En menos de veinte minutos bajó al recibidor donde habían quedado con la esperanza de ser la primera, pero Peter ya estaba allí charlando amigablemente con Pierre.Nada más verla, su mirada la piropeó-Tan rápida como espectacular- dijo él. Está usted guapísima, mademoiselle Stanton.-Gracias- dijo ella y, acto seguido, se volvió a saludar a Pierre.Se marcharon intercambiando halagos, pero durante el trayecto de ida Peter habló muy poco, lo que puso a Anne más nerviosa aún de lo que estaba.Fingió un falso interés en lo que sucedía al otro lado de la ventanilla del coche mientras buscaba mentalmente posibles temas de conversación a tratar con los padres de Peter.Se detuvieron brevemente a comprar los bombones para la madre de él y luego continuaron.Pronto llegaron a una pequeña casa de piedra en el barrio latino.Los niños jugaban ruidosos en la calle y había algunas parejas de ancianos sentados a la puerta de sus casas. Todos parecían disfrutar del lánguido atardecer.A Anne le gu
Una vez en el coche, Peter condujo unos kilómetros al cabo de los cuales se detuvo y aparcó.-Vamos a dar un paseo-¿Un paseo?- repitió Anne nerviosa.-Anne, relájate, por favor- la miró de un modo muy especial. Necesito hablar contigo y aclarar una serie de cosas, ¿de acuerdo?-De acuerdo- susurró ella, temerosa, al notar que algo había cambiado en los últimos minutos. La actitud relajada y afable se había transformado en algo que no le resultaba tan fácil manejarSe dirigieron a un pequeño parque y Peter la guió hasta uno de los bancos que había bajo un árbol.Al sentarse, él extendió el brazo a lo largo del respaldo y tomó su barbilla entre los dedos obligándola a alzar el rostro.Anne no podía creerse que hubiera sido tan necia como para dejarse llevar a una situación de extrema vulnerabilidad como aquella. Pero debía reconocer que no había opuesto demasiada resistencia aun sospechando que algo así iba a suceder. No había tenido que usar sus dotes de persuasión, esa era la verdad.
Durante unos instantes, Anne se encontró sumida en un placer sensual y hasta entonces desconocido, y se sorprendió sintiendo cosas que había temido ser incapaz de sentir. La estaba besando y le parecía algo natural y maravilloso.Peter alzó finalmente la cabeza y Anne se sintió mareada.-Sabes a miel dulce y suave, tal y como imaginaba- dijo él en un susurro.La besó una vez más. Recorrió su rostro con dulces besos.-Hueles bien, sabes bien.Tenía que detener aquello. NO sabía exactamente por qué, pero sí tenía la certeza de que no podía llevarla a nada bueno.El era el lobo feroz y tenía que apartarse.-Llevo queriendo hacer esto desde que te conocí, ¿sabes?. Quiero desvestirte y tenerte desnuda en mis brazos, hacerte sentir cosas que nunca antes has sentido con nadie…Sus palabras fueron el resorte necesario para que reaccionara. Se apartó de él y se libró de la prisión de sus manos. Se levantó apresuradamente.-Quiero irme, quiero volver a mi casa.-¿Qué te pasa?- preguntó él ponié
Julio terminó y dio paso a un agosto aún más caluros. Pero, con la inestimable ayuda del aire acondicionado, Anne descubrió que podía soportar sin demasiados inconvenientes el verano parisino.La mañana después de la cena en casa de los Stanton su regreso al trabajo se había hecho duro. Sin embargo, el trato amigable e impersonal de Peter le había facilitado concentrarse en su labor y volver a relajarse.La partida de Peter, solo horas después, a los Estados Unidos había sido de más ayuda aún. Durante las dos semanas de ausencia del jefe supremo, Anne había hecho un especial esfuerzo para integrase en las vidas de sus colegas.Había aceptado una o dos invitaciones para cenar en su casa, habían salido a comer con Chantal en un par de ocasiones y había compartido varias tazas de café y cruasanes con Marianne, que formaba parte del equipo de producciónAnne había descubierto durante ese tiempo que, aparte de una gran variedad de entretenimientos, lo que más obsesionaba a los franceses
Se encaminó hacia la puerta, con un cosquilleo en el estómago que reconcomio como emoción.-Buenos días, Anne- dijo él nada más verla.Estaba guapísimo-Hola Peter- respondió ella. “mantén un tono ligero y jovial, como si no pasara nada, como si no hubieras estado pensando en él cada minuto del día” se dijo. No sabía que hubieras vuelto ya.-Acabo de llegar.-¿Has conseguido solucionarlo todo?-Más o menos- dijo él apoyándose en la jamba de la puerta. Parecía cansado. Hasta la próxima crisis- sonrió lenta y seductoramente. ¿Te vienes a cenar conmigo?Anne tragó saliva antes de forzar una sonrisa.-¿Esta noche?- preguntó, claramente más afectada de lo que quería estar. No creo que sea una buena idea. Pensé que habíamos dicho que no éramos más que amigos.-¿Y los amigos no comen juntos?-por supuesto que sí…No quería decir eso, sino….-Has comido con un montón de gente estas semanas. ¿Por qué no conmigo?Ella lo miró fijamente.-¿has estado indagando sobre lo que he hecho?-No creo que
El deslizó las manos suavemente por las curvas de su cuerpo, provocando en ella un apetito desconocido hasta entonces. Aquellas caricias la cautivaban y la consumían en un calor abrasador. Se sentía viva.-Anne- su voz sonó suave como el terciopelo. ¿Te molesta que te agarre así?Ella se hizo la misma pregunta, pero la respuesta era contradictoria y confusa y no halló palabras para expresarla.-Sabes que te deseo- le dijo él.A pesar del placer que le provocaba su declaración, siguió tensa.-No voy a disculparme por ello. Quiero tenerte en mis brazos, en mi cama, pero solo cuando estés preparada para ello.Ella se apartó ligeramente de él.-Seguro que tienes suficientes mujeres a tus pies como para no tener que preocuparte por mí- dijo ella con más pesadumbre de la que quería mostrar.-No necesito “mujeres” en plural, Anne- respondió él. Solo te necesito a ti.Todas sus inseguridades afloraron de pronto.-No me conoces, Peter, realmente no.Solo ves lo que quieres ver: el exterior.-
Anne lo miró sorprendida. Era un hombre duro, algo cínico. Jamás habría esperado que sintiera interés alguno por una cría de búho.-¿Qué te pasa?- preguntó él.-Nada.El se detuvo y la obligó a pararse.Dime lo que te pasa.-nada, de verdad. Simplemente que jamás habría imaginado que te interesar la vida animal.-¿No?. ¿Y cómo imaginas que soy?- preguntó el. ¿O quizás sería mejor que no te preguntara eso para que no tuvieras que mentir?Anne se sorprendió del tono de la pregunta. Había, como siempre, ese aire jocoso con el que solía distanciarse, pero su pregunta abrigaba algo más profundo y complejoPeter adivinó una vez más su sorpresa y se rió.-Eres única, Anne. ¿Lo sabías?- murmuró cuando acalló su risa. Como mi padre le dice a mi madre: “Dios te ha debido crear para obligarme a ser humilde”-¿Ser humilde?- preguntó ella, secretamente complacida con la comparación con sus padres. No es un término que asocie contigo, la verdad.La abrazó de nuevo, besándola hasta hacerla suspirar.
Anne sintió un nudo en la garganta y no pudo pronunciar palabra durante al menos treinta segundos. Aquellas palabras dichas al azar acababan de rebelarle una vedad innegable. ¿Cómo había estado tan ciega?. Estaba enamorada de él. Esa era la explicación a tantas y tan extrañas sensaciones. Y tenía razón, era un esfuerzo inútil luchar contra el poder del amor.No había reconocido los síntomas hasta aquel instante.No obstante, seguía siendo absurdo tener sentimientos así por un hombre como Peter.Ella jamás estaría al nivel de las mujeres con las que salía.Respecto a su interés por ella, estaba basado en la novedad, en el hecho de que no hubiera caído rendida a sus pies nada más verlo. Su distancia y frialdad había actuado como un cebo.-¿Por qué no te quedas esta noche conmigo?. No tiene por qué ocurrir nada que tú no quieras que ocurra.-¿Es eso lo que les dices a todas las mujeres que traes aquí?- le preguntó ella con lo que trató que fuera un tono jovial y ligero.El no respondió d