrecería un contrato de tres meses para ver si encajas en mi equipo. La mayor parte de mis trabajadores son gente muy cualificada a los que aprecio, y necesito que haya armonía en los grupos. La remuneración va de acuerdo con el puesto.- Peter nombró una cantidad equivalente a cuatro veces su sueldo en aquel momento. Eso implica que es un trabajo demucha entrega. Nadie esperará de ti que seas perfecta, pero sí que te comprometas cien por cien con la compañía.Anne no daba crédito a lo que estaba oyendo. Aquella era la oportunidad de su vida. Podría haber trabajado durante años sin haber recibido una oferta como aquella.-¿Qué me dices?. ¿Estás interesada?- preguntó él. ¿Q
Nada más entrar en el despacho de Margaret, la mujer la asaltó con preguntas.¿Qué tal anoche?. ¿Fue todo bien?Déjame que me quita la chaqueta- le dijo Anne riéndose ligeramente por la urgencia en la voz de la mujer. Era extraño verla así.El señor Stanton ha dejado unos papeles aquí. Me ha dicho que estaban relacionados con lo que estuvisteis hablando anoche.Anne atravesó la habitación y se aproximó a ella.Me ha ofrecido un trabajo con su equipo en Francia- le dijo Anne mientras dejaba la chaqueta en el respaldo de una silla. Le dije que pensaría sobre ello. Tiene una vacante para un técnico textil. La verdad es que siempre soñé con un puesto así, pero…¿Hay un pero?. Anne, ¿te has vuelto loca?-dijo la mujer horrorizada. Acepta ese trabajo sin dudarlo antes de que cambie de opinión. Mucha gente vendería su alma por una oportunidad como esa.Anne la miró confusa.Pero tú misma fuiste la que me advirtió que tuviera cuidado.Eso fue antes de saber que lo que quería era ofrecerte r