Peter Stanton se levantó.
-Le aseguro que desprecio profundamente a los hombres que tratan a las mujeres de este modo, así que puede tener la certeza de que investigaré el caso con total objetividad. La posición de Jeff Roberts no afectará al veredicto.
¿A quién quería engañar?. No dudaba de su integridad, y podía creerse que cumpliría sus promesas, pero, en realidad, ese no era el problema real. Lo importante en aquel caso era que el padre de Jeff dirigía aquella filial y nadie se iba a enemistar con él. La protección del gran Peter Stanton no serviría de nada una vez que se hubiera ido.
Anne no era consciente de hasta qué punto su rostro la delataba.
-No me cree, ¿verdad?
-No- respondió ella con toda sinceridad. No tenía sentido mentir. Creo que hará usted todo lo que esté en su mano para averiguar la vedad, pero dudo de que lo consiga. Verá, a todo el mundo le cae muy bien el señor Michael Roberts, y, pro más que les desagrade su hijo, saben lo importante que es para el señor Roberts y su esposa. Además….
Ella se detuvo.
-¿Sí?
-Usted no está aquí la mayoría del tiempo- dijo ella.
-Sí, eso es evidente….lo que significa que mis preguntas habrán de ser confidenciales y no le podré dar al señor Roberts nombres de los implicados, Incluso evitaré darle el nombre de su hijo. El suyo sí, por supuesto.
Estupendo, iba a ser el cordero a sacrificar.
-Vaya- dijo ella, sin poder evitar el sarcasmo en su voz.
Tal y como había ocurrido antes, le leyó el pensamiento.
-Usted no parece comulgar con mi modo de hacer las cosas- dijo él. Lo cual es bastante inusual. Por desgracia, estoy siempre rodeado de gente reverencial que nunca me contradice. Los que lo hacen se pueden contar con los dedos de una mano, reconozco que, en algún momento, podría haberme resultado satisfactorio.
-Pero no ahora, ¿verdad?
El la miró unos segundos sin responder y ella se preguntó si se habría excedido. Pero la sonrisa de él aclaró sus dudas.
-Sí, ocasionalmente, me sienta bien.
¡Vaya!. Aquella respuesta había sido realmente inesperada procediendo de un hombre como aquel. No cabía duda de que estaba siendo un día extraño y en muchas cosas excepcional.
-Margaret dice que su trabajo es más que aceptable- Peter cambió de tema. Dice que es excelente.
¡Maravillosa Margaret!
-¿Cuántos años tiene?- continuó él.
-Veinticinco, ¿Por qué?- preguntó ella con cierta inseguridad.
A Peter lo desconcertaba. Era una mujer segura y decidida que, de repente, se mostraba débil y frágil. No lo comprendía y, como todo lo desconcertante, lo perturbaba. Se jactaba de poder captar la personalidad de la gente a primera vista, pero con ella le resultaba difícil. Tenía que confesar que lo intrigaba.
-¿Por qué?- volvió a preguntar ella.
-¿Se ha planteado alguna vez la posibilidad de trabajar en el extranjero?. ¿O tiene alguna atadura que lo impida?
Anne parpadeó sorprendida. ¿Qué tenía que ver aquello con lo sucedido?. El la miraba con cierta frialdad y aquella distancia la ponía nerviosa. Debió notar su inquietud, pues su boca se curvó en una sonrisa cínica.
-¿Y bien?
-No me importaría trabajar fuera del Reino Unido en el futuro- dijo ella con cierta precaución.
-¿Tiene ataduras familiares?.¿Compromisos amorosos?
Las dos últimas palabras dichas en acento francés adquirieron un sentido sensual y sugerente que la hicieron ruborizarse.
-Vivo sola en un piso alquilado y tengo muchos amigos, pero no tengo novio, si eso es a lo que se refiere.
El la miró fijamente.
-Tengo unos asuntos que tratar a los largo del día, pero me gustaría hablar con usted antes de que vaya a casa esta tarde. ¿Se acordará?
-Por supuesto- respondió ella sin permitirse preguntar por que. ¿En el despacho del señor Roberts?.
-Sí.
Dicho aquello se marchó.
Anne salió del despacho y cerró la puerta; luego atravesó el despacho de Margaret y entró en el suyo.Se sentó ante el ordenador y sintió que el corazón le latía con fuerza. Respiró profundamente para tratar de calmarse.Miró de un lado a otro el reducido espacio.Seguía pesando que aquel no dejaba de ser un cubículo diminuto por mucho que al señor Peter Stanton no le hubiera gustado el comentario.Margaret apareció un momento después por la puerta.-¿Qué ha pasado?-le preguntó en un susurró y añadió. He encargado que suban café.Anne le contó lo sucedió, siempre pendientes de la puerta del despacho del señor Roberts, temerosas de que las sorprendieran hablando.En cuanto terminó su relato, Margaret le puso una mano en el hombro para reconfortarla.-Es un tipo repugnante, Anne, y lleva mucho tiempo necesitando que alguien le dé su merecido. Yo nunca he tenido ningún problema con él, claro está- Margaret llevaba tres décadas felizmente casada y tenía dos hijos mayores. Pero sí sé de al
Metida en ese pequeño cubículo, no tengo vía de escape ni posibilidad de que nadie lo vea.El señor Roberts busca siempre el momento en que nadie pueda observar sus acciones. Si me va a preguntar si alguien más podría testificar en su contra, le diré que probablemente no, pues todo el mundo quiere conservar su trabajo aquí.-Esa es una afirmación algo cínica, ¿no cree?-Más bien realista- respondió ella.No iba a dejar que la intimidara con su arrogancia y estaba dispuesta a sacar a la luz toda la verdad. Estaba segura de que el señor director sería capaz de conseguir que al menos una docena de féminas juraran que su hijo estaba cerca de la santidad, pero eso no la detendría.Todo aquello implicaba que sus días en Stanton Internacional estaban contados, y lo sentía, pues tenía un puesto muy bueno. Pero las cosas estaban así y no pensaba amedrentarse.-¿Significa eso que no tiene fe en los procedimientos internos de la compañía para solventar este tipo de incidentes?Anne alzó la vis
Ella agarró la copa y se bebió el resto.-Los ingleses no tienen ningún problema, que yo sepa- respondió ella.-Pero tú no tienes novio, ni pareja.-Muchas mujeres no lo tienen.Peter notó por su mirada que había tocado una fibra sensible y siguió con el tema.-No todas poseen esos ojos maravillosos y ese pelo precioso. ¿Cuándo tuviste tu última aventura amorosa, Anne?Ella se removió en su asiento con patente inquietud. Peter esperó con calma su respuesta, pero en ese momento apareció el camarero con los menús.Peter le pidió dos cócteles más y Anne quiso protestar, pero no lo hizo.El abrió el menú y le aconsejó sobre lo que debían pedir.-El pollo con judías y pimientos es un buen comienzo y complementa con el salmón al mango perfectamente. Confía en mí.¿Confiar en él?. Harto difícil-Eso suena bien.-De acuerdo- dijo él, dándole la orden al camarero que ya regresaba con los cócteles.Una vez solos, continuó. Y bien, ¿qué me dices de tu último novio?. ¿Fue el amor de tu vida o sol
Después de un rato de agradable charla por parte de él, quien parecía haber logrado un estado de relajación inalcanzable para Anne, llegaron ante su casa. Por desgracia, los gatos de su vecina, la señora Gibson, habían decidido tirar el cubo de la basura y esparcir su contenido por la acera. Aunque consideraba a la señora Gibson como una anciana adorable y no tenía problemas en que sus tres felinos hicieran cosas así, aquel día en particular habría preferido que se hubieran abstenido. Anne salió a toda prisa y se pudo delante de la ventanilla para esconder el desastre. -No hace falta que mande el taxi de vuelta, señor Stanton. Puedo llamar a otro. -No quiero oír hablar más de ese tema- dijo él y Anne notó que no la miraba a ella, sino a algo que había detrás. Hay una anciana señora con un cubreteteras en la cabeza saludándola, señorita Smith. Era de esperar. Anne miró hacia atrás y agitó la mano devolviéndole el saludo. -Es la señora Gibson. Es una amiga mía- dijo en tono desafi
Peter la vio nada más entrar. Llevaba un rato observando la puerta. Se levantó de inmediato cuando, acompañada del camarero, llegó hasta él. -Gracias, Claude. Quizás podrías prepararle uno de tus deliciosos cócteles de champán a la señorita Smith. -Espero no haberle hecho esperar demasiado, señor Stanton. -No, no se preocupe- respondió él en un tono agradable y se acomodó relajadamente en su asiento. Anne envidiaba aquella capacidad para tomarse la situación con calma. Ella estaba tan tensa como la cuerda de un piano. -Creo que podríamos ser un poco menos formales y tutearnos. Mi nombre es Peter, como ya sabes. El tuyo es Anne, como el árbol típico de Navidad, ¿verdad?. Un nombre poco común incluso para alguien que ha nacido en diciembre. Aquello lo confirmó que había estado mirando su ficha y, aunque se lo había imaginado, se sintió mal. Peter Stanton querría todos los detalles de su vida antes de hablar de su oferta de trabajo. -¿Fue elección de tu madre o de tu padre? -De n
Trabajarías mano a mano con mis diseñadores y el resto del equipo creando productos de alta calidad para venderlos en distintas partes del mundo. Stanton Internacional es una empresa eficiente y competitiva, pero necesita más flexibilidad y capacidad de innovación. ¿Entiendes a lo que me refiero?Ella asintió.-Te ofrecería un contrato de tres meses para ver si encajas en mi equipo. La mayor parte de mis trabajadores son gente muy cualificada a los que aprecio, y necesito que haya armonía en los grupos. La remuneración va de acuerdo con el puesto.- Peter nombró una cantidad equivalente a cuatro veces su sueldo en aquel momento. Eso implica que es un trabajo demucha entrega. Nadie esperará de ti que seas perfecta, pero sí que te comprometas cien por cien con la compañía.Anne no daba crédito a lo que estaba oyendo. Aquella era la oportunidad de su vida. Podría haber trabajado durante años sin haber recibido una oferta como aquella.-¿Qué me dices?. ¿Estás interesada?- preguntó él. ¿Q
Nada más entrar en el despacho de Margaret, la mujer la asaltó con preguntas.¿Qué tal anoche?. ¿Fue todo bien?Déjame que me quita la chaqueta- le dijo Anne riéndose ligeramente por la urgencia en la voz de la mujer. Era extraño verla así.El señor Stanton ha dejado unos papeles aquí. Me ha dicho que estaban relacionados con lo que estuvisteis hablando anoche.Anne atravesó la habitación y se aproximó a ella.Me ha ofrecido un trabajo con su equipo en Francia- le dijo Anne mientras dejaba la chaqueta en el respaldo de una silla. Le dije que pensaría sobre ello. Tiene una vacante para un técnico textil. La verdad es que siempre soñé con un puesto así, pero…¿Hay un pero?. Anne, ¿te has vuelto loca?-dijo la mujer horrorizada. Acepta ese trabajo sin dudarlo antes de que cambie de opinión. Mucha gente vendería su alma por una oportunidad como esa.Anne la miró confusa.Pero tú misma fuiste la que me advirtió que tuviera cuidado.Eso fue antes de saber que lo que quería era ofrecerte r
La había acusado de querer el puesto que tan generosamente le había ofrecido, pero de no querer estar junto a él, y tenía razón. Tenía miedo de aquel hombre.Era demasiado varonil, demasiado vigoroso y fuerte.Le provocaba pánico y no entendía por qué.Cerró los ojos y le vino a la memoria una imagen de cuando tenía ocho años.Acababa de abandonar la casa de Kate y Angus West, unos adorables padres adoptivos con los que había vivido desde muy pequeña. A Angus le habían diagnosticado cáncer de huesos y, a raíz de eso, Kate había sufrido un ataque.Anne había sido trasladada a la casa de David y Cassey Kirby, un lugar lujoso, con seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, con piscina y un enorme jardín.Ella tenía su propia habitación y un armario lleno de ropa preciosa, podía montar a caballo….¿A qué niño no le gustaría aquello?Pero había algo que la intranquilizaba en el rico, guapo y carismático David.Al principio no entendía de qué se trataba, pero sí sabía que no le gustaban s