La había acusado de querer el puesto que tan generosamente le había ofrecido, pero de no querer estar junto a él, y tenía razón. Tenía miedo de aquel hombre.Era demasiado varonil, demasiado vigoroso y fuerte.Le provocaba pánico y no entendía por qué.Cerró los ojos y le vino a la memoria una imagen de cuando tenía ocho años.Acababa de abandonar la casa de Kate y Angus West, unos adorables padres adoptivos con los que había vivido desde muy pequeña. A Angus le habían diagnosticado cáncer de huesos y, a raíz de eso, Kate había sufrido un ataque.Anne había sido trasladada a la casa de David y Cassey Kirby, un lugar lujoso, con seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, con piscina y un enorme jardín.Ella tenía su propia habitación y un armario lleno de ropa preciosa, podía montar a caballo….¿A qué niño no le gustaría aquello?Pero había algo que la intranquilizaba en el rico, guapo y carismático David.Al principio no entendía de qué se trataba, pero sí sabía que no le gustaban s
El corto vuelo en avión fue agradable y cómodo.Claro que no podía ser menos, viajando con un billete de primera que Chantal le había enviado.En Londres, la había ido a recoger un taxi, cortesía de la empresa, como el jovial conductor le había indicado al llegar al aeropuerto. Sin duda, Peter Stanton pesaba en todo.Según le había indicado Chantal, una vez en París, un coche la llevaría al apartamento que había alquilado para ella.Después de dejar sus maletas y refrescarse un poco, debía encaminarse a las oficinas de Stanton Internacional, donde Peter le presentaría al resto del equipo.Al fin, estaba allí, después de dos emanas de dudas y emociones contradictorias.Miró las tres maletas que llevaba y decidió que, definitivamente, había hecho bien en marcharse de Inglaterra. El señor Roberts de había negado radicalmente a creer las acusaciones que pesaban sobre su hijo y Jeff se había buscado un caro abogado.No obstante, Margaret le había contado que Peter había informado a Michae
Durante todo el trayecto se sintió tensa, como temerosa de aquella situación, de estar en un espacio reducido con Peter Stanton.En un momento dado, su estado anímico se hizo patente y evidente para Peter.Por favor, Anne, ¿te quieres relajar?- le dijo Peter al cabo de un rato.¿Perdona?Estás muy tensa. ¿Qué demonios piensas que te voy a hacer en mitad de una calle abarrotada de coches en pleno día?Ella lo miró atónita y respondió con más desparpajo del que correspondía a una empleada.No sé de qué estás hablando- dijo ella e, inmediatamente, se ruborizó.Sospechas de todo lo que hago y todo lo que digo, como si esperaras que te fuera a atacar de un momento a otro.¡Eso no es cierto!Estás muy nerviosa.Claro que lo estoy. Cualquiera lo estaría.Acabo de llegar a un país extraño en el que tengo que conocer a un montón de gente y trabajar en un lugar que me es ajeno.“Eso sin contar con que mi jefe, en persona, ha venido a buscarme, y resulta ser el hombre más sexy y carismático que
El la miró fijamente.-Tú tienes tu propio apartamento y yo el mío. ¿Por qué va a dar lugar eso a rumores?Anne no se creyó su tono inocente-Porque es lo que más le gusta hacer a la mayoría de los humanos.-Nadie habla sobre mí, Anne, no si valoran lo que tienen.-Quizás no delante de ti- insistió ella. Pero te aseguro que hablarán.-¿Y a ti te preocupa?Sin duda estaba siendo deliberadamente obtuso.-NO se trata de que a mí me preocupe o no.-Sí, se trata justamente de eso- dijo él secamente. Y, francamente, no me puedo creer que una mujer como tú, que le plantó cara a Jeff Roberts, que es capaz de enfrentarse a mí sin temor, tenga en cuenta las habladurías. Tú eres mucho más valiente que todo eso.No se iba a dejar embelesar por sus palabras.-No pienso que….-Estupendo- la interrumpió él. Entonces déjame que sea yo el que piense. Ya hablaremos en el restaurante. Ahora, refréscate un poco antes de irnos.Aquel hombre era como una apisonadora. Era tremendamente arrogante. Sin duda,
Para sorpresa de Anne, adaptarse a su trabajo y a su nueva vida en Francia fue realmente fácil.Sus compañeros eran estupendos y su única pega era que todos profesaban una especie de adoración espiritual hacia Peter Stanton . Cuando, además, se trataba de mujeres, esa adoración adquiría un tinte más carnal.Pero, después de trabajar durante ocho semanas para él, Anne tenía que admitir que era comprensible.Era inspirador, por mucho que a ella le pesara reconocerlo, y jamás pedía a sus empleados más trabajo o implicación del que estaba dispuesto a dar por sí mismo. Llegaba siempre el primero a la oficina y se marchaba el último, marcando un ritmo tan agotador como excitante. Ya había oído infinidad de veces lo fascinante, hipnotizador y tremendamente seductor que era, y no podía sino coincidir con la descripción. Era un ser único, irrepetible.Por todo ello, se sentí avergonzada de haber pensado ni por un segundo que pudiera profesar algún interés por ella.Durante el tiempo que levab
Peter, que había sido espectador de todos los cambios de ánimo que se habían reflejado en su rostro, usó la estrategia más adecuada.-¿Puedo entonces confirmarle que iremos a las ocho?Anne asintió.-Es muy amable por su parte. De verdad que le agradezco el gestoPeter se podía permitir el lujo de ser generoso, una vez que había obtenido lo que quería.-Lo sé, Anne. Sencillamente te he sorprendido con la invitación. No te lo esperabas. Mi madre estará encantada de recibirte- dijo él.Ahora iremos a casa a vestirnos.El la tomó del brazo inesperadamente y ella sintió que, de pronto, olvidaba cómo poner un pie detrás del siguientePero el pánico momentáneo dio lugar a un placer único: el de tener a Peter caminando a su ladoSe preguntó qué diría él si ella le confesara que era la primera vez que paseaba del brazo de un hombre en una cálida tarde de verano. Probablemente se reiría de ella. O le lanzaría una de esas miradas cortantes que utilizaba en los negocios.David Kirby también solí
En menos de veinte minutos bajó al recibidor donde habían quedado con la esperanza de ser la primera, pero Peter ya estaba allí charlando amigablemente con Pierre.Nada más verla, su mirada la piropeó-Tan rápida como espectacular- dijo él. Está usted guapísima, mademoiselle Stanton.-Gracias- dijo ella y, acto seguido, se volvió a saludar a Pierre.Se marcharon intercambiando halagos, pero durante el trayecto de ida Peter habló muy poco, lo que puso a Anne más nerviosa aún de lo que estaba.Fingió un falso interés en lo que sucedía al otro lado de la ventanilla del coche mientras buscaba mentalmente posibles temas de conversación a tratar con los padres de Peter.Se detuvieron brevemente a comprar los bombones para la madre de él y luego continuaron.Pronto llegaron a una pequeña casa de piedra en el barrio latino.Los niños jugaban ruidosos en la calle y había algunas parejas de ancianos sentados a la puerta de sus casas. Todos parecían disfrutar del lánguido atardecer.A Anne le gu
Una vez en el coche, Peter condujo unos kilómetros al cabo de los cuales se detuvo y aparcó.-Vamos a dar un paseo-¿Un paseo?- repitió Anne nerviosa.-Anne, relájate, por favor- la miró de un modo muy especial. Necesito hablar contigo y aclarar una serie de cosas, ¿de acuerdo?-De acuerdo- susurró ella, temerosa, al notar que algo había cambiado en los últimos minutos. La actitud relajada y afable se había transformado en algo que no le resultaba tan fácil manejarSe dirigieron a un pequeño parque y Peter la guió hasta uno de los bancos que había bajo un árbol.Al sentarse, él extendió el brazo a lo largo del respaldo y tomó su barbilla entre los dedos obligándola a alzar el rostro.Anne no podía creerse que hubiera sido tan necia como para dejarse llevar a una situación de extrema vulnerabilidad como aquella. Pero debía reconocer que no había opuesto demasiada resistencia aun sospechando que algo así iba a suceder. No había tenido que usar sus dotes de persuasión, esa era la verdad.